Querétaro, 19 de diciembre 1847
Memoria presentada por el Ministerio de la Guerra a la Junta de los Excmos. señores Gobernadores de los Estados que se reunió en Querétaro en noviembre de 1847.
Excmos. señores:-En las circunstancias azarosas en que se halla la República; en los momentos en que los disturbios civiles parecen orillarla a un abismo de oprobio y de ignominia; al tiempo mismo que se levantan nubarrones en el oriente político, y que una fortuna siniestra permite que soldados extranjeros arranquen de la cúspide de nuestro capitolio la insignia de México; en este mismo tiempo, repito a Vuestras Excelencias, son llamados para tomar parte en la salvación de la independencia nacional, que parece peligrar por la fuerza de las oleadas revolucionarias, y por la perfidia y avaricia de la nación vecina.
Firmemente persuadido el Gobierno de la Confederación de que sin la eficaz cooperación de Vuestras Excelencias no podrá conservar el orden público, y mucho menos hacer frente a las exigencias y necesidades de la época, quiso desde los primeros pasos de su transitoria existencia convocar a los primeros magistrados de los principales Estados de la Federación, para acordar aquellas providencias que pudieran lavar de nuestra frente las manchas que por una continuada serie de reveses han empañado el nombre mexicano. Por una felicidad este acuerdo surtió todos sus efectos; y el patriotismo de Vuestras Excelencias, sobreponiéndose a todas las dificultades, ha logrado la ·apetecida reunión, cuyo hecho marcará de un modo decisivo la dirección que tomen los negocios.
El conocimiento del estado que guarda la República por lo que hace relación al Ministerio de mi cargo, es un preliminar absolutamente indispensable para las subsecuentes deliberaciones de esta respetable reunión, y por esto he creído de mi deber instruir a Vuestras Excelencias sobre este particular. Sin documentos, y contando muy poco tiempo en el despacho, mi trabajo debe resentirse y adolecer de mil defectos, que no ha estado en mi arbitrio excusar.
Estos motivos me obligan a tocar los sucesos y sus consecuencias muy someramente, pudiendo anticipar a Vuestras Excelencias qué este escrito verdaderamente no es otra cosa que el índice muy ligero de algunas de las ideas que debían desarrollarse en una extensa memoria.
Notorias son a Vuestras Excelencias las causas que han acarreado a la nación la guerra extranjera; y tanto en el continente americano, como en las naciones europeas, se sabe que en 1835 un puñado de colonos que México abrigó en su seno, levantaron el estandarte de la rebelión, y bajo el pretexto de que roto el Pacto Federal sus deberes y obligaciones para con el país que les había dado patria, eran del todo concluidas: fue, pues, necesario que México mostrara sus derechos, y que las armas sometiesen a los sublevados de Texas. Desde este instante el Gobierno americano comenzó a mostrar a las claras, que él era el autor de aquella insurrección, y que sus tesoros y sus armas vendrían más adelante en auxilio de la colonia de Austin. Un Presidente, enemigo de México y de su nombre, inició esta lucha fatal que ha derramado en nuestro suelo tanta sangre y cubierto de luto a millares de familias. Se supone que Jackson fue el ejecutor de las antiguas pretensiones del Gobierno angloamericano y que por su protección Texas logró proclamar su soberanía, y enarbolar una bandera que con el curso de los sucesos debía en lo sucesivo unirse a los Estados Unidos del Norte. El desastre de San Jacinto frustró del todo los esfuerzos de nuestro Gobierno, y la política europea, arrastrada por los intereses mercantiles, reconoció corno nación a un puñado de hombres que, sin título y sin más razón que la fuerza, lograban desmembrar el territorio nacional. Desde este momento la cuestión texana cambió de aspecto, y debió también habernos colocado en otro camino, supuesto que nos eran muy conocidas las miras de aquel Gobierno, y el punto hasta dónde él avanzaría si continuaban las revoluciones y motines, consumiendo los recursos y las fuerzas que debíamos emplear en la defensa nacional y en la conservación de su territorio. Pertenece a otra persona mejor indicada en la política de nuestras pasadas administraciones, revelarnos por qué fatalidad este malhadado negocio tomó el aspecto horrible que hoy le vemos. El hombre pensador observa con escándalo estos hechos; el filósofo mira afligido los males que han sobrevenido a la humanidad, por una lucha que cuanto tiene de injusta y ominosa por una parte, encierra esfuerzos y patriotismos de la otra; y el político, fundándose en razones de Estado, y con la escala de las probabilidades humanas, aventura funestos vaticinios para los vencedores y vencidos. Dentro y fuera de la República se ha demostrado la justicia de nuestra causa: en los mismos Estados Unidos ciudadanos muy respetables han levantado la voz en el Congreso en favor de México, y otro de sus Presidentes, más justo y pensador, rehúsa la agregación de Texas. El concienzudo Van Buren procura poner una valla a estos deseos de usurpación y de conquista; pero reservado estaba el Vicepresidente Taylor y Presidente Polk reproducir un suceso semejante al de las Floridas por su resultado, y tan inicuo en sus consecuencias como lo fueron la invasión de España en 1808, y otras ocupaciones y guerras que no hacen al caso mencionar.
