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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1823 El honor y patriotismo del general Nicolás Bravo, demostrado en los últimos días del fugaz imperio de Iturbide. Carlos María de Bustamante.

Enero, 1823.

 

EL HONOR Y PATRIOTISMO DEL GENERAL D. NICOLAS BRAVO, DEMOSTRADO EN LOS ULTIMOS DIAS DEL FUGAZ IMPERIO DE ITURBIDE, o SEA MEMORIA FORMADA Sobre los apuntes existentes en la secretaría de dicho general Bravo.

 

Don Agustín de Iturbide creía en estos días que el verdadero modo de sojuzgar a sus enemigos y de afirmar su imperio sería por medio del terror, y que de él debía usar enérgicamente con los diputados del primer congreso general a quienes tenía presos, y de quienes tenía más que temer.

El primero de estos perseguidos era el Dr. D. Servando de Mier, cuyas relevantes prendas reconoce la nación, y de que no cesaremos de hablar, porque para ello nos prestarán abundante materia sus hechos de un exaltado patriotismo.

Sabia Iturbide que desde su prisión predicaba la libertad y la república, cuyas ventajas había demostrado en una erudita memoria; así es que no cesaba de exhortar a los oficiales y soldados de la guardia que lo custodiaban a que se revolucionasen, de los que hacía prosélitos. Sus razonamientos llenos de energía, y acompañados de la unción y prestigio de sus virtudes y gran saber, nunca se oían con indiferencia; persuadía cuanto hablaba, pues además de esto él se presentaba con sencillez y popularidad: nadie ignoraba que aquel varón respetabilísimo era una de las primeras víctimas sacrificadas por la libertad pública, tanto en América como en España. Para deshacerse, pues, de este mortal e irreconciliable enemigo de la tiranía, Iturbide mandó construir en el cuartel del número 1 de infantería una estrecha prisión donde se propuso sepultarlo. El día 1° de enero debía trasladársele a ella desde el convento de Santo Domingo donde estaba preso, y donde se le había tratado muy mal por el P. provincial Fr. Luis Carrasco. Aunque se había guardado un profundo secreto sobre el objeto con que se construía aquel socucho mientras se edificaba, llegó a descubrirlo el P. capellán del número 1 Fr. José Marchena, y así pasó luego a revelárselo al P. Mier, proponiéndole la fuga, que aceptó y realizó vestido de dominico poco antes de las dos de la tarde del día 1° pasando por en medio de varias centinelas sin ser conocido. Llevólo a la calle de Santa Clara que era el punto convenido con el P. franciscano Fr. Ignacio Luna, auxiliante del capellán de dicho monasterio; más este por mayor seguridad lo trasladó a la casa de unas mujeres pobres conocidas suyas. Entre estas había una iturbidista y visionaria que entendiendo quien era el que allí se alojaba, formó escrúpulo de conciencia, y pasó a consultarlo con un padre felipense de la casa Profesa, el cual santamente, y para mayor honra y gloria de Dios la dio opinión de que lo denunciase, como lo ejecuto sin demora, al capitán general de México D. José Antonio Andrade. Mandólo luego arrestar, y su ayudante D. Agustín Pardiñas lo condujo amarrado a la cárcel de corte hundiéndolo allí en un estrecho calabozo llamado del Olvido.

Esparcida la noticia de la fuga del P. Mier que oyeron con gozo sus amigos y con sentimiento los frailes, se conoció luego que en ella había tenido mucha parte el P. Marchena; buscósele para arrestarle; pero él supo ocultarse saliendo de la capital como después veremos. No tuvo igual fortuna el P. Luna, pues fue preso en S. Francisco y bastante perseguido por sus compañeros. Supo Marchena que el día 5 de enero debía salir de México el general Bravo con el general Guerrero, con el objeto de marchar el primero para Oaxaca, y el segundo para Acapulco a fin de reunir las tropas de aquellos destacamentos, y que era voluntad de Bravo que lo acompañase. Partió pues disfrazado y se encaminó a la villa de Ntra. Sra. de Guadalupe a la casa del coronel D. Antonio de Castro que mandaba un destacamento de dragones, y salieron ambos de allí el 5 de enero con la partida de soldados para reunirse con los generales en las lomas de Xuchi En el tránsito sufrieron muchas incomodidades, ya por lo violento de la marcha: ya, porque se escaparon algunos soldados y se presentaron a indulto del emperador. Finalmente en el pueblo del Copalillo lograron reunirse con los generales Bravo y Guerrero; pero la fuga de estos jefes de México merece referirse con alguna detención.

Salieron ambos por la acequia de Ixtacalco como de paseo: llegaron a Mexicaltzinco donde tomaron chocolate; pero el alcalde de aquel pueblo D. José María Moya avisó al gobierno de esta ocurrencia. Destacóse al teniente coronel de dragones de S. Carlos D. José María Plaza para que los arrestase en el punto mismo donde los hallara. Llegaron a la hacienda de Axalco; mas he aquí que cuando se preparaban para desayunarse y continuar su viaje, llegó el oficial comisionado. Luego que entró en la hacienda habló con Guerrero, quien procuró persuadirle que se retirase dejándolos ir, o que se les reuniese. Plaza mostró convencerse con sus reflexiones; mas notando Bravo que pasado un largo rato aun no salía de la casa, se fue a buscarlo, y por entre las aberturas de la puerta vio que descansaba asaz confuso y pensativo sobre la manzana de la silla de montar: comenzó luego a hablarle; pero su razonamiento fue más corto y enérgico que el de Guerrero, y muy mucho mas persuasivo y vigoroso, porque lo acompañó con 16 onzas de oro que le puso en la mano, las mismas que le había proporcionado para su emigración la Sra. Doña Petra Teruel de Velasco, matrona bien conocida por su patriotismo. Plaza mostró alguna repugnancia... pues, pero vencible, y de hecho la venció pronto: para acabar de decidirse dijo que convenía cambiar de trajes para que los generales no fuesen conocidos. Trocó pues sus trapos indecentes por los uniformes y equipajes de dichos jefes, y salió tan gozoso y ufano como pudiera el mismo Sancho Panza cuando hizo mutatioCoparum, quiero decir cuando cambió la albarda de su rucio por la del de aquel malhadado barbero a quien D. Quijote despojó del yelmo de Mambrino, y si no lo hizo del borrico que montaba, fue porque las estrechas leyes de la caballería no permitían a Sancho cambiar su asno por el de aquel Martino. Por tanto los generales continuaron su marcha semejando a dos miserables pordioseros llenos de andrajos.

Súpose luego en México la artería del oficial Plaza, y el comandante general libró reiteradas y ejecutivas órdenes para que lo pasasen por las armas donde fuese hallado. Entróse en México, refirió el hecho a varias personas liberales aunque ocultándoles la vergonzosa circunstancia de haber recibido las onzas y los vestuarios, y... ¡cosa rara! uno de los diputados arrestados en S. Francisco le proporcionó la fuga y asilo seguro para los llanos de Apan la segunda noche en que se quemaban los castillos en México por la proclamación de Iturbide emperador.

Desde el pueblo del Copalillo comenzaron los generales a dictar providencias, firmando en la mayor parte las órdenes el sr. Bravo; dirigíanse al brigadier Figueroa, al mayor Ordiera y otros jefes de confianza, previniéndoles con oportunos avisos que les daban de todo lo ocurrido, que preparasen la tropa para obrar en buen sentido.

Al siguiente día (11 de enero) los generales marcharon para una loma con el objeto de aguardar allí toda la reunión combinada de Castro; incorporados con ella continuaron hasta la orilla del rio grande de Mescala que pasaron en balsas tiradas de indios como en Atenango, puntos memorables en la historia por haber ocurrido en ellos la desgraciada prisión del Sr. Morelos, y se dirigieron al pueblo de Tlalcozautitlan, nombre que tiene el río por donde pasaron, y descansaron poco por lo molesto de los moscos. Continuaron para Chilapa, y encontrando un correo que venía de aquel punto vieron por las contestaciones que traía que todo quedaba en la mejor disposición. Habiendo entrado en el pueblo en la noche se mandó reunir luego una junta militar, cuya sesión abrió el general Guerrero con un breve razonamiento, en seguida del cual se leyó el plan de Veracruz del general Santa Anna y adiciones, obras ambas de este jefe y de D. Guadalupe Victoria, que a la letra son como sigue (1).

"Art. 1° La religión C. A. R. será la única del estado sin tolerancia de otra alguna.

Art. 2° La América del Septentrión es absolutamente independiente de cualquiera otra potencia, sea cual fuere.

Art. 3° Es soberana de sí misma, y el ejercicio de esta soberanía reside únicamente en su representación nacional, que es el soberano congreso mexicano.

Art. 4° Es libre, y además con su actual emancipación se halla al presente en un estado natural.

Art. 5° Como independiente, soberana y libre, y en un estado natural, tiene plena facultad para constituirse conforme le parezca que mas conviene a su felicidad por medio del soberano congreso constituyente.

Art. 6° A este toca única y privativamente después de examinar el voto de las provincias, oír a los sabios y escritores públicos, y en fin, después de un maduro examen, declarar la forma de su gobierno, fijar los primeros funcionarios públicos, y dictar sus leyes fundamentales, sin que persona alguna sea de la graduación que fuese pueda hacerlo; pues la voluntad de un individuo o de muchos sin estar legítimamente autorizados al efecto por los pueblos, jamás podrá llamarse la voz de la nación.

Art. 7° Lo mismo es que el congreso constituyente nada haya declarado, que el haberlo hecho con violencia y sin libertad.

Art. 8° Según lo expuesto es evidente que habiendo D. Agustín de Iturbide atropellado con escándalo al congreso en su mismo seno la mañana del 19 de mayo de 1822, faltando con perfidia a sus solemnes juramentos, y prevalídose de la intriga y de la fuerza como es público y notorio para hacerse proclamar emperador, sin consultar tampoco con el voto general de los pueblos; la tal proclamación es a todas luces nula, de ningún valor ni efecto, y mucho mas cuando para aquel acto de tanto peso, del que iba a depender la suerte de la América no hubo congreso, por haber faltado la mayor parte de los diputados.

Art. 9° Por tanto no debe reconocerse como tal emperador, ni obedecerse en manera alguna sus órdenes; antes bien por tales atentados cometidos desde el 26 de agosto hasta el día, sobre todos la escandalosa, criminal, y temeraria disolución del congreso soberano, y los posteriores que seguirá cometiendo, tendrá que responder a la nación, la que a su tiempo le hará los grandes cargos correspondientes con arreglo a las leyes, que también alcanzarán a los que se mancomunen con él para continuar Usurpando los derechos de los pueblos que gimen bajo un yugo más duro que el del anterior inicuo gobierno.

Art. 10 El cumplimiento del antecedente artículo lo reclama vigorosamente la justicia universal, el honor y la vindicta pública de la América del Septentrión altamente ofendida por un hombre que socolor de libertarla, la ha ultrajado de todos modos; sin que valga de alegato la pretendida inviolabilidad por suponer ésta la formal, solemne y libre declaratoria de la forma de gobierno por el soberano congreso constituyente, y además también la formal, solemne y libre elección de la persona a quien pudiera corresponderle; y lo último porque siendo base adoptada provisionalmente, aunque dicho congreso hubiera sancionado lo primero y segundo, podría haber derogado o restringido el artículo de la constitución española que la concede.

Art. 11. Tampoco podrá servir de alegato el que dicha proclamación se ha vigorizado por los hechos posteriores, por ejemplo con la expedición de órdenes que hasta la fecha han corrido con el nombre del pretendido emperador; porque la circulación de estas no dan el suficiente baño de legitimidad a unos actos intrínsecamente inválidos e insuficientes; así como no da ni puede darlo la larga posesión, o llámesele en su verdadero significado, la larga usurpación de los derechos de los pueblos.

Art. 12. En los países libres sin congreso, que es la reunión de todos, o por lo menos de la mayor parte de los diputados precisamente nombrados por las provincias en la forma legal, no hay representación nacional, ni cuerpo legislativo, y sin ambos ni constitución, ni leyes que obliguen a su cumplimiento por falta de la verdadera fuente de donde deben emanar.

Art. 13. Con la disolución del congreso se halla la nación en una total orfandad y sin una primera autoridad legítimamente constituida; porque la que de hecho se halla al frente tiene los sustanciales vicios de invalidación anunciados en los anteriores artículos, que la vuelven del todo nula, y sin más leyes que la ambición, el capricho y pasiones; en consecuencia nos hallamos en una perfecta anarquía.

Art. 14. Para evitar la continuación de los funestos resultados de ella, será nuestro principal deber procurar reunir por cuantos medios estén al alcance humano a todos los diputados, hasta formar el soberano congreso mexicano, que es el órgano de la verdadera voz de la nación, y el que sostenido únicamente podrá salvarnos del actual naufragio.

Art. 15. Reunido ya el número suficiente de los diputados en el punto que elijan para formar el congreso, y estando en absoluta libertad, lo harán entender así a las provincias, a fin de inspirarles la confianza que no tienen en el día del actual gobierno. Asimismo les harán entender los vicios y nulidades de las resoluciones dictadas en México, las que no teniendo otro origen que la arbitrariedad o la fuerza, no obligan a su cumplimiento; quedando igualmente a su cargo dictar las medidas, instrucciones y providencias oportunas para continuar la empresa hasta dar el último golpe que demanda a la grande obra de nuestra regeneración política que le está encomendada.

Art. 16. Libre el congreso, y puesto en el punto que señale, procederá a nombrar una junta o regencia compuesta del número de individuos que tenga a bien, en la que depositará el poder ejecutivo. Tal gobierno será el único legítimo, y el que como tal reconocerán provisionalmente las provincias, autoridades y habitantes todos de esta América, hasta que se declare la constitución permanente del estado; delegando igualmente el supremo poder judicial con arreglo a las circunstancias, pues debe quedar también con separación.

Art. 17. Para que el congreso pueda dar principio a sancionar las primeras bases de la constitución permanente del estado, es necesario que además de no perder de vista lo indicado en el artículo 6°, que lo haga en congreso pleno. Así lo exigen la justicia, la política y la tranquilidad de la América; porque dependiendo indefectiblemente de estos primeros pasos nada menos que el que seamos felices para siempre, o para siempre desgraciados, deben darse con toda aquella solemnidad, circunspección, juicio y previsión que demanda asunto de tanta gravedad, evitando así aun la mas ligera sombra de queja de las provincias."

A este plan se le hicieron las aclaraciones siguientes.

"Primera. No hay sociedad sin unión, y por lo mismo se conservará esta íntima con todos los europeos y extranjeros radicados en este suelo, que no se opongan a nuestro sistema de verdadera libertad de la patria, y mas cuando no es de esperar de su ilustración, que siendo libres allá en su país, quieran quedar de esclavos aquí en esta América.

Segunda. Son ciudadanos todos, sin distinción, los nacidos en este suelo: los españoles y extranjeros radicados en él, y los extranjeros que obtuvieren del congreso carta de ciudadano según la ley.

Tercera. Los ciudadanos gozarán de sus respectivos derechos conforme a nuestra peculiar constitución, fundada nada menos que en los sólidos principios de igualdad, seguridad, propiedad y libertad conforme a nuestras leyes que los explicarán en su extensión; respetándose sobre todo sus personas y propiedades, que son las que corren mas peligro en tiempo de convulsiones políticas.

Cuarta. El clero secular y regular será conservada en todos sus fueros.

Quinta. Los extranjeros transeúntes tendrán una generosa acogida en el gobierno, protegiéndose en sus personas y propiedades; y respecto de los que soliciten su radicación en el país, señalará nuestro filantrópico congreso los requisitos necesarios para que puedan verificarla.

Sesta. Los ramos del estado quedarán sin variación alguna, y todos los empleados políticos, civiles y militares se conservarán en sus respectivos empleos y destinos, meros los que se opongan al actual plan de la verdadera libertad de la patria; pues a estos con conocimiento de causa se les suspenderá hasta la resolución del soberano congreso.

Séptima. Se permitirá el libre y franco comercio y demás tráfico de intereses en lo interior, sin que nadie pueda ser molestado en sus giros y tránsitos.

Octava. Los empleos, grados y honores de cualquiera clase que sean, que desde el presente grito de la verdadera libertad de la patria en lo de adelante diere Iturbide, no serán reconocidos si no es que la nación quiera después aprobarlos, porque ellos seguramente no van a tener por objeto la utilidad común, sino la de comprometer a los individuos a quienes se les confieran para aumentar así su facción, como en otro tiempo lo hizo Novella.

Novena. En las causas civiles y criminales procederán los jueces con arreglo a la constitución española, leyes y decretos vigentes expedidas hasta la temeraria extinción del soberano congreso en todo aquello que no se oponga a la verdadera libertad de la patria.

Décima. En las de conspiración contra la verdadera libertad de la patria se asegurarán las personas quedando a disposición del soberano congreso para que dicte a su tiempo la pena que deba aplicárseles como a uno de los mayores delitos.

Undécima. Se hace especial encargo a las autoridades políticas, civiles y militares, que estén a la mira con los emisarios y la clase de individuos que con sus maquinaciones intenten corromper la opinión sana de los pueblos acerca de su verdadera libertad, asegurándolos en tal caso; lo que verificado procederán los jueces a la plena averiguación, y si de ella resultaren reos de lesa nación, se obrará contra ellos conforme a lo explicado en la antecedente aclaración.

Duodécima. De consiguiente no se podrá, a pretexto de diversidad de opiniones ni distinción de partidos, quitar la vida a persona alguna. La autoridad o juez sea cual fuere que lo hiciere, será tenido como reo de frío asesinato y juzgado así por las leyes, no sirviendo de pretexto o escusa el que la ejecución se mande por autoridad superior; pues la que diese la orden y la que la ejecutase serán tenidos como tales, si no es precisamente en acción de guerra.

