Octubre 24 de 1840
Mexicanos: Un impreso altamente subversivo, publicado el 18 del que rige en esta capital, cuyo objeto es el de manifestar la conveniencia que en concepto del autor pudiera traer el establecimiento de una monarquía en la nación mexicana, regida por un príncipe extranjero, ha causado justamente en todas las clases de la sociedad el más vivo desagrado y la más alarmante inquietud. La posición social y política del escritor, el titulo que ha puesto a la cabeza de su libelo y la circunstancia de haberme dirigido desde el 25 de agosto una carta que sin mi conocimiento hizo imprimir, colocándola después como introducción á su cuaderno, y en la que solo se trata de las ventajas que a su modo de ver podría producir el que se reuniese una convención para remediar los males de la patria, han llamado la atención pública. Tan poderosos motivos me imponen el grato deber de dirigiros la palabra, a fin de evitar toda interpretación que pudiese poner en duda la buena fe y decisión por el sistema republicano del ciudadano á quien vuestros sufragios han colocado á la cabeza de la administración suprema. Apenas se concibe como ha podido verificarse una publicación en que se conculcan todos los respetos debidos a la República, la consideración que exigen los poderes supremos, y la respetabilidad á que son acreedoras las demás autoridades, a la vez que se hacen alusiones tan odiosas e" indicaciones tan irreflexivas e imprudentes contra las actuales instituciones.
Como primer magistrado de la nación, aprovecho la oportunidad que me ofrece este acontecimiento no solo para cumplir una de mis más sagradas obligaciones, sino para dar un nuevo testimonio público de la decisión invariable del gobierno para sostener las formas republicanas, sentimientos íntimos que abrigara para siempre mi corazón. Cualesquiera que sean las desgracias que aflijan a los mexicanos, jamás se arrepentirán de la elección que han hecho de las instituciones republicanas. Un cambio tan ominoso agravaría los males públicos, fomentaría la discordia y envilecería nuestro carácter, poniendo en inminente riesgo la cara independencia de la patria. Para defenderla y hacerla respetar en el mundo civilizado, yo os recomiendo finalmente, conciudadanos, una y mil veces, la unión más cordial y sincera, como el fundamento esencial de la paz y prosperidad de las naciones.
México a Través de los Siglos. Vol. IV, págs. 456-457.
|