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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1823 Manifiesto de Nicolás Bravo y Vicente Guerrero a la Nación. Plan de Chilapa.

Enero 13 de 1823

 

Plan de Chilapa, 13 de enero de 1823

Manifiesto a la nación mexicana

Ciudadanos:

El plan que os manifestamos, y proclamamos solemnemente defender a costa de nuestras vidas, os dará a entender los poderosos motivos que nos han impulsado a tomar sobre nuestros hombros la empresa de reclamar el pretendido gobierno con las armas en la mano; la restitución de los derechos de libertad de la nación que, con escándalo del mundo, ha usurpado el Sr. D. Agustín de Iturbide; quien abusando del poder y fuerza que esta misma nación ha puesto en sus manos para su felicidad, quiere con inaudito atrevimiento prosternarla y reducirla a una humillación vergonzosa, a una esclavitud perpetua. ¿Ni cómo será posible que permanezcan apáticos e indolentes los hombres que tantos servicios hicieron por la libertad de esta América?

Penetrados de los clamores con que la nación reclama y suspira por su libertad, tenemos hoy la noble osadía de negar la obediencia al que se nombra emperador; porque siendo nulo como es el acto y forma de su proclamación, no estamos en el caso de sostenerla. No será nuestro objeto oponernos al sistema de gobierno establecido; no pensamos en constituirnos republicanos precisamente, nada menos que eso; sólo aspiramos por nuestra libertad, por la restitución de nuestro Congreso Constituyente, que es la única legítima representación nacional, y que se halla altamente ultrajada en los más ominosos términos. Juramos reconocer, representados nuestros derechos en aquella augusta asamblea; pero no a un solo hombre que, con mano atrevida, quiso burlarse y atropellar a toda una nación generosa en sus dignos diputados, que legítimamente la representaban. Restituido, pues, nuestro Congreso, y en actitud de obrar, declarar libre y espontáneamente por medio de la Constitución, la clase de gobierno que nos ha de regir.

Protestamos ante el orbe entero, que nos sujetaremos a él sin oposición, aun en el caso de que designe por emperador al mismo Sr. Iturbide, pues sólo queremos que la nación use de su libertad; que ella ejerza los actos de soberanía que le pertenecen, y que ella elija sus gobernantes, sin que intervenga, por pretexto alguno, el influjo fortuito de las armas.

El ejército que hoy reclama la libertad de su patria, es el mismo trigarante que siguió el pronunciamiento de Iguala, y el que sabe respetar y defender vuestros más caros derechos y propiedades; este mismo ejército no dejará las armas, en tanto que no vea asegurada la independencia y libertad del imperio. Cúmplase lo ofrecido en el Plan de Iguala y Tratados de Córdoba, que nos prometieron una representación nacional libre y sin trabas, y no pediremos otra cosa. No queremos guerra; pero la haremos a los que quieran subyugarnos. Nos declaramos libres e independientes del gobierno de D. Agustín de Iturbide, y no le faltaremos a las consideraciones que exige el derecho de gentes, y nuestro carácter agradecido y sincero. En su mano está evitar las desgracias y males que son consiguientes a las guerras civiles, con sólo reintegrar a la nación en sus in enajenables derechos, desnudándose de los que ha usurpado por una ambición sin límites, o por un equivocado concepto, y poniéndose a disposición del Congreso, que sabrá señalarle el lugar que le corresponde, sin olvidar los servicios que en otras circunstancias ha hecho a la patria.

Bajo tales principios, no es de esperar que los pueblos difieran de nuestro sentir. Los hombres libres sabrán comparar nuestros procedimientos con los del gobierno déspota. No pretendemos comprometer a nadie por la fuerza, sino por propio convencimiento.

Chilapa, 13 de enero de 1823, 3º de la independencia y segundo de la libertad.

Vicente Guerrero

Nicolás Bravo

 

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Concluida la reimpresión del plan, se circuló con el manifiesto de los generales concebido en los términos siguientes.

