Departamento de la Guerra, octubre 22 de 1846.
Señor: Se teme aquí que los recientes cambios en los asuntos políticos de México tengan una influencia importante sobre nuestros movimientos militares y puedan hacer necesario modificar en algunos aspectos los planes de operación.
Santa Anna está a la cabeza del Partido de la Guerra y parece haber asumido con celo sus deberes como General en Jefe del Ejército Mexicano. No es improbable que pueda tener éxito en reclutar y concentrar una fuerza considerable; pero la promesa de un cambio en la forma de gobierno es probablemente una consideración más importante respecto a la prosecución de la guerra. Los departamentos del norte de México eran contrarios al sistema central y favorables al sistema federal, el primero les fue impuesto y se ha mantenido por la fuerza militar. Esto produjo indudablemente en todas estas provincias un considerable descontento contra el Gobierno Central.
La existencia de este descontento no dejó de tomarse en cuenta, tanto por usted como por el gobierno de aquí, en el plan de campaña, que se tenía el propósito de confinar principalmente a estas provincias, y se presumía que influiría bastante en la extensión de territorio que deberían abarcar nuestras operaciones.
Las opiniones expuestas en las comunicaciones de usted de 2 de julio y primero de Agosto parecían ser ciertas, y el gobierno estuvo enteramente de acuerdo con ellas. De acuerdo con estos puntos de vista, la extensión hasta donde usted pudiera penetrar en el país enemigo, en dirección a Monterrey, dependería principalmente de la línea de comunicación con el Río Grande. En ambos aspectos se preveía que mucho había de depender de la disposición y de los sentimientos del pueblo mexicano. Aunque cuando usted escribió su carta del 1° de Agosto, había buenas razones para creer que la comarca comprendida entre el Río Grande y la Sierra Madre estaba dispuesta a sacudir el yugo del gobierno central, según usted afirmó, y había esperanza entonces de que lo hiciera así cuando existiera una poderosa fuerza americana entre esa región y la ciudad de México, el aspecto de las cosas en este particular parece haber cambiado desde entonces. Los nuevos gobernantes de México se han declarado en favor del sistema federal y de este modo han complacido los deseos de las provincias del norte. Temo que no es ya razonable esperar de ellas ni siquiera la neutralidad, y debemos tomar nuestras medidas en el supuesto de que cooperarán con el enemigo para llevar adelante la guerra y de que harán todo lo que puedan para estorbar nuestros movimientos.
En la comunicación de primero de Agosto manifiesta usted que "la posibilidad de que una gran fuerza puede mantenerse más allá de Monterrey, debe quedar resuelta por la experiencia efectiva, y dependerá en mucho de la disposición de los habitantes hacia nosotros". Por la información que hemos recibido nos vemos inclinados a creer que los habitantes no solamente son hostiles, sino que darán pasos para obstruir nuestra marcha hacia el interior; y que por consiguiente no será prudente seguir más allá de Monterrey con el propósito de tomar y retener una posición permanente. El riesgo de extender la línea de usted más allá de ese punto o de las posiciones que usted debiera ocupar para su defensa y seguridad, contrabalancearía las ventajas de seguir adelante hacia el interior; a menos que usted tenga una fuerza suficiente y pueda contar con amplios medios para llegar a San Luis Potosí, con propósito de ocuparlo firmemente. Es de creerse que usted no esté en condición de hacer esto, si la actitud del pueblo mexicano es tal como se ha indicado. A la verdad se tienen serias dudas sobre si usted debiera extender su línea más allá del lugar a donde ha llegado y de sus necesarias dependencias. Si está usted de acuerdo con este punto de vista, como se presume que lo estará por el tenor de sus despachos, dirigirá usted su atención a asegurar su posición en Monterrey, conservando abierta su línea de comunicación con el Río Grande. Hago referencia a lo que se le dijo a usted a este respecto en mi carta de 13 del actual. No se tiene el propósito, por lo que aquí se dice, de poner a usted restricciones para hacer excursiones más allá de Monterrey y del Departamento de Nuevo León, si ve usted la oportunidad de hacerla. Deberá darse al enemigo la impresión de que usted intenta seguir adelante, con objeto de que no retire sus fuerzas ni las emplee en otros puntos. Si la fuerza reunida para resistir a usted se retira, o si se tiene la seguridad de que no es de número suficiente para oponer un serio obstáculo al avance de usted, usará usted su propio criterio respecto a cualquier movimiento hacia adelante, pero aquí no se piensa que eso deba hacerse con el propósito de tomar una posición permanente más allá del lugar que ahora ocupa, a menos que usted crea necesario para su propia seguridad en Monterrey, avanzar hasta ocupar los pasos difíciles entre esa Ciudad y Saltillo. Esto, sin embargo, se deja enteramente a su juicio. Monterrey puede considerarse como una posición avanzada hacia Monclova y Chihuahua y es discutible desde el punto de vista militar, que la ocupación de cualquiera de esos puntos, teniendo en cuenta el cambio en las circunstancias y en los sentimientos de los habitantes, pueda producir ventajas que la compensen, puesto que se requerirá, para tomarlos y defenderlos, una fuerza considerable que podría ser utilizada en otros lugares.
