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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1847 Noticias muy importantes y recientes de los Estados Unidos del Norte.

Nueva-York, a Noviembre 15 de 1847.

 

Noticias muy importantes y recientes de los Estados Unidos del Norte.

El día 13 del corriente se reunió en Lexington, "Kentuqui", una muy numerosa asamblea compuesta de muchos miles de vecinos de la ciudad y de las villas y aldeas comarcanas, atraídos por la gran novedad de que el Sr. Henry Clay iba á pronunciar un discurso sobre la guerra de México, sus causas, y medios de ponerle fin, &c. &c, sin que fuera obstáculo para la reunión el mal tiempo que reinaba, que fue muy lluvioso, acompañado de ventiscas, nieblas y excesivo frió. A las once de la mañana, que era la hora señalada, apareció Mr. Clay, y fue saludado con entusiastas aclamaciones por la inmensa asamblea.

El general Leslie Combs llamó al orden á la junta y dijo, que deseaba que se guardase el más profundo silencio, porque probablemente ésta serio la última ocasión en que el ilustre amigo que ahora tenían delante, arengaría á una asamblea popular: que la importantísima cuestión que ahora se presentaba al pueblo americano sobre la agregación por "conquista ó compra" de un inmenso territorio estrangero, habitado por millones de gentes de diversas razas y colores, quienes necesariamente debían ser colocadas sobre un pie de igualdad con nuestra propia y libre población blanca, es un acontecimiento que no permite guardar silencio á ningún hombre que verdaderamente ame á su patria. Henry Clay no seria digno de sus gloriosos antecedentes, si por consideraciones de egoísmo ó interés propio consintiese en tener paralizada su lengua en tan solemne ocasión, cosa muy contraria á la honrada fama de que dignamente goza el hombre que prefiere "ser justo á ser presidente."

Entonces Mr. Clay se adelantó á la cabeza del salón, en medio de los aplausos de toda la asamblea, y restablecido por fin el silencio pasó á leer las siguientes resoluciones, en las cuales había recopilado sus sentimientos, los cuales se proponía amplificar y corroborar en su discurso.

"1º —Queda resuelto: que es la opinión de esta asamblea, que la causa primaria de la actual desgraciada guerra entre los Estados-Unidos y la República mexicana, fue la agregación de Texas á los primeros, y que la inmediata ocasión de las hostilidades entre las dos repúblicas, fue suscitada por la orden del presidente de los Estados-Unidos, para hacer marchar el ejército al mando del general Taylor desde su posición en Corpus-Cristi, á un punto frente de Matamoros, sobre la orilla oriental del río Bravo, dentro del territorio, que aunque reclamado por ambas repúblicas se hallaba entonces bajo la jurisdicción de México y habitado por sus ciudadanos: que la orden del presidente para que el ejército marchase á aquel punto, fue inconducente y anticonstitucional, siendo así que la dio sin el consentimiento del congreso y sin siquiera consultarla con él, aunque á la sazón tenía abiertas sus sesiones; pero que habiendo el congreso reconocido por sus actos subsecuentes la existencia de la guerra, aunque había sido promovida sin su previa autoridad, se hizo por consiguiente nacional su prosecución.

"2º —Queda resuelto: que en ausencia de toda declaración pública ó formal por el congreso, sobre los objetos por los cuales debía haberse continuado esta guerra, el presidente de los Estados-Unidos, como primer magistrado y como general en gefe del ejército y armada de los Estados-Unidos, quedó en libertad de proseguirla según su saber y entender, para los propósitos y objetos que requieran el honor y el interés de la nación.

"3º —Queda resuelto: que estando el congreso de los Estados-Unidos revestido por la constitución con facultades para declarar la guerra, para dar patentes de corso y represalias, para hacer reglamentos respecto á las presas por mar y tierra, para levantar y mantener ejércitos, para aprestar y proveer la marina y para dar reglas para el arreglo de las fuerzas terrestres y navales, tiene por consiguiente el mas pleno y mas completo poder del pueblo de los Estados-Unidos para hacer la guerra, y siendo esto así posee por consecuencia el derecho de decidir sobre los motivos, causas y objetos de la guerra, cuando ésta haya comenzado ya, ó en cualquiera otro periodo durante el progreso de su existencia.