Décimatercia... Cuando con obstinación se desprecian los fundados clamores de los pueblos y se les despoja de sus más sagrados derechos por medio de la fuerza, no teniendo otro fruto de sus justas reclamaciones que redoblar los arbitrios del opresor para continuar oprimiéndolos, y sin la más remota esperanza de remedio, no les queda mas recurso que repeler la fuerza con la fuerza... este es el doloroso caso en que nos hallamos.

Decimacuarta. A su consecuencia se creará un ejército libertador que se compondrá de los cuerpos ya formados que se adhieran al sistema de libertad verdadera. Estas tropas observarán la más exacta disciplina, y se considerarán de línea. Todos sus jefes y oficiales se conservarán en los grados y empleos que tengan a la fecha, con opción a los de escala y a los demás a que se hagan acreedores por sus nuevos servicios; y respecto de los neutrales el congreso determinará de sus grados y ascensos; pero a los que se opongan, con conocimiento de causa se les suspenderá de sus empleos hasta que el mismo resuelva sobre este punto.

Décima quinta. Las compañías de milicias nacionales y los paisanos que entrasen a servir en ellas uniéndose al ejército, serán reputados como provinciales, y gozarán el fuero militar con arreglo a ordenanza, sin perjuicio de las declaraciones favorables que después haga el congreso respecto de estos cuerpos, como de algunos de sus individuos en lo particular, según los méritos que puedan adquirir.

Décima sexta. Se atenderá a los contraídos desde el grito de Iguala hasta la fecha, sin olvidarse de los buenos servicios de la primera revolución; teniéndose por muy especiales los que se hagan ahora nuevamente para reintegrar a la nación en sus derechos que actualmente se hallan vulnerados.

Décima séptima. Para la provisión de empleos de todas clases se atenderá sobre todo a los méritos, talentos y virtudes públicas de los sujetos a quienes hayan de conferírseles, fijando el congreso las reglas necesarias al efecto; pero mientras se reúne, solo se podrán dar provisionalmente aquellos que sean de absoluta necesidad y conocida conveniencia pública.

Décima octava. En el caso de que algunos jefes con el resto de sus tropas, despreciando su honor y haciéndose sordos e insensibles a los clamores de su propia conciencia y del suelo que les dio el ser, trataren de batir y destruir a sus hermanos que sostienen sus más caros derechos, será forzoso (aunque muy sensible) usar de las armas, y que la guerra decida lo que no pueden alcanzar ni la justicia, ni los vínculos más sagrados, ni el dulce amor a la patria, ni aun la misma naturaleza; portándonos por nuestra parte con la mayor moderación, y guardaremos siempre los derechos de la guerra y de gentes, con la firme protesta ante Dios y los hombres, de que economizaremos hasta donde nos sea posible la más leve gota de sangre, sangre que lloraría eternamente la América Septentrional.

Décima nona. Las tropas del ejército libertador se sostendrán de los ramos conocidos por de hacienda pública, y cuando los buenos patriotas hicieren espontáneamente algunos préstamos con tal objeto, serán satisfechos a su tiempo por la nación con toda puntualidad. Nada se dice de la deuda pública por estar este punto ya declarado por el congreso.

Vigésima. Los intendentes, tesoreros y administradores de dichos ramos, sin orden expresa o visto bueno del jefe respectivo en cada provincia declarado por el sistema de libertad, no suministrarán cantidad alguna, y sí solo podrán hacerlo en el caso de una urgencia extraordinaria para el preciso socorro de nuestras tropas; pero aun en este caso recogerán a la mayor brevedad el documento o constancia prescrita, sin cuyo requisito no se les pasarán en data.

Vigésima prima. Se observarán las disposiciones publicadas por el Sr. D. Antonio López de Santa Anna en nuestro glorioso grito de libertad del 2 de este mes, las que fueron consultadas con la exma. diputación provincial, y son a la letra como siguen.

"Que se observen inviolablemente las tres garantías publicadas en Iguala, que sostendrán las tropas regionales con el mayor empeño y eficacia, haciéndose reo de lesa nación cualquiera que atente contra cada una de ellas. Otra será establecer un armisticio con el general de S. Juan de Ulúa; por manera que entre este y aquel punto no se rompan las hostilidades, y se conserve una prudente y honrosa armonía, según lo acuerde con aquel jefe la comisión que a este efecto se diputará por el exmo. ayuntamiento; tratándose desde luego de que con anuencia del alto gobierno se nombren también dos comisionados que han de pasar a España a combinar su entrega y los tratados de comercio recíproco que haya de establecerse con ventaja de ambos hemisferios.

Por último, se restablecerá inmediatamente la libertad del giro marítimo de la Península para la franca importación de efectos, y la extracción de frutos y caudales, sin mas derechos que los que designa el arancel sancionado por las cortes mexicanas; e igualmente la particular de cada individuo para entrar y salir sin obstáculo en esta América con todos sus bienes sean de la clase que fueren.

Vigésima segunda. Por último, todo lo que se previene en el presente plan ha de entenderse sin perjuicio de las altas facultades del soberano congreso, el que ya reunido y libre podrá hacer las variaciones convenientes según lo pida la naturaleza de los asuntos que en él se refieren; pues estamos muy lejos de imitar la arbitrariedad de aquellos que se han querido abrogar lo que solo es privativo de la soberanía de la nación. ¡Viva la nación! ¡Viva el soberano congreso libre! Y viva la verdadera libertad de la patria, sin admitir ni reconocer jamás las órdenes de D. Agustín de Iturbide. Veracruz 6 de diciembre de 1822, 2° de la independencia y 1° de la libertad. —Antonio López de Santa Anna. = Guadalupe Victoria. = Es copia. Mariano Barbabosa, secretario. (2)

Pidióse el voto de los concurrentes, y todos se manifestaron decididos a tomar las armas por la causa de la libertad nacional; distinguiéndose entre los que mostraron más resolución el brigadier Figueroa y capitán Ximeno. Habló en seguida el auditor de guerra Lic. Castañeda en cuyo razonamiento se notaron estas palabras: "Es necesario (dijo) que la acción de tomar las armas sea solamente para volver a la nación sus vulnerados derechos, y de ninguna manera para satisfacer odios ni resentimientos personales, pues esta conducta opacará todo el mérito que contraigamos." Reinó por largo rato un profundo silencio entre los oficiales que obligó a D. Apolinario Ramírez a tomar la palabra, y saliéndose hasta la mitad de la sala dijo; "Parece que veo algo resfriados a mis compañeros siendo esta la ocasión en que debemos manifestar nuestros deseos de servir a la patria." Hubo entonces murmullo, mas luego convinieron todos en obrar de acuerdo y con decisión. Terminóse luego la junta dándose todos muchos abrazos.

Los generales mandaron que en la noche se reimprimiese allí dicho plan de Veracruz con la nota que se lee a su calce, en la que ofrecen adherirse a él. Existía allí una imprenta que Guerrero había remitido algunos meses antes, por cuyo medio se publicaba un Periódico y corría bajo la dirección de dicho auditor de guerra Castañeda.

Al día siguiente el brigadier Figueroa comenzó a trabajar un manifiesto en que decía a los pueblos los motivos por que se hacía frente a la tiranía de Iturbide. Guerrero hizo convocar al ayuntamiento de Chilapa, a quien también instruyó de las ocurrencias. Los regidores manifestaron aunque con bastante frialdad adherirse a su plan. D. Juan Reguera se explicó entonces con energía y por esto se atrajo el odio de aquellos egoístas.

En la tarde se reunió la tropa en la plaza del pueblo, y también se le instruyó de todo lo ocurrido: exijiósele juramento de sostener la causa nacional que prestó con vivas, cohetes y salvas. Por medio de estas exterioridades procuraban los Chiapanecos salir del paso.

Concluida la reimpresión del plan, se circuló con el manifiesto de los generales concebido en los términos siguientes.

Convencidos (decían) de la necesidad y justicia de poner en ejecución este plan y adiciones, única tabla en que puede salvarse nuestra patria, nos decidimos a abandonar cualquiera comodidad de que pudiéramos disfrutar en la corte, y dejar los falsos brillos a que equivocadamente se creyó aspirábamos, para reunir fuera de ella nuestro ejército: este ejército autor de la obra de la emancipación del imperio, que sabrá ponerlo libre hasta que por su voto general se constituya el gobierno que crea convenirle. En consecuencia lo hemos manifestado con toda la sinceridad de nuestro carácter en una junta celebrada la noche anterior en esta villa, a que asistieron todos los señores jefes y oficiales de esta guarnición; cabiéndonos la satisfacción de ser adherida espontanea, y ardorosamente a nuestras justas ideas esta recomendable parte de la sociedad mexicana. Y para que tan honrosa como plausible resolución se difunda hasta lo más remoto del imperio, y sus luces destierren la preocupación de algunos confirmando la opinión de los que ya están instruidos en el glorioso grito de libertad, lo mandamos reimprimir y circular. Chilapa 13 de enero de 1825. = Vicente Guerrero. = Nicolás Bravo."

Este jefe por su parte hizo circular la proclama siguiente:

"Conciudadanos. Es un deber del hombre público dar razón de sus operaciones políticas a la sociedad en que vive. La maledicencia y la impostura podrían pintar con negros colores las acciones mas virtuosas, cuando el que las practica no se propone otros fines que los del honor y gloria cívica.

Yo por mi suerte y por unos inequivocados principios me decidí ahora trece años a empuñar la espada en defensa de una nación a que debí el ser, y que queda en un estado de abyección y nulidad infinita. Sacrificáronse en consecuencia las prendas más caras de la vida, porque abandonando los haberes que nos enriquecían, tornamos la tranquilidad de labradores pacíficos en las ansiedades de unos soldados aguerridos. Mi familia se destrozó, la opinión quedó dilacerada por el furor del contrario partido, un padre amante, y un tío respetable fueron... ¡ah!... tristes víctimas sacrificadas a intereses torcidos, y a pasiones ruines. Ni paró en esto solo el influjo de mi inevitable destino: proseguí la empresa con rostro impávido, confiado siempre en la justicia que entonces se desconocía. No recordaré mis servicios porque son demasiado sabidos, ni entraré en el por menor de los actos particulares, y que guiado de la heroicidad, patriotismo y amor a mis semejantes practiqué en favor de los pueblos, de los enemigos vencidos, y de la humanidad afligida; basta por ahora recordarlo echando un velo a los demás sucesos que siguieron antes y después de que la suerte de la guerra me pusiese en manos del virrey conde del Venadeo, porque no es mi ánimo referir mi vida política, sino instruiros de la justicia con que vuelvo a ponerme al frente de las armas para restablecer a la patria con la ayuda del cielo en sus desatendidos derechos.,, Apenas oí el pronunciamiento del héroe de Iguala cuando volé nuevamente a abrazar su justo partido. No me detuve en exigirle seguridades o indemnizaciones para cuando el negocio se viera concluido, sino que en la clase y grado que se me dio a reconocer emprendí mi marcha sin recursos por los pueblos desproveídos, y a pocos días tuve una división valiente y lúcida.

Son públicas las marchas que hice hasta el sitio dé Puebla, el método con que atravesé las poblaciones: el comportamiento noble de la tropa y oficiales que me honraron con su compañía en la mas exacta disciplina; por fin nadie ignora que a la entrada del ejército Trigarante a la capital de México se me revistaron hombres bien armados; después me vi perseguido, asechado y en prisión, solo porque se me tuvo por sospechoso; entonces conocí y conocieron los buenos ciudadanos que el libertador de la patria prevalido del agradecimiento de un pueblo crédulo, inexperto y confiado, quería volver a encadenarlo. Las armas que sirvieron para lograr la independencia se disponían para que no gozase su libertad, y si era posible, restablecer en el Septentrión los tenebrosos tiempos de Tácito. El señor Iturbide hizo aumentar su autoridad hasta un grado inaudito, y envanecido de su triunfo se propuso imitar a Bonaparte recorriendo sus tortuosos pasos para llegar en poco tiempo a ceñirse la diadema, y dar la ley a sus libertos intimidados. Así lo ha efectuado; pero en este tiempo intermedio la pequeña autoridad que había quedado a esta América conservada en la representación del congreso constituyente, me nombró por uno de los regentes del imperio, y esta casualidad me hizo conocer en el poco tiempo que ejercí el empleo, que ya llegaban tarde los remedios, porque el tirano minaba los fundamentos sociales, y apoderado de las fuerzas y de la opinión por medio de los premios y condecoraciones, se formaba un partido para dar en tierra con los derechos mas sagrados de los hombres libres en sociedad. Así es que una cuadrilla de sargentos aleccionados por un mal clérigo, corrompidos con esperanzas y dinero, alborotaron un barrio de México, impusieron terror a los diputados, y a un pequeño número de ellos que no pudieron escusarse les arrancó el voto de la coronación para dar con ello apariencia de legitimidad a los actos de la fuerza que se reunió a aquella facción insolente. Yo fui entonces elevado a la clase distinguida de consejero; pero una triste y lastimosa experiencia me hizo conocer que todos los sucesos se dirigían a quitar su libertad a la nación, y a que gimiese encorvada bajo el peso de un cetro de hierro. La totalidad del consejo de que me he separado es de hombres sin voluntad que esperan saber la de su amo para consultarle, y que no quede desagradado. La junta que se llama instituyente, es la que se quiere que suceda en representación al congreso. Destruido y atropellado, no es otra cosa que una reunión de amigos de Iturbide que espera la iniciativa suya para extender la ley que quiera, pues bien saben que de lo contrario no ha de sancionarla; y he aquí que aunque el llamado emperador se dice constitucional, no conoce otra regla que su arbitrariedad. Es absoluto y lo será si los patriotas que observan estos males graves no se alarman para reclamar su libertad. Por fin él quiere su engrandecimiento sin límites, aunque los pueblos se llenen de horcas y suplicios para sacrificar a dos que no son sus apasionados. La ley del 23 de setiembre para que se juzguen como a militares a los que se llaman sediciosos, es la última prueba de su crueldad, y de que pronto se van a ver en el Anáhuac los horrores de Nerón, de Calígula, de Robespierre, de Venegas y Calleja, virreyes memorables del gobierno pasado.

"En tanto que yo he sido un corifeo de la libertad de mi amada patria pudiera descansar indiferente bajo la salvaguardia de mis honores, y de la suerte que me había tocado; mas mi corazón se resiste a un egoísmo tan refinado. Mi objeto no es mi interés personal, sino que bajo el plan de Veracruz, se reintegre a la nación en el uso de sus derechos indisputables: que un congreso de diputados elegidos espontáneamente por las provincias, decida de nuestra suerte; pero arranquemos el poder de las manos de un hombre solo, o de una facción que nos pretende sojuzgar, implica en el derecho público de las naciones que para constituirse un pueblo libre, se le precise a jurar una determinada forma de gobierno; y para que la América del Septentrión delibere y adopte lo que mas convenga aun a sus preocupaciones y necesidades, ofrezco por mi parte conducir la empresa hasta donde me sea dable; asegurando que si por las vicisitudes humanas me presentasen mis enemigos en un sangriento espectáculo, habrá cumplido con los deberes de un hombre libre, vuestro conciudadano y fiel amigo. Chilapa 13 de enero de 1823. (3° de la independencia y 1° de la libertad). Nicolás Bravo.

Tal fue la sencilla proclama de un hombre modesto, en cuya fisonomía se ve retratada la belleza de su alma, y la grandeza de su corazón. Este es aquel Cátulo de la antigua Roma que preguntando al pueblo quien libraría la república si Pompeyo la tiranizara, oyó de la boca del comido reunido, como si estuviera insuflado por un solo espíritu y una voz, estas memorables palabras... Cátulo... Ya veremos como correspondió a los deseos de la parte sana del Anáhuac.

Al siguiente día (14) pasó por el cuartel general un correo de Acapulco para México, con el cual mandaron los generales varias cartas y planes a sus amigos. Mandóse también otro para el sr. Armijo, el cual se había de antemano comprometido con Bravo a destronar a Iturbide; mas a poco se supo que estaba este jefe en Tepecuacuilco muy despacio, levantando compañías de nacionales y con más de cien dragones; de modo que fácilmente pudo ser derrotado por unos generales que contaban con 500 hombres, regular artillería y abundante parque; pero obraban equivocados, pues creían que Armijo se les vendría a reunir, trayéndolos engañados.

Como el objeto del general Bravo era dirigirse para la provincia de Oaxaca, dispuso que la caballería marchase para Tlapa para reponerse; por tanto salió su comandante Castro con ella el 18 de enero.

El 20 se supo que Epitacio Sánchez, comandante de la escolta del emperador, se acercaba a Chilapa habiendo pasado el Mescala por el vado de Totolzintla, y se le mandó observar en sus movimientos. Aunque se tenían frecuentes noticias de su aproximación, nada emprendía Guerrero en forma para oponérsele, creyendo que Armijo marcharía a Acapulco a cumplir la promesa hecha a Bravo. Mas a las once de la noche llegó un correo avisando que Armijo estaba ya en Apango. Por semejante nueva se resolvió evacuar a Chilapa para que con libertad pasase por aquel punto para Acapulco que era el camino que llevaba.

El 21 aunque ya tarde se supo que había pasado tropa para Tixtla: su falta de correspondencia con Bravo hizo que se sospechase de su conducta, y entrando en cuidado Guerrero mandó que uno de sus atajos sacase las municiones, imprenta y secretaría. A la mañana siguiente marcharon los generales para el cerro de Almolonga, donde llegaron a las nueve del día 22. Hízose en el momento un reducto y cuatro semireductos acampándose la tropa en el centro. A derecha e izquierda había dos cerros dominantes; mandóse al coronel Pinzón por Guerrero que fortifícase el mas chico, y aunque se le hizo presente a este general que convenía fortificar el grande, no quiso. Tomáronse en la noche varias providencias de precaución.

