Guanajuato, 19 de Enero de 1858
Mexicanos:
El gobierno constitucional de la república, cuya marcha fue interrumpida por la defección del que fue depositario del poder supremo, queda restablecido. La carta fundamental del país ha recibido una nueva sanción, tan explícita y elocuente, que sólo podrán desconocerla los que voluntariamente quieran cerrar los ojos a la evidencia de los hechos.
Los hombres, que de buena o mala fe repugnaban aceptar las reformas sociales que aquel código establece para honor de México y para el bien procomunal, han apurado todos sus esfuerzos a fin de destruirlo. Han promovido motines a mano armada, poniendo en peligro la unidad nacional y la independencia de la república. Han invocado el nombre sagrado de nuestra religión, haciéndola servir de instrumento a sus ambiciones ilegítimas y queriendo aniquilar de un solo golpe la libertad que los mexicanos han conquistado a costa de todo género de sacrificios, se han servido hasta de los mismos elementos de poder que la nación depositara para la conservación y defensa de sus derechos en manos del jefe, a quien había honrado con su ilimitada confianza. Sin embargo, tan poderosos como han sido esos elementos, han venido a estrellarse ante la voluntad nacional, y sólo han servido para dar a sus promovedores el más cruel de los desengaños y para establecer la verdad práctica de que de hoy en adelante los destinos de los mexicanos no dependerán ya del arbitrio de un hombre sólo, ni de la voluntad caprichosa de las facciones, cualquiera que sean los antecedentes de los que las forman.
La voluntad general expresada en la Constitución y en las leyes que la nación se ha dado por medio de sus legítimos representantes, es la única regla a que deben sujetarse los mexicanos para labrar su felicidad, a la sombra benéfica de la paz. Consecuente con este principio, que ha sido la norma de mis operaciones, y obedeciendo al llamamiento de la nación, he reasumido el mando supremo luego que he tenido libertad para verificarlo. Llamado a este difícil puesto por un precepto constitucional y no por el favor de las facciones, procuraré en el corto período de mi administración, que el movimiento militar verificado en Tacubaya el 17 del pasado diciembre, su primera y más sagrada obligación es acatar la voluntad nacional y prestar obediencia a la autoridad que de ella emana.
La sangre mexicana derramada inútilmente en combates fratricidas, sólo ha producido amargos frutos para la patria; más amargos aún deberá darlos una rebelión en que no se sostiene ningún principio y que, en último resultado, se encamina a proteger intereses personales que la nación está muy lejos de aceptar.
Los mexicanos que en algo estimen el bien de su país, y que ven a la república alzarse para reclamar el orden legal, porque colocada en él se prometía su paz y su prosperidad, no pueden, sin faltar a su propio deber, tomar parte en las sediciones que desgarran el seno de la patria y que le alejan toda esperanza de progreso, su excelencia [S. E.] el Presidente espera fundadamente que los hombres que han cometido un error, tal vez emanado de sanas intenciones, vuelvan sobre sí, y pesando las funestas consecuencias de su obstinación, depongan la actitud hostil que aún guarden y obsequien sin dificultad la voluntad pública. En caso de que esta esperanza quede burlada, porque todavía se quiera escuchar el grito de las pasiones, S. E., está firmemente decidido a reprimir los excesos; aunque le sea preciso combatir los sentimientos generosos que lo animan, llenará con toda clase de sacrificios el sagrado deber de consolidar la paz, restablecer el orden legal y la buena administración pública.
Para tan importantes objetos, el excelentísimo señor Presidente se promete de vuestra excelencia, la más eficaz y activa cooperación, encargándole, además, que se sirva darle la publicidad conveniente a esta circular, para que su contenido llegue a noticia de los habitantes de ese estado.
Disfruto la satisfacción de protestar a V. E. las atentas
consideraciones de mi particular aprecio.
Dios y Libertad. Guanajuato, enero 19 de 1858
(Manuel) Ruiz
Es copia. México, abril 30 de 1861
CIRCULAR DEL MINISTERIO DE JUSTICIA DECLARANDO NULOS LOS ACTOS DEL LLAMADO GOBIERNO DE ZULOAGA
Subvertido el orden legal en la capital de la república, acaso don Félix Zuloaga, que se titula Presidente de ella, se avanzará a expedir algunas disposiciones sobre los diversos ramos de la administración pública, y como tales actos son esencialmente nulos, porque emanan de un jefe revolucionario, el excelentísimo señor Presidente constitucional interino se ha servido acordar prevenga a usted, como lo verifico, que en ningún caso obedezca las providencias que dicta el gobierno sea el protector imparcial de las garantías individuales, el defensor de los derechos de la nación y de las libertades públicas. Entretanto se reúne el Congreso de la Unión a continuar sus importantes tareas, dictaré las medidas que las circunstancias demanden para expeditar la marcha de la administración en sus distintos ramos y para restablecer la paz. Llamaré al orden a los que con las armas en la mano o de cualquiera manera niegan la obediencia a la ley y a la autoridad; y si por alguna desgracia lamentable se obstinaren en seguir la senda extraviada que han emprendido, cuidaré de reprimirlos con toda la energía que corresponda haciendo respetar las prerrogativas de la autoridad suprema de la república.
Mexicanos: sabéis ya cuál es la conducta que me propongo seguir; prestadme vuestra cooperación: la causa que sostenemos es justa, y confiemos en que la providencia divina la seguirá protegiendo como hasta aquí.
Guanajuato, enero 19 de 1858
Benito Juárez
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