Veracruz, octubre 7 de 1823
Proclama del excelentísimo señor comandante general de Veracruz D. Guadalupe Victoria
Soldados:
El jefe del castillo de San Juan de Ulúa, que en el delirio de su acaloramiento vio frustrada la quimérica esperanza de imponer y envolver en una guerra intestina a esta nación heroica y magnánima, acaba de cometer a nuestra vista la más injusta agresión, de que no hay ejemplo en la historia de las calamidades humanas, rompiendo intempestivamente el fuego sobre una ciudad pacífica, que en prepararse para la defensa no hacía más que usar del libre ejercicio de sus derechos, creyendo acaso que cuando hubiese precipitado en los horrores del desorden a aquel mismo vecindario, cuya generosidad había provisto a su subsistencia, el gobierno mendigaría una paz vergonzosa.
Bien a su pesar experimentará el triste desengaño de sus equivocados conceptos, cuando después de haber comprometido los más caros intereses de su patria, el honor de sus soldados, cuyo mando se le confió sólo para la defensa de la fortaleza, y aun su precaria existencia, vea que el gobierno pone a mi disposición todos los auxilios de que abunda para hacerle una guerra eterna, que durará mientras exista un sólo mexicano, y acabará con la destrucción de ese impotente baluarte de la tiranía.
Sólo en las actuales circunstancias en que se halla la España, y lisonjeado por el premio de un gobierno servil y destructor, pudo dar un paso en que, desmintiendo las solemnes protestas de los enviados de su anterior gobierno, no ha hecho otra cosa que asegurar a los opresores de su país un punto que franquea al extranjero la puerta por donde acabe de conseguir sus detestables miras.
Tal es el voto de la nación a que tenéis la dicha de pertenecer. Hijos de la Victoria, habéis acreditado que no os causan fastidio las penalidades de la guerra: a vuestro lado están aquellos mismos oficiales doblados con el peso de tantos laureles, y ya vuestros contemporáneos, apreciadores de vuestras virtudes, os preparan la corona inmortal con que os distinguirá la posteridad agradecida.
Mas para que en ningún tiempo puedan echaros en cara una mancha que eclipsara el brillo de las armas mexicanas, respetad como hasta aquí estas propiedades de que sois fieles custodios, y que pertenecen a familias honradas, víctimas del capricho. La suerte os presenta un campo vastísimo en donde de nuevo acreditéis al mundo entero vuestra moderación, valor y constancia, y la fama llevará vuestro triunfo hasta las más remotas generaciones, colocándoos en el número de los héroes por el logro de una empresa que acabará de asegurar para siempre nuestra independencia nacional. Yo estoy persuadido de que os halláis penetrados de estos nobles sentimientos, que son los mismos que animan a vuestro amigo y compañero de armas.
Veracruz, octubre 7 de 1823.
Guadalupe Victoria.
Juan Ortiz Escamilla (Comp.) [Con la colaboración de David Carbajal López y Paulo César López Romero]. Veracruz. La guerra por la Independencia de México 1821-1825. Antología de documentos. Comisión Estatal del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.
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