14 de Noviembre de 1829, Manuel Mier y Terán
El Departamento de Texas está ya en contacto con la nación más ávida de tierras. Los norteamericanos sin que el mundo lo haya sentido se han apoderado sucesivamente de cuanto estaba en toque con ellos, en menos de medio siglo se han hecho dueños de colonias extensas que pertenecían a España y Francia, y de comarcas aun más dilatadas que poseían infinidad de tribus de indígenas que han desaparecido de la superficie de la tierra. No hay potencia como la del Norte que por caminos silenciosos haya hecho conquistas de mayor importancia en todo el mundo. Admira tanta destreza, tan gran constancia en los designios, y la uniformidad de los medios de ejecución, que siempre tienen el éxito más completo [...]
Comienzan por fingir derechos como en Texas, que es imposible sostener en una discusión seria, aparentan pretensiones ridículas fundadas en hechos históricos que nadie admite [...] Entretanto el país a que la maniobra se dirige, y que por lo común ha sido desierto, comienza a ser visitado por los labradores y empresarios, algunos de ellos se fijan en el suelo aparentando que su situación nada quita ni añade a la cuestión del derecho de la Soberanía ni posesión de la comarca, suficiente número de estos precursores originan a poco interés que complica el estado político del país atacado, aparecen las desconfianzas, los amagos propios para trabajar, la constancia del legítimo poseedor y para disminuirle las utilidades de la administración y ejercicio de la autoridad, y en llegado a este punto, que es precisamente en el que está Texas, comienza el manejo diplomático, los tormentos en que ellos han puesto al terreno pretendido y la generalidad con que se manifiesta un concepto de que hay derechos para poseerlo, es el asunto de notas en que caben frases de equidad, de moderación hasta que con el auxilio de otros incidentes que nunca faltan en el curso de las relaciones diplomáticas se viene al fin deseado de concluir una transacción, tan onerosa para una parte como ventajosa para otra. Lo que hay que observar en esta marcha es que ha sido la que se ha seguido para despojar a potencias de Europa de vastos terrenos que con el nombre de Colonias poseían en América, que eran de un interés secundario. La cuestión con respecto a México es muy diferente, se trata de atacar intereses primordiales ligados íntimamente a la existencia política de nuestra Patria. México podría enajenar, o ceder, imitando la conducta de Francia y la España, terrenos improductivos que estuviesen en la África o en el Asia. ¿Pero cómo puede prescindir de su propio suelo, dejar a una potencia rival que se coloque ventajosamente en el riñón de sus Estados, que mutile a unos y quede flanqueado a todos?[...] Si México consintiera en esta vileza se degradaba de la clase más elevada de las Potencias Americanas a una medianía despreciable que les dejaría la necesidad de comprar una existencia precaria a costa de humillaciones, debería en el acto ceder a Texas.[...] La venta de este Departamento reduce la propiedad territorial y el valor de las tierras en todo el resto de México a una mitad del que ahora tienen. Estas aserciones aunque traen consigo mismas la evidencia, deberían manifestarse con una extensión que no admite este lugar para fijar una convicción en todo mexicano, "que el que consienta y no se oponga a la pérdida de Texas es un traidor y execrable que debe castigarse con todo género de muerte".
|