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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1860Los mexicanos y su país.
Nueva Orleans, abril 15 de 1860

 

 

Los mexicanos y su pais.

Prefacio del traductor

En circunstancias en que la sangrienta lucha de los partidos políticos en la República mexicana, ha venido á complicarse con el funesto incidente de la intervención estrangera, por consecuencia de la convención que, por una conveniencia seccional y no nacional, ha celebrado el gobierno del Sr. D. Benito Juárez con un representante del de los Estados Unidos, deber es de todos los mexicanos escitar á sus compatriotas, no importa por cuales medios, á rehacerse del heroico valor con que, en el presente siglo, lograron conquistar su independencia y levantar el Pavellon de los tres colores — patria, unión y relijion.—

Fresco todavia el ultraje que la raza anglo-sajona cometió contra México para usurparle una inmensa porción de su territorio, y marcadas aun las huellas de vergüenza y humillación por que tuvieron que pasar los mexicanos en los memorables años de 1840 y 47, el recuerdo de esa calamidad debiera haber vuelto imposible toda alianza, inducida á permitir hospedaje á unos hombres nacidos, nutridos y esperimentados con una voraz propensión, como las tribus bárbaras de remotos siglos, á invadir todo el continente sujeto en otro tiempo al dominio de la España. Mientras que las testas coronadas de la Europa, especialmente esa España, herida por la pérdida de sus colonias, se ha visto que han dispensado á la nacientes Repúblicas todas las atenciones debidas á la debilidad y errores de la infancia, los hechos consignados en la historia contemporánea, acreditan que la nación Norte Americana, la primera amiga de México independiente, su mentor en su sistema republicano democrático, su hermana por simpatías y su vecina predilecta; el pueblo que, envanecido con los sentimientos filantrópicos del virtuoso Washington, se ha querido ostentar, á la faz del mundo, antagonista de las viejas y modernas monarquías, esa nación ha sido la primera y única que, posponiendo á su provecho toda consideracion humanitaria y violando todos los derechos, ha cancerado la ecsistencia del mismo México, para heredar, bajo de aquellos títulos, á la muerte de su nacionalidad, el precioso legado de sus riquezas, tan astuta como obstinadamente codiciadas.

En la memoria de los mexicanos vive y vivirá para siempre, como un objeto de execración, el nombre de Poinset, primer enviado de la República del Norte cerca de la de México, y fundador de la logia de York, del republicanismo rójo, entre los propios mexicanos, causa de la división de estos y fuente inagotable de sus revoluciones intestinas. Generada así por los Estados-Unidos la cimiente de la guerra civil, á penas consumada la independencia ¿cual de las naciones de Europa tomó nunca pretesto de los perjuicios ocasionados á algunos de sus súbditos, por causa de la misma guerra, para centuplicar el interés del daño y exijir el pago, dando á escojer entre la guerra ó la cesión de terrenos? ¿Cual de esos naciones estimuló la colonización de sus súbditos en un territorio de México, para alentar y protejer despues la revolución de los colonos contra la madrepatria, hasta el estremo de hacer un casus belli, y anecsarse, en los tratados de paz, no solo ese territorio sino otros mas de no menos riqueza y ostensión? ¿Quien de esos tiranos, opresores de la libertad de los pueblos, ha autorizado ó tolerado, á pretesto de falta de poder legal, la incursión bandálica de sus mismos súbditos sobre la nación hermana y amiga, desarrollando el filibusterismo?

El ínteres de la Francia, de la España y de la Inglaterra en sus relaciones con México, siempre ha sido de mayor importancia que el de los Estados-Unidos; ora bajo del aspecto mercantil; ora por las valiosas propiedades que los españoles retienen en el país; ora por los capitales ingleses invertidos en la esplotacion de las minas de oro y plata, y ora también porla considerable deuda que el misino México reconoce á esa propia nacionalidad. Las tres potencias no menos han resentido los daños provenientes de la anarquía de los mexicanos; mas sin embargo, de parte de ellas la jóven República ha recibido respeto en sus desgracias, á la vez de que la Union Americana la ha deprimido y ultrajado desde su nacimiento, debilitando sus fuerzas y empozoñándola para abreviar el término de su ecsistencia. Es la confederación norte-americana la sola y única que ha ejercido actos de barbarismo contra México, denunciando á los mexicanos, por los mil clarines de su prensa desenfrenada, como bárbaros é incapaces de gobernarse así mismos: la sola que especulando sobre el tráfico de la humanidad, los ha declarado indignos de la civilización; y la sola y única que ha pretendido el derecho de paso franco y residencia de sus armas en el territorio mexicano, para hacer efectivas sus reclamaciones por perjuicios sufridos, y asegurar la protección de sus nacionales en lo futuro.

Una vez descubierta la falacia norte americana y con ciencia cierta de que no ha sido otro el móvil de sus depredaciones, que el de estender su dominación sobre la República de México, fácil es de preveer que al ingerirse el gobierno de Washington en las actuales disenciones de ese país, violando abiertamente á la faz de la Europa el principio del derecho internacional de la no intervención, los miras políticas están concentradas á la realización de la conquista por un camino escombrado de todo gasto y peligro. Tal es el prospecto de la convención ajustada por el Sr. Juárez, generalmente conocida con el nombre de tratado Ocampo-Mc Lane. Con el pretesto de un privilejio mercantil, concedido sin antecedentes meritorios y sin reciprocidad, y bajo de la oproviosa confesión de una incapacidad por parte del gobierno de México para protejer á los ciudadanos americanos residentes en el pais, se ha otorgado á los Estados-Unidos la inaudita franquicia de establecer cantones militares en el corazón de la República, con facultad ofensiva y defensiva contra los mexicanos, y todo ostensiblemente en cambio de la miserable suma dedos millones de pesosaplicable á la fracción regenteada por el mismo Sr. Juárez. Suponiendo, con sobrada razón, que esos millones serán devorados en el discurso de una quincena por la tarasca de las apremiantes necesidades de la guerra civil, puede decirse que, de ese modo, se han entregado las llaves de la República Mexicana y vendido su nacionalidad, por menos que la escudilla de lentejas por la que Esau vendió su primogenitura.

México no pudiera acordar tal franquicia á los Estados-Unidos. sin quedar espuesto, por el mismo hecho, á permitirla también á Francia, España é Inglaterra, toda vez que en sus tratados de amistad con estas naciones se estipuló que—gozarían de los derechos otorgada á la nación mas favorecida—Mas por separado de ese gravísimo inconveniente, de esa monstruosidad en el derecho internacional, la España en su guerra, de reciente fecha, con la Francia, bajo del imperio de Napoleón 1º, ofrece un hecho palpitante de los funestos resultados á que llevan las concesiones de tal naturaleza. Sin que haya necesidad de ir tan lejos, es imposible que los mexicanos hayan olvidado la rebelión de los colonos americanos en Tejas, cuyas consecuencias fueron la usurpación no solo de todo ese territorio, por la raza anglo-sajona, sino de los de la alta California y Nuevo México. ¿Que seguridad han dado los Estados-Unidos de que usarán y no abusarán del privilegio, de la manera que entonces abusaron, incitando y protejiendo esa rebelión de sus nacionales, con el fin de apoderarse de unas comarcas capaces, por su riqueza y estension, de acrecentar el poder de la Confederación? Perdida su fée por esos actos de vandalismo ¿que garantía será bastante á restablecerlos en la confianza de los mexicanos? ¿El mismo Presidente Mr. Buchanan, que ha proclamado al mundo el descrédito de los gobiernos de México, y que tomando de esa innoble y gratuita calumnia un argumento de necesaria precaución, ha pedido facultades para la invasión armada y la ocupación de algunas plazas en via de rehenes, por obligaciones puramente imaginarias, qué cautela presenta para desvanecerla convicción que han creado esos propósitos de anecsarse el territorio megicano? ¿Puede tenerse seguridad en unos hombres aventureros por esencia y por profesión, que constantemente y del modo mas público se han ocupado en organizar bandos de filibusteros para precipitarse como bárbaros sobre las comarcas vecinas?

Como preliminares del tratado Ocampo-Me Lane, precisamente pocos meses antes de su ajuste, el gabinete de Washington había indicado al senado y cámara de representantes en el Capitolio su premeditada y firme resolución de agregar á los Estados-Unidos la turbulenta y perniciosa República de México, como una medida de salud general, imperiosamente reclamada por el bienestar de la Confederación; por la prosperidad y ventura del propio México, entregado por tanto tiempo á la anarquía; y para precaver que las potencias de Europa llegasen á hacerlo su presa, poniendo así en peligro, en el continente americano, la estabilidad de las instituciones democráticas. Eco esa iniciativa del sentimiento universal del mismo pueblo americano, no es menos cierto que el órgano de la prensa lo reveló desde entonces, y que no ha cesado de incitar á la consumación del propósito, mas alentada todavía á la vista de los medios que ha venido á ofrecer el buen suceso diplomático Mc Lane. No ha sido otra la causa, en fin, de que el senado no haya aprobado esa convención, á pesar de sus enormes ventajas bájo de un juego limpio, que el peligro que con la adquisicion de México, amenaza al equilibrio de la balanza política entre los Estados del Sur, esclavistas, y los del Norte, anti-esclavistas; si bien tampoco lo ha reprobado, haciendo de ello solo una cuestión de tiempo.