El día 23 de enero pasaron los generales a inspeccionar el campo, operación que habían hecho con suma vigilancia la noche anterior. Dispuso Guerrero que pasasen 15 soldados y unos indios a fortificar el cerro que no lo estaba, situándose para hacer reconocimiento hacia el rumbo de Apango. Guerrero dirigiendo la vista más adelante de una cañadita que tenía en frente, dijo... allí viene la tropa enemiga por aquellas cañas... Era así efectivamente; pasó a su campo y dio sus órdenes para que todos estuviesen a punto de recibirla. Hizo esta alto en un llanito para reunirse, y luego que lo estuvieron comenzaron a avanzar sobre el campo de Almolonga. Conviniéronse Bravo y Guerrero en que aquel sería un espectador colocándose en el semireducto grande, y que este se situaría en el reducto. En un momento y sin disparar un fusilazo los imperiales se situaron y desde allí comenzaron a denostar a los republicanos. Inmediatamente principiaron con furia a atacar el reducto, y no era menos la actividad con que se defendían los unos y los otros, procurando cada uno cumplir con su deber. En breve se soltó la voz de que Guerrero estaba herido, Bravo trató de ocultar el hecho; pero el capitán Ochoa tuvo la imprudencia de sacarlo del punto donde recibió la herida, se lo echó a las ancas de un caballo, y lo tiró muy cerca de donde estaban los enemigos, Guerrero hizo un esfuerzo, se paró mortal, y sin ver a los que le atacaban a medio tiro de pistola, dijo a los suyos... Muchachos, háganles fuego que la acción es nuestra; desgonzado entonces dio un gran porrazo contra el suelo. La tropa de Guerrero testigo de este espectáculo se acobardó con su vista; pero mucho mas oyendo al teniente Avilés que les dijo estas palabras... Muchachos, amuélese quien se amolare, vámonos nosotros... y echó a huir acompañado de 20 hombres que cuidaban el punto: ejemplo tan funesto inquietó a la tropa restante que estaba mandando Bravo. El oficial que los comandaba puesto en camisa y con un machete en la mano poco atendía a su tropa, y solo importunaba a Bravo gritándole... Vamos a vengar la sangre del general. En vano procuraba contenerlo con razones este jefe instándole a que se mantuviese en su punto, pero al fin se le obligó a que lo hiciese. Esta disputa se tuvo en medio del fuego más activo. Apenas hubo llegado Bravo al parapeto cuando los soldados comenzaron a gritar... Que nos cortan la retaguardia. Fue imposible ya contener el desorden y la fuga. En lance tan crítico, momentáneo e inesperado, se llegan a Guerrero, lo montan y sacan a emboscarlo. Entonces Bravo viéndose solo tomó un caballo en pelo, le puso un bozal, y con no poco trabaja montó en él y pasó al fortín donde estaba el coronel Pinzón y Adame; pero este punto que estaba bien provisto de armas, víveres y municiones, ya se veía solo. Entonces los jefes tuvieron que buscar asilo en los bosques. Si los americanos estaban acobardados no lo estaban menos los imperiales, pues Epitacio Sánchez su caudillo fue muerto al comenzar la acción de dos balazos en la cabeza. Asegúrase por muchos que los recibió de la mano del mismo general Guerrero y de su asistente Remigio, el cual también pereció; como igualmente el teniente coronel americano Galván, el mayor Castañeda y un cabo hechos prisioneros en el cerro grande que como hemos dicho iban a fortificar, con mas algunos indios zapadores que amarrados a unos palos fueron fusilados.

La tropa en dispersión marchó con Bravo para Chilapa, y de allí con armas, cañones y municiones, se dirigió para Tlapa.

Entre tanto aquel ruin pueblo celebró la victoria conducido por el ejemplo de su párroco el cual escribió a Armijo excitándolo a que fuese luego a tomarse lo que habían allí dejado los americanos, y se extendió su atrevimiento hasta dar indulto a los que se le presentasen como dispensados de la clemencia de Iturbide, quien posteriormente ofreció su protección imperial a la viuda de Epitacio Sánchez, cuya muerte se supo muy por menor en México, a pesar de las precauciones que tomó el gobierno para ocultarla.

Si Bravo no se hubiera retirado en oportuno tiempo con Adame del fortín, habría sido cortado y seguido la suerte del mayor Castañeda y su asistente a quienes fusiló Armijo.

El día 27 de enero marchó Bravo de Tlapa para Oaxaca, reuniéndosele el subteniente Castillejas con 60 dragones: el teniente coronel D. Manuel Gómez, partió para Cuautla de Amilpas a levantar tropas. El general Guerrero hundido en una barranca y conservado milagrosamente por la providencia y cuidado de unos indios, sufrió toda clase de padecimientos, estuvo mucho tiempo sin curarse en los bosques, sus orines le sirvieron de refrigerio, pidió limosna para mal alimentarse, y su conservación escita la admiración de cuantos le conocen.

El 28 supo Bravo que el comandante Matiauda seguía el mismo camino que él llevaba, por lo que determinó quedarse en el rancho de Sta. Rosa para esperar noticias. Allí se interceptó un correo de Armijo a Matiauda cuyo pliego a la letra decía.

"Hallándome con orden de su majestad imperial de ponerme en comunicación con V. S. y exigirle los auxilios que puedan ser necesarios a esta providencia, o comunicárselos según el estado en que V. S. los necesitase, pongo en su conocimiento que el día de ayer tuve una acción contra los republicanos Guerrero y Bravo, de que resultó que la sección de mi mando resintió considerable quebranto, y uno de los daños mayores fue el de la muerte del benemérito brigadier D. Epitacio Sánchez. La acción se dio por un jefe imprudente que excediéndose de las órdenes que se le comunicaron, se decidió a atacar cuando las medidas no se dirigían a otro objeto que a reconocer el terreno que ocupaba el enemigo para deliberar si convenía o no hacerlo. Pero una vez empeñado aquel jefe sobre las trincheras enemigas, comprometió al mencionado señor Sánchez, y los efectos fueron desagradables como probablemente debía suceder.

Esta ocurrencia debe influir extraordinariamente en favor de los disidentes, y por consiguiente conviene al mayor servicio del imperio que con cuanta velocidad le sea posible marche sobre el pueblo de Chilapa por considerar sea esta la superior atención del día, y con el objeto de que en combinación demos un golpe a esta masa enemiga que contenga su futura influencia.

En tal concepto pongo a Vd. este extraordinario a fin de que si tuviese objetos preferentes a este (que no los considero) me responda el día que debe acercarse a este país y por qué rumbo lo verifica; en la inteligencia de que con esta fecha doy cuenta a S. M. I. de esta contestación. Dios &c. Apango enero 24 de 1823. José Armijo. = Señor coronel D. Antonio Matiauda. == Continúa la cartita particular que acompañaba al oficio en estos términos. = Apango 24. = Muy querido amigo. = Ya digo a Vd. la desagradable ocurrencia de ayer, y a lo que me ha comprometido la falta de orden y disciplina. Espero que Vd. se acerque con prontitud para remediar estos daños, y entonces darle un abrazo como lo desea su amigo afectísimo y compañero q. b. s. m. = José Armijo,

Así obraba este comandante sin contar con los auxilios que pedía y se le mandaban de México para sojuzgar a los generales Guerrero y Bravo; pero el que llamaba triunfo en sus partes a Iturbide, fue una derrota de tal trascendencia, que tuvo que faltarle al emperador y pasarse a los republicanos cuando la vio frita, asada y a punto de comerse sin resultas.

El día 29 de enero llegó el general Bravo a Nochita donde fue bien recibido.

El 30 cuando iba ya a marchar, o para hablar con propiedad cuando ya había andado la división como tres leguas, encontró Bravo al correo que había mando a Huaxuapan trayendo un papelito a D. Antonio León: este le decía que aún no estaban dispuestos los oficiales y soldados para entrar en su plan porque habían sabido su derrota en Almolonga, por lo que con venia que Bravo se retirase. Esta indicación le incomodó altamente y así lo hizo; pero le puso una cartita a León incluyéndole copia del oficio de Armijo. Contramarchó pues Bravo a un rumbo opuesto, llegando a las cuatro de la tarde al rancho de Tiuri algo fatigado. En la tarde citó Bravo a una junta de oficiales, y convinieron en que marchasen a la junta de Ríos a fortificarse. Esta resolución produjo mucha incomodidad en los que ya se prometían entrar en Huaxuapan.

El día 31 pasó Bravo el rio Mixteco, y después subió una gran cuesta. Después de pasar otra bastante penosa, habiendo pasado antes dicho rio Mixteco, llegó al rancho de Oxomatlan; en este punto se notó mucho desaliento en los oficiales, y supo Bravo que su escolta iba a desertarse en la noche, noticia que le obligó a recorrer con frecuencia los cuarteles para contener la fuga de los malos hijos de la nación mexicana.

Cuando se disponía la marcha de la división el día 1° de febrero para los dos ríos, llegó un correo de Huaxuapan que recibió Bravo con precaución, temiendo que fuese de malas nuevas; no lo era sino de muy buenas, pues las traía de que los Huaxuapeños acababan de dar el grito de libertad contra Iturbide, en lo que influyó eficazmente D. Antonio de León, el mismo que había dado el de independencia el año anterior de 1821, levantando un grueso de tropas con el que penetró hasta Oaxaca el 31 de julio del mismo año, después de la gloriosa acción que sostuvo en la villa de Etla con el batallón expedicionario Saboya.

León, diputado que era a sazón que Iturbide arrestó a sus compañeros en México, fue testigo presencial de sus injusticias y tiranía; por tanto fue el hombre mas a propósito para realizar esta contrarrevolución y cubrirse de una gloria a que después renunció el mismo en el año de 1824 haciéndose odioso con su hermano D. Manuel en Oaxaca, y precisando al supremo poder ejecutivo de México a que mandara contra él una expedición a las órdenes del general Victoria.

La nueva de Huaxuapan reanimó de todo punto al general Bravo y a sus oficiales que la celebraron con dianas y salvas: desaparecieron desde aquel momento los descontentos, nadie pensó ya en desertarse, y puede decirse que por entonces se fijó la suerte feliz del general Bravo y de sus huestes. Desanduvo por esta causa la división, lo que tenía andado, y campó en el Rancho de San Francisco.

Al día siguiente (2 de febrero) entró Bravo en Huaxuapan entre la grita, los repiques a vuelo y voces de una alegría pura de que estaba penetrado aquel vecindario, saliendo a recibirlo una compañía de infantería del núm. 3. No bastó para turbar esta satisfacción el haber sabido allí que el comandante de la 6a división del Sur D. Juan Bautista Miota, no estaba por el sistema de libertad, y era enemigo despreciable como siempre lo fue por sus arterias y baja política, a pesar de los esfuerzos que hacía por sostener la causa de Iturbide implorando auxilios del comandante D. Francisco Berdejo de Acapulco. Finalmente se completó el regocijo con la noticia de haber sido sorprendida una partida de 100 hombres que iban de auxilio de Oaxaca para Huaxuapan al mando del capitán D. Cristóbal Garfias: esta fue obra de los señores León y Piedras que lograron desarmarlos, instruyéronlos de lo que debían saber, y les regalaron varios impresos que los acabaron de imponer de lo que ignoraban.

Al siguiente día [3 de febrero] salió Bravo para Oaxaca campando en la hacienda de San Andrés de las Matanzas, y el 4 de febrero llegó al pueblo de Tamasulapam. Admiróse de encontrar allí con Cristóbal de Neri, indio muy instruido en sus derechos, el cual se le explicó en los términos siguientes: "Neri, señor general, es de los antiguos insurgentes: ha sacrificado más de cuarenta mil pesos en la primera revolución: auxilió al tío de V. E. cuando atacó a Yanhuitlan, y ahora que ya está pobre, ofrece todavía lo poco que tiene a la nación"...

Este razonamiento enterneció a Bravo y a su comitiva, todos abrazaron a Neri con entusiasmo, y partieron de allí enamorados de un hombre al parecer oscuro, pero que abrigaba en el fondo de su corazón los sentimientos más delicados de un antiguo romano. Desde Huaxuapan comenzó León a corresponderse con Miota para que no quedase ni aun este pequeño enemigo.

El 5 de febrero entró Bravo en Yanhuitlan. Este pueblo fue el teatro del valor de su tío D. Miguel, y aun en la linternilla de la parroquia del lugar, se conservan señales del destrozo que hizo su artillería en marzo de 1812, de donde se retiró con pena, teniendo ya a punto de capitular al asesino Regules por ir en auxilio del general Morelos que sufría un rijoso sitio en Cuautla de Amilpas, y lo llamaba.

A las ocho de la noche de este día llegaron dos oficiales de Oaxaca que conducían un pliego para el general Bravo. Por él se le avisaba que la tropa que conducía el comandante de la provincia D. Celso Iruela se le había sublevado poniéndose por el partido de la república y arrestado a dicho Iruela y a otros oficiales.

Aquel comandante era ahijado de Iturbide y ciegamente decidido por él; así es que la sublevación fue muy oportuna. La oficialidad amotinada nombró en el pueblo de Huizo punto hasta donde llegó la división de Iruela por sucesor en el mando al capitán D. Timoteo Reyes, sujeto mas a propósito para regentar la portería de un convento de carmelitas, que no para mandar soldados, aunque por otra parte era mozo de buenas costumbres y amable. Semejante noticia hizo conocer a Bravo que ya no tenía el menor obstáculo para entrar en Oaxaca, y zanjar allí los fundamentos de la verdadera libertad de aquella provincia. Mandóle a Reyes el plan y proclamas, y aprobó su nombramiento interino. Al siguiente día entró la división de Bravo en el pueblo de Huahuaclilla.

El 5 de febrero por la tarde llegó al pueblo de S. Francisco Huizo desde donde remitió este jefe varios oficios a las corporaciones de Oaxaca, participándolas de su aproximación. Al ser de noche se presentó el Alférez Mantecón con la plausible noticia de haber proclamado el ejército sitiador de Veracruz la libertad bajo el famoso pian firmada en Casa-Mata [3] y conocido con este nombre, plan que quitó la corona al tirano y cuya noticia recibida a la sazón que asistía a las corridas de toros en México hechas en celebridad de su proclamación, lo precipitó al desaliento, lo hizo temblar y aun el público conoció el trastorno que sufría en su alma en aquel momento.

No fue inferior el que tuvo cuando en el acto de pasar de palacio a su lumbrera en el pasadizo de vigas que había para este preciso tránsito, se hundió un tablón que lo iba a precipitar abajo en el momento de poner el pie, estando cubierto el suelo con una alfombra como que ocultaba el peligro. Entonces todo turbado tiró un tanto de su espada, y habría procedido a la averiguación de aquel descuido involuntario o malicioso contra los regidores comisionados, si mayores cuidados no distrajeran su atención.

El día 8 llegó una diputación del ayuntamiento de Oaxaca a la villa de Etla a felicitar a Bravo y otras personas de condecoración, y al siguiente día se verificó la entrada de la división en la ciudad. Mostróse ésta con un júbilo sincero muy diverso del afectado con que se explicaron aquellos vecinos en marzo de 1814 cuando entró la expedición española al mando del general D. Melchor Álvarez, siendo especialmente cortejada de viejas y mujercillas que se presentaron vestidas de túnicos blancos descalzas de pie y pierna, pero esparciendo flores por donde pasaban los godos, y haciendo muchos escarceos y monadas.

Bravo fue muy cumplidamente atendido y hospedado por el ayuntamiento. En la mesa se brindó.  Por la eterna memoria de los hombres buenos que habían padecido por la libertad de la patria... Esto hacía un gran contraste con los brindis que dos meses antes se habían hecho en aquel lugar por la prosperidad del reinado de Iturbide. ¡Cambiamientos de fortuna, de que solo está libre un gobierno zanjado sobre las virtudes y voluntad general y explícita de los pueblos!

En 10 de febrero salió Iruela para México acompañado de algunos oficiales que quisieron seguir su fortuna esperando mejorarla por la protección de Iturbide, Bravo trató bien a Iruela en una larga sesión que tuvieron, y este no pudo responderle a las reflexiones que le hizo sobre la caída de su padrino.

Recibióse en este día correo de Guatemala cuya correspondencia se abrió. Bravo puso oficios a las corporaciones en aquel territorio avisándolas de su llegada, y ocurrencias que ignoraban. Fuele muy sensible ver por los partes de Filisola a Iturbide, que aun todavía se derramaba allí sangre por sostenerlo en su tiranía. Contábale de algunos quebrantos que había sufrido su división, y de una acción tenida cerca de Mapilopa. Todo mostraba que los de S. Salvador obraban por su libertad. El intendente D. José María Murguía renunció su destino recibido de la mano imperial. No se le admitió la renuncia por el ayuntamiento, y a fe mía que hizo bien, porque conoce aquella provincia como a su mano derecha.

En 13 de febrero llegó a Oaxaca de Veracruz el teniente coronel D. Carlos Anzures, trayendo cartas de los generales Santa Anna, Echávarri y Lobato. Por ellas se veía que a pesar del terrible sitio de la plaza, durante él en vez de perder había ganado; ya se ve, el que es dueño del mar lo es de la tierra, verdad que no quiso conocer Iturbide cuando lo emprendió, porque jamás pasó de un guerrillero del Bajío. También se supo que cuando en Veracruz se tuvo la noticia de la salida de los generales Bravo y Guerrero de México, se celebró con repiques y salvas, demostraciones que causaron no poca inquietud en los sitiadores.

