Abril 11 de 1862
A los Sres. comisarios de S. M. el emperador de los franceses.
Palacio nacional.
México, Abril II de 1862.—
El infrascrito, Ministro de Relaciones exteriores y Gobernación de la República Mexicana, tiene el honor de contestar a los señores comisarios de S. M. el Emperador de Francia, el oficio que le han dirigido informándole que las tropas francesas se replegarán a Paso Ancho para recobrar su libertad de acción, tan luego como las españolas hayan evacuado sus actuales acantonamientos; fundando este procedimiento en su resolución da proteger al traidor D. Juan N. Almonte.
La violación de los preliminares de lo Soledad, consumada por los señores comisarios franceses a la sombra de un pretexto casi pueril, es injustificable examinada a la luz del derecho internacional.
Ni el Gobierno constitucional, ni la Nación Mexicana, han tenido noticia oficial ó extraoficial, de la misión que los señores comisarios atribuyen en su nota citada al traidor Almonte, y el primer aviso quede ello se tiene es la aseveración de los señores comisarios.
Lo que se sabía hace algún tiempo por la voz pública, era que el traidor Almonte, encañando con sus falsos informes a S. M. el Emperador de los franceses, trabajaba asiduamente por atraer sobre su patria una invasión armada extranjera que sirviese de apoyo al bando reaccionario vencido en este país, más que por las armas, por la fuerza irresistible de la voluntad general.
Estas voces se convirtieron en hechos plenamente justificados después de la llegada del traidor a Veracruz, porque entonces adquirió la autoridad nacional datos fehacientes de que aquel se ocupaba en conspirar contra el orden legal, generalmente reconocido en la República, y en estimular con todo género de intrigas y de promesas, a las bandas de forajidos que merodean en algunos puntos montañosos.
Usando de su derecho de soberano y aplicando leyes vigentes expedidas con anterioridad, el Gobierno mexicano declaró traidor y puso fuera de la ley a D. Juan N. Almonte, sin que jamás pudiera ocurrirle de este acto de administración interior, exclusivamente suya, fuese arrebatado como un motivo de rompimiento por los mismos comisarios que el 19 de Febrero al firmar los preliminares de la Soledad, se comprometieron solemnemente ante el mundo civilizado, a respetar la soberanía del Gobierno mexicano y a no ingerirse en ningún acto de su administración interior.
La confesión que los señores representantes de la Francia hicieron en los preliminares reconociendo la legitimidad del Gobierno constitucional, y su general aceptación en la República, es abiertamente contradictoria a las especies que ahora vierten en su nota del día 9, atribuyendo la subsistencia de esta administración al triunfo de una minoría opresiva. Esa contradicción notoria, hace dudar de la sinceridad de la primera confesión de los señores comisarios, y revela bien el origen poco digno de la segunda.
El infrascrito tiene el sentimiento de rechazar como inexactas las proposiciones de los señores comisarios, en que aseguran haberse cometido nuevas vejaciones contra sus nacionales, desunes de los preliminares de la Soledad. Ningún hecho notable de esa clase han participado las autoridades subalternas; si ha ocurrido alguno, habrá sido de tan poca importancia, que no se ha creído conveniente denunciarlo a la autoridad suprema.
Los señores comisarios franceses han tenido libertad y oportunidad para haber reclamado cualquiera falta, y su silencio hace presumir que nada ha habido que preste materia a una reclamación.
El Gobierno mexicano ha estado, y está todavía, dispuesto a agotar los medios conciliatorios para llegar a un acomodamiento pacífico, cuya base sea los preliminares de la Soledad. Ha cumplido por su parte, y cumplirá en lo sucesivo, con las obligaciones que se impuso en aquellos preliminares, porque comprende cuanto lastima una deslealtad al honor de la nación. No agredirá el primero, porque sigue fielmente el principio de respetar las nacionalidades, mientras no recurren a otros medios que los de las convenciones. Pero el Gobierno constitucional, depositario de la soberanía y guardián de la independencia de la República, repelerá la fuerza con la fuerza, y sostendrá la guerra hasta sucumbir, porque tiene conciencia de la justicia de su causa, y porque cuenta con que cm esa contienda lo ayudarán poderosamente el valor y el amor a la patria, característicos en el pueblo mexicano.
El infrascrito presenta a los señores comisarios del Emperador de los franceses, las seguridades de su atenta consideración.—Manuel Doblado.
Recopilación de reglamentos, circulares y providencias de los Supremos Poderes y otras autoridades de la República Mexicana [...]. Abril de 1862. México. Imp. De Vicente G. Torres. 1863. pp. 22-25.
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