Estrechada la República en uso de su natural defensa, se lanzó a la lucha; y en la margen izquierda del Río Bravo comenzó de nuevo a derramarse la sangre mexicana. Desde el encuentro de Carricitos el 17 de abril de 1846, se prepararon las sangrientas batallas de Palo Alto, La Resaca, San Pascual, Los Ángeles, Mesa, Monterrey, Angostura, San Francisco, Sacramento, Veracruz, El Embudo, Taos, La Cañada, Alvarado, Cerro-Gordo, Tuxpan, Calabozo, Padierna, Coyoacán, Churubusco, Molino del Rey, Chapultepec y México.
Falto de todos los comprobantes oficiales, y entregado a los recursos de mi propia memoria, no me es posible instruir a Vuestras Excelencias en los pormenores de estos sucesos, favorables unos bajo ciertos aspectos; adversos al fin, porque los invasores han logrado penetrar hasta el centro del país. Al dirigirme a unas personas tan respetables e instruidas como Vuestras Excelencias, he debido limitarme a sólo poner de manifiesto los pocos datos oficiales, reunidos en el poco tiempo de mi despacho. Los diversos asuntos que contienen impondrán a Vuestras Excelencias del estado que guarda la nación, respecto de la guerra. La clasificación de los expedientes es por sí sola bastante para que la Respetable Junta conozca de qué tamaño son las dificultades de la situación.
El estado que adjunto es formado con arreglo a los datos oficiales del expediente, y por ellos verán Vuestras Excelencias el número de tropas que existen en los doce Estados que se mencionan. Toca a Vuestras Excelencias valorizar estos datos. La Administración de que soy miembro, desea el acierto, y si el impulso que parta de las manos de Vuestras Excelencias fuere como el Supremo Magistrado de la República lo espera, no hay duda de que la nación se mostrará digna de su nombre. Por todas las comunicaciones que constan en el legajo número 1, se instruirán Vuestras Excelencias de los esfuerzos que ha hecho el Gobierno de la Unión para reducir a los disidentes de Mazatlán por medio de la razón, y de las medidas conciliadoras que la situación actual exigía. Consagrados todos los recursos del Gobierno General al sostenimiento de la guerra exterior y ac la defensa de la capital de la República, no tuvo más arbitrio que dirigir una tras otra sus comunicaciones para hacer entender sus deberes a la guarnición disidente de Mazatlán. En el Archivo de esta Secretaría, que ha quedado en México, existe, a lo que me han dicho, una voluminosa correspondencia sobre este particular, y los datos oficiales que hoy tengo el honor de someter al conocimiento de Vuestras Excelencias, son únicamente de aquellos que se han reunido en el tiempo de mi cargo. Únicamente se ha mandado, con fecha 17 de octubre, al comandante general de Jalisco que organice una brigada, con el fin de reducir al orden al coronel don Rafael Téllez; ahora servirá esa tropa para la defensa del Estado de Jalisco, que probablemente a esta fecha podrá ser invadido por Mazatlán con tropas americanas, si, como es de presumir, no hubiere podido sostenerse aquel puerto y tuviesen fuerzas los enemigos. Hace algún tiempo que en el Estado de Tamaulipas se han suspendido las operaciones de la guerra, por la escasez absoluta de recursos, y también porque la fatalidad que preside a nuestros destinos, hizo nacer una especie de rivalidad entre el Excmo. señor Gobernador de aquel Estado y al Comandante General de las armas.
El día 17 del corriente se ha acordado la remoción del General Urrea, y nombrado en su lugar a un Jefe que por sus circunstancias cooperará muy eficazmente a remover todos los embarazos que impidieron hasta aquí seguir con constancia las hostilidades al invasor, si al mismo tiempo se proporcionasen auxilios de hombres y de numerario.
El expediente marcado con el número 2, manifiesta la situación que guarda el Estado referido para llevar la guerra adelante.
En los documentos que abraza la carpeta número 3, consta la situación del Estado de Tabasco, lo que han sufrido sus habitantes por la invasión americana, y cuáles son los elementos con que cuentan para oponerse a los avances del enemigo.
El Estado de Veracruz, que ha sostenido desde el principio de abril del corriente año una lucha continua y obstinada con las tropas enemigas que hall invadido su territorio, se encuentra hoy en la situación que revelan las comunicaciones que abrazan los documentos que contiene el expediente número cuatro. El Gobierno Supremo que conoce cuánta es la importancia y cuánta la necesidad de que en dicho· Estado no cesen las hostilidades, ha excitado al señor Comandante General, por orden suprema de 28 de octubre último, para que sobreponiéndose a todas las dificultades de la época, se sigan las operaciones militares.