En esta fecha se dijo asimismo en Oaxaca que los jefes indultados de resultas de la acción de Almolonga fueron el brigadier D. José Figueroa: coroneles D. Nicolás Catalán y D. Nicolás Agüero: el mayor Ordiera, el capitán García, otro id Ximeno y el teniente Avilés.

Algunos de estos hablaron con mucha energía en la junta de Chilapa sobre la patria, su libertad, tiranía de Iturbide &c., imitaron a S. Pedro en sus bravatas y flaqueza... Temamos de quien promete mucho, y fia mucho de sí mismo.

En este propio día mandó Bravo que saliesen las compañías de nacionales de Tamasola a escoltar dos piezas de batalla que iban de Huaxuapan, con que principió la salida de su división.

El 19 de febrero se presentó el capitán Prieto de Puebla con la plausible noticia de haberse adscrito el marqués de Vivanco, gobernador de aquella plaza y provine cia, al plan de Echávarri. Que Matiauda e Iruela habían presentádose allí haciendo un papel muy desairado: que se trataba de la mejor organización del ejército &c. Las cartas de Vivanco respiraban patriotismo y honor.

El 21 de febrero salió de Oaxaca el segundo batallón del núm. 7 con dirección a Huaxuapam, escoltando un obús de a 7 pulgadas.

Como que poco se habría hecho en Oaxaca si no se consolidara el gobierno para la felicidad de aquella provincia, el general Bravo mandó que se formase una junta provisional gubernativa reunida con el ayuntamiento. Debíase componer dicha corporación de los sujetos que unidos al cabildo y junta provincial nombrasen. Prestáronse al efecto, y el día 24 presididas ambas corporaciones por Bravo abrieron su sesión. Indicó este su objeto: la mayoría estaba porque se nombrase por separado de la diputación provincial: Bravo mostró que quería fuese una sola la junta, no dos; mas como estaban divididos, entre otras cosas se trató de la elección de sujetos, y si para ella cedían su voto al presidente, en lo que convinieron. Votaron a Bravo tres ocasiones, y admitió por evitar disgustos. Concluyóse este acto a las dos de la tarde.

Uno de los nombrados vocales de la junta fue el obispo de Oaxaca D. Manuel Isidoro Pérez, quien desde luego se excusó por medio de un oficio muy comedido que dirigió a Bravo. Este prelado guardó con él la mejor armonía: pretendióse persuadir en México lo contrario, y aun la malignidad hizo creer a muchos incautos que el obispo había mandado tocar a entre dicho, apenas llegó Bravo; por tanto, me parece que debo transcribir su contestación al nombramiento, dice así.

"Exmo. Sr. =Ni es de ahora la consideración con que V. E. me ha distinguido, ni tampoco la gratitud con que he conducido mis operaciones dirigidas en cuanto me ha sido posible a la felicidad del rebaño encomendado a mi cuidado, consultando siempre a sus necesidades y llenando las graves obligaciones de mi ministerio. Hoy se aumentan estas en términos que no solo no sobra, pero ni aun alcanza el tiempo que imperiosamente demandan mis atenciones pastorales, a cuyo objeto tan interesante como imprescindible ocasionaría un grave perjuicio conocido la dedicación a otros, cuales exigen la exma junta provincial, y en que tendría que ocupar tanto tiempo, cuanto que carezco de las noticias y conocimientos propios de sus deliberaciones y cuidados; y de que no pudiendo encargarme se servirá de admitir la renuncia que desde luego hago del honroso destino de su vocal, que en oficio de hoy me participa el sr. juez político de esta capital, quedando en mi consideración la confianza que me dispensa. = Dios &c. Oaxaca y febrero 24 de 1823. =. Manuel Isidoro, obispo de Oaxaca. =Exmo. Sr. D. Nicolás Bravo."

Por último, quedó la junta instalada el 26 de febrero a las nueve de la mañana, aplaudiéndose con salvas de artillería, y se organizó con los individuos siguientes.

Presidente, el Lic. D. Manuel Nicolás de Bustamante, (sabio de un siglo): vicepresidente, D. José Javier de Bustamante: secretarios, D. Vicente Embides y D. José María Pando.

El general Bravo reencargó a todos el más exacto cumplimiento de sus deberes sin perder de vista la salvación de la patria, y les aseguró que haría cumplir todas sus resoluciones con la fuerza armada que se le había confiado. El aviso del nombramiento de los vocales se comunicó a estos por medio de la junta provisional.

El 25 de febrero marchó el segundo batallón del regimiento núm. 3 para Huaxuapan

El día 27 salió Bravo de Oaxaca y sufrió un penoso huracán hasta Huizo. Este jefe llevó consigo las bendiciones de aquel pueblo. Su entrada fue de triunfo, su permanencia de paz y ventura para una ciudad que acababa de vivir sujeta a los caprichos del comandante Irueta Zamora, que protegido por Iturbide y descansando en su favor, no hacía más de lo que convenía a sus ideas particulares.

No será inoportuno decir que el día 24 de dicho mes el general Bravo abrió la correspondencia que en aquel mismo día llegó de Guatemala para Iturbide, en la que le participaba Filisola que había ganado tres acciones a los disidentes de San Salvador, y que estaba próximo a entrar en la capital, habiéndose fugado todos los principales del gobierno republicano. Esta noticia desazonó mucho a Bravo.

También se encontró una carta para el ministro de relaciones del marqués de Aycinena, en que le participaba haber grandes novedades en la ciudad de Guatemala y movimientos causados por varios liberales que habían extendido la noticia de la fuga de México de los generales Bravo y Guerrero. Pregunta el tal marqués qué había de cierto en la materia. No es extraño, porque este señor era el apoyo de la tiranía de Iturbide en Guatemala, y por medio de un diario (el cual aún existe en la secretaría del extinguido almirantazgo) le daba razón hasta de lo mas menudo que ocurría en aquellas regiones.

Bravo continuó su marcha para Puebla por el mismo derrotero que había traído cuando vino a Oaxaca.

El 9 de marzo caminando Bravo para Izúcar; habiendo salido de la hacienda de Santa Inés donde pasó el día anterior, le salió a encontrar al camino el coronel español D. Félix de la Madrid, y lo condujo a la hacienda de Raboso, donde le dio un magnífico almuerzo: después lo llevó a Izúcar, lo hospedó en su misma casa, y le dio el mejor trato... Aquí se siente mi corazón conmovido, y aunque quisiera echar un denso velo sobre las terribles escenas representadas en estos mismos lugares en los años anteriores, no puedo menos de recordar con estupor, que este jefe (la Madrid) sorprendió a D. Miguel Bravo, tío carnal de D. Nicolás, en el curato de Chila en marzo de 1814, le arrestó, le puso una barra de grillos y lo condujo a Puebla, donde espiró en un patíbulo afrentoso destinado a los delincuentes y traidores... La familia de los Bravos vistió luto por una pérdida que solo fue mayor la de su hermano D. Leonardo, padre de D. Nicolás; mas ahora, el mismo asesino de un tío tan justamente apreciado, se porta con el mayor esmero y procura borrar con esta hospitalidad aquella mancha, y la memoria de tal crimen. El Eterno lo castigó de un modo inesperado; pues la Madrid fue asesinado por Vicente Gómez al siguiente año, y cuando reposaba bajo la égida de la paz y de unas garantías a que jamás faltó el supremo gobierno mexicano... ¡Ah! ¡Cuánto habría dado en este día la Madrid por no haber causado la ruina de aquel caudillo, por haberle dado libertad, y por no comparecer ante su sobrino con las manos teñidas en la sangre de su buen tío! ¡Que necesitemos de estas lecciones para ser justos y clementes? ¡Y que cuando llegamos a tomarlas sea después de haber sido devorados por el testimonio e inexorable acusador de nuestra conciencia, que nos despierta y aflige aun en los momentos de las delicias mas inocentes?

La revolución hace lo que la muerte: ella corta con su guadaña los días de los hombres mas enemigos, los hunde en una misma fosa, y hace también que sus huesos irreconciliables se unan, se estrechen y abracen como no pudieron hacerlo en la vida. Finalmente, la revolución es el gran libro donde debemos aprender a conducirnos, sus páginas están escritas con sangre. Estos lances ocurren diariamente a los españoles, no sé si se aprovecharán de tales ejemplos, yo abrazo a muchos que tuve por enemigos.

En Izúcar recibió Bravo coa el correo del marqués de Vivanco de Puebla, la noticia de la agitación de Toluca.

El 11 de marzo llegó Bravo a Atlixco. En estos días México se gozaba con la reinstalación del congreso hedía por el mismo Iturbide...

Al siguiente llegó Bravo a Cholula. A las doce marchó para Puebla: a su garita salió a recibirlo el marqués de Vivanco, Echávarri, Furlon, D. Manuel Terán y otros. Hospedóse en casa de Furlon.

El día 13 llegó a Puebla la noticia de que Iturbide estaba a punto de fugarse para Valladolid: así se aseguró en México; pero su traslación no fue sino a Tacubaya. Pudo haberlo hecho para Guadalajara, donde habría sido recibido con entusiasmo, y nos habría hecho una guerra cruel. El hombre se enloqueció, no sabía que hacerse, y esto lo permitió Dios para perderlo, porque... QuemDeusvultperdere, priusdementat...

El día 14 de marzo a las nueve de la mañana se formó una junta de oficiales generales en la casa del marqués de Vivanco, en la que se nombró por primer jefe del ejército de operaciones sobre México a D. Pedro Celestino Negrete. Id. del ejército del centro al mariscal de campo D. José Antonio Echávarri, y jefe de la izquierda al sr. Bravo. El general de toda la expedición fue el marqués de Vivanco.

Este había arreglado en lo posible las divisiones reconcentradas en Puebla, cuidando de su mejor disciplina, economía y vestuario. Suplió varias cantidades hipotecando al pago de crecida deuda que contrajo el patrimonio de su esposa. Impúsose una contribución muy ligera a los habitantes de la ciudad que satisficieron gustosos. La imprenta dirigida allí por regulares personas, trabajó con fruto, y nada se hizo que no fuese con meditación y prudencia, de consiguiente con fruto. Los impresos volaban a México, y se leían con entusiasmo.

Distribuidos los empleos a los jefes se dispuso también que el ejército marchase al día siguiente, es decir el 15 de marzo. Efectivamente se realizó la orden; mas habiendo Bravo y Negrete (que iban juntos) tomado el camino de Texmelucan, encontraron un coche en que iba una comisión del congreso general de México, compuesta de los señores Tagle y Mangino. Asimismo iba un diputado de la junta provincial de México que representaba el Lic. D. Florentino Conejo. Con tal motivo los generales retrocedieron para Puebla a oír estos diputados en junta compuesta de las corporaciones de aquella ciudad, en la que también se hallaba el diputado de Valladolid D. Mariano Michelena. Díjose que este general traía el proyecto de la federación, voz nueva que se oyó entonces por primera vez, que pareció a no pocos una cosa como a manera de Telonio, larga y angosta: que repetida por los iturbidistas, y avalorada, se creyó fuese motivo de una contienda popular, que es a lo que ellos aspiraban para desunirnos y tomar un pretexto de contienda a que había dado lugar la impolítica conducta de Iturbide, y la notoria justicia de los que se oponían a su tiranía después de agotado el sufrimiento de los buenos.

En Puebla se tiraron las primeras líneas del nuevo sistema, pero de un modo tan confuso cual demandaba la naturaleza de un régimen absolutamente desconocido, y cuyos principios y consecuencias ignoraban aun los escritores y propagadores de él.

El objeto de la comisión del congreso y junta provincial mandada a Puebla era persuadir que el congreso desde su reinstalación estaba ya en plena libertad para obrar, y que de consiguiente debería obedecérsele. Esta era una paradoja ridícula, principalmente para los que conocían a fondo a Iturbide, el cual aún tenía el mando, y gozaba de prestigio entre los de su partido que era numeroso... Milano y palomas, y seguridad de estas... ¡Qué chuscada!

Diose principio a la junta a las ocho de la noche, la cual en lo general se expresó muy mal contra Iturbide. Los comisionados no pudieron probar que el congreso se hallaba en libertad, y por haberlo intentado se pusieron en ridículo en términos de que llegaron a tratar de retirarse. Después de una larga discusión se acordó que cuando estuviesen reunidas dos terceras partes del número de diputados se le obedecería. La resolución habría sido más exacta y justa cuando se hubiese declarado solemnemente que jamás podría decirse estar en libertad el congreso, mientras Iturbide existiese en México, ni a cien leguas a la redonda. Corre impresa el acta de lo acordado, y ella da idea muy exacta de lo que allí se tuvo bien presente.

El 16 de marzo volvieron a salir los generales de Puebla para Texmelucan; presentáronse varios sujetos de México, que afectando quererlos instruir radicalmente de las cosas, les contaban mil patrañas, ya sea para vengarse de Iturbide; ya, por la esperanza de que se les mejorase de fortuna en el nuevo y lisonjero orden futuro de cosas que tenían a la vista. Esto se llama empleo manía, achaque que nos afecta demasiado.

El 17 de marzo llegaron los generales a Rio Frío. El capitán que llevaba pliegos para el marqués de Vivanco de Iturbide, les aseguró que este trataba de atacar la división que al mando del coronel D. Eulogio Villaurrutia estaba situada en el molino de Santa Mónica. Asimismo se dijo a los generales al siguiente día cuando se hallaban en Chalco, que Iturbide iba a atacar á

San Agustín de las Cuevas; diósele crédito a esta especie, y se mandaron 400 caballos para tomarle la retaguardia en el caso de que los imperiales lo realizasen (4). En este día (18 de marzo) recibió Bravo por primera vez una carta firmada del general Guerrero, en que le avisaba estar aliviado de la herida que recibió en Almolonga, lo que le llenó de satisfacción (5).

Los equilibristas, los bribones y tunantes, y también los instrumentos de la tiranía de Iturbide, comenzaron a presentarse a los generales echándola de guapos liberales, hombres de carácter y enemigos del tirano. Yo los disculpo, porque como vieron a muchos colocados con preferencia a los buenos y acreditados patriotas aun en la primera regencia, tan solo porque se presentaron en Tacubaya a felicitar y adular a Iturbide, creyeron que en todo tiempo era pascua.

En este día cuando Bravo estaba sentado a la mesa recibió un oficio del general Negrete noticiándole la abdicación de la corona hecha por Iturbide al congreso. Este documento y oficio de remisión son esenciales para la historia, por lo que los transcribo.

"Secretaría del soberano congreso. =En sesión secreta de esta noche se ha presentada el sr. ministro de justicia con la exposición a nombre de S. M. I. de que acompañamos copia, y el soberano congreso en virtud de ella se ha servido resolver pasen V. SS. a imponer de su contenido a los generales de las divisiones del ejército situadas a las inmediaciones de esta capital, advirtiéndoles se mantengan en las posiciones que actualmente ocupan. Del resultado de su comisión se servirán V. SS. dar cuenta a la soberanía nacional en la sesión de mañana México 9 de marzo de 1823, a las ocho y media de la noche. =Bonifacio Fernández, diputado secretario interino. —Juan Bautista de Arizpe diputado secretario interino. =Señores diputados brigadier D. José Joaquín de Herrera y D. Cayetano lbarra."

Iturbide en su exposición al congreso dijo: "Reconocido el soberano congreso por la junta y tropas adheridas al plan o acta de Casa Mata, cesó el motivo porque yo conservé la fuerza en las inmediaciones de la capital, pues no era otro que el de sostener al mismo soberano congreso: acabó la división respecto de mí.

Segundo. La corona la admití con suma repugnancia, solo por servir a la patria; pero desde el momento en que entreví que su conservación podía servir si no de causa, al menos de pretexto para una guerra intestina, me resolví a dejarla. No hice ya abdicación de ella, porque no había representación nacional reconocida generalmente, y por lo mismo era inútil toda gestión sobre la materia, y aun habría sido tal vez perjudicial. Hay ya el reconocimiento, y hago por tanto la abdicación absoluta.

Tercero. Mi presencia en el país sería siempre pretexto para desavenencias, y se me atribuirían planes en que nunca pensara. Y para evitar aun la mas remota sospecha me expatriaré gustoso, y me dirigiré a una nación extraña.

Cuarto. Diez o quince días serán suficientes para arreglar mis asuntos domésticos, y tomar medidas para conducir mi familia en unión mía.

Quinto. Solo pediré al congreso que pague la nación las deudas que he contraído con algunos particulares amigos que no son de gran consideración, pues aunque el mismo congreso dejó a mi arbitrio que tomara para mí lo que necesitase, y la junta me hizo una asignación, yo no podía hacer uso ni de uno ni otro, cuando las necesidades de las tropas, empleados y funcionarios públicos llegaban a mi corazón.

Es copia literal de los apuntes de la letra de S. M. I. que por su orden he leído en la sesión de esta noche ante el soberano congreso constituyente. México 19 de marzo de 1823. = Juan Gómez Navarrete. —Es copia fecha ut supra. = Fernández, diputado secretario. = Arizpe, diputado secretario. =Es copia, =Buenavista 20 de marzo de 1823. =Negrete.