Dueños los Estados-Unidos de las entradas de la República y diseminadas por todo su territorio las armas americanas, la absorción, pues, no se hará esperar por mucho tiempo. Tales han debido ser las previsiones del mismo Señor Juárez. Empero por desgracia se ha visto compelido á suscribir las bases de ese crimen de traición contra la patria, y á suscribirlas con el alto carácter de regulador de sus destinos, no se diga por ambiciones personales, que no admite su proverbial modestia, sino por el deseo de hacer prevalecer el partido que acaudilla. Falto de todo recurso para poder alimentar las fuerzas desfallecidas de esc partido, y con la desconsoladora esperiencia de la inutilidad de las mismas fuerzas para dominar á sus adversarios, era imposible que resistiera á la tentación de un suplemento de dos millones de pesos y de una alianza disfrazada. En el conflicto de tener que sucumbir en la lucha civil, resignando el mando en manos de su antagonista, en vez de reducir las ciudades á escombros y sepultarse bájo de ellos, á ejemplo de los heroicos defensores de Sagunto y Numancia, ha preferido, en el vértigo de su despecho, empeñar á la Nación, con calidad de remate, á unos usureros desapiadados y ansiosos de poseerla ávil y miserable precio. Habituada la raza anglo-sajona á la publicidad de sus mas escondidas poridades, sin escepcion de las de la vida privada, por una parte el Presidente Buchanan en su último mensage anual al cuerpo representativo, y por otra los periodistas, directores de la opinión, hablando del tratado Ocampo-Mc Lane, han dicho, sin usar de reticencias, que “solo enmedio de las circunstancias anárquicas de México, pudieran los Estados-Unidos haber obtenido por un despreciable desembolso, concesiones de las que ni una sola quisieron otorgar los mexicanos por veinte millones, envueltos en las calamidades de la guerra con la propia Confederación americana.” Los mismos órganos no han cesado de pregonar la necesidad urgente de que las armas norteamericanas concurran á sostener el gobierno concesionario, toda vez que su ruina debe arrastrar con sigo irremisiblemente la de los privilejios concedidos y la perspectiva alhagadora de la conquista del pais.

Para nadie, pues, puede ser ya un secreto que el verdadero móvil del tratado no fue otro, que la idea de interesar la ambición territorial de la nación filibustera en la defensa y completo triunfo de la fracción que lucha en México por el establecimiento de los principios de la libertad y del progreso -, y que el objeto de permitir libre paso, residencia y acuartelamiento á las tropas americanas, fué el de auxiliarse con esas armas para combatir con mejor écsito á las opuestas á aquel partido, bájo del pretesto de justa y debida protección á sus conciudadanos. En el concepto de que una alianza desembozada podría correr el riesgo de encontrarse con el sentimiento patriótico de todo México y con el celo de las potencias de Europa, sobre la guarda del principio de la no intervención, es demasiado claro que se inventó ese ingenioso disfraz, como el mas adecuado á salvar las apariencias y prevenir cualquiera consecuencia desfavorable.

¡Desgraciada combinacion! ¡Vanas ilusiones! ¡Insensatos deseos! Contar con el apoyo de esos Suizos improvisados, y prometerse de ellos una leal protección, tal como la del ejército francés en Roma, únicamente podría imaginarlo el hombre que no los conociera. Sin subordinación ni disciplina, cuya falta le robó mas de una vez el sueño al inmortal Washington en sus heroicos esfuerzos por la libertad de su patria, y circulando por sus venas pura sangre anecsionista, debe creerse, como mas verosímil, que, cuso de tomar parte en la contienda entre los actuales partidos mexicanos, lo liarían para hostilizar á ambas fuerzas beligerantes y trabajar por su propia cuenta y razón; y que aun en el evento de protejer al de Juárez, hasta establecer su gobierno en el palacio de Moctezuma, sería con la esclusiva mira de revestirlo de todo el poder, para obligarlo, después, á entregarles el pais, por retribución de sus servicios, en cumplimiento del fideicomiso reservado en el Testamento—Ocampo-Mc Lañe.

Difícil es predecir cuales puedan ser los medios que haya escogitado el misino Señor Juarez pura salvar á la República de esa terrible crisis. Suponerle el pensamiento de sus falsos é insidiosos protectores, de que la felicidad de México depende de su incorporación á los Estados-Unidos, importaría tanto como atribuirle la inconcebible abnegación de sacrificar, por sola esa felicidad, su vida y la de toda su progenie, sabido, como lo és, que el anglo-americano ha proscrito de la tierra á la raza indígena, como si fuera una raza maldecida por Dios. De otro modo ¿como figurarse que no habiendo tenido capacidad para sobrepenerse á una porción de sus compatriotas, causa por la qué ha requerido la alianza estrangera, le sea posible, reducido á sus propias fuerzas, competir con la prepotencia de la Union Americana? Ocurrir á los consuelos de las naciones de Europa, por el camino diplomático trazado por el Señor Mc Lane, tampoco seria dable; lo primero, por no haber reconocido esas potencias la autoridad de Juárez, sino la de su antagonista el general D. Miguel Miramon; lo segundo, porque acaso en la política de las mismas naciones no estaría el empeñar una guerra con el continente americano por intereses estraños; y lo tercero, por que cualquier protectorado envolvería, no menos, la ruina de la República de México. Tendría, pues, esta que resistir sola el empuge de los usurpadores; pero, ¿en qué circunstancias? Después de aniquilado su espíritu y agotados todos sus recursos por la guerra civil, y después de entregadas sus fortalezas y plazas al enemigo invasor. He aquí el prospecto del triunfo del gobierno llamado constitucional, bájo de sus relaciones y compromisos contraidos con el de los Estados-Unidos. He aquí cuales serán las consecuencias del tratado Ocampo-Mc Lane.

Sin fijarse en la suerte que pueda correr dicha convención en el Senado de Washington, la sola espectativa debe ser considerada como una amenaza contra la nacionalidad de México, para que los mexicanos, animados con el sentimiento del amor de la patria y olvidando en tan solemne ocasión sus disensiones domésticas, concurran á oponerse con todas sus fuerzas á la consumación del proyecto atentatorio. A la presencia de una calamidad estrema, deben desaparecer todas las miserables ambiciones de los partidos políticos; por que ¿que pueden importar los sistemas de gobierno, el progreso ó retroceso, la igualdad ó los privilegios y la riqueza ó pobreza del clero, una vez perdida la independencia? Puesta en peligro la ecsistencia no solo de la raza indígena y mesclada, sino la de toda la hispano-mexicana, en tanto que únicamente se codician las riquezas del pais —las tierras limpias de gusanos— como lo repiten dia por día los mismos anecsionistas, todo interes secundario debe posponerse al primero y principal de la propia conservación. Prefiérase la guerra que esta conducta, digna de un pueblo civilizado y patriota, pueda acaso acarrear á las dos naciones, antes que consentir en la ignominia. Glorioso será siempre sucumbir en la lucha; pero entregarse maniatado al poder del enemigo pérfido, será ante el mundo un comportamiento de perdurable infamia. Dispútense, con el valor que infunde la defensa de la mas santa de las causas, las entradas de la República, antes de permitir que ellos los sierren á los mexicanos.

Ciudadano mexicano el que esto escribe y obligado á residir por el espacio de mas de dos años en esta República del Norte, ha tenido oportunidad de conocer el pais, estudiar sus instituciones, observar su gobierno é imponerse de los hábitos de sus habitantes. Al dirigirse, sin embargo, á sus compatriotas, no lo hace guiado por sus particulares convicciones, sino por las de los mismos escritores americanos, órganos de la opinion de su pais y directores de su política; y autoridad por sin duda digna de todo crédito para persuadir del intento de invasión que los preocupa. Ha sido, pues, con tal propósito que haya trasladado al idioma español el adjunto artículo, publicado por la prensa americana en la Ciudád de Boston del Estado de Massachusset, en cuya producción el autor, quizá con el doble intento de incitar mas el filibusterismo, pintando de una muñera atractiva al pais privilegiado por la Providencia, descubre las miras codiciosas de los anglo-sajones y el porvenir que en su conquista les reservan á los que se han propuesto subyugar. A la vista de tan irrecusable testimonio, caso de no sor bastante el de la suerte de esterminio que han sufrido las poblaciones hispano-mexicanas de Tejas, Alta California y Nuevo México, no debe quedar ninguna duda ú los mejicanos de lo pernicioso de la influencia de los Estados-Unidos, y de la necesidad en que están de precaverse de la amistad de un pais que respira la ruina de sus aliados.

