Cuartel General, Departamento de Veracruz, Agosto 15 de 1847.
Señor:
Tengo el honor de informar a usted que el 14 del actual el vapor británico "Teviot", Capitán May, llegó aquí de Inglaterra y de La Habana, trayendo a bordo al General Paredes bajo el nombre supuesto de M. Martínez, quien a consecuencia de la tardanza del Oficial Encargado del Abordaje, Capitán Clark, desembarcó entre las 6 y 7 a. m. de incógnito, de un bote de 4 remos, notoriamente preparado para el caso; al pasar por la reja del muelle fue reconocido por un Inspector, quien no hizo caso de él; por consiguiente ordené inmediatamente la destitución de ambos, el Inspector y el Capitán Clark, el primero por haber desatendido el principal objeto de su nombramiento como Inspector al no dar noticia, no obstante que mi oficina se encuentra a unos cuantos pasos del muelle.
A corta distancia del malecón, el mensajero del Gobierno Británico y el Sr. Alejandro Atocha, lo encontraron y reconocieron ambos en él a la persona del General Paredes. Que el mensajero británico no hubiese informado nada, no es de sorprender, pero que el señor Atocha hubiera mostrado tanta indiferencia a la llegada de una persona tan importante, me pareció extraño. Le pedí por consiguiente que compareciera en mi oficina, y le pregunté si pretendía ser americano, habiéndome contestado afirmativamente. Le hice entonces la pregunta de por qué razón, como ciudadano americano, no había informado inmediatamente de la llegada del General Paredes. Su contestación fue que él no era un espía; que no pedía nada a los Estados Unidos, ni deseaba que le dieran nada; en suma, me pareció que él, como americano, no se fijaba en que era su deber cooperar (mientras residiera aquí), en cualquier cosa que pudiera resultar en beneficio de su patria adoptiva.
Los extranjeros también han demostrado en esta ocasión particular, sentimientos decididamente hostiles a nuestro Gobierno, olvidando que son neutrales, y que como tales están obligados a no tomar partido de ningún lado; la Casa inglesa de Manning, Mackintosh and Company, por ejemplo, pidió al señor Dimond, el Recaudador, las llaves del equipaje que se sabía pertenecían al General Paredes.
Habiendo llegado el General a la casa de un tal José G. Zamora, comerciante del país, exhibió una carta de presentación de París y pidió que se le proporcionaran en seguida caballos para él y un criado, petición que fue obsequiada inmediatamente; y apenas diez minutos después de haber desembarcado pasó por una de las puertas de la ciudad, en camino para el interior, sin que yo mismo, o cualquiera de mis oficiales, hubiera podido evitarlo por la circunstancia de ser desconocida su llegada y su presencia, y porque las cartas del Cónsul de los Estados Unidos en La Habana, que daban noticia de su salida, no me fueron entregadas hasta después de la partida del General, por tenerlas en su poder una señora pasajera que estaba a bordo.
La conducta del Comandante del vapor es reprobable en alto grado, por dejar desembarcar a un enemigo de una nación amiga en un puerto que está en poder de ésta. Refiero estos hechos para consideración de usted, para lo que tenga a bien determinar, porque es una circunstancia bien sabida y conocida por los pasajeros, que el Capitán del vapor estaba enterado del carácter de su pasajero, quien en varias conversaciones hizo observar que México era en verdad un país desafortunado, y que un país en donde nadie podía gobernar más que Santa Anna, el cual no poseía ni talento, ni honradez, ni capacidad militar, era en verdad digno de lástima; que estaba por consiguiente seguro de que no había más alternativa para el país, que la de echarse en brazos de los Estados Unidos o en los de las naciones europeas.
Observará usted, por consiguiente, que si el General Paredes salió de esta ciudad, no fue por falta de vigilancia, porque al hacérseme conocer el hecho, inmediatamente ordené una busca en toda la manzana de donde efectuó su partida, pero fue en vano, ya había salido, y eso seguramente aún antes de que el Oficial de Abordaje hubiera visitado el barco. He puesto en conocimiento de usted todas las circunstancias del caso, para que si usted lo estima conveniente, las presente al Secretario de Estado, para su información respecto a la conducta del Comandante de un barco de una potencia neutral y amiga, como parece serlo la Gran Bretaña; y para que dé instrucciones al señor Dimond, Recaudador de este puerto, a fin de que se comunique con el Cónsul Británico pidiéndole que le haga saber las razones que tuvo el Comandante del Paquebote "Teviot" para permitir a un pasajero que desembarcara contra todas las reglas establecidas, antes de ser visitado por la persona designada oficialmente para desempeñar esa tarea.
Tengo el honor de ser, muy respetuosamente, su más obediente servidor.
Henry Wilson, Coronel Comandante del Ejército de los Estados Unidos.
Al H. William L. Marcy, Secretario de la Guerra, Washington, D. C.
Fuente: Diario del presidente Polk. Selección y traducción de Luis Cabrera.
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