Tal es el mas interesante documento que justificará ante el mundo la conducta del congreso de México para con D. Agustín de Iturbide. Aunque deseaba que se abstuviese de oprimir a la nación, jamás pensó en lanzarlo de su seno. Esta expulsión nació del mismo Iturbide en quien nunca dejó de reconocer al autor de su independencia, y de considerarlo, Iturbide por sí mismo y sin coacción ninguna conoció que su presencia en el país sería siempre pretexto para desavenencias, y por tal causa se decidió a abandonarlo. ¿Cómo es pues que a los diez y seis meses de haber hecho esta confesión, tiene cara para presentarse en este mismo suelo a turbar la paz en que estaban ya sus hijos, paz recobrada precisamente por su ausencia? ¿cómo lo hace con aprestos y equipos imperiales esparciendo proclamas incendiarias, y obrando de un modo hostil, cuando el congreso por su parte no le había faltado a la asignación estipulada que podría hacerlo feliz en la Italia? ¿Quién será el que con tales principios no califique de justo y necesario el castigo que sufrió en Tamaulipas? [6]

Reflexionese además en que la mañana de 21 de mayo de 1822, a tiempo de prestar el juramento ante el congreso pidió que no se le obedeciese si faltase a él, y se hiciese tirano. He aquí un pacto idéntico al que hacían los reyes de Aragón con el pueblo... y si non... non.

Iturbide (repito) se cortó con sus propias manos la cabeza, y él mismo se hizo su causa pronunciando su sentencia de muerte; el congreso cumplió con su voluntad de que fue ejecutor, y llenó sus deseos. Atribuyesele por tanto a Iturbide su desgracia, y nadie ose echarla en cara a una nación, que en medio de su más justo y santo enojo, siempre fue justa y agradecida

El llamado emperador tal vez creyó que al oír el Congreso hablar de abdicación y retiro, se le pondría de rodillas suplicándole que no hiciese tal, y con semejante súplica, apretase los nudos y ligaduras que acababa de romper, no de otro modo que un criado cuando creyendo serle muy necesario a su amo le dice que busque otro creyendo que le rogará para que se quede. De estas vigoteras se pegan algunos, y esta se habría pegado también el congreso si Iturbide no le hubiese dado tantas pruebas de que aspiraba al absolutismo; si no hubiese arrestado a sus vocales, y si no hubiese disuelto al mismo congreso con la petulancia de un Califa de oriente. Dios permite estos errores groseros para libertar a los pueblos, errores que parece increíble que se hayan cometido por hombres de mediana razón, y que conocen sus intereses... QuemDeusvultperderepriusdementat, este será mi texto favorito, y no cesaré de repetirlo.

El día 21 de marzo salió el general Bravo de Atlapulco y llegó a Xochimilco. Al entrar en este lugar supo que el general Armijo estaba en San Agustín de las Cuevas. Presumió que su vista le causaría incomodidad, renovando la memoria de sus inconsecuencias, y los resultados de ellas como fueron las desgracias de Almolonga, y la del general Guerrero. Al siguiente día entró Bravo en San Agustín de las Cuevas, y Armijo con toda su oficialidad lo aguardaban en la puerta de la casa que se le tenía preparada. Allí estaban también los oficiales que se fugaron del cerro de Almolonga, y se presentaron a indultar a Armijo: este abrazo en la puerta al general Bravo, y yo estoy cierto de que el que fue generoso con los 300 soldados de Lavaqui perdonándoles la vida, al mismo tiempo que el virrey Venegas quitaba la de su buen padre en un patíbulo, le perdonaría de corazón... ¡Ah! la sencillez, el noble candor y la buena fe, forman el bello carácter de Bravo; sus virtudes asoman por sus ojos, y es imposible que mirando su persona, deje de conocerse lo que pasa en su alma! Este jefe es la honra de la América.

A la sazón que hablaba Bravo con Armijo llegó a saludarlo el benemérito y sabio americano D. Servando de Mier. Después de su fuga de la inquisición y de pasar a Toluca, contribuyó con su influjo a vigorizar la revolución en aquellos países verdaderamente iturbidianos, no menos que al fomento de la división militar de Villa Urrutia. Sus cartas a Puebla escritas al diputado Rejón, están llenas de sabiduría y donaire; por tanto el general Bravo lo hizo quedar en su compañía. Siempre se amaron.

Cuando casi todos los jefes y oficiales se habían retirado de la presencia de Bravo, llamó el teniente coronel D. Manuel Gómez a D. José María Moya, y llevándolo a un lugar separado le dijo... o Vd. me quita estos galones que tengo, o yo le quito a Vd. los que trae, porque jamás portaré una divisa igual a la con que lo han premiado por aviso que dio de la fuga de los señores generales, que si hubieran sido presos no estaríamos aquí Vd. y yo libres y victoriosos, y Vd. carecería de libertad... ¡En fin lo dicho dicho!... Moya quiso satisfacerle con razones frívolas, y tuvo que salir de allí tan justamente reprehendido como avergonzado.

Celebróse en este día una junta de generales en el pueblo de Mexicalcingo, siendo el asunto que se trató en ella la abdicación de Iturbide.

El día 24 a las dos de la mañana se presentaron como comisionados del soberano congreso los señores brigadier D. José Joaquín de Herrera, y D. Cayetano Ibarra ambos diputados. El primero dijo a Bravo que el exemperador estaba en disposición de pasar por todo, y que para el caso le dejaba un tanto de los poderes y acta celebrada que a la letra dice.

"En la villa de Tacubaya a 23 de marzo de 1823: se presentaron ante S. M. I. los diputados Brigadier D. José Joaquín de Herrera y D. Cayetano Ibarra, y a presencia de los secretarios del despacho de relaciones y de justicia expusieron: que el soberano congreso les confirió ayer 23 del corriente la comisión de proponer a los generales del ejército que está a las inmediaciones de México una entrevista con el emperador para acordar el modo con que S. M. ha de salir de la corte en virtud de haberío propuesto así el emperador al mismo soberano congreso por medio del ministro de relaciones: Que deseosos de evacuar su comisión, hicieron a los generales todas las reflexiones conducentes para inclinarlos a la entrevista expresada; pero que se negaron a ella, y acordaron los tres puntos que expresa el acta que presentaron, y son reducidos. El primero, a que S. M. elija para su residencia [mientras el congreso se ocupa en la discusión de los puntos propuestos por el gobierno de México] el pueblo de Tulancingo o alguna de las villas de Córdova. Orizaba y Jalapa. El segundo, que elija para su escolta 500 hombres municionados a 60 cartuchos por Plaza; y el tercero a que los comisionados dentro de doce horas den aviso de cualquier resultado para sus ulteriores procedimientos.

S. M. oída el acta manifestó que su voluntad ha sido el bien general de la nación, y escusar que se derrame la sangre de sus hijos: que fijo siempre en este objeto, decretó el restablecimiento del soberano congreso cuando conoció que este era el deseo de los pueblos: que acordó su reposición inmediatamente, cuando supo que había en México número bastante de diputados para reponerlo: que en el acto de su reposición manifestó en el discurso que leyó que haría cualquier sacrificio siempre que se lo exigiera el verdadero interés de la nación: que indicó espontáneamente su retiro de la corte cuando percibió voces de que por su presencia podría creerse que no tenía el soberano congreso la libertad necesaria para sus resoluciones: que llegó al extremo de abdicar la corona cuando entendió que por tener el gobierno pudiera pensarse que faltaba a aquella corporación la libertad indicada; que propuso finalmente delegar el mando en personas de la confianza del congreso mientras este acordaba lo que estimase justo sobre la abdicación, cuando percibió que delegándolo en otros individuos pudiera presumirse que por medio de ellos influía en las incidencias que ocurriesen. Que estas son las medidas principales que ha tomado para dar a la nación las pruebas mas inequívocas de su respeto a la representación nacional, y de su repugnancia a lo que pudiera parecer hostil: que a estas medidas de prudencia no parece conveniente la expresión de que los comisionados dentro de doce horas den aviso de cualquier resultado a los generales del ejército para sus ulteriores procedimientos: que si este punto tiene el carácter de intimación hostil, S. M. I. no está en disposición de tolerarla, y resistirá con la fuerza la agresión que se intentase: que si ha obrado con la prudente moderación que acreditan sus providencias, ha sido porque se terminen pacíficamente las diferencias ocurridas: que los comisionados han manifestado que aquella expresión no tiene en el concepto de los generales el carácter de intimación hostil: que siendo así, el medio más eficaz para decidir toda diferencia con feliz armonía y a la mayor brevedad posible seria la entrevista indicada, que podría tenerse en el lugar que eligiesen los generales del ejército: que en ella no se trataría cosa alguna personal, sino que sería reducida a conciliar el bien de la nación; pero que si los generales del ejército persistiesen en negarse a ella, S. M. I. expondrá mañana al soberano congreso lo que estime justo sobre los tres puntos expresados en el acta. Que esto es lo que pueden manifestar a dichos generales los comisionados, y que al efecto se les franquee copia de esta acta que ha sido firmada para su constancia por los secretarios y comisionados. = José del Valle. = José Joaquín de Herrera. =Cayetano Ibarra. —Juan Gómez de Navarrete. Es copia de la original que nos reservamos para dar cuenta al soberano congreso en la primera sesión. —Ayotla marzo 24 de 1823. = José Joaquín de Herrera. = Cayetano Ibarra. Es copia fecha ut supra. = Negrete.

He aquí frustrada absolutamente la entrevista porque ansiaba Iturbide, prometiéndose en ella trastornarlo todo como después veremos que lo hizo cuando marchaba a embarcarse. Era perfectamente conocido su carácter astuto y mañero, y así se le frustraron todas sus gatadas. ¡Cuánto importa saber con quién se trata!

En la madrugada del día 25 llegó una carta del secretario de Iturbide a nombre de este para que no se atacase ninguno de los puntos que ocupaba por estar en contestación con el general Negrete; Iturbide por este medio procuraba distraer la vigilancia de los jefes, pues el sí tenía verdadera intención de atacarlos y sorprenderlos como lo manifestó el haber hecho llevar en carros a Tacubaya en estos mismos número días, las armas que había en el parque y equipos militares: sus frecuentes alocuciones a sus soldados para ganarles la voluntad, y sobre todo la extracción de la imprenta imperial que después tuvo que devolver al general Bravo, y mandó recoger el supremo poder ejecutivo. He aquí la carta del secretario de Iturbide.

Secretaría de S. M. I. =Exmo. Señor. =Por diversos conductos se ha dicho a S. M. I. que en esta noche o a la madrugada vienen a atacarle esas fuerzas que Y. E manda en combinación con las otras divisiones que forman el ejército que ocupan nuestras inmediaciones. Sea lo que se quiera de esta noticia el emperador me manda decir a V. E. que hace tres horas marchó a tratar con el exmo. señor general Negrete al capitán general de México plenamente facultado para terminar los puntos pendientes, en cuyo concepto espero que V. E. no hará movimiento hasta que sepa el resultado de la comisión del señor Pedraza para evitar los males que resultarían de otro modo. = Dios &c. Cuartel imperial en Tacubaya a 25 de marzo de 1823. —A la una de la madrugada. = Exmo. Señor. =Francisco de Paula Álvarez. = Exmo. Señor. D. Nicolás Bravo.

Contestación. = Ejército de la izquierda. =Las fuerzas que mando y todas las demás que se hallan a las inmediaciones de la capital, están a las órdenes del exmo. señor D. Pedro Celestino Negrete, quien en caso de atacar sería el que las dispusiera, y de ninguna manera se verificaría, estando en contestaciones con el comisionado capitán general D. Manuel Gómez Pedraza según se me insinúa por el oficio de V. de esta fecha a que contesto. Dios &c. =Cuartel general de la izquierda en San Agustín de las Cuevas a 25 de marzo de 1823. — Nicolás Bravo. =Señor secretario general D. Francisco de Paula Álvarez. =A las cuatro de la tarde llegaron noticias de Tacubaya, de que a las 11 de la noche anterior se había salido la infantería de Iturbide, y que este con la caballería lo había verificado a las cinco de la mañana, por lo que Bravo dispuso en el instante mandar mil y tantos caballos en su persecución, para contenerlo entre tanto llegaba la infantería. Nombróse por comandante de la caballería al señor Armijo, y aunque desagradó a muchos este nombramiento, convino hacerlo en política para que borrase con un nuevo buen porte el pésimo que había tenido tres meses antes. Su decisión no podía ser problemática porque ya este jefe tenía acreditado que él se adhería al vencedor, y el platillo de la balanza ya estaba enormemente inclinado al partido de la república La tropa se mostró sobrecogida cuando entendió que se iba a hacer este movimiento, y hasta los dragones enfermos del cuerpo del teniente coronel Villada montaron diciendo a su jefe que para tal lance no estaban enfermos. Tal vez esta fue la primera vez en que los soldados mostraron una general decisión contra Iturbide a quien muchos querrán, unos por buen mozo, otros por autor de la independencia, y otros porque esperaban de él recompensas, o porque habían militado a sus órdenes en la revolución pasada.

Estando a punto de marchar la tropa, y tomando órdenes el señor Armijo, llegó el capitán general de Meco D. Manuel Gómez Pedraza contra quien estaba prevenida la oficialidad porque había propuesto a nombre de Iturbide a Negrete cinco artículos que por su naturaleza no puedo dejar de transcribir a la letra: — dicen así.

"Manuel Gómez Pedraza comisionado por el señor Iturbide para tratar sobre la situación delicada de México y del ejército libertador con el exmo. señor teniente general D. Pedro Celestino Negrete, presenta los artículos siguientes que se examinarán en junta de oficiales generales que convocará el expresado general.

Art. 1° El Sr. Iturbide podrá retirarse a Texcoco ron 500 hombres de los que tiene a sus órdenes, eligiendo jefe que los mande, o con 500 del ejército libertador, mandados por el sr. Bravo u otro jefe del expresado ejército que nombre el sr. Iturbide.

Art. 2° En el primer caso el resto de la tropa existente en Tacubaya quedará a disposición del capitán general de México, y en el segundo toda ella; ofreciendo los señores jefes del ejército influir eficazmente para que sea tratada y considerada del mismo modo que la demás tropa nacional, esperando que el sr. Iturbide influya a su vez a fin de que su tropa no ponga obstáculo a la realización de esta medida conciliatoria.

Art. 3° El sr. Iturbide desea hacer su viaje por Acapulco, Panamá y Jamaica, y este se realizará a la mayor brevedad, luego que arregle las cosas indispensables para emprenderlo.

Art. 4° Entre tanto se ratifican estos artículos las tropas no se moverán de las posiciones que ocupan.

Art. 5° Este tratado será reformado, aprobado o desaprobado por ambas partes dentro de cuarenta y ocho horas. Ayutla marzo 25 de 1823, a las 7 de la mañana. = Manuel Gómez Pedraza.

El sr. Negrete puso al calce—Habiéndome presentado el capitán general de México D. Manuel Gómez Pedraza los anteriores artículos y pedido mi dictamen, digo: que me conformo con todos ellos, y que influiré en cuanto pueda para lo mismo con los demás compañeros, y con el general en jefe; pero que me parece debe quedar a la resolución del soberano congreso el artículo 3°. = Pedro Celestino Negrete. = Es copia del original que queda en mi poder. = Negrete."

La presencia y pretensiones de Gómez Pedraza mostraron la falsedad de la noticia de la fuga de Iturbide. El objeto principal del primero que se presentó acompañado de D. Francisco Molinos del Campo su antiguo amigo, era conseguir del general Bravo que escoltase a Iturbide a Tulancingo. Bravo se resistió a ello; pero a instancia de tocios ofreció hacerlo, por lo que se le dieron parabienes; era el mas a propósito para encargarse de la empresa, como lo acreditó la experiencia. En la noche de este día se le citó por Negrete para una junta que debería celebrarse al siguiente en Mexicalcingo. Esta no se verificó sino en el pueblito de Santa Marta, distante ocho leguas de San Agustín de las Cuevas.

En ella se acaloraron los vocales mucho contra Iturbide, respecto a que sus providencias tomadas en Tacubaya denotaban mucha capciosidad, y se temía un trastorno espantoso en el orden público. La noche anterior llegó a Santa Marta el marqués de Vivanco, y su presencia fue utilísima. He aquí lo acordado en ella.

Art. 1° Los señores generales, jefes, oficiales y soldados del ejército darán al sr. Iturbide el tratamiento con que sea considerado por el soberano congreso, cuando este se vea reunido legalmente, y en la plenitud de su libertad.

Art. 2° El sr. Iturbide saldrá de Tacubaya el sábado próximo 29 del actual con su familia al pueblo de Tulancingo, escoltado por el sr. D. Nicolás Bravo con la fuerza que este crea conveniente, quien ha sido pedido por el mismo sr. Iturbide.

Art. 3° Las tropas de México y Tacubaya serán tratadas como del ejército libertador: de este nada puede recelarse que sea contrario a la libertad de los principios que ha proclamado y defendido. Con respecto a que el sr. D. Manuel Gómez Pedraza ha de entregar el mando de México al jefe que ocupe la capital, pasará aquel a mandar las tropas de Tacubaya. Santa Marta marzo 26 de 1823. = Pl Marqués de Vivanco. = Pedro Celestino Negrete. —José Antonio de Echávarri. —Nicolás Bravo. = Miguel Barragán. —José Joaquín Calvo. — Gregorio Arana. — Manuel Gual. = Bravo y Barragán tenían los poderes de los señores Armijo y Cortázar: D. Francisco Gómez y D. Mariano Barbabosa los de los señores Victoria y Santa Anna, y D. Manuel Gómez Pedraza el del sr. Iturbide. Todos los cuales asistieron a este acuerdo.

Diose también en esta junta la orden general siguiente:

"Mañana (27 de marzo) deben ocupar las tropas del ejército libertador la capital de México, y estas tropas a las órdenes del sr. general D. Nicolás Bravo ocuparán los puntos en esta forma.

Esta tarde marchará el batallón del regimiento de infantería de línea núm. 4 de la división del centro de Mexicalcingo, para unirse a la de dicho sr. Bravo.