Grande y poderosa, como es, la Confederación Norte-Americana por la paz que ha disfrutado desde su independencia, debida á un favor especial del Cielo: grande y poderosa por su constante inmigracion, que ha sido el móvil desarrollador de sus riquezas, por el impulso de su comercio, de la apertura de sus canales, y de su red de ferrocarriles, México, sin embargo, solo puede envidiarle esa paz y esa afluencia de brazos esplotadores; por que en lo demas... ¡Cuan lejos están los orgullosos demócratas, de poder ser los propagadores de la civilización y de llevar la felicidad á las jovenes Repúblicas hispano-americanas! Es una ilusión el creer que los pueblos puedan ser venturosos, regidos por instituciones que los induce á proscribir la moral entre ellos. ¿Que vale un autómata movido por el mecanismo, perfeccionado hasta un grado superlativo, en comparación del ser humano animado por el sublime espíritu, fuente de la inteligencia y de virtudes? El americano ha venido á distinguirse con el nombre de Yankee, y la definición de esta entidad en el diccionario del pueblo bajo, entre los Mexicanos, equivale á la de rasposo. That is all.

 

P

 

 

LOS MEXICANOS Y SU PAIS.

El 21 de Diciembre de 1859, las fuerzas comandadas por el general Miramón, tuvieron un encuentro, en Colima, con la armada de los Liberales, y resultó la última vencida. Las primeras noticias de esa jornada dieron la seguridad del triunfo completo obtenido por el partido conservador, y la posibilidad de un prócsimo arreglo entre las secciones capitaneadas por Juárez y Miramon. Mas los últimos informes manifestaron que los detalles de la batalla habian sido ecsagerados, si bien indudable la derrota de los Liberales. Atribuir una grande importancia á las acciones de guerra de los mexicanos, seria temeridad; (1) pero la causa del partido Liberal estaba entonces tan abatida, que bien pudo haberse creído el que no podría sobrevivir á los resultados de ese dia.

Popular ó impopular el partido que acaudilla Miramon, lo cierto es que al concluir el año de 1859, ese gefe había triunfado en todas las campañas comandadas por el mismo; y como nuestra propia historia política ofrece innumerables hechos comprobantes de que un soldado afortunado viene á ser un gefe popular, cualesquiera que puedan ser sus opiniones, muy fácil es de congeturar el efecto que esas victorias deben haber producido en el ánimo de los mexicanos. La sola circunstancia de ser Miramon personalmente victorioso, mientras que sus opositores obtienen raramente algún suceso en acciones en que aquel no se halla presente, tiene que servir demasiado a su nombre. Es una idea antigua, tanto como el primer dia en que el Tendador del hombre le hizo perder el Paraiso, que nada hay tan seguro como el écsito mismo-, y á la admisión de esta mácsima en el mundo, debe atribuirse el término de las mas de las contiendas políticas, que han perturbado á la sociedad. Miramon parece haber entrado en una carrera asimilada á la del general Santa-Anna, á quien habilitaron sus tempranas victorias para mantener el mando de sus conciudadanos, hasta que se lo hicieron perder sus crueldades, y el quebrantamiento de su palabra y de sus juramentos. (2) Falta solo á Miramon una cosa, para que consolide ese poder, y es, que alguna nación estrangera intervenga en los negociosos mexicanos en defensa de Juárez. Por que permitiendo que tal intervención, desarrollada en grande escala, ocasionase la caída de aquel y su destierro, no es menos cierto que eso solo bastaría para que reinase en el corazón de sus compatriotas y volviera á ser llamado, como vimos que lo fué Santa-Anna. tan pronto como las circunstancias permitieran al pueblo el obrar conforme á su propio sentimiento y derecho. (3)

Antes de considerar el efecto que producirá en la política de los Estados-Unidos ese ultimo triunfo obtenido por Miramon, hay un punto que es preciso atender, á saber; cual de los dos partidos, si el liberal ó el conservador, tiene mas poder en México. Las apreciaciones hechas á este proposito son de un carácter contradictorio. El presidente Buchanan en su último mensage anual, dijo — que el gobierno constitucional, hablando del que acaudilla Juárez, estaba reconocido por una gran mayoría de pueblos y Estados: pero que había una parte importante que no se prestaba á ninguna obediencia: que Miramon retenía la capital de la República, y en algunas provincias distantes habia gobernadores militares que guardaban poco respeto á ambos gobiernos. —Un escritor mexicano, miembro del partido conservador, que publicó sus opiniones, sobre el mismo objeto, un mes antes de ese mensage, manifestó — que los cinco Departamentos en que se reconocía la autoridad de Miramon, abrazaban mayor número de habitantes, que el que ecsistia en los veintitrés que no lo eran adictos: y hablando de los funcionarios locales de esos últimos Estados, añadió — "Es una equivocación imaginarse que ellos obedecen al gobierno de Juárez mas que al de Miramon, en lo que no conviene á sus intereses privados. Seria curioso saber, por ejemplo, la cantidad que dichas autoridades hayan remitido á la tesorería nacional de Juárez, por cuenta de lo colectado por contribuciones, préstamos forzosos y principalmente por derechos de importación y esportacion delas aduanas marítimas — En el caso, como en muchos de la misma naturaleza, será lo mas verosímil que aunque una pequeña parte de la población tenga algún interés en la contienda, la mayoría estará dispuesta á reconocer al gefe que triunfe sin ausilio del estrangero. (4) Los hombres influentes en el país, la mayoría está de parte de Miramon, cuando Juárez solo cuenta con un puerto en una de las costas marítimas que forman las márgenes de la nación. Mas si para constituir al primero en gefe nacional y patriótico es bastante que su rival tuviese algún ausilio estranjero, podemos asegurar que tal ausilio será facilitado al segundo, supuesto que a ello ha comprometido á los Estados-Unidos el presidente Buchanan, tanto por sus palabras, como por sus acciones.

En su mensage, refiriéndose con mucha unción á los agravios que hemos recibido de México, y de la ninguna reparación que debemos esperar de Miramon — dice — “En vano es ocurrir al gobierno de Veracruz, porque aunque se halla dispuesto á hacernos justicia y su poder es reconocido en todos los puertos importantes de las costas marítimas, ese poder no alcanza á la capital de México ni á otros Estados, en que han sido ultrajados los americanos. Es preciso penetrar en el interior para dar alcance á los ofensores, y esto solo se conseguirà pasando por el territorio ocupado por el gobierno constitucional. Obrar de concierto con ese gobierno, será el modo mas fácil de llenar el objeto. — "Recomienda luego al congreso le autorize — para emplear la fuerza militar suficiente á invadir el país, á fin de obtener una indemnización por lo pasado y seguridad para lo futuro. — Y no obstante que espresa la mas firme opinión de que le será hecha justicia por el gobierno constitucional, desconfiando de la fée del mismo gobierno, agrega cuidadosamente que — "ésta puede asegurarse previamente por un tratado preliminar." — (5)

Asi es como el presidente empeña al pais á sostener á Juárez hasta establecer su autoridad sobre México, con palabras muy significativas, ante la América y la Europa. — Pues ahora, sus acciones no es menos cierto que se han dirigido al mismo propósito. Habiendo abierto comunicaciones con Juárez en 1859, reconoció su gobierno el dia 7 de Abril, por medio de nuestro enviado Mr. McLane, como el único gobierno ecsistente en dicho México, facilitando, ademas, un navio de guerra al propio enviado, para el caso de que fuera preciso recibir á su bordo á la autoridad misma, ante quien estaba acreditado, en el evento de que fuese forzada á emprender un segundo viage por mar, para preservar la vida de sus representantes. Porque de la manera que en otro tiempo el solo refugio de los impopulares monarcas europeos era un navio de guerra inglés, así los débiles gefes mexicanos confian al presente su salvación á nuestros buques nacionales. (6)

Predecir cualquiera cosa en relación á los negocios de México, seria tan vano como asumir el papel de profeta en lo concerniente á los políticos americanos. Sin embargo parece seguro, que á menos que el buen genio de Miramon no lo abandone, el dia de su aprocsimacion al frente de Veracruz no esté muy remoto, y que entonces tendremos completamente en nuestras manos al gobierno de Juarez, para sostenerlo ó abandonarlo, según convenga á nuestros intereses. (7) Puede asegurarse también que perdida la base de operaciones sobre la que ha calculado tan confiadamente el presidente Buchanan no queda otro recurso, para reganarla, que las consecuencias de una acción tan significante y costosa como la que puso á la misma plaza de Veracruz en poder del general Scot el año de 1847. Adoptar y proseguir la política aventurada de Buchanan es orillarse á una guerra entre los Estados-Unidos y México, desde el momento del completo triunfo de Miramon-, y no á una guerra como aliados de uno de los partidos que dividen á ese último pueblo, sino en la que tendríamos que representar el papel principal. De los argumentos del referido Buchanan y de las victorias del general Miramon, lógicamente se deduce lo inevitable de esa guerra; mas como las circunstancias y no la lógica son las que dirigen las acciones de los políticos, permítasenos congeturar que todo México será leal al joven general y que no veremos á un ejército americano invadir á aquel pais.

