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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1845 Nombramiento de un agente confidencial estadounidense en California para censar población y riquezas, vigilar que no caiga en manos de potencia europea y sondear si por su libre voluntad espontánea podría unirse a EE UU.

Departamento de Estado, Washington, octubre 17 de 1845
 

Sr. D. Thomas O. Larkin,
Cónsul de los Estados Unidos en Monterrey.

Señor:

Me considero muy obligado hacia usted por los informes que ha venido comunicando al Departamento de tiempo en tiempo respecto a California. El destino futuro de esa comarca, es motivo de ansiosa preocupación para el Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos. Los intereses de nuestro comercio y de nuestras pesquerías de ballena en el Océano Pacífico, exigen que ejerza usted la mayor vigilancia para descubrir y hacer fracasar cualesquiera intentos que se hagan por parte de gobiernos extranjeros con el fin de adquirir el dominio sobre esa región. En la contienda entre México y California no podemos tomar parte, a menos que aquel país iniciare hostilidades contra los Estados Unidos; pero si California afirmare y mantuviere su independencia, le prestaríamos toda clase de buenos oficios dentro de nuestras posibilidades como República hermana. Este Gobierno no tiene aspiraciones ambiciosas que satisfacer y no deseamos extender nuestro sistema federal sobre más territorio del que ya poseemos, como no sea por la libre y espontánea voluntad del pueblo independiente de los territorios adyacentes. El ejercicio de cualquiera presión o influencia indebida para llegar a ese resultado repugnaría tanto con la política como con los principios de este Gobierno. Pero aunque tales sean los sentimientos del Presidente, éste no podría ver con indiferencia el traspaso de California a la Gran Bretaña o a cualquiera otra potencia europea. El sistema de colonización por las monarquías extranjeras en el Continente Norteamericano debe ser y será resistido por los Estados Unidos. De esa colonización no podrían resultar más que males para los colonos bajo su dominio, quienes naturalmente desearían obtener las bendiciones de la libertad por medio de las instituciones republicanas; sería pues altamente perjudicial para los legítimos intereses de los Estados Unidos. Ni podrían beneficiarse a la larga esas monarquías extranjeras; por el contrario, aún la Gran Bretaña misma, si adquiriera California, plantaría la semilla de una futura guerra y labraría su propia ruina; porque no hay verdad política más cierta que la de que esa hermosa provincia no podría permanecer mucho tiempo bajo el vasallaje de ninguna potencia europea. La emigración a ella de la gente de los Estados Unidos pronto haría imposible ese vasallaje.

Me induce a hacer estas observaciones la información comunicada a este Departamento en su despacho de usted de 10 de Julio último. De él aparece que el señor Rea, Agente de la Compañía Británica de la Bahía de Hudson, proporcionó a los californianos armas y dinero en Octubre y Noviembre últimos para ponerlos en aptitud de expulsar a los mexicanos de aquella comarca; dice usted que esta política se ha invertido y que ahora no existe duda de que las tropas mexicanas, que están a punto de invadir la provincia, han sido enviadas con ese objeto a instigación del Gobierno Británico; y que "se rumora que dos negociaciones inglesas de México se han confabulado con el nuevo General, a fin de que acepte sus giros para pagar sus tropas durante dieciocho meses". Relacionada con estas circunstancias, la aparición de un Vicecónsul Británico y de un Cónsul Francés en California durante la presente crisis, sin ningún negocio comercial visible, produce la impresión de que sus respectivos gobiernos abrigan designios sobre esa comarca que deben ser necesariamente contrarios a los intereses de ésta. En todas las ocasiones apropiadas no dejará usted de advertir prudentemente al Gobierno y al pueblo de California el peligro de semejante ingerencia contra su paz y su prosperidad; inspirarles desconfianza respecto de la dominación europea, y suscitar en su pecho el amor a la libertad y a la independencia, tan natural en el Continente Americano.