"4º —Queda resuelto: que es además la opinión de esta asamblea, que el congreso está en la obligación de declarar por algún acto auténtico, á qué propósito ú objeto debe proseguirse en adelante la presente guerra: que es el deber del presidente, en desempeño de su cargo, el conformarse á tal declaración del congreso, y que si después de semejante declaración el presidente descuidase ó rehusase; el procurar por todos los medios civiles, diplomáticos y militares que estén á su alcance, el ejecutar la anunciada voluntad del congreso, y si á pesar de la autoridad de éste continuase en proseguir la guerra por otros objetos diferentes de los declarados por aquella corporación, sería entonces de derecho y del deber del congreso el adoptar las más eficaces medidas, para atajar los progresos ulteriores de la guerra, teniendo cuidado de proveer ampliamente al honor, salvamento y seguridad de nuestros ejércitos en México contra toda contingencia; y si México no aceptase ó se negase á concluir un tratado con nosotros, estipulando lo conveniente para los propósitos y objetos declarados así por el congreso, sería en tal caso el deber del gobierno continuar la guerra con el mayor vigor, hasta que se consiguiesen dichos objetos por un tratado de paz.

"5º —Queda resuelto: que nosotros los aquí congregados miramos con muy serio recelo, y que estamos enteramente opuestos á todo propósito que sea ó envuelva la agregación de México á los Estados-Unidos, y especialmente por conquista: que nuestra firme creencia es, que no podrían ser felizmente gobernadas las dos naciones por una autoridad común, á causa de la gran diferencia de razas, leyes, lengua, costumbres y religión, de la vasta estension de sus respectivos territorios y de la numerosa población de cada una: que semejante unión contra el consentimiento del exasperado pueblo mexicano, solamente podría efectuarse y conservarse por grandes ejércitos permanentes y por el empleo constante de la fuerza militar: en otras palabras, por el dominio despótico ejercido sobre el pueblo mexicano en primera instancia, pero que con el tiempo tenemos justas causas de temer podría estenderse al pueblo de los Estados-Unidos: que por consiguiente denunciamos la tal unión como enteramente incompatible con la índole de nuestro gobierno, y con el carácter de nuestras libres y liberales instituciones; y que nuestro mayor anhelo es, de que cada nación quede en quieta y pacífica posesión de sus propias leyes, de su lengua, de su querida religión y de su territorio, y que pueda proporcionarse su propia felicidad por los medios que juzgue más convenientes.

"6º —Queda resuelto: que, considerando la serie de espléndidas y brillantes victorias ganadas por nuestros bravos ejércitos y sus valientes comandantes durante la guerra con México, sin haber encontrado con un solo revés, los Estados-Unidos, sin peligro de que su honor sea en lo mas mínimo mancillado, pueden ejercer la virtud de la moderación y magnanimidad á favor de sus vencidos enemigos: y decimos, que no queremos de ningún modo la desmembración de México, y que solo es nuestro deseo el que se haga un arreglo justo y razonable de los límites de Texas.

"7º —Queda resuelto: que nosotros positiva y enfáticamente negamos y desconocemos todo deseo ó voluntad por nuestra parte, de adquirir ningún territorio estrangero cualquiera que sea, con el objeto de propagar la esclavitud ó de introducirla de los Estados-Unidos en ningún territorio estrangero.

"8º —Queda resuelto: que nosotros invitamos á nuestros conciudadanos de los Estados-Unidos, ya sea á los que anhelan por el restablecimiento de las bendiciones de la paz, ya sea á los que desean, en caso de que la presente guerra sea continuada, el que sean definidos y conocidos sus propósitos y objetos, como también á los que ansían por alejar los presentes y futuros riesgos y peligros de que puede venir acompañada, y también á los que estén empeñados en producir el contento y satisfacción en el interior y en elevar el carácter nacional en el exterior, que-se reúnan en sus respectivas comunidades para espresar sus miras, sentimientos y opiniones sobre esta materia."