El presidente declara que en la fortuna de México y en el establecimiento y consolidación de su gobierno tenemos un profundo interés social, comercial y político, con preferencia á cualquiera otra nación. No disputamos la verdad de esta afirmación; mas en tal concepto, suponiendo que Miramon estableciese y consolidase ese gobierno, deberíamos, de acuerdo con nuestra política, reconocerlo y dirigirnos á él para la enmienda de los agravios de que se habla con tanto énfasis. Una vez colocado en una posición de responsabilidad y animado de los mejores deseos para vindicar ante el mundo la conducta de sus conciudadanos, Miramon pudiera estar mas dispuesto á conceder tanto como Juarez ha concedido, con respecto á la satisfacción ecsijida. (8) Sobre la fidelidad de sus promesas, lo mismo que de las hechas por Juárez, nada hay que asegurar, por que á juzgar por el pasado de México ambos tienen que considerarse incapaces de mantener por mucho tiempo su poder.

Por de presente, sino para siempre, Juarez debe ser puesto fuera de todo cálculo americano en relación á México; y aun hablando del mismo Miramon, por mas que su prospecto sea aparentemente lisongero, el inteligente observador de la política de aquel pais, no se engañará al ver que el clero conserva fija sobre ese gefe la brillante pupila de su ojo; toda vez que la mas ligera indicación de su parte, para no plegarse al vasallage de la iglesia, lo ha espuesto ya á perder su supremacía, provocando conspiraciones quizá mas injuriosas á su fortuna que lo que pueden serle las operaciones del ejército Liberal y los mensages de los presidentes americanos. Poderosa y rica, como és esa iglesia, ha sido el esqueleto, en el palacio de los gefes mexicanos, que les ha robado el sueño, con la amenaza de destruir su mando, como ha aniquilado el de todos los predecesores. Así que, las armas y banderas de los americanos del Norte no pueden ser tan temibles para Miramon, suponiéndolo un hombre pensador, como las túnicas de sus aliados los clérigos.

¿Y quien duda que esas armas puedan ser solicitadas por la propia iglesia y que las banderas se conviertan en estandartes de una cruzada hospedada entre un pueblo que ha querido ser el último en admitir la tolerancia religiosa, y que odia aun el mero pensamiento del establecimiento de una religión? Nada tendría de estraño que tal llegase á ser la solucion de la cuestión Mexicana. á inferir el carácter del futuro por el carácter del pasado y del presente. Una generación que ha visto á la democracia americana transformarse en una propaganda de esclavitud, seguramente no se admiraría al espectáculo del protestantismo americano sosteniendo la relijion de Estado en México, y una relijion llena de los peores abusos del sistema de Roma. (9) Previendo, acaso la posibilidad de esto, fué que el-hombre ojos grises (grayeyed) de la fortuna,— William Walker, se reconciliase el año último con la iglesia antigua y se incorporase á su gremio. Como católico y convertido á esa fée, renegando la herogía, le ha parecido mas fácil obtener el triunfo de una empresa que no ha podido realizar como hombre de espada. Es de vieja historia que habiendo caldo enfermo Satanás, se volvió santo esa vez: únicamente que en esta prueba hay un mal de corazón: una esperanza de poder pillará un pais débil, pero rico, diferida por largo tiempo á causa de la paciencia de un agente del Destino. (10)

Lo que está pasando en Washington prueba suficientemente el intento de nuestro gobierno de perseverar en sus designios contra México, no obstante los infortunios de los Liberales. Las victorias obtenidas en Oajaca, Querétaro y Colima por el partido conservador, parece no haber hecho impresión alguna en el ánimo del presidente. Ansioso el señor Buchanan por el triunfo de sus planes, no ha vacilado en solicitar aun el ausilio de sus opositores políticos. Serán consultados personalmente los principales republicanos, y estos apelarán á todos los partidos; para que patrióticamente depongan todo interés de principios, entretanto se acuerda el mejor modo de favorecer á la nación vecina, en términos de hacerla capaz de satisfacer á nuestras demandas, si nó con dinero, por que carece de él, y nosotros nos proponemos darla una suma redonda, si con terrenos, de que ella abunda, y susceptibles todos de producir una escelente retribución á la industria servil. Hay necesidad de ocurrir á los senadores de la oposición; porque el tratado de Juárez no puede ser ratificado sin el voto de algunos de ellos. Requiriéndose para la ratificación el voto de los dos tercios de los senadores presentes, de los sesenta y seis que forman el senado, treinta y nueve son demócratas y dos “Sud-americanos.” Los republicanos, que solo pudieron reunir una docena, de votos cuando comenzó la presente cuestión de la esclavitud, han doblado su fuerza y llegado al honor de ser buscados por hombres que la víspera los miraban como objetos de escarnio. (11)

Sin embargo, México no tendría mucho que temer de la ambición y perversidades del presidente, y podría reirse del programa de esa administración, así como esperar ser atendido del senado, si no hubiera otras razones que proceden de la escuela del — "Destino manifiesto ” (12) — Lo que debe alarmar al mismo México es el crecimiento rápido de la antigua creencia americana, de que nosotros hemos sido escogidos por el Destino para devorar ese pais, y de que al robarlo, llenamos unicamente muestra mision, descargándonos, como podemos decir, de un importante deber moral y religioso. No es que tengamos animosidad alguna contra México, sino por que somos nombrados por el Cielo para gobernar la américa, de la cual espera aquella nación formar una gran parte. Por una feliz disposición y sabia discreción de nuestra esperiencia como misioneros militantes, nunca hemos mal empleado el tiempo y valor sobre naciones fuertes, y como buenos lobos no hemos buscado leones para alimentarnos sino corderos; siendo este el motivo por que no hemos gustado de los países americanos poblados por la raza inglesa y en los que ecsisten las grandes instituciones políticas, de cuyo goce estamos tan orgullosos. La obligación de tomarnos áMéxico es admitida por los mas de los americanos, con la sola diferencia de que unos desearían ir apresuradamente á la obra de adquisición, mientras que otros preferirían la lentitud; pero nadie ha propuesto que invadamos el Canadá. Nuestro gobierno repetidamente ha ofrecido comprar á Cuba, colonia Española, cuya oferta ha sido recibida por esa nación como un insulto; pero todavía no se ha creído á propósito tomar posesión de Jamaica. El Destino en nuestro caso es tan juicioso como imperativo, y pensamos que arreglaríamos nuestra cuenta haciendo su obra. ¡Ah! Si él hubiera favorecido á otras naciones tanto como á nosotros, ellas habrían florecido, en lugar de haber venido á encallarse en las playas arenosas del mar del tiempo.

La convicción de que México debe pertenecemos es una idea tan antigua como la nación americana. No obstante el amistoso comportamiento que tuvo la España con nosotros durante nuestra lucha de independencia, á muy poco tiempo después la encontramos en nuestro paso, y uno de los tempranos pensamientos del Oeste fué retirarla del camino. Lo “inevitable" y el "Destino manifiesto" fué tan aceptado en los dias de Rodgers Clarke, como en los de Walker, aunque con mejor razón, por el dominio que contra el buen sentido, ejercía la misma España sobre la navegación del rio Misisipí. Pocos años después, la adquisición de la Luisiana (nominalmente de Francia, pero realmente de España) removió el daño de que se quejaba el Oeste; pero la idea de invasión quedó viva y mas vigorosa, por el hecho mismo con que se intentó estinguir aquel. El haberse obtenido la Luisiana sin pérdida de una sola vida y por una miserable suma, que solo reducida áfrancos pudiera sonar, bastó á estimularla continuación de ese sistema de agitación, que produjo resultados tan grandes por medios tan pequeños. Siguió, pues, la enemistad con la España, á pesar de que la causa ya no ecsistía. En el año 1806 se esperaba una guerra con esa ración, y el Oeste la estuvo deseando ansiosamente con el objeto de invadir á México; habiendo sido este el motivo de la popularidad de Aaron Burr en esa parte de la Union y del favor con que se recibieron sus proyectos por esos hombres del Oeste. Burr se anticipó una generación á sus contemporáneos del Atlántico, pero no á los ultramontáneos, de quienes pudo ser gefe por su esperiencia militar y su alto rango político, pues ni su desafio con Hamilton le hizo perder la estimación de aquellos. Su conecsion con el partido de la guerra le probó fatal, sin embargo, y verosímilmente tal fué la causa de que no se realizase su plan hace cincuenta años. El presidente Jefferson odiaba al coronel Burr con toda la intensidad que la filosofía puede dar á una rivalidad política, y sucedió que el archi-conspirador se abismó en su ruina, oprimido por todo el peso del gobierno nacional, salvándose México entonces. Posteriormente las hostilidades de Napoleón contra la España pospusieron forzosamente toda intentona contra países que pudieran venir á ser sujetos á él; y antes que la guerra peninsular se hubiese decidido, estuvimos nosotros mismos envueltos en una guerra con la Inglaterra, que nos dió demasiado que hacer, para pensar en molestar á nuestros vecinos. Pero los acontecimientos de esa guerra ayudaron á activar el espíritu de adquisición en el sud y sud-oeste, mientras que ellos pusieron también término á los planes de conquista del Canadá, por que el apoyo y protección que los españoles concedieron á los indígenas y á los bretones de Florida, llevaron á nuestras fuerzas á tomarla, estando en paz con la España, y á comprarla después. En el propio año que adquirimos la Florida tuvo fin el dominio de la España sobre México.