Convencidos (decían) de la necesidad y justicia de poner en ejecución este plan y adiciones, única tabla en que puede salvarse nuestra patria, nos decidimos á abandonar cualquiera comodidad de que pudiéramos disfrutar en la corte, y dejar los falsos brillos á que equivocadamente se creyó aspirábamos, para reunir fuera de ella nuestro ejército: este ejército autor de la obra de la emancipación del imperio, que sabrá ponerlo libre hasta que por su voto general se constituya el gobierno que crea convenirle. En consecuencia lo hemos manifestado con toda la sinceridad de nuestro carácter en una junta celebrada la noche anterior en esta villa, á que asistieron todos los señores jefes y oficiales de esta guarnición; cabiéndonos la satisfacción de ser adherida espontanea, y ardorosamente á nuestras justas ideas esta recomendable parte de la sociedad mexicana. Y para que tan honrosa como plausible resolución se difunda hasta lo más remoto del imperio, y sus luces destierren la preocupación de algunos confirmando la opinión de los que ya están instruidos en el glorioso grito de libertad, lo mandamos reimprimir y circular. Chilapa 13 de enero de 1823.=
Vicente Guerrero. = Nicolás Bravo

 

Este jefe por su parte hizo circular la proclama siguiente:

"Conciudadanos. Es un deber del hombre público dar razón de sus operaciones políticas á la sociedad en que vive. La maledicencia y la impostura podrían pintar con negros colores las acciones más virtuosas, cuando el que las practica no se propone otros fines que los del honor y gloria cívica.

Yo por mi suerte y por unos inequivocados principios me decidí ahora trece años á empuñar la espada en defensa de una nación á que debí el ser, y que queda en un estado de abyección y nulidad infinita. Sacrificáronse en consecuencia las prendas más caras de la vida, porque abandonando los haberes que nos enriquecían, tornamos la tranquilidad de labradores pacíficos en las ansiedades de unos soldados aguerridos. Mi familia se destrozó, la opinión quedó dilacerada por el furor del contrario partido, y un padre amante, y un tío respetable fueron… ¡ah! ... tristes víctimas sacrificadas á intereses torcidos, y á pasiones ruines. Ni paró en esto solo el influjo de mi inevitable destino: proseguí la empresa con rostro impávido, confiado siempre en la justicia que entonces se desconocía.

No recordaré mis servicios porque son demasiado sabidos, ni entrare en el por menor de los actos particulares, y que guiado de la heroicidad, patriotismo y amor á mis semejantes practiqué en favor de los pueblos, de los enemigos vencidos, y  de la humanidad afligida; basta por ahora recordarlo echando un velo á los demás sucesos que siguieron antes y después de que la suerte de la guerra me pusiese en manos del virrey conde del Venadito, porque no es mi ánimo referir mi vida política, sino instruiros de la justicia con que vuelvo á ponerme al frente de las armas para restablecer á la patria con la ayuda del cielo en sus desatendidos derechos.

Apenas oí el pronunciamiento del héroe de Iguala cuando volé nuevamente á abrazar su justo partido. No me detuve en exigirle seguridades ó indemnizaciones para cuando el negocio se viera concluido, sino que en la clase y grado que se me dio á reconocer emprendí mi marcha sin recursos por los pueblos desproveídos, y á pocos días tuve una división valiente y lucida.

