Agosto 27 de 1847
«Señor: Las afecciones de espíritu que me han agobiado, por las desgracias de mi patria, no me han permitido venir del asilo que he tomado en una casa de mi pertenencia en Tlalpam. La circunstancia de hallarme en esa ciudad, me proporcionó palpar por mis ojos la entrada de los norte-americanos, las batallas que se dieron en las lomas de Contreras y Peña-Pobre, y en el puente de Churubusco; y al mismo tiempo los pasos todos y providencias que dió el general Santa Anna; de manera, que pude formar mi juicio y opinión, acabando de convencerme sobre la inaudita maldad con que ha correspondido a su patria dicho general.
»Penetrado de estas convicciones, faltaría a mis deberes si hoy que puedo presentarme en este augusto local, no levantara mi voz volviendo por los derechos de mi adorado país; y en consecuencia hago en toda forma la siguiente acusación, que protesto desenvolver con toda la debida extensión , y sostenerla á todo trance.
»Acuso, pues, en primer lugar al general Santa Anna por su traición en la batalla de la Angostura.
»Lo acuso Por su traición en Cerro Gordo.
»Por el abandono que hizo de la ciudad de Puebla.
»Por haber dejado expedito el camino desde Puebla hasta Venta de Córdoba.
»Por su traición dejándoles libre absolutamente el camino de Ayocingo á Tlalpam, sin embargo de que se lo mandé advertir por conducto del Sr. diputado D. Bernardino Alcalde, y por medio de un papel que yo mismo puse en Santa Cruz de las Escobas, el 17 del presente.
»Por no haber atacado á la primera división del enemigo en el arenal de Tlalpam, y pueblo de Tepepa.
»Por no haber auxiliado al general Valencia en la batalla del 19.
»Por el abandono que hizo del fuerte de San Antonio, dejándose flanquear.
»Por su traición dejando flanquear el puente de Churubusco, y no dar el más mínimo auxilio.
»Por el infame armisticio que ha celebrado, cuando sabe que el enemigo no tiene arriba de siete mil hombres útiles, que carece de muchísimos artículos necesarios, que su tren es voluminoso y lleno de estorbos, y que espera auxilio por Veracruz y aun por San Luis; y cuando por otra parte en la capital hay más de quince mil hombres y es público el ardor de venganza en que están los mexicanos.
»Por su perversidad, pues no contento con entregar á su patria, se ha complacido en empobrecerla y arruinarla con contribuciones, gabelas e impuestos de diferentes nombres, bajo los pretextos de levantar tropas, que habían de ser entregadas á la muerte ó ni resultado de la fuga y de levantar parapetos que de nada hablan de servir.
»Lo acuso por último, de que por su causa se ha perdido el territorio, la nacionalidad de México, el honor y gloria de este pueblo desgraciado y que ha constituido en la desventura a todas las clases de la sociedad. Por ahora no más extiendo estos capítulos, y me reservo ampliarlos para otra vez, en que me halle con algún sosiego.
»México. Agosto 27 de 1847.— Ramón Gamboa.
»Supuesto que no ha habido Congreso, entrego esta acusación al señor Presidente del mismo para que se digne presentarla el primer día que hubiere número. Igualmente debo manifestar á su señoría, que es muy probable que yo en México no vuelva á entrar y concurrir á este local, ya porque el punto señalado para la reunión es Querétaro, y ya porque temo otra nueva traición de Santa Anna con respecto á este mismo cuerpo soberano.
» México, Agosto 27 de 1847. — Ramón Gamboa. »
Fuente: Enrique Olavarría y Ferrari. México a través de los siglos. Tomo cuarto, México independiente; Barcelona – Espasa (1888). pp. 636.
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