El primer efecto de tal cambio fue desfavorable á la codicia territorial americana. El principio y la vanidad juntamente dictaron la suspensión por nuestra parte, y por muchos años la nueva República fue atendida ardorosamente por el pueblo americano; á punto de que si sus ensayos políticos hubieran logrado el écsito, nuestro territorio jamas habría crecido á sus espensas. Empero esos esperimentos probaron de una manera fatal. Ni aun la misma Francia pudo hacer cosa peor por el republicanismo que lo que hicieron los mexicanos. Guerras intestinas, frecuentes cambios políticos, violaciones de fée y ultrages á la constitución, todo esto trajo á México al vilipendio y despertó la idea que Norte-América habia criado para el uso de la raza anglosajona y el abuso de los negros (13). — México, como nación, verdad es también, que ejerció algunos actos de violencia contra los Estados-Unidos, de que debían aprovecharse los políticos que estaban interesados en que estallase una guerra entre los dos países. La tentativa de forzar á Tejas, en cuyo territorio ecsistian muchos americanos, á soportar un gobierno central, predispuso los ánimos hasta el estremo de haberse realizado esa guerra el año de 1646 (14), la cual nos dió el resultado de la adquisición de una gran parte del territorio mexicano, Tejas, Alta California y Nuevo México; si bien no podré negarse que tuvimos un comportamiento liberal, considerada la posición de ambas partes: porque habiendo podido tomar dos tantos mas de terreno sin necesidad de pagar un centavo, desembolsamos quince millones de pesos, haciéndonos, ademas, responsables de las reclamaciones en favor de americanos hasta la suma de 3.250,000 pesos mas (15). La guerra ensangrentó al pueblo americano, haciendo de la invasión una idea nacional, cuando antes solo tenía un carácter seccional. La cuestión de absorverse ese país fué solo materia de tiempo, y á no haberse atravezado la ecsistencia de la esclavitud, contaríamos al presente con algún mas territorio adquirido por derecho de compra ó de conquista. Desde la paz de 1848 pocos hombres, gefes del gobierno mexicano, ha habido que no hubieran estado dispuestos á vendernos cualquiera porción de ese pais, reclamado que hubiera sido por nosotros, si nuestras propuestas hubieran dependido de la elección entre la compra ó la espada. (16) Pagamos después diez millones por el Valle de la Mesilla y ciertos privilejios de navegación en el rio colorado y golfo de california; circunstancia que manifiesta lo resuelto de nuestra determinación para tener á México, así como también que no estamos dispuestos á seguir un procedimiento de adquisición marcado por miserables detalles (shabby Detaills).

La ley que dirige el curso de las conquistas es de un plan y carácter demasiado simple. Acaso pueda aparecer un conquistador, tal como Timour, que asole á las naciones, aparentemente por no otro propósito que el de representar el papel del angel destructor, y de quien se diga que cumple con las órdenes de la Providencia para arreglar el mundo. No hay duda que la conquista bajo de un cálculo mercantil es un negocio productivo. Los conquistadores que proceden sistemáticamente van de mal terreno á bueno y de bueno á mejor. Dejar el desierto en cambio de unas tierras inundadas de leche y miel es el objeto de los modernos, no llamados gentiles, como fuá el de los antiguos Israelitas. —Los historiadores quieren censurar á Darío por que en vez de invadir á Hellas, débil y fértil, prefirió á los pobres Escitas que lo conquistaron á él. Los romanos organizaron el robo, y tuvieron una maravillosa gracia para escoger por enemigos á pueblos que fueran dignos de ser robados. La raza del norte que derrotó al imperio romano. Huyó sobre tierras de la uva y rosa. Los Sarrasenos estendieron y profundizaron su incursión en los ricos y débiles griegos, persas, godos y africanos. Si tales desbordes se hubieran hecho sobre desiertos, el mismo desierto pronto se los habría absorvido, y habríamos conocido únicamente la superticion de Mahoma en lugar de las veinticuatro formas de fée producidas por el Este, como alguna cosa imprevista, estraña y de poca vida. Los normandos, la mas caballeresca de las razas, y como toda raza caballeresca dotados de una inclinación á las ganancias, no se fijaron en paises pobres, sino en lo mas codiciable, en la hermosa Neustría, la opulenta Sicilia y la fértil Inglaterra, tan admirablemente situada para venir á ser el imperio del mar. Así es como los conquistadores han procedido á absolverse las razas, sin escluir á los Padres de los pelegrinos. quienes aunque pagaron ¿los indios sus terrenos, se procuraron cautelosamente la ventaja de las compras, á insignificantes precios, predicando que esos terrenos deberían ser mas productivos cultivados piadosa y santamente (17).

Así, pues, bajo ese concepto, la empresa del pueblo americano con respecto á México, es lo nías natural en el mundo. México posee inmensas riquezas é incalculables medios de aumentarlas, y es tan incapaz de defenderse contra su poderosa vecina, como lo fué Sicilia de conservar su independencia contra los romanos. Somos sus vecinos con una población abundante de aventureros domésticos é importados, y con políticos que buscan Estados que puedan hacerlos senadores, diputados, gobernadores y quizá hasta presidentes. Las águi-. las están agrupadas cerca de la víctima pensando que el no dividírsela sería cometer un grande herror moral. El clima de México invita á los aventureros del Norte. En general, dice el Sr. Butterfiel, en una obra que ha publicado, y que bien pudiera titularse — Guia de los conquistadores americanos en México — la República, con escepcion de la costa y otros puntos situados al medio dia, disfruta de una temperatura constantemente templada, libre de los estremos tanto del calor como del frio, por cuya circunstancia las mas de las montañas, en las regiones frias, están siempre cubiertas de arboles, que nunca dejan su follage y que recuerdan al viagero el hermoso escenario de los valles de la Suiza. En la tierra caliente sorprenden las alamedas de mimosas, liquid-ambar, palmas y otras plantas gigantescas características de la vegetacion de los trópicos; finalmente en las tierras templadas las grandes haciendas, de las cuales muchas confunden sus linderos con el horizonte. Pintura es ésta calculada para incitar tí los apóstoles armados de la libertad americana, y para apresurarlos állevar á México las bendiciones de la civilización, á fin de remunerarse por su activa benevolencia, con unos terrenos tan admirablemente adecuados al trabajo de los decendientes de Ham; á quien seria impiedad dejarlo sin el mejor campo, á la realización de una empresa capaz de producir inmensas utilidades con poca inversión de capital y cuidado, por la escelencia de una raza que bondadosamente suple las faltas del Cielo.