Leídas que fueron estas proposiciones por Mr. Clay, comenzó su discurso suplicando al auditorio, que no publicase las observaciones que iba á hacer, hasta que fuesen corregidas por él mismo, por cuanto el asunto de que iba á tratar era de la mayor importancia, y le sería muy duro que fuesen á mal interpretar sus palabras. Entonces pasó á comparar el sombrío y triste estado del tiempo que, como hemos dicho, era lluvioso, frío y borrascoso, con la actual condición del país. "Nosotros estamos metidos, dijo, “en una sangrienta guerra, el más desolador de los terrores, que cuando viene asociado con la peste y el hambre, le colocan todos en la primera fila de los azotes humanos. Muchos han comparado á los que se oponen á la presente guerra con nuestros vecinos, con los que se oponían á la de 1812 con la Gran Bretaña. Esta comparación está muy lejos de ser justa; en 1812 la guerra por nuestra parte era defensiva contra las agresiones de Inglaterra, era una guerra cuyos objetos estaban sumariados enfática y verdaderamente en estas pocas palabras: "comercio libre, y derechos del marinero”. Nosotros tratamos de impedir que nuestros marineros fuesen arrancados de nuestros buques, y obligados á combatir contra una nación con quien estábamos en amistad: nosotros tratamos de conservar nuestros derechos en los mares y de no consentir que la Gran Bretaña nos lanzase de ellos: aquella era guerra del pueblo, el pueblo la quería y estaba en favor de llevarla á cabo. ¿Pero qué contraste no forma esta guerra con aquella? ¿cuál fue el objeto en declararla? Ella fue creada por los actos de M. Polk, ratificados, es verdad, por una acta del congreso. Ella fue iniciada en consecuencia de la orden del presidente, dada al general Taylor, de marchar al río Bravo hasta un punto frente de Matamoros. El presidente obró de esta suerte en un tiempo en que el congreso tenia abiertas sus sesiones, y ni siquiera le consultó para ello. Sin embargo, cuando se pidieron auxilios para nuestro ejército y se manifestó el peligro de su condición, el congreso los concedió. En aquel conflicto los partidos se unieron para votar los subsidios necesarios, en lo cual hicieron bien, pero nunca debieron haber votado más que los puramente necesarios, é hicieron muy mal en votar en favor de lo que ellos sabían que era una mentira: esto es, que la guerra existía provocada por los actos de México."

Llegando á este punto dijo el Sr. Clay, que era tanto su respeto á la verdad, que primero que suscribir á semejante falsedad hubiera sacrificado hasta su vida misma: que los representantes habían sido amonestados cuando se inició la agregación de Texas, de que tendrían que agregar también la guerra con aquel territorio; pero se burlaron de aquella indicación, y se afirmó, ya se ha visto con qué fundamento, que los límites se ajustarían amistosamente. "Al mismo tiempo" continuó el orador, "que nuestro ejército recibió la orden de marchar sobre Matamoros á tomar posesión del territorio en disputa, Mr. Slidell iba caminando para la ciudad de México á entrar en negociaciones para el arreglo del mismo punto en cuestión. ¿Por qué no se aguardó á que se hubiese cumplido la misión de Mr. Slidell? Se ha repetido también una; y muchas veces, que los Whigs eran enemigos de la patria por hablar contra la guerra, y que habían desamparado su causa. ¿Ha sucedido así acaso? ¿No se han distinguido los Whigs peleando en los sangrientos campos de México tanto como sus opositores? ¿No han derramado su sangre tan liberalmente como ellos? Pero el caso es que la guerra existe, y todavía no se ha hecho una declaración de los objetos de esta guerra; por consiguiente, al congreso incumbe el hacer esta declaración, y bajo qué términos cesará la guerra con México. En las monarquías el poder de hacer la guerra existe en el rey: en este país sólo el pueblo tiene esa facultad por medio de sus representantes en el congreso, lo cual está bien especificado en la constitución. Es verdad que el presidente tiene facultad de hacer tratados, pero ellos deben estar basados sobre actas y resoluciones del congreso". Entonces el orador se refirió á ciertas resoluciones del congreso, respecto á reciprocidad en el comercio y sobre las cuales han sido después fundados diez ó doce tratados, y añadió: “si pues en objetos de tan poca monta, comparativamente sidente [sic] que recibir instrucciones del pueblo representado por el congreso, ¿cuánto mas fuerte es el argumento cuando se trata de la prolongación de una guerra? Si el congreso guarda silencio después que la guerra está ya declarada, ¿dirá el presidente cuáles son sus objetos y cuándo tendrá fin? En tal caso, désele al presidente el nombre que se quiera, porque él en efecto será tan poderoso como un César, como un emperador, como un rey, y así se le da á un hombre un poder que la constitución nunca pensó conferirle".