Reunida esta tropa y 200 caballos, entrarán por la garita de la Piedad a ocupar la ciudadela, y dejará los 200 caballos sobre el paseo, para que cuando haya tomado su posición se retiren a la hacienda de Narvarte, en donde permanecerán con toda vigilancia, y sin separarse ninguno de sus cuarteles.

Esta tropa dará patrullas desde la ciudadela, que no bajen de 50 hombres de fuerza, y con oficiales prudentes.

El sr. Armijo quedará con la caballería, y el resto de la del sr. Bravo, y se situará en la hacienda de los Portales, y pueblo de Coyoacán.

De la caballería del mando del sr. Barragán destacarán a las órdenes del sr. coronel Márquez 200 caballos a la casa de la señora condesa de Pérez Gálvez, para dar las patrullas del mismo modo, y que no bajen de 30 caballos, también con oficiales prudentes, que cuiden de la tranquilidad pública, y estén a la mira de la ciudadela para salir en protección de ella por la puerta falsa que cae al paseo (7).

De la división del centro marcharán el núm. 3 y la Columna, y ocuparán el cuartel de la Escobillería, colocando su artillería sobre el puente, y 200 caballos del núm. 6 se situarán en la garita de S. Lázaro.

De la división de la derecha se colocarán 200 infantes y 100 caballos en Peralvillo con una pieza de artillería, y de allí dará sus patrullas a las inmediaciones.

Todas estas divisiones permanecerán siempre en sus cuarteles, y lo mismo sus oficiales y jefes. Estos tendrán sus ordenanzas de caballería para avisar inmediatamente de cualquiera novedad, a fin de que al menor aviso se aproximen, y por tanto en los cuarteles de afuera estarán en la mayor unión y vigilancia. De la división del centro se proveerá la guardia de la cárcel, que será de 60 hombres con un capitán y subalternos. = Vivanco.

Cumplióse esta orden al pie de la letra, y la experiencia mostró haberse dictado con mucho arreglo y tino. Al entrar por la garita de San Antonio Abad una banda de léperos insultó a una partida de caballería, y aunque el oficial usó de prudencia, no bastando esta para hacerlos entrar en su deber, tuvo que formarse y presentar un aspecto hostil, con lo que les impuso y se retiraron luego.

Dentro de la capital estaba cierto marques del Bodegón, un Chepe el diablo y otros de la misma calaña, que insuflados por los del partido de Iturbide, y capitaneados por un padre Aguilar (fraile de la Merced, procuraban turbar la paz y suscitar motines.

El día jueves santo en el que entró el ejército, es decir, las partidas que ocuparon los puntos principales, México se aquietó de los temores que la agitaban, y ya, no temió que Iturbide hiciese de sus gatadas. El marqués de Vivanco fijó carteles en las esquinas recomendando al pueblo el buen orden: la imprenta publicó en aquel día un papel titulado Aniversario de las víctimas que inmoló Iturbide en Salvatierra en 1813, escrito con el estilo vehemente del sr. Tornel, y este excitó una justa indignación contra aquel tirano, e hizo bendecir las manos generosas que se levantaron para derrocarlo de un trono desde donde pudiera multiplicar iguales excesos.

Renováronse las inquietudes al siguiente día con motivo de asegurarse que la tropa de Tacubaya no dejaba salir a Iturbide, y que este para contenerla había determinado que lo acompañasen dos soldados por compañía, que permitieron los señores generales. Bravo estuvo en la ciudadela lleno de visitas y coches, a pesar de que en tal día no podían andar carruajes.

En el inmediato (sábado de gloria) se tuvo sesión pública en el congreso, a la que asisto innumerable pueblo llenándose las galerías; dieron la guardia patriotas muy distinguidos y oficiales de superior graduación, colocándose entre ellos de centinela del salón con fusil al hombro el coronel Barbabosa de artillería. Concurrieron Ciento tres diputados, y al entrar en el salón el P. Mier comenzó un vivo y largo palmoteo de las galerías; había faltado de aquella asamblea desde el día 26 de agosto en que lo mandó arrestar Iturbide. El congreso declaró que estaba en estado de continuar sus sesiones: que el gobierno quedaba disuelto, y que era nulo el imperio establecido en 19 de mayo de 1822.

Ya en la mañana de este día desapareció el retrato de Iturbide, que sus amigos y aduladores habían colocado en el dosel principal. Los diputados se alegraron de esta circunstancia, y se preguntaban regocijados... ¿Se parece este día al sábado de gloria del año pasado, 6 de abril?... Sin duda que no: en él entraron los prisioneros de la acción de Xuchi, cuya batalla se dio por una intriga secreta de Iturbide, encaminada a formar una nueva contrarrevolución por los gachupines, y que se conociese que él la había sofocado para poder optar el imperio... ¡Ah! Aquel recuerdo era muy lúgubre. Acuérdese Vd. (dijo un diputado a otro), que en tal día como hoy entró el general Cruz en la hacienda de la Patera, a donde fue a visitarlo Iturbide; sepa Dios lo que combinó con aquel enemigo nuestro descarado, a quien fue necesario que el congreso mandase salir del territorio mexicano... Todavía nos faltaba un año entero que luchar a brazo partido con la tiranía... ¿Qué fuera de nosotros si nos hubiera vencido en la lid?

La paz de México fue turbada en este día por una ocurrencia que pudo tener fatales consecuencias. Unos léperos de los barrios de la Palma y de S. Pablo osaron batirse con una patrulla que cuidaba del orden. Fue necesario mandar en auxilio de ésta varios piquetes, con los que ya fue indispensable formalizar un tiroteo y ocupar algunas azoteas. Resultaron muertos siete, treinta heridos y cincuenta y tantos presos; mayor habría sido el número si los oficiales no se hubiesen conducido con una prudencia poco común.

Estas agitaciones y el temor de sus resultados hacían desear a los ciudadanos pacíficos la mas pronta salida de Iturbide para Tulancingo. Dispúsose para el día 29, y que la división de Bravo marchara para Tlalnepantla, a pesar de que Iturbide la frustró por medio de la siguiente carta que mandó a Bravo. "Tacubaya marzo 29 de 1823. Mi estimado amigo Bravo. Anoche he sido atacado de un dolor que en los principios presentó aspecto de gravedad. Sin haber desaparecido, y contra el dictamen de los médicos, emprenden a mi marcha ahora; pero lo embarazan la reunión de carruajes en tiempo oportuno, la combinación del infinito número de cosas que deben practicar cuarenta personas de familia, el día que ya va vencido; y así allanado todo entre siete y ocho de la mañana del próximo día saldré de esta villa con objeto de dormir en Tlalnepantla: en este estado, y en cualquiera otro es de Vd. afectísimo amigo. = Agustín"

Contestación. = Ciudadela marzo 29 de 1823. Muy señor mío y amigo: Quedo impuesto de la apreciable de Vd. fecha de hoy: lo esperaré con gusto mañana en el punto que me cita, para el que con mi división marcho esta tarde precisamente. Apreciaré continúen los alivios, que el viaje sea feliz, y que mande Vd. a su afectísimo amigo q. b. s. m. —Nicolás Bravo. Sr. D. Agustín de Iturbide."

Bravo se puso de acuerdo en salir al día siguiente con los señores generales, a cuyo efecto fue a ver al marqués de Vivanco que estaba en la garita de S. Lázaro, donde supo el alboroto de los léperos del barrio de la Palma.

Por último se verificó la salida de Iturbide el día 30, y llegó a Tlalnepantla con mucho aparato y tren de batidores, escolta, algunos aduladores, y un solo amigo a pesar de que lo seguían once coches. Viendo esta ostenta al pasar por el pueblo dijeron unos dragones del 4 de caballería: Ni con el coche y muías nos paga este lo que nos debe... Iturbide posó en una hacienda a la salida del pueblo: allí le cumplimentó Bravo con sus oficiales. En aquella pieza solo había dos asientos a usanza de monarcas. Bravo preguntó ¿Qué no han traído mas sillas? pregunta que obligó a Iturbide a que fuesen a otra habitación donde dio asiento a todos. Hablóse muy poco, y solo del viaje y derrotero. Pidió Iturbide a Bravo una guardia de su tropa. Efectivamente le mandó 50 granaderos, y de oficial al teniente coronel D. Sebastián Moro, con orden de hacer fuego al que gritase Viva Iturbide o el Emperador, esto es, si tal hacían los 170 hombres que Iturbide llevaba. Por la tarde se presentaron los oficiales de este a las órdenes de Bravo. Diose en la noche la orden de marcha para el día siguiente, y solo se trató allí del camino que deberían llevar. Iturbide regaló a Bravo la imprenta que llevaba para su división que ciertamente no la necesitaba, por lo que dejó un oficial que la recibiese y condujese a Otumba o a otro punto. ¿Con qué objeto hizo Iturbide esta extracción de México? Claro es que con el de valerse de la prensa para esparcir la seducción, el mismo con que traía la que se le tomó de Londres en Soto la Marina; perdió sin duda la esperanza de conseguirlo, y por eso hizo a Bravo este obsequio: no creo que me darán otra respuesta sus mayores amigos y defensores. En la conversación que ese día tuvo con Bravo le exhortaba a que no se descuidase, pues todo lo que sucedía era plan combinado de Gachupines. ¿No ve Vd. (decía muy cargado de razón) que ahora están presentando sus caudales que antes tenían ocultos? ¿No ve Vd. que todos ellos están muy unidos? cuidado amigo... yo haré cuanto el congreso diga; pero en aclarándose el plan vuelvo a tomar las armas... Yo solamente (concluía) por mis hijos lo siento, por mí en cualesquier parte estoy contento... Bravo todo lo oía con cachaza y enmudecía.

El congreso se hallaba en sesión cuando recibió un parte del general marqués de Vivanco, en que le avisaba que Iturbide había ya partido. Asimismo se recibió una exposición del mismo exemperador, que puede pasar por una despedida, en que procura exculparse de sus procedimientos, formada en estilo recortado, propio del ministro Valle, es pieza que merece transcribirse a la letra, y dice...

Señores diputados. = La expresión de la verdad jamás ofendió a la delicadez ni al mas pundonoroso decoro. Jamás tampoco la oyera con desagrado el hombre de bien: en el palacio y en la cabaña siempre dio honor al que la pronunció, y no menos al que no se resintió de oírla. Próximo a alejarme de la corte es mi deber manifestarla a la nación dirigiéndome a sus representantes. Subiendo al trono no se deja de ser hombre: el patrimonio de este es el error: los monarcas no son infalibles; por el contrario mas disculpables de sus faltas, o llámeseles delitos, si cabe tal contradicción con los principios del día: sí mas disculpables, porque colocados en el centro de los movimientos, en el punto a que se dirigen los negocios, o lo que es lo mismo, en que chocan todas las pasiones de los que formaron los pueblos, su atención está dividida en multitud innumerable de objetos, su alma fluctúa entre la verdad y la mentira, la franqueza y la hipocresía, la amistad y el interés, la adulación y el patriotismo: todos usan de su mismo lenguaje, todos se presentan al príncipe con iguales apariencias: él, bien podrá desear lo mejor, y este mismo deseo lo precipita al mal; pero el filósofo descansa en su conciencia, y si está expuesto a sentir, no lo está a sufrir los remordimientos del arrepentimiento. Por desgracia aun los consejos que se dan de buena fe no son siempre los que producen ejecutados el acierto. Los que oí sobre las providencias que más han fijado la atención, me persuadieron que la felicidad de la patria exigía hacer lo que hice, y a lo que se atribuyen resultados que habrían sido los mismos: de otro modo solo la diferencia de que la causa verdadera o aparente [esto lo decidirá el tiempo] habría sido en un caso debilidad, y en otro despotismo ¡Triste es la condición del que no puede acertar, y más triste cuando está penetrado de esta impotencia! Los hombres no son justos con sus contemporáneos: es preciso apelar al tribunal de la posteridad, porque las pasiones acaban con el corazón que las abriga. Se habla mucho de la opinión, de su violento desarrollo: siempre se yerra de prisa, y por lo común solo despacio se acierta. La opinión tiene su crisol, sus efectos son efímeros. Esto me persuade que todavía no podemos fijarnos en cual sea la de los mexicanos, porque o no la tienen, o no la han manifestado: en doce años bien podrían contarse otras tantas opiniones tenidas por tales. Comenzaron las diferencias: no me era desconocido su término, ni me era dado tampoco evitar los efectos del destino: yo debía aparecer como débil, o como déspota; me decidí por lo primero, y no me pesa: sé lo que soy: economicé males a los pueblos: puse dique a raudales de sangre, esta satisfacción es mi recompensa. No desconozco la adhesión que se tiene a mi persona en diversas partes, ni puedo dudar de ella a vista de testimonios que la convencen. Tampoco ignoro que dando energía al genio de la discordia, y activando la marcha de la anarquía que amenaza a la nación, los pueblos que ahora están desunidos sintiendo sus horrores harían votos diversos, y pronunciarían voluntad distinta; pero mi sistema jamás será el de la discordia: miro con horror la anarquía, detesto su influencia funesta, deseo la unidad en bien de la nación donde he nacido, y por tantos títulos debe ser cara a mis ojos. El plan que elegí para terminar diferencias ha sido de paz y armonía, de orden y tranquilidad no mirando mi persona, sino fijando la vista en la nación; haciendo sacrificios por mi parte, procurando excusar los de los pueblos, evitando que la revolución tenga el carácter siempre sangriento de reacción física; trabajando para que tenga el de un movimiento indicado por los pueblos, y excitado con prudencia por las autoridades. Mandé a Jalapa comisionados que hablando con la confianza de la armonía con los generales y jefes del ejército, se terminaran en paz y sosiego las diferencias ocurridas: presenté a la deliberación de la junta los puntos que iban embarazando la conclusión de un negocio tan serio como trascendental: decreté el restablecimiento del congreso cuando se me manifestó, primero por los comisionados, y después por la diputación de esta provincia, que la reposición del que existía antes era conforme a la voluntad de la mayoría, y a los deseos de los generales y jefes: lo restablecí cuando supe que había en México número bastante para formarlo: le manifesté el día de su restablecimiento que estaba dispuesto a cualquier sacrificio que exigiese el verdadero bien de la nación: dejé a su elección la del lugar donde juzgase conveniente reunirse, y tener sus sesiones: le reiteré mi respeto a la voluntad general de la nación y al congreso que la representa: propase que si para su libertad y seguridad estimaba necesario qué se retirasen todas las tropas, su acuerdo sería decisivo, y el congreso deliberaría sin ver armas en derredor de él. Le hice presente por el ministerio respectivo que si no creía bastante para creerse libre y seguro las medidas hasta entonces tomadas, acordase las que creyese necesarias, convencido de que el gobierno dispondría en el instante su ejecución y cumplimiento: abdiqué la corona expresando que si era origen de disensiones, no quería lo que embarazase la felicidad de los pueblos. Añadí, que decidido este punto me expatriaría saliendo de esta América y fijando mi residencia y la de mi familia en un país extraño, donde distante de México no se presumiese jamás influjo mío en la marcha que siga esta gran sociedad. Expuse que mientras se resolvía el artículo de abdicación, me retiraría de la corte para dar esta prueba mas de mis deseos por la libertad del congreso en negocio tan grave: pedí que él mismo comisionase individuos de su seno para que tratando con los generales del ejército, fijase oída su voz y la mía, el modo decoroso con que debía retirarme. No quise hacer uso de la elección que se me daba para nombrar los 500 hombres que debían servir de escolta a mi persona. Propuse yo mismo que el general D. Nicolás Bravo que merece justamente la confianza pública fuese el jefe de aquella escolta [8]. He querido que vistos mis pasos, oídas mis voces, presenciadas mis acciones, y las de Jos pueblos caminando a su felicidad o alejándose de ella no se crean jamás influidas por mí. No se ha presentado al pensamiento la necesidad de otro sacrificio; si en la extensión de la posibilidad hay alguno otro que exija el verdadero interés de la nación, yo estoy dispuesto a hacerlo. Amo la patria donde he nacido, y creo que dejaré a mis hijos un nombre mas sólidamente glorioso sacrificándome por ella, que mandando a los pueblos desde la altura peligrosa del trono: marcho con toda mi familia. Antes de salir debía ponerlo en noticia del congreso, desenvolver el plan de mi gobierno, desarrollar los sentimientos de mi alma. Conocí que esta parte rica de la América no debía estar sometida a Castilla: vi que era la voluntad de la nación: sostuve sus derechos, proclamé su independencia. He trabajado en su gobierno, y abdico la corona, si la abdicación de ella es necesaria para su felicidad. El congreso es a autoridad primera que va a dar dirección al movimiento de los pueblos: si estos llegan al objeto de sus deseos sin derramar la sangre de sus individuos: si unidos en derredor de un centro común cesan las divergencias y divisiones siempre embarazadoras del bien: si gozando los que les da la naturaleza trabajan sin ser distraídos por convulsiones en abrir y limpiar las fuentes de riquezas: si protegidos por un gobierno que deje en libertad el interés individual de los labradores, artesanos y comerciantes, llegan todos a ser ricos, o menos pobres: si la nación mexicana dichosa con la felicidad de sus hijos llega al punto que debe ocupar en la carta de las naciones, yo seré el primer admirador de la sabiduría del congreso, me gozaré en la felicidad de mi patria, y terminaré gustoso los días de mi existencia. Tacubaya marzo 29 de 1823. = Agustín.

