Home Page Image
 

Edición-2020.png

Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


1857 En defensa del régimen constitucional. Proclama a los guanajuatenses. Manuel Doblado.

Guanajuato, diciembre 25 de 1857.

 

PROCLAMA DE MANUEL DOBLADO EN DEFENSA DEL RÉGIMEN CONSTITUCIONAL.

Guanajuato, diciembre 25 de 1857.

Guanajuatenses:

En la capital de la República se ha destruido el orden constitucional y proclamado la dictadura de don Ignacio Comonfort. Un resto de ejército mandado por don Félix Zuloaga fue el ejecutor de este atentado, que aceptó en seguida el presidente constitucional.

El estado de Guanajuato ha reasumido su soberanía, por disposición de la Honorable Legislatura, y ésta me ha honrado autorizándome ampliamente para defender las instituciones. Ha declarado además que entra en receso mientras dura la crisis en que nos encontramos.

Antes de dar este paso he probado algunos medios de avenimiento, con el fin de evitar la guerra civil proponiendo ciertas modificaciones al Plan Zuloaga, que lo habrían hecho aceptable aun para los más apasionados defensores de la Constitución, y que satisfacían al mismo tiempo las exigencias capitales de los autores de aquél. Pero mis esfuerzos han sido infructuosos, pues apoderada la facción retrógrada del movimiento de México, repugna toda transacción, porque lo que quiere es esta división entre los hombres que hasta ahora habíamos caminado juntos en la senda de las mejoras sociales.

La Constitución de 1857 está lejos de ser perfecta, y pugna con el interés de una parte de la sociedad mexicana; éste es un hecho que la buena fe no debe oscurecer; pero en cambio ella misma abre una ancha puerta para ser reformada, y cuando el último pronunciamiento se ha efectuado, no se había iniciado ninguna reforma, prefiriéndose el camino de la violencia, siempre injusto y peligroso, al de la legalidad, que pacíficamente habría dado el mismo resultado, esto es, la supresión en aquel Código de todo lo que ha sido mal recibido por la generalidad de los mexicanos.

Por otra parte, desde el momento en que el Poder Ejecutivo y los jefes militares se arrogan la facultad de declarar por sí y ante sí la conveniencia o inconveniencia de una Constitución, ésta no existe más que vuelta en el círculo vicioso de las revoluciones, sin poder recobrar jamás el hilo de la legitimidad, porque fuera de la ley, ningún principio político puede salvarse, y obrando contra la ley, no hay absurdo ni atentado que no pueda santificarse.

El Plan de Zuloaga no es, pues, como se ha dicho, el remedio para hacer desaparecer los males que causa la Constitución, porque los defectos de un Código no se han corregido nunca con la sedición. El vacío de la ley sólo lo llena la pluma del legislador; la espada del soldado destruye; pero ni reforma, ni convence. Si la causa de la legalidad no triunfa, las consecuencias de ese último pronunciamiento del ejército serán la escisión, la anarquía y la pérdida de la nacionalidad. Pero los Estados se agrupan ya en derredor de la bandera constitucional, y fuertes con la justicia de la causa que defienden, y aleccionados con la experiencia sangrienta de las dictaduras que los han oprimido, apurarán sus recursos, y se defenderán hasta el último extremo, porque saben bien ya cuánto cuesta reconquistar la libertad cuando una vez se ha dejado perder.

Conciudadanos: la lucha está abierta. Demos gracias a la Providencia porque en esta vez los amigos del oscurantismo no han logrado cegar al pueblo, ni engañarlo con sofismas hipócritas. Hoy todo el mundo conoce que el Plan de Tacubaya es el resultado de las maquinaciones de las clases privilegiadas, lastimadas en sus abusos e intereses por el orden constitucional. Convencidas ellas que por la fuerza de las armas no podían arrancar al pueblo mexicano las mejoras que el gobierno de Ayuda les ha conquistado en dos años de lucha, se dedicaron con afán a corromper a algunos de los servidores del gobierno para alcanzar, como ha sucedido, que el mismo caudillo de Ayuda, engañado por los que se llaman sus amigos, se suicide y marchite sus laureles con una defección inexplicable [...]

 

Manuel Doblado

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Villegas Revueltas Silvestre. Antología de textos. La Reforma y el Segundo Imperio. 1853-1867. UNAM. 2008. 424 pp.