Son públicas las marchas que hice hasta el sitio de Puebla, el método con que atravesé las poblaciones: el comportamiento noble de la tropa y oficiales que me honraron con su compañía en la más exacta disciplina; por fin nadie ignora que á la entrada del ejército trigarante á la capital de México se me revistaron 30 hombres bien armados; después me vi perseguido, asechado y en prisión, solo porque se me tuvo por sospechoso; entonces conocí y  conocieron los buenos ciudadanos que el libertador de la patria prevalido del agradecimiento de  un pueblo crédulo, inexperto y confiado, quería volver á encadenarlo. Las armas que sirvieron para lograr la independencia se disponían para que no gozase su libertad, y si era posible, restablecer en el Septentrión los tenebrosos tiempos de Tácito. El señor Iturbide hizo aumentar su autoridad hasta un grado inaudito, y envanecido de su triunfo se propuso imitar á Bonaparte recorriendo sus tortuosos pasos para llegar en poco tiempo á ceñirse la diadema, y dar la ley á sus libertos intimidados. Así lo ha efectuado; pero en este tiempo intermedio la pequeña autoridad que había quedado á esta América conservada en la representación del congreso constituyente, me nombró por uno de los regentes del imperio, y esta casualidad me hizo conocer en el poco tiempo que ejercí el empleo, que ya llegaban tarde los remedios, porque el tirano minaba los fundamentos sociales, y apoderado de las fuerzas y de la opinión por medio de los premios y condecoraciones, se formaba un partido para dar en tierra con los derechos más sagrados de los hombres libres en sociedad. Así es que una cuadrilla de sargentos aleccionados por  un mal clérigo, corrompidos con esperanzas y dinero, alborotaron un barrio de México, impusieron terror á los diputados, y á un pequeño número de ellos que no  pudieron excusarse les arrancó el voto de la coronación para dar con ello apariencia de legitimidad á los actos de la fuerza que se reunió á aquella facción insolente. Yo fui entonces elevado á la clase distinguida de consejero; pero una triste y lastimosa experiencia me hizo conocer que todos los sucesos se dirigían á quitar su libertad á la nación, y á que gimiese encorvada bajo el peso de un cetro de hierro. La totalidad del consejo de que me he separado es de hombres sin voluntad que esperan saber la de su amo para  consultarle, y que no quede desagradado. La junta que se llama instituyente, es la que se quiere que suceda en representación al congreso. Destruido y atropellado, no es otra cosa que una reunión de amigos de Iturbide que espera la iniciativa suya para extender la ley que quiera, pues bien saben que de lo contrario no ha de sancionarla; y he aquí que aunque el llamado emperador se dice constitucional; no conoce otra regla que su arbitrariedad. Es absoluto y lo será si los patriotas que observan estos males graves no se alarman para reclamar su libertad. Por fin él quiere su engrandecimiento sin límites, aunque los pueblos se llenen de horcas y suplicios para sacrificar á  los que no son sus apasionados. La ley del 23 de setiembre para que se juzguen como á militares á los que se llaman sediciosos, es la última prueba de su crueldad, y de que pronto se van á ver en el Anáhuac los horrores de Nerón, de Calígula, de Robespierre, de Venegas y Calleja, virreyes memorables del gobierno pasado.

En tanto que yo he sido un corifeo de la libertad mi amada patria pudiera descansar indiferente bajo la salvaguardia de mis honores, y de la suerte que me había tocado; mas mi corazón se resiste á un egoísmo tan refinado. Mi objeto no es mi interés personal, sino que bajo el plan de Veracruz, se reintegre á la nación en el uso de sus derechos indisputables: que un congreso de diputados elegidos espontáneamente por las provincias, decida de nuestra suerte; pero arranquemos el poder de las manos de un hombre solo, ó de una facción que nos pretende sojuzgar. Implica en el derecho público de las naciones que para constituirse un pueblo libre, se le precise á jurar una determinada forma de gobierno; y para que la América del Septentrión delibere y adopte lo que más convenga aun á sus preocupaciones y necesidades, ofrezco por mi parte conducir la empresa hasta donde me sea dable; asegurando que si por las vicisitudes humanas me presentasen mis enemigos en un sangriento espectáculo, habrá cumplido con los deberes de un hombre libre, vuestro conciudadano y fiel amigo.

Chilapa 13 de enero de 1823. (3º de la independencia y 1º  de la libertad).

Nicolás Bravo.