Leída esta exposición la oyó el congreso, y nada respondió: continuó la sesión, y el tiempo manifestó que no era sincera. Dentro de pocos días recibió quejas de Tulancingo que confirmaron esta verdad como después veremos, e Iturbide multiplicó muchas pruebas; ora, presentándose en Padilla a los diez y seis meses de salido de México; ora, circulando proclamas sediciosas; ora en fin desarrollando su encono contra esta corporación en un manifiesto que hizo venir en cuatro idiomas lleno de acritud, calumnias y despecho que han impreso y circulado entre nosotros los malvados que quisieran tornarnos al caos de anarquía de que felizmente nos sacó aquel personaje con su expulsión. Los Prothéos muy pronto largan la mascarilla con que encubren sus intenciones; tarto mas que a una nación no es posible engañarla dos veces. Este documento inédito (hasta ahora) será materia de muchas reflexiones para nuestra posteridad ansiosa de conocer a los hombres que figuraron en nuestra revolución, y de estudiarlos desapasionadamente.

El día 1° de abril se tuvo la noticia por el general Bravo de haber sido electo por el congreso individuo del supremo poder ejecutivo con 57 votos, el general Victoria con 54 y Negrete con 73: los oficiales comenzaron a felicitarlo por su nombramiento, dándole el parabién: hicieron lo mismo las bandas de tambores, con lo que se alborotó el campo: esto sucedió cuando la tropa iba a marchar; continuó su camino quedándose Bravo despachando el correo. Creyó Iturbide que Bravo regresaba para México, y al instante fue con una pequeña escolta a la casa de este general, y entró a la sala diciéndole... Ud. no me la pega, y si se vuelve a México haré yo lo mismo... Aconsejóle que renunciase el mando, y no dejase las armas de la mano, pues Echávarri, Negrete, Santa Anna y otros a quienes honró con el título de picaros trataban de ponerlo en aquel puesto para separarlo de las armas. Díjole que los hombres de bien eran Bravo, Guerrero y Victoria, y preguntaba con inquietud y transporte, ¿Qué servicios ha hecho Moran?

Después de hablar largo rato volvió a exigir de Bravo que le diese palabra de que no regresaría a México, como se la dio prometiéndole continuar acompañándole luego que despachase el correo.

Iturbide montó a caballo y siguió la división: pasó al frente de ella saludando a todos con mucho afecto: al tiempo de venir, el oficial que la mandaba (era el coronel Piedra) formó y dijo a los soldados que al tiempo de pasar gritasen, viva el soberano congreso, como lo hicieron: dieron vivas al general Bravo, y algunos añadieron... ¡Muera Iturbide!... Semejante saludo no le agradó: tomó el coche y no volvió a probar el espíritu de aquella tropa. Desde entonces ya no repitió igual diligencia, harto desengañado de su inutilidad.

El 2 de abril ocurrió un acontecimiento desagradable. Algunos, soldados del núm. 1 de infantería de Iturbide se batieron con otros de los de Bravo; mandáronse prender, y por fortuna no hubo más que dos heridos. Dichos soldados mandó Bravo que se pusiesen a disposición de Iturbide absteniéndose él de castigarlos. Este día llegó Iturbide a Zinguiluca habiendo salido de Otumba.

Al siguiente (3 de abril) marchó la división de Bravo a Tulancingo, e Iturbide y su familia a retaguardia. Al llegar al pueblo salieron varios sujetos a recibir a Bravo, ofreciéndole coche que no quiso aceptar. Al par sur por la plaza principal le hizo la tropa los honores de brigadier en campaña. En la tarde fue el ayuntamiento a ver a este general, el cual supo que esta corporación con algún pueblo bajo había tenido la torpeza de besar la mano a Iturbide, acción que no desplacería a un hombre a quien le hacían creer que todavía era monarca. Iturbide mandó en la tarde llamar a Bravo, mas no le permitieron pasar a verlo sus ocupaciones.

Al siguiente día se mandó pasar revista de comisario. Temprano fue Bravo a visitar a Iturbide, quien le dijo que deseaba verse solo en una hacienda para estar libre del compromiso del día anterior, pues habían ido muchas personas a querer besarle la mano, a lo que él se había negado abiertamente, diciéndoles que tenía abdicada la corona; pero que no los podía contener. Tornó a suscitar la especie favorita de que los gachupines querían subyugarnos, y a quejarse contra el general Echávarri.

Si un Bravo hablara mal de mí (le dijo) no me ofendería, pero si, un Echávarri... Estas eran satisfacciones que procuraba darle en razón de los reiterados agravios que le había hecho desde el 29 de octubre de 1821, en que lo mandó arrestar juntamente con Victoria y Barragán. En la noche de este día al tiempo de ir a cenar el general Bravo, entró diciendo el coronel Villada que en la casa de Iturbide gritaban... Muera el congreso, y viva el emperador... Diole orden de que arrestase a aquellos díscolos. Después entraron la noticia de que los soldados de Iturbide estaban cargando: ocurrió la circunstancia de que Bravo a petición del mismo Iturbide permitió que estos soldados le diesen guardia... Oyóse la voz de a las amas... Levantóse Bravo y salió a la calle a contener el motín; todo era bulla y confusión: los oficiales pedían la muerte de Iturbide, dándolo por autor o cabeza de aquella zambra: las tropas se pusieron luego sobre las armas y comenzaron a salir patrullas. Dentro de breve el jefe de día entró diciendo, que todo quedaba concluido, que aquella había sido una borrachera. Iturbide mandó luego un recado a Bravo diciéndole que él y toda su familia se habían asustado... Bravo le respondió que creyendo ser asunto de otro tamaño ya iba a su casa, que estaba bien...

Al siguiente día concluida la revista de comisario que no agradó a los Iturbidistas por lo arreglada y decidida que se mostró la tropa, los soldados de Iturbide en corto número tornaron a armar nueva zambra diciendo que eran imperiales valientes &c. Comenzó la sedición en la que los soldados de Bravo mataron a un cabo, y lastimaron a dos soldados; todos se habrían batido si Bravo no toma providencias enérgicas. Esta nueva ocurrencia causó alborotos, patrullas y recados de Iturbide a Bravo, quien con rectitud dijo al ayudante de aquel... Diga Vd. al señor Iturbide que mientras conserve a su lado esa tropa infantería del 1 y caballería, yo no respondo de la seguridad de su persona... En la noche vino el coronel Vasconcelos de parte de Iturbide a decir a Bravo que pasase a verlo, lo que no pudo hacer luego por sus ocupaciones. Verificólo al día siguiente, y al entrar en la casa le batieron marcha. Indicóle Bravo que se quedase solo, y estaría mas seguro, en la que convino Iturbide, asegurándole que tomaría para ello sus providencias. Bravo le dijo que apreciaría mucho eligiese otro jefe que lo escoltase; hablaron largo rato sobre esto, Bravo le propuso a Barragán que no le agradó mucho a Iturbide. Contóle la noticia de su nombramiento de vocal del supremo poder ejecutivo; tres días antes le había Iturbide aconsejado que renunciase, mas ahora opinando de modo totalmente contrario le dijo... Ya conozco ser necesaria la presencia de Vd. en el gobierno... pero le encargó la vigilancia con los gachupines, no lo engañen... ¿Curtam varié? ¿A qué atribuiremos este cambiamiento de opiniones?... Muy pronto llegaron al congreso y gobierno de México las noticias de todo lo ocurrido. El congreso dijo al gobierno que obrase como gustase, pues aquella corporación no quería saber cuáles eran las medidas que pudiera tomar. Ya Iturbide estaba conforme en que le sucediese a Bravo Barragán; pero el gobierno no gustó de esta mutación, pues entendió que la prudencia de Bravo llevaría al cabo la empresa de embarcar a un hombre que daba tanto temor a la nación existiendo en su seno.

Bravo puso oficio al coronel Infanzón para que formase la tropa de su mando a presencia del mayor de la división teniente coronel D. José María Moreno, a efecto de que los soldados que gustasen se pasasen a los libertadores, y los demás marchasen a México a sus cuerpos con dicho jefe y demás oficiales, puesto que Iturbide estaba muy seguro con las bayonetas que mandaba Bravo. Infanzón no dio paso a nada hasta consultarlo con Iturbide; respondió que a la tarde respondería, como lo verificó. Pregúntesele a los soldados, y todos voz en cuello pidieron su licencia absoluta que al momento se les dio. A las ocho de la noche recibió Bravo una carta de Iturbide que a la letra dice:

"Martes 8 de abril de 1823. = En Tulancingo. = Mi estimado amigo. Ya está Vd. impuesto de lo que ha ocurrido esta tarde con la tropa: se le ha preguntado de repente si quería incorporarse en la división de Vd. o su licencia absoluta si no querían lo primero, o marchar mañana a México, y entiendo que a excepción de tres todos eligieron el partido de licencia absoluta; yo no puedo ver con indiferencia el daño de estos infelices: casi todos son soldados viejos, muchos de ellos acreedores a dispersos, y no pocos a premios, y que cuando han gastado lo mejor (le su vida, sirviendo honradamente a la patria y con mucha utilidad de ella, vayan los infelices a mendigar su sustento, sería muy doloroso."

Creo un deber mío procurar hasta donde alcance, el bien de estos pobres militares, haciéndolo compatible con cuanto el gobierno actual de México pueda desear, y con este objeto deseo hablar con Vd. antes de que se resuelva nada definitivamente. Si por la ocupación del correo no nos podemos ver esta noche, que se difiera para pasado mañana.

Esté Vd. seguro de que esta es tropa que siempre servirá bien a su patria; es honrada, subordinada, y valiente, no debe perderse: debe dársele lugar a que reflexione, y lo agradecerá a Vd. muy mucho su afectísimo amigo. = Agustín.

P. D. =En este momento me avisa el coronel Infanzón que muchos de los soldados le han hablado manifestándole que quieren su retiro conforme les corresponde, y con este motivo repito a Vd. mi deseo de que hablemos antes de concluir cosa alguna sobre el particular. = Vale.

Al tiempo mismo de recibir Bravo esta carta, a que respondió que en lo verbal satisfaría a Iturbide, recibió un oficio del supremo poder ejecutivo reencargándole la vigilancia por haber anulado el soberano congreso la proclamación y actos consiguientes a ella de Iturbide, y las órdenes al jefe de día fueron duplicadas. Iturbide había contado a Bravo que la independencia y su proclamación estaban ya reconocidas por los Estados-Unidos del Norte América. Quejósele de que el ministro cuando le hablaba sobre que eligiese otro jefe para su escolta no le daba el tratamiento de emperador. Bravo le respondió que tal vez lo haría porque ya le habían negado la obediencia el ejército y las provincias. Esta especie desazonó bastante a Iturbide. He aquí a la letra dicho oficio.

Muy reservado. =Exmo. Señor. — Di cuenta al supremo poder ejecutivo con la carta de V. E. de ayer y sinónimos adjuntos, la que dirijo al señor marqués de Vivanco; se pasaron al momento al soberano congreso como indicó V. E. en su carta, quien luego facultó al supremo poder ejecutivo para tomar las medidas convenientes para la seguridad interior y exterior de la nación, aun cuando abracen la persona de D. Agustín de Iturbide. En consecuencia ha decretado en esta fecha y me ordena diga a V. E.

1° Que no debe permitir que el señor D. Agustín de Iturbide ejecute acto alguno de soberanía como arengar a los del sencillo pueblo, llamándoles hijos &c. que le besen la mano, ni el menor hecho que anuncie autoridad, reduciéndolo (si no hubiese otro arbitrio) a estar sin comunicación, todo con el decoro que dictará su modo y prudencia.

2° Cuidadosa y sagazmente debe V. E. averiguar el paradero de la letra de imprenta que se llevó con la que hay para tres pliegos, y asegurarla, indagando si se han impreso algunos papeles y recogiéndolos.

3° Supuesto el mal porte de la tropa que lo acompañó, si lo juzga V. E. por más seguro lo mejor es desarmarla y dar su licencia absoluta al que la pida: aquellos en quienes halle V. E. sincera decisión para adherirse a la causa de la libertad serán considerados, y continuarán el servicio en el cuerpo que elijan o se les designe. Los señores oficiales serán tratados bajo la misma regla.

4° Dispondrá V. E. marchen a su destino y se separen de ese punto todas las personas que no pertenezcan a su familia o parentela, y los criados de su servicio.

5.° D. Francisco Álvarez, D. Miguel Cabaleri, Pío Marcha, Luciano Velázquez, y alguna persona que se conozca que influye en el ánima del señor Iturbide para excitarlo a seguir fungiendo de autoridad, o intrigando contra la tranquilidad publica, asegúrelos V. E., y con una buena escolta mandada por oficiales de confianza, que pasen a Perote en calidad de detenidos, para lo que es adjunta orden.

Es necesario viveza para lo de la imprenta, y resuelto V. E. a desarmar la tropa disponerlo de modo que sea cuando estén mus descuidados, y en términos, previniendo el golpe, y que a una hora misma y a un propio tiempo se desarme la tropa, se sorprendan los sospechosos y perjudiciales, Álvarez, Cabaleri &c. y marchen a Perote y se notifique a los demás agregados que V. E. crea necesario se separen de ese pueblo, cuidando durante estos actos por oficiales y soldados muy muy decididos de la persona del señor Iturbide, aunque sin faltarle, y asegurándole no se le ofenderá como no intente alguna conmoción, y no hay que entrar en contestaciones con él, hasta que todo esté concluido.

Ociosas son advertencias cuando V. E. tiene previsión, conoce la importancia del asunto, las personas de quien debe fiarse, el secreto que deben tener &c. Confia, pues el supremo poder ejecutivo en su celo por la patria, y en su decisión contra la tiranía. Con ella triunfará siempre la razón y la justicia de las arterias viles que duran un momento.

Quiere también el supremo poder ejecutivo que por medio de puntos militares que se establezcan, dé parte V. E. diariamente de las novedades que ocurran, viniendo siempre el parte aunque no haya alguna.

Dios &c. México abril 5 de 1823=3° de la independencia y 2° de la libertad. = José Ignacio García Illueca. =Exmo. Señor D. Nicolás Bravo individuo del supremo poder ejecutivo.

El 9 de abril se expidieron 102 licencias absolutas y se les dieron a dos pesos a los soldados. Estos marcharon contentísimos, y a los de caballería se les dieron sus caballos. No habrían mostrado tanta complacencia si hubieran amado de corazón al jefe que sirvieron. El soldado aisladamente es del que le paga: pocas veces se ve desmentido por la experiencia este proloquio como se verificó con Morelos, cuyos soldados le fueron fieles aun cuando no tenía que darles.

Desde que se comenzaron a dar licencias se incomodaron los oficiales de Iturbide, por lo que aplicaron todo su influjo en persuadir a todos los soldados licenciados que no se separasen, sino que se incorporasen en sus cuerpos antiguos; pero ellos los denunciaban a Bravo; así es que en un instante se trocaron de enemigos en amigos, y denunciadores.

Al siguiente día dio orden Bravo de que se recogiesen todas las armas de los licenciados; mas como faltasen mas de 40 carabinas, hizo que fuesen a su casa todos los oficiales imperiales; reconvínoles por ellas, y no entregándolas los mandó arrestados al cuartel del batallón n° 3. Inmediatamente por un oficio mandó al comandante de la guardia de Iturbide orden para que absolutamente dejase salir a nadie de la casa, y sí entrar a cuantos quisiesen. En seguida dirigió a Iturbide una carta amistosa incluyéndole lista de las personas que tenía orden del supremo poder ejecutivo de separar de su lado. Dice así la carta.

"Muy señor mío y amigo: Días ha tenía orden del supremo gobierno para separar del lado de la persona de Vd. a los sujetos citados en la adjunta lista; mas mi corazón enemigo siempre de perjudicar, me ha contenido; pero viendo que algunos no han tenido el mejor manejo, he violentado mis providencias; ya, para que Vd. esté más seguro y tranquilo; y ya para dar exacto cumplimiento a las órdenes del superior gobierno por las que hoy mismo marchan a Huamantla los señores de la lista dicha, donde quedarán a disposición del gobierno mencionado a quien en este instante doy cuenta. =Celebraré no tenga Vd. novedad y que mande a su siempre amigo. = Nicolás Bravo. = Sr. D. Agustín de Iturbide yAramburu.

Lista de los señores que deben marchar. =El señor coronel D. Francisco de Paula Álvarez, id. D. Manuel Vasconcelos, señor intendente D. Miguel Cabaleri, coronel D. Vicente Rivero, teniente coronel D. Felipe Zurbarán, capellanes, D. José López, D. Ignacio Correa, Fr. N. Tembleque, Fr. Ignacio Treviño, Fernandino, (9), capitán graduado D. José Vergara, D. Ildefonso Villacon, capitán graduado D. Felipe Carvajal, teniente coronel graduado D. Antonio Alvarado, teniente graduado D. Blas Torres, alférez D. José María Ramírez. = Tulancingo 10 de abril de 1823. = Nicolás Bravo.

Contestación del sr. Iturbide. —Jueves 10 de abril de 1823. —Querido amigo: Nada me sorprende, y solo siento que mi amistad perjudique a individuos dignos de mejor suerte. Vd. en su apreciable de hoy que recibo en este momento no me dice la hora de la marcha de los comprendidos en la lista que me acompaña; pero el comisionado me indica que dentro de dos horas deben partir, y esto será imposible, a no ser que se arrostren todas las consideraciones de la sociedad y de la humanidad. Entre los señalados para marchar está D. Francisco de Paula Álvarez, que tiene su padre anciano, su esposa y dos chiquitos, el mayor de veinte meses; todos están enfermos actualmente, aunque no de gravedad: Vd. no puede ver esto con indiferencia, y espero por lo mismo les conceda un día de término para que se habiliten para la marcha; lo que por mi parte agradeceré mucho. No habrá uno de ellos que falte, y Vd. puede poner a cuantos individuos merezcan su confianza y guste, para que observen mis pasos en este cortísimo término. Agradezco a Vd. la consideración que hasta ahora ha tenido en el asunto, y celebrarla saber quién ha sido el que ha faltado para manifestarle su imprudencia. Queda de Vd. como siempre muy afecto amigo. = Agustín. = Sr. D. Nicolás Bravo.