Los documentos contenidos en el legajo número 5 son relativos a las operaciones que han tenido lugar en el Estado de Puebla durante el tiempo que el Excelentísimo señor General Benemérito de la Patria don Antonio López de Santa Anna, mandó las tropas por aquellos rumbos; así como también de los sacrificios y esfuerzos de las autoridades, tanto para auxiliar a dicho Excelentísimo señor General como al graduado don Joaquín Rea, después que mandó retirar las fuerzas para esta capital, y que las del Excelentísimo señor General Álvarez lo verificaron hacia el Sur de México; habiéndose encomendado muy particularmente al señor Rea que continuase las hostilidades, y que a la vez procure que las secciones ligeras de la Guardia Nacional no degeneren de su instituto, ni menos causen perjuicio en las propiedades de nuestros nacionales y de los súbditos de las naciones amigas, cuyas prevenciones con mucha recomendación se hicieron al nuevo Comandante General.
Los documentos que van marcados con el número 6, son referentes al Estado de Chihuahua, y en los que se manifiesta la proximidad de una nueva invasión, y los ningunos elementos de resistencia con que cuenta el Excmo. señor Gobernador para emprender su defensa. En dicha carpeta están las comunicaciones y demás órdenes que se han dictado a las autoridades de Zacatecas y Durango, para que cooperen a la defensa de Chihuahua.
La situación que guarda el Estado de México, después de las ocurrencias en la capital de la República, está de manifiesto en los informes y comunicaciones oficiales que van acompañadas a este informe bajo el número 7.
La prensa europea, que constantemente ha estado ministrando datos sobre todos los aprestos de guerra que han hecho y hacen los Estados Unidos de América, para llevar adelante la guerra infausta que han traído a nuestro suelo, ha manifestado que la recluta de voluntarios y la organización de regimientos continúan tanto en Texas como en los Estados del Sur de América del Norte.
Las traducciones e impresos que constan en la carpeta número 8, manifiestan el número de voluntarios y de regimientos que se han puesto sobre las armas en los meses de agosto y septiembre de este año.
Los acontecimientos de la guerra, y el estado que guarda la moral y disciplina de nuestro ejército, le ha reducido a una quinta parte de las tropas que teníamos sobre las armas en principios del mes de agosto. Con los restos que han quedado, se han formado dos divisiones, para que ellas sirvan de base a la organización que se va a hacer de tres ejércitos, dos de operaciones en Querétaro y al Sur de Puebla y México, al mando, el primero, del Excelentísimo señor General de División don Vicente Filisola; el segundo, al del Excmo. señor General de División don Juan Álvarez, y el de reserva, que deberá formarse en el Estado de Guanajuato, a las órdenes del Excelentísimo señor General don Anastasio Bustamante.
Las órdenes supremas que contiene la carpeta número 9, son referentes a la creación de los ejércitos mencionados.
Por último, los diez expedientes que van en el legajo marcado con el número 10, presentan un cuadro del estado que guarda la defensa de la República en los principales Estados de la Confederación Mexicana. En estos comprobantes constan los documentos relativos a la fuerza, armamento, municiones, noticia de jefes y oficiales en servicio activo y retirados, presupuestos que vencen las tropas y recursos con que cuentan los Estados que se mencionan para continuar la guerra, y cuyos Estadas son: Chiapas, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Jalisco, Querétaro, Zacatecas, Michoacán, Durango, Chihuahua, Veracruz y México.
El estado que coloco al fin de este escrito, y que he señalado con el número U, presenta el total de la fuerza a que se refiere el párrafo anterior.
Tales son, Excelentísimos señores, los datos oficiales que por orden del Excelentísimo señor Presidente Interino de la República tengo el honor de someter al conocimiento de Vuestras Excelencias. Hacer un análisis de todos ellos con las reflexiones consiguientes a los sucesos y a sus consecuencias, sería desvirtuarlo: por esto, pues, el expediente se presenta íntegro, con el objeto de que, tomadas en consideración las diversas materias que él abraza, Vuestras Excelencias, con el tino y la sabiduría que es propia a tan altos funcionarios, calculen la situación de la República, los elementos con que para su defensa cuenta el Gobierno de la Unión, y aconsejen lo mejor, ayudando al Gobierno con todo el poder de los Estados.
Réstame únicamente suplicar a Vuestras Excelencias me disimulen lo imperfecto de este trabajo, y que a la vez les suplique que su ilustración llene los huecos que haya dejado mi ignorancia, la falta de datos de que he carecido, y la premura del tiempo con que he organizado este trabajo.
Dios y Libertad. Querétaro, 19 de diciembre 1847.
Ignacio de Mora y Villamil.
Es copia. México, marzo 30 de 1849.-Manuel María de Sandoval.
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