Al mismo tiempo que repito que este Gobierno, en las presentes circunstancias, no se propone intervenir entre México y California, afirmo que sí está dispuesto a interponerse vigorosamente para evitar que ésta última llegue a convertirse en una Colonia Británica o Francesa. Para esto esperan seguramente contar con la ayuda de los californianos mismos. [1]

Si bien es cierto que el Presidente no hará ningún esfuerzo, ni empleará ninguna influencia, para inducir a California a que se convierta en uno de los Estados libres e independientes de esta Unión, sin embargo, si aquel pueblo desea unir su destino con el nuestro, será recibido como hermano, siempre que esto no proporcione a México una justa causa de queja. La mejor política de los californianos, por ahora, respecto a esta cuestión, consiste en dejar que los acontecimientos sigan su curso, a menos que se haga algún intento de subordinarlos sin su consentimiento ya sea a la Gran Bretaña o a Francia. Esto deberían rechazarlo por los medios a su disposición como ruinoso para sus mejores intereses y como lesivo de su libertad e independencia.

Me alegra saber que "nuestros compatriotas continúan recibiendo promesas de seguridad y protección del presente Gobierno" de California y que manifiestan tanta confianza en usted como Cónsul de los Estados Unidos. Puede usted darles seguridades de la cordial simpatía y amistad del Presidente y de que su conducta, como lo merece, es debidamente apreciada por éste.

Además de las funciones consulares de usted, el Presidente ha creído conveniente nombrarlo Agente Confidencial en California; y puede usted considerar el presente despacho como autorización para actuar con ese carácter. La confianza que el Presidente tiene en el patriotismo y discreción de usted queda demostrada al conferirle esta delicada e importante comisión. Tendrá usted cuidado de no suscitar los celos de los agentes francés e inglés que haya allí, pretendiendo asumir otro carácter que no sea el de Cónsul. El Teniente Archibald H. Gillespie, del Cuerpo de Marina, saldrá inmediatamente para Monterrey, y probablemente llegará allá antes que este despacho. Es un caballero en quien el Presidente tiene absoluta confianza; ha visto estas instrucciones y cooperará como Agente Confidencial con usted para llevarlas a cabo.

No dejará usted de mantener informado al Departamento, cada vez que tenga una oportunidad segura, del desarrollo de los acontecimientos en California y de la disposición de las autoridades y del pueblo hacia los Estados Unidos y hacia otros Gobiernos.

Desearíamos también que se sirva usted informamos cuál es la población total de esa provincia, y la fuerza que puede poner en pie. Cuál es la proporción de ciudadanos mexicanos, americanos, ingleses y franceses, y los sentimientos de cada uno de esos grupos hacia los Estados Unidos; los nombres y el carácter de las principales personas que se encuentran desempeñando cargos en los Departamentos del Gobierno, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como los de otros ciudadanos distinguidos e influyentes; su sistema financiero y sus recursos; el monto y naturaleza de su comercio con las naciones extranjeras; los productos que pueda ser ventajoso importar a los Estados Unidos y los productos de los Estados Unidos que pueda ser conveniente recibir en cambio.

Será también interesante para el Departamento saber en qué parte de California existen las principales colonias americanas y la proporción en que los pobladores hayan aumentado o estén todavía aumentando en número; de qué partes de la Unión proceden y por qué caminos llegan a la comarca.

Estas especificaciones no tienen por objeto limitar las investigaciones que usted haga. Por el contrario, se espera que usted recogerá y comunicará al Departamento, todos los informes respecto a California que puedan ser útiles o importantes para los Estados Unidos.

El sueldo de usted será a razón de seis dólares diarios desde el momento de la llegada de este despacho, o de la del Teniente Gillespie a Monterrey. Se abonarán a usted también sus gastos indispensables de viaje y otros en que pueda incurrir para los fines de su nombramiento; pero tendrá usted cuidado de llevar una cuenta exacta de esos gastos, y procurar obtener comprobantes de ellos en todos los casos en que sea posible, sin perjuicio del desempeño eficaz de sus deberes. Por el importe de esos gastos y de su asignación diaria, está usted autorizado para girar de tiempo en tiempo contra el Departamento.

Soy de usted respetuoso y obediente servidor,

James Buchanan

 

Nota:

[1] El supuesto peligro de que California pasara a manos de Inglaterra "o de cualquiera otra potencia europea" aparece en la misma forma cada vez que hay que disimular propósitos expansionistas; respecto de Florida en 1819, de Tejas en 1845, de California ahora, y de Cuba en 1848.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Moore. The Works of James Buchanan. Vol. VI, págs. 275 a 278.