Ninguna necesidad tenemos de detenernos en la importancia de las segundas causas del gobierno del género humano, supuesto que todas las encontramos en obra al fijar el futuro destino de México. La última causa de la absorción seria el deseo de apropiar el espíritu de nuestro pueblo. A ser ésto, México podría contar una generación mas de vida nacional, y si su territorio no ofreciera un espléndido campo para la esclavonia, así como si los posedores de esos negros no aspirasen, tanto por motivos políticos como pecuniarios á la multiplicación del número de los Estados serviles. A la vez de que México es susceptible de producir una inmensa cantidad de azúcar y algodón, la demanda de estos artículos es tan grande y crece con tanta rapidez, que el prospecto melancólico de una escaces de ron por falta de azúcar, ha hecho temer á algunos la calamidad de verse reducidos á una mitad de ese confortable licor. (18) Por otra parte en Africa se ha comenzado el uso de las camisas, en términos que la marca de mas de uno de nuestros fabricantes Yankees ha sido endozada á las espaldas de muchos gefes africanos. Seguro es que solo los esclavistas pueden facilitar un suplemento adecuado de algodon y azúcar, porque nadie sino los negros son hábiles para el cultivo de esos terrenos, para trabajar por medio de una fuerte compulsión, aplicable solo al sistema de la esclavitud personal. Hay mas que agregar, siendo superior á todas la cualidad de la azúcar mexicana y tan enorme su producto, puede congeturarse que una vez en nuestras manos esos terrenos, haríamos que el valor de tal fruto disminuyera en todo el mundo; y bájo del aspecto de una ganancia en el consumidor, podrían bien presentar los productores un argumento en favor de la resureccion (deberíamos decir estension, supuesto que aun vive) del comercio negrero entre Africa y América. El algodón mexicano se propaga por si solo, sin necesidad de sembrarlo año por año, como lo hacen nuestros Estados algodoneros. En las tierras cálidas de México los labradores de ese fruto simplemente escardan los campos, en suma, no puede haber tarea difícil en un suelo rico y en donde son desconocidas las heladas. Todavía el total monto de algodon producido anualmente en esas partes es vergonzosamente muy corto, no escediendo de diez millones de libras; una bagatela, que devoraría Manchester en el discurso de una semana. Basta la reflecsion del aumento que recibirían dicho artículo y sus tegidos, y por consecuencia la ganancia en camisas y sábanas, si esa agricultura fuese nuestra, y nada importan las frívolas nociones de moral nacional para impedir el incremento de aquellos recursos que el pobre necesita ahora. y que no conocieron ni Cesar Augusto ni Salomón en toda su gloria. Que habría venido á ser la gran nación Inglesa si los aventureros corta-pescuezos que siguieron á Guillermo el normando de Santa Valery á Hastings, se hubieran molestado con fastidiosas nociones concernientes al derecho de los Sajones?

Por separado de la azúcar y el algodón hay otros productos peculiares al trabajo del negro, que compensan superabundantemente y todos se encuentran en México. Si el mundo necesita de mas arros, y este solo puede ser cultivado por el africano ú otra raza parecida, en México hay posibilidad de recolectarlo en una cantidad increíble, bájo de un sistema juicioso de industria, cual lo ha sido y lo seré la esclavonía. El tabaco es otra planta mexicana, susceptible también del trabajo del negro, y como que ha venido a escasear, al mismo tiempo que ha subido el guarismo de los consumidores, sería nuestro deber estender esa siembra en los terrenos de Tabasco, en donde, como en otros puntos se produce cuasi tan bueno como el mejor de Cuba. Son también frutos del mismo país, el café, añil y cáñamo, á cuyo cultivo podrían igualmente ser dedicados los esclavos. El maiz es un artículo general, que rinde en la tierra caliente tres tantos mas del capital invertido, y el maíz es agricultura del negro. Hay, fuera de todo esto, diversos productos, bastante estimables, á cuyo cultivo se dedicaría la propia raza negra con segura utilidad, tales como el coco, la vainilla y los frijoles, alimento común del pueblo común mexicano, como son las patatas para los irlandeses. Adiestrados los negros en la labor del trigo, México sería capaz de soportar miles de africanos provechosamente en el curso de la civilización y de la cristianización. El trigo devuelve sesenta por uno en los valles de la región templada, á la vez de que la arina se ha hecho un manjar delicioso para la clase pobre blanca, aun en América; y como que á pesar de que en esos valles abunda una gran población negra de capacidad industrial, esta raza ha manifestado siempre marcada aversion á trabajar para otros, de aqui seria la necesidad de establecer la esclavonía subiendo el valor de las arinas, con la seguridad del inmenso consumo de la raza blanca.

No puede caber duda que Mexico es un pais productivo, sea por la variedad y riqueza de sus frutos, y sea también por la feracidad de sus tierras. Atractivo al manufacturero y al comerciante, debe serlo igualmente al agricultor. ¿Que se dirá, todavía, al aspecto de su opulencia mineral proverbialmente inagotable? En el curso de trece generaciones, desde la conquista española, fue estimada la esportacion de oro y plata en 4,640.203,889 pesos, cuyo cálculo se ha considerado muy bajo por mejores inteligentes. El Señor Butterfield es de opinion que en estos últimos tiempos la esportacion anual ha sido de cuarenta millones, gran parte de los cuales han salido por contrabando. Ecsisten otros metales comunes, y ciertamente su esplotacion, así como la de la plata y el oro, crecería incalculablemente, pasando México al dominio de una raza enérgica, bastante voraz de la riqueza de otros hombres y nada profusa de la propia.

Hemos hablado estensamente de las ventajas que ofrece México á los esclavonistas. Pues ahora, con respecto al deseo que devora á nuestros americanos negreros de llevar su sistema á ese pais, desgraciadamente sobran las pruebas. Ellos están incitados por el amor del poder y de las riquezas, y á juzgar por la energía que han desplegado siempre que han tenido que perseguir un objeto favorito, parece indudable que tal será el término de la empresa que preocupa en la actualidad á los Estados-Unidos. Bajo de este supuesto, nada es mas conveniente como considerar d carácter del pueblo que se pretende forzar á recibir esa esclavonía, y los efectos que deberá producir su sumisión al dominio americano.

No es posible determinar la sifra esacta de la poblacion de México. El Sr. Mayer la calculó el año de 1850 en 7.626,831 habitantes, clasificándolos en estos términos—Raza blanca 1.100,000: Indígenas 4.354,886: Mestizos, Sambos, Mulatos &c. 2.165,345: Negros 6,600 Según este cálculo aprocsimativo, solo una séptima parte pertenece á la clase ó casta á que según el sentimiento de los Estados-Unidos, se le ha concedido el dominio sobre la tierra (19): las otras seis, en la propia estimación americana, son Párias políticas, como de hecho lo vendrán á ser; pues caso de escapar de la esclavitud individual su estincion no puede ser dudosa, por los asoladores efectos de la civilización. Actualmente habrá siete millones de seres humanos en México á quienes muy pocos americanos les dispensarán los derechos de humanidad (20). Las razas negra y mestiza por el solo hecho de tener en sus venas sangre africana, deben considerarse espuestas á la proscripción, desde el momento de la conquista americana. Cuando algunos de nuestros Estados han competido ya á los negros libres á escoger entre la esclavitud ó el destierro, si tales son los regaladores americanos destinados á México, parece evidente que, lo menos, una tercera parte de sus naturales, será reducida á la condición de bienes muebles, como esclavos, tan pronto como se efectúe el cambio de gobierno. No habrá argumento, de los que se usan en defenza de ese código negrero en aquellos Estados, que no se aplicará á los mexicanos negros y mestizos, y de seguro que todos los de color obscuro vendrán al poder de los conquistadores con los terrenos conquistados. ¿Si el Estado de Arkansas se ha atemerizado por pocos cientos de negros y mulatos y llevado de ese temor los ha espelido de sus casas en el rigor del invierno, que podrá esperarse que hagan los árbitros del nuevo pais con dos millones y medio de gente de color, capaces de infundir mas terror en las almas de sus opresores? La legislación humana nunca debe esperarse de manos de hombres que se hacen criminales de crueldades, nacidas de la injusticia y del terror.

Dado el caso de que la raza blanca mexicana se asocie á la intrusa para oprimir á la raza mista, y en la hipótesis, también, de que la última sucumba al yugo férreo, las poblaciones serviles de América vendrán á contar con mas de dos millones mas de esclavos, para establecer la base de una nueva línea de Diputados en la legislatura nacional y aun para aumentar sus votos en la elección Presidencial. Será así que el ejercicio en grande escala de la tiranía, llevará á esos Estados esclavistas á reforzar per saltum su poder político, cuando los Estados abolicionistas de esa esclavitud lo han procurado por medio del transcurso de los años, ilustrado por el cuidado, trabajo y las mas liberales espensas de capital (21).

Hablando de la raza indígena no podrá ir mas lejos que la de color, aunque la degradación diferiría en cuanto al modo. Los indios mexicanos son una raza enteramente diversa de los indios que hemos esterminado y arrojado hasta lo mas remoto del Oeste. Son tristes y superticiosos: una clase inerte sobre la que consumó su obra la tiranía española (22). Nominalmente cristianos están tan dedicados al paganismo, como lo fueron sus antepasados antes de la conquista. Son los mas completos conservadores que puede haber sobre la superficie de la tierra; tan indiferentes á la ruina del país, como si vivieran en la Nueva Inglaterra; y sus opiniones carecen de todo crédito. El viagero puede ver todavía en los campos de México el mismo modo de cultivarlos de los primeros dias del último Moctezuma, como en el Canadá se encuentran hombres, algunas veces, siguiendo aun las costumbres de los bretones y normandos, de mas de doscientos años. El indio prácticamente es esclavo por dos motivos. Unido al suelo de su nacimiento, ha considerado su espulsion como el mas tremendo castigo, asemejándose á aquellos siervos que en algunos países estaban legalmente obligados á la tierra, para ser vendidos con ella. Ademas, debido á su negligencia y á su incapacidad de pensar en el dia de mañana, que es el carácter prominente de la raza mas inferior de los hombres, el indio generalmente está endeudado para toda su vida. Tal conducta ha ocasionado el establecimiento del sistema de peonage, de que han querido deducir algunos americanos un argumento para probar la ecsistencia de la esclavitud en México.