No es de dudarse que el General Wool sea capaz de capturar a Chihuahua; pero si la población estuviera dispuesta, como se teme que lo esté, a obstruccionar sus movimientos y a retirarle abastecimientos, es de dudarse que tenga suficientes fuerzas para sostenerse mucho tiempo en esa posición. Si las proyectadas operaciones militares y navales en la costa del Golfo se llevan a cabo, no podría contarse con tropas suficientes para reforzarlo en caso de que su situación lo requiriera. Tomando en cuenta todas estas circunstancias pienso que quizá sería mejor que sus fuerzas se unieran con las de usted en Monterrey o en el Río Grande. Si no hubiera avanzado demasiado lejos en su marcha hacia Chihuahua, antes de que usted pueda comunicarse con él, sería aconsejable que desde luego se uniera con usted. Con estas sugestiones que son necesariamente vagas por falta de informes más amplios y especiales sobre la materia, se deja este asunto enteramente a discreción de usted […]
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Informé a usted en mi último despacho que en conexión con una invasión de Tamaulipas y con un ataque sobre Tampico, estuvo proyectándose una expedición contra Veracruz. Después de un examen más completo del asunto, se cree que Veracruz puede ser tomado, y estando en posesión de la Ciudad, el Castillo de San Juan de Ulúa se vería reducido y obligado a rendirse, si la expedición pudiera llevarse adelante sin que el enemigo se entere de su objeto. Se supone que 4,000 hombres serán suficientes para la empresa, en el supuesto de que reciban, como recibirían, la cooperación de nuestra fuerza naval en el golfo; pero cuando menos 1,500 ó 2,000 hombres de esos deberían ser del ejército regular, y bajo el mando de oficiales especialmente escogidos para semejante empresa […]
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Los preparativos para semejante movimiento, llamarán necesariamente la atención pública y darán lugar a rumores respecto a su destino; y pudiera llegar esto a conocimiento del enemigo a tiempo para que éste tome medidas adicionales con objeto de defender esa plaza, a menos que se observe gran cautela. Parece ahora que generalmente se cree que está preparándose una expedición contra Tampico o algún otro lugar en el Departamento de Tamaulipas. Sería conveniente que se creyera generalmente que ese es el punto de ataque; y si se presentan dificultades imprevistas respecto a Veracruz, el movimiento puede desviarse en otra dirección. Si prevalece la impresión general de que se está preparando una expedición a Tampico o a algún lugar de la costa de Tamaulipas, el enemigo supondrá fácilmente que va a hacerse un movimiento de avance de parte de usted, hacia San Luis Potosí en conjunción con dicho ataque; y con esta opinión respecto a nuestras operaciones dejará de hacer preparativos extraordinarios para la defensa de Veracruz. Tampico podrá ser atacado por la escuadra sola antes de que se embarque la fuerza de tierra; pero para realizar el objeto primordial, la expedición militar deberá ir directamente a Veracruz, y con la cooperación de la escuadra tendrá mayores seguridades de éxito en el ataque combinado de esa plaza. El secreto es por consiguiente de la mayor importancia. Deberá alentarse la creencia de que Tampico es el destino de la expedición, y su objeto real deberá ser conocido solamente por aquellos oficiales que deban estar enterados para hallarse en aptitud de cumplir con sus deberes en la empresa, y eso deberá hacerse bajo la más estricta recomendación del secreto. Incluso recibirá usted copia de una comunicación del señor . . . . . . . . . . , y se cree que puede ponerse entera confianza en la exactitud de sus afirmaciones, puesto que están fundadas en sus observaciones personales. Recibirá usted también con la presente un bosquejo de la topografía de Veracruz y las localidades adyacentes. Se desea que ponga usted estos anexos en las manos del Comandante de la expedición con las observaciones y sugestiones de usted mismo, que puedan serie útiles.
Como se había sugerido en anteriores comunicaciones que el Mayor General Patterson tomará el mando de la expedición contra Tamaulipas, se cree conveniente que siga con ese puesto en la expedición preparada contra Veracruz. No tengo otras sugestiones que hacer respecto al General Brigadier que deba mandar a los voluntarios. Respecto al Oficial Comandante de la fuerza regular, estará usted de acuerdo con las miras del Gobierno si pudiera elegir al General Brigadier por Comisión Worth. En ese caso, tiene usted instrucciones del Presidente para asignarlo a esa jefatura en virtud de su rango por comisión.
Se tiene la intención de que el Coronel Totten, Ingeniero en Jefe; el Mayor Baker del Cuerpo de Artillería; y algún otro oficial con categoría y experiencia, del cuerpo topográfico, acompañen a la expedición con otros de rango inferior en estas ramas respectivas del servicio público. Esos oficiales, que no están ahora con el Ejército, recibirán órdenes de dirigirse al Río Grande y presentarse al Comandante de la expedición.
Tengo el honor de ser, muy respetuosamente, su obediente servidor.
W. L. Marcy, Secretario de la Guerra.
Al Mayor General Z. Taylor, comandante del Ejército de los EE. UU. en México.
Fuente: Diario del presidente Polk. Selección y traducción de Luis Cabrera.
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