Mr. Clay continuó esplayándose por mucho tiempo sobre este asunto, espresando su convicción de que el congreso debía declarar en sus próximas sesiones, cuales son los objetos de la guerra y cuáles deben ser las condiciones de la paz, y que si el presidente se oponía á un tratado en los términos que se le prescribiese, que había un medio que podía tocarlo á lo vivo y hacerle sentir, que la voluntad del pueblo era la que gobernaba; queriendo dar á entender que este medio era el de formarle causa.

Mr. Clay dijo que estaba opuesto enteramente á la agregación del territorio mexicano: que la mitad del de los Estados-Unidos estaba sin cultivo; que millones de acres de tierra estaban aun de venta; que no necesitan más los Estados-Unidos, aunque algunos quieren estender sus límites desde el Atlántico al Pacífico: que si el congreso determinaba contentarle, con ciertos límites, estableciendo los que ellos [sic (falta una parte del texto)] él creía que el presidente no se negaría á acceder á sus deseos: que Mr. Polk mismo estaba ya medio cansado de la guerra y que sin duda se alegraría de poder adoptar algún plan que restableciese la paz. En cuanto á la dificultad que pudiera ocurrir en arreglar la línea divisoria de Tejas, añadió Mr. Clay que él se comprometía de buena voluntad á asegurar su ajuste en sesenta horas: que la verdad era que Mr. Polk se imaginó que con la rendición de Matamoros sucumbirían los mexicanos, y que tal ha sido la esperanza después de cada batalla; pero ahora, aun cuando sus armas ocupan los palacios de Moctezuma, el logro de este objeto está tan distante como al principio. El orador hizo una reseña del carácter español, de su asombrosa tenacidad comprobada en todas sus guerras y particularmente en la que sostuvo por 800 años con los moros: dijo también que era un absurdo el pedir indemnizaciones á un pueblo que nada tenía que darles, y en cuanto á la agregación dijo que sería punto menos que locura el introducir entre los Estados-Unidos ocho ó nueve millones de habitantes que hablan diferente lengua y profesan diversa religión para ayudar á gobernar aquella república. «Supongamos, dijo, que ellos no quisieran mandar sus delegados ¿podíamos nosotros nombrarlos? ¿sería esto cumplir con los principios de nuestra constitución que declara que todo ciudadano ha de tener voto en el gobierno que está obligado á sostener y obedecer?"

[lo] que llevamos hecho es solo un descarnado apuntamiento de los puntos mas importantes de su discurso. Baste decir que él se atuvo á las resoluciones que tenia leídas y que probó á satisfacción de todos, la justicia y conveniencia de ellas, con aquella fuerza de elocuencia de que es tan gran maestro, y después de haber concluido su discurso, dichas resoluciones fueron sometidas al voto de la asamblea y fueron adoptadas por universal aclamación.

Noticias muy importantes y recientes de los Estados Unidos del Norte. Querétaro. Imprenta de J. M. Lara. 12 págs.