Mayo 20 de 1833
"El capitán Ignacio Escalda y la guarnición de Morelia expresaron el temor que despertaba al gobierno reformista encabezado por Santa Anna, pero cuyo jefe intelectual era Gómez Farías, el plan se pronunciaba por mantener fueros y privilegios del clero y el ejército y proclamaba como protector al general Santa Anna."
1º. Esta guarnición protesta sostener a todo trance la Santa Religión de Jesucristo y los fueros y privilegios del clero y del ejército, amenazados por las autoridades intrusas.
2º. Proclama en consecuencia Protector de esta causa y Supremo Jefe de la nación al ilustre vencedor de los españoles, general don Antonio López de Santa Anna.
3º. Son nulos todos los actos de los gobernadores intrusos Amezcua y Salgado, así como las últimas elecciones hechas en el Estado.
4º. Este quedara regido por un jefe político nombrado por una junta de los vecinos honrados de esta capital, y que durara hasta que la mayoría de la nación designe las bases de la Regeneración política de la Republica.
5º. A nadie se molestara por las opiniones políticas que haya tenido, y en consecuencia serán escrupulosamente respetadas la seguridad individual y las propiedades.
Morelia, Mayo 26 de 1833.- A las dos y tres cuartos de la mañana. Ignacio Escalada.
En cuanto se recibió en México la noticia, Santa Anna publicó una manifestación a sus conciudadanos lamentando el levantamiento de Morelia:
ALOCUCIÓN** DEL PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, A SUS COMPATRIOTAS (1 )
Conciudadanos: Obediente á vuestra generosa voluntad, he tomado sobre mis hombros el grave peso de la administración pública. Si hubiera atendido á mi genial repugnancia á la intervención en los negocios, al deseo de gozar en el retiro del campo las delicias de la vida privada, os hubiera rogado que designaseis para el mando supremo á otro ciudadano más experto, más digno de la confianza que, es debido. Pero considerado como un sacrificio, y el más costoso de todos, empuñar las riendas del Poder en épocas difíciles, me resigno, y me consagro de nuevo, sin restricción alguna, al servicio del pueblo magnánimo que ha querido honrarme.
Pero este mismo pueblo que hoy me constituye agente de su dicha, puede asegurarla con su voluntad. Bendecido nuestro suelo con todos los favores de la Providencia, será completa su ventura, si sus hijos se estrechan para siempre con los dulces lazos de la unión fraternal. La discordia sofoca con mano impía los elementos de riqueza de que ha sido la naturaleza tan pródiga para con nosotros. Desnaturaliza el carácter mexicano, singular entre todos los pueblos, por su suavidad y franqueza. Pone en riesgo la obra costosa de nuestra generación, comprada con la sangre de innumerables víctimas. Os recomiendo, amigos míos, como una obligación indispensable y sagrada, el olvido de las ofensas, una reconciliación sincera para siempre.
Una adhesión inalterable á los principios, la obediencia á las leyes, el respeto á la dignidad del ciudadano, nos mantendrá en el rango de las naciones civilizadas. Vencidas con denuedo y heroica constancia las dificultades que se opusieran á la obra de la independencia, y á la consolidación de la libertad, nuestros esfuerzos se convierten hoy á la perfección que suponen las instituciones adoptadas. Ellas no sólo son bastantes para la organización de la sociedad; pueden elevarla á un estado de mejora que se buscaría en vano en algún otro de los sistemas conocidos del Gobierno. Persuadidos de las ventajas del nuestro, el ciudadano debe dirijirse á respetar, hasta en sus ápices, la Constitución en que tan felizmente se combinaron los resortes de la máquina social. Siendo imposible que en la Federación se acumule una masa peligrosa de poder en alguna autoridad ó persona, la tiranía se encuentra aislada sin esperanzas ni recursos. Los primeros interesados en la conservación del sistema, son los pueblos, si quieren preservarse de los males del despotismo, que se presenta armado en todos los cambios. Los goces de la libertad están expuestos á turbarse y á perderse en las convulsiones de la anarquía. Cuando la voluntad del aspirante y del malvado se sobrepone á las leyes, sería en vano pedir garantías al crimen y á la fuerza. La exageración de principios conduce á la ruina de los establecimientos políticos mejor consolidados. La moderación, que es una virtud en las relaciones individuales, es una necesidad para el orden de las naciones.
Os aconsejo, compatriotas amados, que el espíritu de prudencia jamás os abandone en la adopción de formas. Resta mucho por hacer, yo lo confieso, para que disfrutemos los beneficios de una entera civilización. Pero las leyes á que no ha presidido la opinión, al menor esfuerzo desaparecen. La educación abre la puerta á los adelantos sociales, y sin ellos son inútiles los esfuerzos de los amigos de la humanidad. Procuremos la ilustración tan descuidada del pueblo, y él será en breve, digno del siglo en que vivimos.
Como si el autor de la sociedad no lo fuera igualmente de la religión, han supuesto algunos la incompatibilidad de sus deberes. Los mexicanos no piensan así. El culto público es un deber especial, y el respeto á las autoridades, una obligación religiosa. Manténgome firmemente adherido á la religión, en cuyo ejercicio hallaréis, mexicanos, la mejor garantía de nuestras libertades.
No son sus verdaderos amigos los que promueven indignas sospechas contra los soldados de la Independencia, de la Libertad y de la Federación. Han pasado por muchas privaciones, fueron modelos de obediencia, lo serán siempre de ciega adhesión á las instituciones. Los he acompañado, mexicanos, en sus gloriosas empresas, y fué su mayor anhelo hacerse más y más dignos de vuestro aprecio. Procuraré el restablecimiento de la disciplina: fortifiquemos el brazo que otra vez ha de humillar á los enemigos de nuestra adorada independencia.
En paz con todas las naciones, exceptuando la que aspira á vendérnosla á precio de oprobio, continuaremos acreditando la buena fe que nos caracteriza en nuestras relaciones políticas y comerciales. Este pueblo tiene la energía, tanto como la franqueza de su edad juvenil.
El pueblo se une sin peligro alrededor de los gobiernos que ha creado él mismo, y corresponden á esta confianza con una dedicación constante, y con celo siempre puro, en el desempeño de sus obligaciones. Violencias y abusos del Poder son los miserables recursos de los tiranos que se apoyan en el terror, porque los ha condenado la opinión. Mi gobierno recibe su sanción del pueblo; ha de marchar invariablemente por el nuevo sendero de las leyes. No equivoquemos, sin embargo, la libertad con la licencia, la protección de un derecho, con el favor al crimen. La base de mis operaciones será la justicia, sostenida por la prudencia. ¡Mexicanos! ¡Amigos! Mi corazón os habla en el idioma que no es el del dolo ni de la perfidia. Os juro no desviarme jamás de las obligaciones que me impone la Constitución de la República. Cumplid con las vuestras.
México, Mayo 20 de 1833.—Antonio López de Santa-Anna.
Es copia. México, 21 de Diciembre de 1832.—Oteiza, Diputado Secretario.—Elizalde, Diputado Secretario."
1.- El General Santa-Anna no desempeñaba sus funciones de Primer Magistrado, al expedir esta Proclama, sino que el Vicepresidente Gómez Farías le substituía en el Poder.
* Senado de la República-COLMEX. Planes de la Nación Mexicana. Libro dos, pp. 178
** República Mexicana. Informes y manifiestos de los Poderes Ejecutivo y Legislativo de; 1821 a 1904. publ. hecha por J. A. Castillón de orden de del Señor Ministro de Gobernación don Ramón Corral. México. 1905. Tomo III, pp. 119-121.
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