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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

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ISBN 970-95193

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1861 Situación de los estados fronterizos de los Estados Unidos frente a la esclavitud. Matías Romero.

Washington, abril 21 de 1861

 

SITUACIÓN DE LOS ESTADOS FRONTERIZOS DE LOS ESTADOS UNIDOS FRENTE A LA ESCLAVITUD

 

Excelentísimo señor ministro de Relaciones Exteriores México

Excelentísimo señor:
Pareciéndome conveniente que el Supremo Gobierno esté impuesto de la condición que guardan los estados de esta República que lindan con México y el partido que probablemente tomarán en la presente contienda, paso a hacer una ligera relación de lo que sé y lo que pienso sobre tal asunto.

El Estado de Texas, que forma una gran parte de nuestra frontera oriental, está ya separado de la Unión Americana y considerado como parte integrante de los estados confederados. A mi juicio no hay esperanza de que por ahora trate de unirse a los estados del norte o de formar una nación independiente. Su población, según el último censo, es de 601,039 habitantes, de los cuales son 420,651 libres y los 180,388 restantes, esclavos. La gran mayoría de los ciudadanos pertenece al partido democrático, propagador de la esclavitud y es seguro que, sean cuales fueren las discordias domésticas que tengan entre sí, en la presente guerra civil entre el norte y el sur, se les encontrará siempre del lado del segundo, en el que ya se han afiliado. La población del Estado, con excepción de los emigrados de origen alemán, se considera en lo general díscola y animada de un espíritu filibustérico.

Siguiendo la línea fronteriza hacia el oeste, se haya Arizona. Se llama así el territorio de México que se cedió a los Estados Unidos por el tratado de 30 de diciembre de 1853, que linda al sur con Chihuahua y con Sonora y al norte con Nuevo México. El Congreso de los Estados Unidos no lo ha organizado todavía como territorio de la federación y permanece con ese carácter anómalo con que se ven aquí las extensiones de terrenos antes de que se dividan en estados y territorios. Sus habitantes, sin embargo, compuestos de origen mexicano y muchos americanos atraídos por la riqueza de los minerales, entre los cuales figura en primer término el de Pike's Peak, se consideran como formando un territorio y hasta han enviado un delegado al Congreso general el que, como era de presumir, no fue recibido. Algunos consideran a Arizona como un condado del territorio de Nuevo México.

El gobierno de Montgomery por un lado y la convención de Texas por otro, enviaron comisionados con el fin de conseguir que Arizona se separara de la Unión. El objeto es, según lo han explicado los periódicos de Nueva York, procurar que los estados del Norte no tengan puntos de contacto con México, a fin de evitar que adquieran alguna parte de nuestro territorio, para cuyas adquisiciones se cree el sur con derecho exclusivo. Los comisionados consiguieron su objeto y el 16 de marzo próximo pasado la convención de Arizona, convocada de antemano y reunida en la ciudad de Mesilla, declaró al territorio separado de los Estados Unidos. En la escasa y diseminada población del territorio hay un partido que está en favor de la Unión y no será difícil que éste haga nugatoria la ordenanza de separación. En todo caso creo que por aquellos desiertos preponderan las ideas del gobierno que pueda más fácilmente hacer sentir su fuerza física e influencia moral.

En las poblaciones de Tucson y Túbac, pertenecientes ambas a Arizona, hay muchos americanos que trabajan activamente por despertar en Sonora ideas de anexión a los Estados Unidos y parece que han conseguido formar un partido, aunque pequeño e insignificante, que les es favorable. Con el objeto de realizar mejor sus miras han fomentado las discordias intestinas que han obligado por largo tiempo a aquel Estado y han facilitado armas y municiones a los indios yaquis sublevados contra la autoridad legítima de Sonora.

El territorio de Arizona, tal como está marcado en los mapas de los Estados Unidos hechos el año pasado, llega hasta el Golfo de Cortés y linda al oeste con la Alta California. Nuevo México no es ya, pues, territorio fronterizo, según dicha demarcación. A pesar de esto me propongo hablar aquí de Nuevo México, por la influencia que siempre ejercerá este territorio sobre el de Arizona. El territorio de Nuevo México tiene 93,541 habitantes, según el último censo. No obstante que la administración de Mr. Buchanan y la influencia de los estados del sur hicieron cuanto estuvo a su alcance por introducir y propagar la esclavitud en aquellas vastas regiones, todo lo que consiguieron en 10 años fue meter 29 esclavos. La legislatura territorial, merced a dichas influencias, aprobó una Constitución en que se reconoce la esclavitud y Nuevo México está considerado como territorio esclavo. Hay también el sistema de peonaje, que el señor Otero, delegado de aquel territorio, trató de defender aquí en la carta de que remito a V. E. un ejemplar. Es muy probable que, bajo los auspicios de la presente administración, si Nuevo México permanece en la Unión, se consiga abolir la esclavitud y admitirla como Estado libre. El gobierno de Montgomery está trabajando por conseguir que se agregue a la confederación del sur. Si se ha de dar crédito a lo que me aseguró el señor Otero antes de regresar a su país, no hay peligro de que tal cosa suceda. Así lo dicen también las últimas noticias de Santa Fe que han publicado los periódicos.

El último estado colindante con México es California. Como estado libre no tiene esclavos; pero la mayoría de sus habitantes pertenecen al partido democrático. Como los intereses de California tienen pocos puntos de contacto con los de los estados del sur, no hay mucha probabilidad de que se una a la nueva confederación. En caso de separarse de la Unión, sería más bien para formar la República del Pacífico con Oregón, Nuevo México y Utah.

Adjuntos remito a V. E. varios artículos que los periódicos de este país han publicado sobre los diferentes puntos que se tocan en la presente nota.

Renuevo a V. E. las seguridades de mi muy distinguida consideración. Dios, Libertad y Reforma.

Matías Romero