Algunos colonos opinan, y son los más moderados, que el modo más seguro de efectuar la segregación de aquel precioso territorio es erigirlo primero en Estado para adquirir algún grado de soberanía sobre él, y declararlo, ya después con este apoyo, independiente enteramente de la república, para unirlo a la del Norte, aprovechando al efecto la primera conmoción que se ofrezca en el interior. Llegado este caso, dicen ellos, nos declararemos neutrales para aguardar el desenlace, y si éste no nos acomoda, o se prolonga demasiado la guerra civil, podremos dar entonces un manifiesto al mundo entero haciendo ver las razones que nos asisten para independizarnos de México y unirnos a los Estados Unidos de América [...]

!DETENER A LOS COLONOS NORTEAMERICANOS!

En mi concepto nada ganaríamos con dar más tierra a los extranjeros, y es preciso conocer que éstos no pueden nunca avenirse con los mexicanos [...] ¿Cómo pues se puede esperar que una gente que debería empezar por aprender nuestro idioma, nos quiera y se amolde a nuestras costumbres, cuando lo primero que va a hacer es estudiar usos nuevos y a entrar en intereses enteramente contrarios a los nuestros, como lo son los de los angloamericanos? [...] Yo sería pues de opinión que en lo sucesivo no se admitiese ya más que mexicanos en las tierras baldías; los mexicanos de la clase de labradores son tan industriosos como cualquier extranjero [...] que tan luego coro se haga una campaña contra los indios bárbaros y éstos queden escarmentados, la emigración a Texas será de muy fácil consecución [...]

Es preciso que el gobierno se persuada, que mientras no se haga una campaña formal a esas tribus salvajes, los infelices habitantes fronteros serán víctimas de ellos [...]