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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1847 Credo que rezan los yankees para oprobio de los mexicanos.

1847

Creemos en un solo Dios todopoderoso, que es el oro de los mexicanos, el cual nos aprovecharemos conquistándolos, por que no son capaces de nada y nos tienen mucho miedo.

Creemos: que este Dios es otra Trinidad, también con tres personas; a saber el oro de sus minas, las bonitas muchachas de su país de que dispondremos a nuestro antojo, y sus fértiles y desmedidos terrenos de que los despojaremos, para establecernos nosotros, hacerlos fructíferos y disfrutar de ellos de la manera que más nos plazca.

Creemos: que haciendo de lo que se llama República mexicana una colonia nuestra, los mexicanos nos pertenecerán por derecho de conquista y podremos disponer de ellos a nuestra voluntad y libre albedrio, haciendo de ellos los peones que saquen de las entrañas de la tierra el oro y plata que sirva para saciar nuestros brutales apetitos.

Creemos: que por el mismo derecho haremos de los que se llaman ciudadanos mexicanos, nuestros menestrales que al son del látigo labren los campos en nuestro provecho, y a nosotros solo pertenezcan el fruto de sus sementeras y labores, de lo que solo tocará a los mexicanos la peor parte, y esto para que no se mueran de hambre y sigan trabajando como machos de noria.

Creemos: que pudiendo disponer de todo de la indicada manera, aprovecharemos la gente robusta para el trabajo, y la sobrante, débil y enfermiza la venderemos al mejor precio que se pueda al primer marchante; espumando la sociedad de los revoltosos que nos perjudiquen, los cuales haremos mudar aires en la Lousiana u Orleans.

Creemos: que dispondremos a nuestro paladar de la plata de sus templos: de estos para las grandes fabricas de nuestros artefactos, y de todo lo que pertenezca al culto, porque no deberán tener otro, sino el que les quiéramos tolerar.

Creemos: que no debiendo poseer los que se llaman propietarios, mas que lo muy preciso para medianamente subsistir, lo demás será beneficio que nos apropiemos los que no tenemos un palmo de tierra en que sepultar un peojo.

Creemos: que dando nueva y distinta educación a lo que los mexicanos llaman bello secso; las jóvenes mas distinguidas, las más bonitas, perteneciéndonos de derecho, estinguiremos eso que se llama matrimonio y nos pertenecerán, así como a cada cual le pertenecen su camisa y zapatos para ponérselos y hacer de ellos el uso que se le antoje.

Creemos: que al transcurso de treinta años en que esta y la venidera generación hayan concluido, quedaremos en buena paz disfrutando de lo que hemos logrado sin el menor esfuerzo sino por que los mexicanos en lugar del fusil tomaron la almohadilla, en lugar de ir a la guerra se fueron a los cerros, y en vez de continuar poniéndose pantalón, unos se pusieron túnicos y otros enaguas, y todos se volvieron maricas.

Creemos, que entonces el inglés será el idioma del nuevo continente: que daremos la ley al mundo y que cuando alguno nos mueva guerra tendremos bastantes mexicanos esclavos que destinar a la matanza, así como en tiempo de paz los destinaremos a los trabajos que resulten en nuestro provecho.

Creemos: que dentro de un año seremos dueños de todo México: que serán nuestros los productos de sus puertos: nuestros los productos de sus minas, nuestras las cosechas de sus campos, y nuestro todo en fin, porque nos pertenecer., en virtud de la cobardía de los mexicanos que no supieron defenderle sino solo de rodillas, rendirse y pedir la paz.

Creemos: que las condiciones de ésta las dictaremos nosotros, si es que acaso los consideramos en algo.

Creemos: en fin: que de hoy en adelante no tropezaremos con un solo obstáculo porque ya no hay hombres en México; si hay algunos que todavía traigan calzones, es ya por habito no mas, pero los que tal visten son ya del otro secso, y por que se visten así hoy las mugeres para con este engaño espantarnos para que nada emprendamos; pero ya sabemos lo que son: maricas vestidas, y la prueba es que a todo se someten.

Creemos: que ya se acabaron y para siempre los Hidalgos e Iturbides, lo mismo que los Morelos; pero que no se apuren los mexicanos, pues en cambio les daremos Scotts y Taylores, Polks y Woles, Bentones y otros que reemplacen a aquellos. Estos se tomarán pacientemente el trabajo de ilustrar a México y de hacer gentes a los mexicanos, en retribución de cuyo beneficio, nos pertenecerán a nosotros los bienes materiales, y a ellos los que les proporcione el suabe y dulce yugo que por caridad nos tomamos el trabajo de imponerles; y puesto que así lo creemos, confirmemos esta creencia, con la siguiente piadosa oración que encargamos también a los mexicanos rezen a toda hora, al levantarse, al acostarse, al salir a la calle y demas.

ORACION.

Poderosísimo y valiente Polk presidente de los Estados-Unidos, dizque ilustrados del Norte que en obsequio de la humanidad te haz dignado enviar un ejército de presidarios y bandidos para dar la ley a México. Haz que por medio de tus viles instrumentos Taylor y Scott, Butler y Wol, Kearney y Quitman y demas secuaces de que dispones para tan sagrado objeto, logren los mexicanos recibir con la paciencia y resignación que hasta aquí., el suabe aunque oprobioso yugo que les ofreces, lo bueno es que ellos no saben distinguir; y que por este medio logren el apogeo de la gloria que les deseas proporcionar, de servirnos de rodillas; desechando como mundanos los bienes terrenales que poseen para que los aprovechemos nosotros que no tenemos en que caernos muertos, ni hilacha donde envolver un solo comino; pero en recompensa recibirán y disfrutarán el alto y distinguido honor de ser mandados por nosotros. Haz, pues, Polk poderosísimo, tipo original y modelo diáfano y puro donde los mas grandes ladrones del mundo podian tomar ejemplo para anecsarse sin vergüenza y sin pudor todo lo del projimo; haz, te pedimos, que servilmente doblen la cerviz los mansos mexicanos, para que ni ahora ni nunca reclamen lo suyo, cosa de que te resultará a tí y a nosotros una positiva gloria, que te envidiarán hoy Caco, Vigotes y Pillo Madera, santos todos de tu devocion: hazlo pues, como te lo pedimos, para que tanto tú como nosotros, vayamos al fin de nuestros dias a los apretados infiernos donde los diablos a perpetuos tizonazos, paguen tu humanidad y tu filantropía, y a nosotros la parte que en ello tomamos en honra de tu mucha ambición, de tu codicia y de la hidrópica sed de oro y de riquezas que a todos nos devora y nos devorará por los siglos de los siglos,
Amen.

SAN LUIS POTOSI. 1847.—lmprenta del Estado en Palacio, a cargo de Ventura Carrillo.