Marzo 25 de 1845
El Gabinete celebró hoy una junta ordinaria, estando presentes todos sus miembros. Después de haber despachado algunos asuntos sin importancia, expuse ante el Gabinete el estado de nuestras relaciones con México. Por despachos recibidos del señor Slidell se ve como probable que pronto sería recibido por el Gobierno existente en México en su carácter de Ministro de los EE. UU. Manifesté al Gabinete que temía yo que el mayor obstáculo para la celebración de un Tratado de límites tal como se habían dado instrucciones para procurarlo si era factible, consistiría en la falta de autorización para hacer un pago inmediato de dinero al tiempo de firmar el Tratado. El Gobierno del General Paredes, habiendo derrocado recientemente al del Presidente Herrera, era un Gobierno Militar y estaba atenido para su continuación en el poder, a la fidelidad del Ejército a su mando, con el cual había podido efectuar la reciente Revolución. Se sabe que el Gobierno del General Paredes está muy necesitado de dinero y que a consecuencia de la penuria de la Tesorería y de la situación desordenada de las finanzas, el Ejército, con cuyo apoyo contaba el General Paredes para mantenerse en el poder, mal alimentado y mal vestido, y sin paga, lo abandonaría probablemente muy pronto, a menos que aquél pudiera obtener dinero para atender a sus necesidades. Manifestó que si nuestro Ministro pudiera estar autorizado para pagar un medio millón o un millón de dólares en el momento de la firma del Tratado, esto pondría al General Paredes en aptitud de pagar, alimentar y vestir al Ejército, y de mantenerse en el poder hasta que el Tratado pudiera ser ratificado por los EE. UU. y se pagaran los subsecuentes abonos que se estipularan en dicho Tratado. Lo cierto es que yo consideraba que el pago inmediato de semejante suma lo induciría a celebrar un Tratado que de otra manera no se atrevería a hacer. En este punto de vista pareció que hubo concurrencia de pareceres. Vino en seguida la cuestión de cómo podría hacerse para obtener del Congreso la autorización para disponer de los fondos sin exponer ante el público y ante los Gobiernos extranjeros su objeto. Ese objeto, como puede verse por las instrucciones del señor Slidell, sería el de ajustar una línea divisoria obteniendo la cesión de Nuevo México y California, y si es posible, todo el Territorio al norte del paralelo 32° desde El Paso, sobre el [Río Grande] del Norte y hacia el oeste hasta el Océano Pacífico; o si esa frontera precisa no podía obtenerse, entonces la mejor línea que fuera factible determinar, sería en todo caso la que incluyera toda la comarca al oriente del [Río Grande] del Norte y la Bahía de San Francisco. Por lo que hace a la frontera deseada véanse las instrucciones al señor Slidell. El Gabinete consideró importante que el señor Slidell tuviera a su disposición el dinero para hacer un pago de contado al firmarse el Tratado. El señor Buchanan consideró impracticable obtener del Congreso semejante asignación y no se sentía inclinado a favorecer cualquier esfuerzo para obtenerla. Yo sugerí que por medio de conferencias extraoficiales con los principales senadores, podría averiguarse si semejante autorización sería aprobada por ese Cuerpo, y externé la opinión de que si eso podía pasar por el Senado, también podía pasar por la Cámara de Representantes. Llamé la atención del Gabinete sobre una resolución autorizando disponer de dos millones de dólares que había sido aprobada en 1806 durante la Administración del señor Jefferson. Supe después que esta autorización se había concedido para poner al señor Jefferson, en aptitud de comprar las Floridas. El señor Buchanan todavía no mostró confianza en el éxito de semejante paso; pero finalmente convino, como también los otros miembros del Gabinete, en que yo consultara con el Coronel Benton, con el señor Allen, con el General Cass, y si lo creía yo conveniente, con otros senadores, sobre el punto.
Tan pronto como la junta de Gabinete se disolvió, envié a mi Secretario Particular a suplicar al Coronel Benton que me viera a las 8 de esta noche. A esa hora vino el Coronel Benton y le expliqué verbalmente mis miras y mi propósito. Inmediatamente estuvo de acuerdo conmigo en la importancia de obtener la línea divisoria que yo proponía, si era factible, y en la conveniencia de que el Congreso autorizara una asignación para lograrlo. Yo sugerí que sería adecuado, si el asunto se llevaba ante el Senado, que primero se tratara en sesión secreta del Senado, y que si así lo consideraba conveniente ese Cuerpo, después se trataría en una sesión pública, aprobándose sin debate. En esto estuvo también de acuerdo. Le llame la atención sobre el decreto de 1806 aprobado en tiempo del señor Jefferson, y sobre la práctica del Congreso de colocar un fondo para gastos secretos a disposición del Presidente. Después de una conversación muy franca, y encontrando que estábamos de acuerdo, le dije al Coronel Benton que consultaría al señor Allen, Presidente del Comité de Relaciones Exteriores sobre este asunto. El creyó que esto sería conveniente, y me sugirió que consultara al General Cass y también al señor Haywood, y quizás a algún otro Senador del Sur. Le dije que lo haría así y que lo volvería a ver para tratar del mismo asunto. El Coronel Benton quedó plenamente de acuerdo con mis puntos de vista.
Fuente: Diario del presidente Polk. Selección y traducción de Luis Cabrera.
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