¿Se conformarían los agricultores americanos con dicho sistema? Seguramente nó; por que no concede derecho sobre la progenie de los indios, ni propiedad alguna sobre la persona del prójimo, que es lo mas atractivo de la esclavitud. Preferible será, por lo mismo, el aceptar el de los repartimientos, bajo del cual, en tiempos de Hernán Cortés, fueron repartidos los indios á los conquistadores con todo y tierras, y tal será el el que se adopte después de la anecsion de México á los Estados-Unidos. Obligados esos naturales á trabajar con mas vigor que el que han acostumbrado, y á sobrecargarse de un peso tanto mas insoportable cuanto es mayor la energía y ecsactitud del americano, vendrá á resultar que desaparezcan rápidamente, como lo hicieron en Haiti, cuando un sistema parecido fue adoptado poco después del descubrimiento de la América. Y entonces sucederá que se solicite el restablecimiento del comercio de negros con Africa, por idénticas razones á las que se alegaron para introducirlo en los Estados-Unidos, á saber, la mejor capacidad del negro, sobre el indio, para suplir á las necesidades que el blanco se ha creado á costa de las razas débiles que espera sean puestas en su poder.

A la vista de unos campos sin límites para la producción del algodón y de la azúcar, ¿se atreverían los principales agentes de la cristiandad y de la civilización a negar á la nueva escuela de agricultores un millón de esclavos, tan necesarios al pleno desarrollo del proposito de los cruzados americanos? La sola circunstancia del provecho ó interés de la navegación, sería bastante á dejar los mares en calma, libres de toda prevención de hombres que creen que Dios es justo y que ha hecho de una carne y sangre á todas las naciones de la tierra.

Permitiendo que no se intentase esclavizar á los indios mexicanos, no por esto será menos oprimida esa raza. Ningun abrigo puede haber para el indio en los paises que ocupa por la fuerza la raza anglo-sajona (23). Atraídos los blancos áMéxico, bajo la conquista de los americanos, en la hipótesis de que no se estableciese la esclavitud, esos blancos verían á los indios con sentimientos de aversión. Deberían odiarlos no solo por ser indios, lo cual podría imaginarse una razón poderosa, sinó como competidores de industria, toda vez que el salario del indio ha sido bastante corto, en proporción á sus pocas necesidades y barato de sus alimentos. Se dice que el indio no es carnívoro, y el blanco prefiere la carne á cualquiera otro alimento. Puesta una raza carnívora en antagonismo con la que vive de solo vegetales, el resultado vendrá á ser que la primera se come, rá á la última (24). El sentimiento del blanco con respecto al indio ha sido ya espresado por un eminente estadista americano, que ha dicho — que la causa de que México no haya podido fijarse una posición nacional, es á ser tomada y encontrada en el reconocimiento de la igualdad política de su poblacion indígena. Deberían haber sido degradados, si nó esclavisados, y degradación en el estado á que están reducidos, implica su estincion.

—Tal es la opinión de uno de los hombres mas influentes del partido democrático, que, aunque hijo de Massachusetts, está tan dispuesto á defender la esclavitud, como cualquiera hijo de la Carolina del Sur (25).

Pero otro eminente demócrata, precisamente el presidente Buchanan se ha encargado de obrar en sentido contrario. Decidido protector de Juarez se ha propuesto ausiliarlo con todo el poder de los Estados-Unidos hasta ofrecer el servicio de un ejército americano para colocar su gobierno en los palacios de Moctezuma. Pues bien, Juarez es de pura y plena sangre india, sin que una sola gota de la Castellana, azul ó negra, discurra por sus venas. Es un genuino Tulteca, miembro de la misteriosa raza que floreció en los valles de México siglos antes de la llegada de los Aztecas, y los restos de cuyas admirables obras sorprenden al viagero en Yucatan y Goatemala. Es nativo de Oajaca, uno de los Estados del Pacífico, y el mismo que contenía las vastas propiedades regaladas á Hernán Cortés, y de las que derivó su título de marques del valle de Oajaca. Siendo Juarez un mero indio, vendedor de fruta (26), en la edad de su adolecencia, tuvo la fortuna de encontrarse con un benefactor, que tocado de sus maneras diestras se interesó en su educación, haciéndolo, así, capaz de venir á representar un papel no común en su país, — destruir su independencia — con la esperanza, quizá, de asegurarse para sí un gobierno mas firme y duradero.

Boston, Abril 1° de 1860.

Traducido. Nueva Orleans. Abril 15 de 1860

 

 

NOTAS:

(1) Temeridad seria atribuir á la guerra de los mexicanos la importancia de la de Crimea, no pudiendo compararse México con las grandes potencias de Europa; pero á la critica del escritor se escapó lo mas ridículo que han sido, todavía, las guerras del mismo género que de vez en cuando han ocurrido en la orgullosa Confederación Norte-Americana. Hace ocho meses, por ejemplo, que en las márgenes del Rio Grande, docientos hombres han estado amenazando la destrucción de la ciudad de Brownsville, derrotando frecuentemente á miles de americanos, sin que el gran poder bocal de estos haya bastado á concluir con esos insurrectos.—Nota del Traductor.

(2) En la generalidad los norte-americanos conservan un resentimiento muy pronunciado contra el general Santa-Anna, y no es otra la causa que el haber sostenido la guerra defensiva de México contra el atentado cometido por la nación del Norte, los años de 1846 y 47. Ese odio vindica á dicho general de la acusación que le hicieron algunos de sus enemigos de entonces. Por lo demás sus crueldades y sus perjurios han desaparecido desde el momento en qus succesores en el mando, bájo la insignia de la libertad, la sobrepasaron en actos de tiranía—Nota del Traductor"

(3) Esta aseveracion contiene dos verdades, que no deben olvidar los norteamericanos: la primera que los mexicanos rechazan como detestable toda alianza ó ausilio que pudieran ofrecerles aquellos, y la segunda que los alienta el patriotismo para no sucumbir jamas á una conquista. — N. T.

(4) Tal ha sido el resultado de todos los revoluciones en México, porque dE facto la nacion jamas ha provocado ni sostenido esas luchas, hijas da la ambición personal de algunos, pora medrar en las mismas revoluciones, pero de nacionalidad de todo el pueblo, no solo para no reconocer al gefe protegido, sino para lanzarlo del poder y perseguirlo como traidor contra su patria — N.del T.

(5) Publicado este documento siete meses despues de haberse celebrado el tratado Ocampo-McLane, y descubiertas así las miras invasoras del gabinete de Washington ¿Como es que el Señor Juárez no ha hecho protestar contra esa disposición á su ministro Mata? ¿Se estipuló tal vez en el tratado que las armas americanas invadirían á México para combatir á las del general Miramon? El silencio del Señor Juárez importa la confesión de esas estipulaciones. — N. T.

(6) Es un hecho, que perseguido el Sr. Juárez cu Guadalajara, por las fuerzas de los generales Osollo y Miramon, lo trajo un buque americano, con

todo el personal de su gobierno á esta villa do la Nueva Orleans, de donde peregrinaron todos despues, en otro buque también americano, á la ciudad de Veracruz. Es otro hecho que el ex-dictador Comonfort en su fuga tomó el propio asilo. — N. T

(7) El asalto de la escuadra americana, surta en lea aguas de Veracruz, contra los buques mexicanos — Marqués de la Habana y Miramon á tiempo que el general de este nombre asediaba la plaza, del mismo Veracruz. es una prueba de que en la eventualidad propuesto, el presidente Buchanan se decidió por sostener el gobierno de Juárez, Mas en esa importante campaña naval ¿para quien ha sido el ultrage y el oprobio, para la nacion mexicana ó para las armas de dicho general? — N.T.

(8) El general Miramon ha protestado justa y patrióticamente contra el tratado McLane, y una vez consolidado su gobierno, colocado en una posición responsable, esto lo obligaría á proferir un rompimiento con los Estados-Unidos antes que doblar vilmente la cerviz, ante los declarados enemigos de su patria. Pudiera ser que entonces con el escándalo de las reclamaciones impudentes, cesasen también las inclinaciones de conquista. — N. T.

(9) Es evidente que si el clero de México hubiera tenido oportunidad da comprometer con el gabinete de Washington alguno porción de tus propiedades, á cambie de un ausilio, la concesión norte-americana no se habría hecho esperar por mucho tiempo; por que los intereses positivos y no los principios es la verdadera insignia del Pavellon de las estrellas. Tal es el credo político y religioso de los demócratas del Norte, la cosa por el hombre, pero no el hombre por la idea. — N. T.

(10) Es un hecho histórico que el filibustero Wolker, hace pocos años; invadió la República de Nicaragua, logrando que su banda lo proclamese dictador, y que dias después el pueblo invadido, vuelto de su sorpresa, reconquistó su independencia, corriendo del pais á los filibusteros. Walker he seguido asechando la oportunidad de un segundo embiste; pero, como dios el escritor, el Destino lo ha contenido. — N. T.

(11) La cuestión prominente de los estadistas americanos y que alimenta á los directores de la opinión pública, es la de la esclavitud de loe negros: la contienda entre los Estados del sur que protegen esa institucion como una propiedad bastante productiva, y los Estados del Norte que la condenan, no en defensa de la humanidad, porque ellos consideran al negro menos que perro, si no por disminuir la riqueza de los mismos del Sur y hacerla perder en influencia en la balanza política. De esa cuestión derivan los partidos llamados Democrático, Republicano negro y el establecido nuevamente con el nombre de Union. — N. T.

(12) Ninguna escuela pudiera haber hecho mas discípulos que la inventora de esa doctrina; y ha sido con razón que de ella naciese el filibusterismo. El prendante Buchanan es uno de loe profesores mas entusiastas, no obstante que no ha podido aplicarla para anecsarse la Isla de Cuba, á pesar de sus reiteradas solicitudes; y competido por el mismo Destino es que desea la usurpación del territorio mexicano. — N. T.

(13) El articulista en esta suposicion, se manifiesta ó ignorante de la historia da México independiente, ó parcial á sus compatriotas; porque, como ha espuesto el traductor en su Prefacio, la nación Americana, la primera en ofrecer su amistad á la naciente nación mexicana, fué la primera en envenenar su vida, por medio del agente Poinset. Este genio maléfico, propagador del republicanismo, precipitó la caida del imperio de Iturbide, ydividió al pais en dos partidos, que han producido la anarquía desde entonces. Colosos los Estados-Unidos de la influencia de la Europa, se adelantaron á establecer la Democracia; pero con que fines? Con los de absorverso por esos medios el mismo territorio, como lo han probado los hechos posteriores; pues que no son otras las razones en que fundan, hoy dia, la necesidad de la anecsion. — N. T.

(14) Sigue el articulista cometiendo el mismo pecado de ignorancia ó parcialidad. Entreviendo México la falsía de sus vecinos, aunque tarde, y huyendo de todo pretesto de que pudieran valerse para realizar sus miras sin haber agraviado en justicia á esa nación del Norte, prefirió obsequiar sus impudentes reclamaciones, como no lo hizo con las potencias de Europa.
Sin embargo bastó que el mismo México concediera generosamente una colonia anglo-americana en el territorio de Tejas, para que el gabinete de Washington incitase la rebelión de los colonos; primero á pretesto de libertad de contribuciones, y al último por causa del cambio de gobierno. La historia condenará siempre la guerra atentatoria que llevó sobre los mexicanos la Union-Americana para potejer la usurpacion de dicho territoria con el de la Alta California, y Nuevo México. — N. T.

(15) La enorme cifra de los millonee, que salieron del tesoro federal, para soportar esa guerra, no los mete en cuenta el escritor, si bien es cierto que la riqueza de solo la Alta-California los ha compensado en demasía Con efecto quince millones jamas pudo ser el precio de los terrenos cedidos; pero, aunque abatido entonces el pueblo mexicano, no pueden los invasores gloriarse de que tenian en sus manos el pais para hacerse con él un presente. ¿Por que no continuaron la guerra? ¿Por que contuvieron su furor de conquista? — N. T.

(16) Verdad es que algunos de los dictadores de México, impelidos mas bien por una especulación personal que por una ecsigencia nacional han puesto á remate parte del territorio, prefiriendo á la codicia el desmembramiento de su patria, sin que haya intervenido la amenaza de la espada, pero no es menos cierto que el crimen ha sido nacionalmente reprobado. La venta de la Mesilla es uno de los cargos que se conserva en pié derecho contra el general Santa-Anna. Comonfort, espantado de perder el mando, tuvo que presindir del alagüeño prestamo de los quince millones El mismo Juares está amenazado de envolverse en la ruina de su convención McLane Y el general Miramon espondría su causa, si consintiera en tales transaciones.-N.T.

(17) El escritor alude á los Puritanos que salidos del Norte de la Europa cayeron como plagas sobre este continente á hacerte dueño de él, para elevarlo despues á la categoría de la gran Confederación Norte-Americana. -

(18) En la generalidad los norte-americanos, tienen como un alimento necesario á la vida el aguardiente, sea rón (rum) ó whikey. ~ N. T.

(19) Es decir sobre aquella parte donde no han podido penetrar los mismos norteamericanos, por que en que ellos toman asiento, la pistola el puñal y todo género de crímenes los hice dueños del Poder. Díganlo, si nó, los Estados de la Luisiana, Tejas, California y Nuevo México, testigos de ese ostracismo brutal. — N. T.

(20) La proverbial inhumanidad del norte-americano, nacida de su educacion material, basada sobre, el valor metálico del hombre, es conocida en todo el mundo. Al negro no lo consideran mas allá del valor físico que tiene, como cosa, y á la que llaman raza blanca, únicamente por lo que les puede producir como mercancía. - N. T.

(21) He aquí la dificultad que ha contenido, hasta ahora, la aprobación del tratado Ocampo-McLane, como ha indicado el traductor. Considerado México como un territorio no solo susceptible, sino esencialmente obligados á la esclavonía, los Estados abolicionistas del Norte temen su adquisición, como. un poderoso recurso para el acrecimiento de los del Sur, proteccionistas. Emper no obstante esa cuestión, que produjo la misma vacilación cuando la anecsion de Tejas, Californita y Nuevo México, sucederá que, como en este caso, se acepte la novia por sus riquezas, sin acuitarse por los disturbios que su carácter pueda acarrear á la familia. — N. T.

(22) Dueños los españoles de México, si para conservar su conquiste, to. davia desconocido paro ellos el carácter del indígena, tuvieron que usar de la cautela de no concederlo derechos políticos; y los monges ó frailes do esa época, á pretesto de suavisar el rigor con que suponían que eran tratados los indios; les infundieron mácsimas evangélicas, de la mas humillante sumisión á sus Soberanos, con virtiéndolos en idiotas. ¡Cuan felices no fueron de que los españoles y no los anglo-sajones hubieran sido sus conquistadores! La raza indígena vive todavia en México, constituyendo los dos tercios de la población, y con la independencia recobró todos sus derechos políticos, sin diferencia de los hijos de sus conquistadores; á la vez de que esa raza en la América del Norte dejó de ser, perseguida de muerte por los colonos, ycuya persecución ha durado hasta nuestros dias. El español vió en el indio otras hombres; pero el anglo-sajon vió en él una fiera, cazándolo, como á tal. para robarle sus terrenos. ¿Y estos hombres hablan de tiranía española. — N. T.

(23) He aquí confirmado lo qu el traductor ha espuesto en la nota anterior— N T.

(24) No vendrá á ser, sino que ha sucedido ya en el continente Americano. La raza yankee, positivamente raza carnívora, ha devorado á la indí, gena; pero, es lo peor, que no ha saciado su voracidad. — N. T.

(25) El Estado de Maasachusetts, es de los abolicionistas, y el de la Carolina del Sur es de los esclavistas. Se ha dicho que el sentimiento general del americano es contra toda raza de color; y es tan fuerte ese sentimiento, que, preciándose de demócratas, degradan en su estimación al blanco que contrae relaciones de amistad con el de color. — N. T.

(26) ¿Y que importa que Juarez fuese un vendedor de fruta? ¿Que fueron los ilustres generales Lannes, Massena, Augeran, Bernadotte, Ney y otros? El uno hijo de un pobre labrador el otro mozo de cámara: el tercero hijo de un vendedor de fruta: el cuarto hijo de un satonero; y el último escribiente de un notario. Pero pregúntese al mismo articulista, aristócrata ¿Que fué el celebrado Stephen Douglas, cuya candidatura para la Presidencia, juega actualmente en la convención de Charleston? Un mozo de hotel y nada mas... —El traductor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Los Mexicanos y su Pais”. Articulo tomado del ATLANTICO, Correspondiente al mes de Abril de 1860. Periodico mensual, sobre literatura, artes y politica, escrito en ingles, y publicado en la ciudad de Boston, Estado de Massachasetts, de la Confederaeion Norte- Americana. Traslado al español por el Lic. J. de la P. mexicano. Impreso por Gustavo Durel. 1860.