Contestación a la anterior. —Su casa 10 de abril de 1823. —Querido amigo. —  En mi anterior de hoy digo a Vd. que en aquel momento daba parte al supremo gobierno haber cumplido su orden, por lo que si falta alguno de los sujetos designados tendré de que avergonzarme; mas si Vd. garantiza sus personas desde luego accederé a que marchen mañana entre seis y siete de ella.

Tengo dadas muchas pruebas de que soy humano y sensible: Vd. lo sabe muy bien, y yo jamás prescindiré de mi antiguo modo de pensar; pero también tengo obligación de cumplir con exactitud las superiores órdenes del gobierno, a quien en todo caso soy responsable. Vd. disponga de mi persona como su mas afecto amigo que es de veras. — Nicolás Bravo.

Contestación a esta. —Tulancingo 10 de abril de 1823, a las doce y media. —Mi estimado amigo. Por su apreciable de hoy que acabo de recibir, quedo impuesto de que ha tenido Vd. la bondad de acceder a que la salida de los que han de marchar (10) se verifique mañana en lugar de hoy; doy a Vd. las gracias por esta condescendencia, y esté Vd. seguro de que no faltaran. Queda de Vd. como siempre afectísimo e invariable amigo. — Agustín. == Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Además de estas contestaciones el general Bravo tuvo aquel día en su casa muchas visitas y empeños: inflexible en el cumplimiento de sus obligaciones dispuso que se realizase el viaje al siguiente, y encargó la conducción de la familia separada al teniente coronel mayor D. Sebastián Moro para el castillo de Perote con la escolta de 40 dragones (ocultósela que iban a dicho fuerte).

Cuando iban a llamar a los oficiales de Iturbide supo el general Bravo que algunos dragones e infantes de los que no habían querido licencia, se habían marchado llevando hasta duplicadas las armas: mandó al momento que saliese el coronel Castro con su escuadrón a desarmarlos como lo verificó en aquel mismo día en el pueblo de Zinguiluca. Llegó a 60 el número de estos a las órdenes del alférez Barrón. A la sazón que salían los de la familia de Iturbide para su destino, recibió Bravo un extraordinario de México, y con él la orden de que aquel marchase a la posible brevedad fuera de esta América; su embarque debería verificarse por Alvarado o punta de Antón Lizard, donde se hallaba una fragata armada que lo conducirla cómoda y seguramente. Exigíase al general Bravo el recibo de esta orden, y la acompañaba copia de los decretos del soberano congreso. Decían estos documentos lo siguiente.

Ministerio universal. —Exmo. sr. =Son adjuntos los decretos núm. 9 y 10 del soberano congreso fecha de hoy, que puede V. E. hacer saber el primero al Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide, por el cual se previene su pronta salida que se verificará por una de los puertos del Golfo de México, fletando buque neutral que lo conduzca con su familia al lugar que le acomode, con las demás condiciones que expresa el mismo. En tal estrecho el supremo poder ejecutivo con el empeño de llenar sus deberes desearía que V. E. hiciese el último sacrificio prestándose a continuar escoltándolo hasta dejarlo en el buque, para cuya resolución servirán a V. E. de gobierno las prevenciones siguientes.

Primera. Hay una fragata inglesa de cuatrocientas tonel atlas y doce cañones, que estará pronta en Antón Lizard o Alvarado, para admitir a su bordo hasta cuarenta personas de la familia de dicho señor.

Segunda. El camino más cómodo para la división y para la familia de él, es el de Apan, por Piedras negras, a Perote, Lucas Martin, Encero, Plan del Rio, Puente, Paso de Ovejas y al buque, sin pasar por Puebla de ningún modo. En Jalapa se tomarán las providencias necesarias para la habilitación de la división de V. E.

Tercera. Es preciso que el exmo. sr. Iturbide designe en el momento el punto a que quiera ser conducido para así cerrar ajuste con el apoderado de dicha fragata, en la que será tratado con cuanta comodidad sea posible en toda línea, y lo es el que V. E. no pulse embarazo alguno en continuar en esta interesante comisión, salga con la brevedad posible para cumplir con el decreto, y por la conveniencia que resulta al mismo sr. Iturbide en embarcarse en esta época bonancible aún.

Cuarta. En el evento que V. E. no tenga que continuar con este encargo, con la respuesta del punto para que deba fletarse el buque, avisará V. E. por extraordinario ejecutivo, y marchará a hacerse cargo de la escolta con su división el sr. brigadier D. Miguel Barragán al punto de Apan.

Quinta. En caso de que haya V. E. mandado a Perote detenidos a Álvarez y Cabaleri, y quisiesen seguir la suerte del exmo. sr. Iturbide, pueden incorporarse al paso por aquel fuerte, observando las prevenciones hechas en 5 del presente (11), que serán en el caso el que marchen separados si lo juzga V. E. conveniente. =Dios &c. México 9 de abril de 1823. 3° y 2°== José Ignacio García Illueca. — Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Declaración del soberano congreso a que se refiere el precedente oficio.

Art. 1. Que siendo la coronación de D. Agustín de Iturbide obra de la violencia y de la fuerza, y nula de derecho, no ha lugar a discutir sobre la abdicación que hace de la corona.

Art. 2. De consiguiente, también declara nula la sucesión hereditaria y títulos emanados de la coronación, y que todos los actos del gobierno pasado desde 19 de mayo hasta 29 de Marzo últimos son ilegales, quedando sujetos a que el actual los revise para confirmarlos o revocarlos.

Art. 3. El supremo poder ejecutivo activará la pronta salida de D. Agustín de Iturbide del territorio de la nación.

Art. 4. Aquella se verificará por uno de los puertos del golfo Mexicano, fletándose por cuenta del estado un buque neutral que lo conduzca con su familia al lugar que le acomode.

Art. 5. Se asignan a D. Agustín de Iturbide durante su vida veinte y cinco mil pesos anuales pagaderos en esta capital, con la condición de que establezca su residencia en cualquier punto de Italia. Después de su muerte gozará su familia de ocho mil pesos bajo las reglas establecidas para las pensiones del monte pío militar.

Art. 6. D. Agustín de Iturbide tendrá tratamiento de Excelencia.

El general Bravo notificó a Iturbide estas providencias por medio de una carta y oficio que llevó un ayudante: decíale en la carta lo siguiente.

Su casa 11 de abril de 1823. —Amigo mío que aprecio. —Acabo de recibir un extraordinario con el que me remite el supremo gobierno para que le haga saber a Vd. los seis artículos que constan en el decreto del soberano congreso que incluyo a Vd. para que se imponga; previniéndome a mas el mencionado supremo gobierno, que el embarque ha de ser por Alvarado o punta de Antón Lizard, hallándose en este punto una fragata inglesa neutral de 400 toneladas y 12 cañones, en la que será Vd. tratado con la mayor comodidad posible en toda línea.

El supremo gobierno ha dejado a mi elección el que escolte a Vd. o me separe y marche para México; mas como yo deseo ocasiones de manifestarle mi afecto, aprovecho esta que no es despreciable. Quedo esperando la contestación de Vd., pues tengo que mandarla precisamente a las tres de la tarde. Soy de Vd. afectísimo s. q. b. s. m. = Nicolás Bravo. —Sr. D. Agustín de Iturbide.

Contestación a esta carta. = 11 de abril de 1823, a la una y media de la tarde. =Mi muy estimado amigo: en contestación a la muy apreciable de Vd. de hoy que acabo de recibir digo: que es indispensable que tratemos a boca los puntos relativos a mi viaje y embarque: ahora solo puedo asegurarle, que antes daré mi vida que exponer mi familia a que perezca en la mendicidad en un país extranjero, o a que caiga en manos de corsarios, ni verme yo en peligro de ser juzgado por el gobierno español. Yo fui el primer agente para que perdieran el dominio de nuestro país que creyeron conservar eternamente, y jamás me perdonarán tal acontecimiento, y la nación mexicana en cuyo honor me interesé e interesaré siempre, aparecería a los ojos del mundo civilizado bajo el carácter mas detestable, si me entregase en manos de mis enemigos directa o indirectamente.

Jamás daré un paso de debilidad ni de ignominia, y difícilmente lo he de dar de una tal ignorancia. Agradezco a Vd. muy mucho las expresiones afectuosas con que me manifiesta su amistad: le aseguro la mía, y un eterno reconocimiento. —Agustín.

P. D. Cuando hablo a Vd. de mi familia, que no la he de exponer a que perezca, no entienda Vd. que hablo de la pensión señalada; ya sabrá Vd. el sentido de la expresión, que no me detengo en explicar por no retardar esta. Vale. = Sr. D. Nicolás Bravo.

He aquí la carta amistosa de Iturbide a este general, veamos ya las contestaciones de oficio. El de Bravo dice:

Exmo. sr. =Acabo de recibir órdenes del supremo gobierno para que exija de V. E. saber el punto a donde quiere pasar a establecerse fuera de los dominios de esta América, y espero que V. E. me conteste a la mayor brevedad para que el gobierno trate con el dueño de la fragata su trasporte, y poner en ejecución las órdenes con que me hallo. Dios &c. Cuartel general en Tulancingo 11 de abril de 1824. == Nicolás Bravo. =Exmo. sr. D. Agustín Iturbide y Aramburu.

Contestación a este oficio. =Muy seguro debe estar el supremo gobierno de la nación del deseo que tengo de salir de esta América, pues lo manifesté espontáneamente al soberano congreso con oportunidad; pero para verificarlo no puedo perder de vista la seguridad de mi dilatada familia, ni la comodidad posible en el viaje. En ella hay individuos enfermos habitualmente, y los hay desde la edad de 85 años hasta la de cuatro meses. Tampoco puedo aventurar los recursos de subsistencia en país extranjero donde ni relaciones ni conexión alguna tengo; así que la navegación no la puedo emprender sino en una buena fragata inglesa o anglo-americana, llevando una cantidad de moneda para hacer mi establecimiento en Roma, Nápoles u otro punto de la misma Italia donde mas me acomodare. Entiendo que el honor de la nación mexicana se interesa también en ambos puntos; así como en librar a mi honrada familia de todo disgusto hasta ponerla a bordo.

El primer punto de escala, podrá ser en Jamaica, donde resolveré el camino que debo llevar para el de mi destino. Repito a V. E. que deseo emprender mi marcha cuanto antes sea posible; y para allanar tanta dificultad sería conveniente que el supremo gobierno nombrase a V. E. u otro individuo de su confianza con todas las facultades necesarias para acordar conmigo todos los puntos relativos al viaje. Es cuanto tengo que decir a V. E. en contestación a su carta de hoy recibida esta tarde. Dios &c. =Tulancingo 11 de abril de 1823. = Agustín de Iturbide. Exmo. señor D. Nicolás Bravo.

Este jefe pasó a ver a Iturbide luego que recibió la orden del gobierno supremo. En la contestación le instó a que se decidiese a marchar, y viéndolo renuente le dijo, "pues yo no escolto a Vd. si varia de opiniones." Iturbide ofreció contestar al oficio en la tarde, Bravo le dijo ¿y por qué no lo hace Vd. ahora mismo?... Porque hace dos noches [respondió], que absolutamente no duermo nada... Conocióle Bravo que se arrepintió luego de haberle hecho esta confesión.

En la tarde se completó el disgusto que Iturbide tuvo en la mañana: motivó la indisposición el haber llegado el coronel Castro con los soldados desarmados, el armamento y municiones.

Hasta este día no remitió Bravo al gobierno la contestación de Iturbide. En estos momentos ya empezaba la nación a gozarse con la libertad comenzada a adquirir, porque declarado nulo el imperio de Iturbide, se siguió la declaración solemne que hizo el congreso general de no hallarse en el caso de cumplir el plan de Iguala y tratados de Córdoba a que nos había atado Iturbide, sino que la nación era árbitra para adoptar el sistema de gobierno que mas la conviniese. Pronunciamiento de esta naturaleza votado nominalmente, y del que solo se separaron los señores Fagoaga, Becerra, Martínez Bea, y qué sé yo que otro diputado, llenó de regocijo a todos los americanos, a par que de luto a los borbonistas que creían vernos encadenados al yugo de los déspotas castellanos de una manera directa, así como han quedado los brasilenses al rey de Portugal, cuya dominación le es ahora doblemente dura, pues tienen encima mi déspota que antes veían en perspectiva y a mas de dos mil leguas de su suelo.

Al gobierno se le hicieron algunas reflexiones sobre la contestación de Iturbide, y se le demostró que todas las trabas que oponía se encaminaban a ganar tiempo esperanzado en algún cambiamiento que le fuese favorable.

El 16 de abril cuando Bravo estaba inquieto por saber la resolución del gobierno, llegó un capitán con pliegos de este que decían lo siguiente:

"Ministerio de guerra. — Exmo. Señor. =Contesto al oficio de V. E. de 12 del presente al que acompañó el del exmo. señor. D. Agustín de Iturbide del día anterior. Di cuenta con ambos al supremo poder ejecutivo, quien por acuerdo de hoy ha resuelto diga a V. E. debe contestar al exmo. sr. Iturbide que la fragata inglesa que se trata de fletar para que verifique su viaje a Italia es forrada en cobre, de 400 toneladas y nueva: monta 12 cañones, y en consecuencia reúne todas las cualidades que pudieran apetecerse para su seguridad y la comodidad posible de su familia.

En cuanto a la cantidad de moneda que necesita para hacer su establecimiento en Roma. Nápoles u otro punto de la Italia, que lea el sr. Iturbide el decreto del soberano congreso, y conocerá que no cabe en las facultades del poder ejecutivo proporcionarle esa suma de consideración. Por el artículo 4° se le previene que flete un buque neutral para que lo conduzca con su familia al lugar que le acomode. Por el 5° se le mandan pagar 25 mil pesos en esta capital con la condición de que establezca su residencia en Italia; quiere decir, que si el señor Iturbide no acredita su residencia en aquel país, a nada tiene opción, y que si no marcha para aquel punto deberá suceder lo mismo.

Sienta en la exposición que hace a V. E. su decisión a marchar a Italia; pero dice que el primer punto de escala podrá ser a Jamaica, desde donde resolverá el camino que debe llevar. El tocar en este punto es peligrosísimo por lo mal sano, y para poder el supremo poder ejecutivo conciliar el puntual obedecimiento del decreto del soberano congreso con los deseos del señor Iturbide de que se le dé alguna cantidad en numerario para sus necesarios a su llegada a Italia, no halla otro arbitrio sino que verifique su viaje directo al lugar de su destino en el que recibirá la asignación de un año con los descuentos de extracción, embarque y seguro, cuyo dinero marchará en el mismo buque en que va V. E. o en letras muy seguras que serán pagadas a la vista.

Estos son los puntos pendientes que había que allanar para el verificativo de la marcha, que el supremo poder ejecutivo ha procurado ponerlos corrientes del modo más benéfico a dicho señor, en consecuencia no hay necesidad de nombrar persona para acordarlos. En lo demás tiene que arreglarse al decreto, y con vista del artículo 3° se hace preciso por cumplir con él, por la conveniencia pública, por dar lleno a los deseos que manifiesta el sr. Iturbide, y por su bien y el de su familia el que marche cuanto antes; así se lo hará V. E. entender, y dará todas las órdenes oportunas para ponerse en movimiento bajo las formadas que detallé en mi oficio anterior; dejando a la discreción de V. E. el movimiento de la salida, pues debe designarlo como que tiene las cosas presentes; pero sí encargándole que sea lo más pronto [12].

El embarque se ajustará para 25 o 30 personas: si exceden de ese número los sujetos que se embarquen, los ajustarán y pagarán por su cuenta. Sobre Cabaleri escribo a V. E. en oficio separado; los demás detenidos en Perote, por la orden que acompaño quedan a la disposición de V. E.: los que quieran seguir a dicho señor puede permitírseles, y los demás permanecerán detenidos hasta su embarque. Podrán detenerse en el Encero, donde hay habitación cómoda, mientras de Veracruz avisan haber llegado el momento del viaje. Avisará V. E. de la salida y demás puntos de parada. Dios &c. México abril 4 de 1823. =José Ignacio García Illueca.

P. D. En esta fecha hago todas las prevenciones oportunas a Veracruz. Vale. =Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

En este día recibió este jefe una carta del general Filisola de Guatemala, contestando a la que le escribió desde Oaxaca, participándole las ocurrencias de aquella época y el plan de Casa Mata. No es del caso entrar en el por menor de ella, puesto que en aquellos mismos días el congreso de México por un impulso de su generosidad y liberalidad de sus principios, mandó que Guatemala declarase su voluntad libremente, y dijese qué forma de gobierno quería elegir para que en él fuese feliz. Hizo después lo mismo en la provincia de Chiapa; mas una conducta tan franca y noble ha sido correspondida con ingratitudes e insultos, atribuyéndole aquel gobierno una ambición que honrosamente desconoce, y mandando tropas a la provincia de Xoconusco para invadir terrenos que pretende ser de su dominación, pero tropas mandadas por oficiales franceses que el gobierno de México no quiso justamente admitir en su servicio (13).

A las once de la mañana de este día (11 de abril) se presentó D. Vicente Domínguez con licencia del supremo gobierno para hablar con Iturbide, el general Bravo le dio el pase: a poco rato tornó a presentarse con recado del mismo suplicando demorase el viaje hasta el día 20, a lo que accedió Bravo y dio aviso de esta ocurrencia al supremo gobierno.

Iturbide por oficio del siguiente día 17 dijo a Bravo que saldría el día 20, y en el camino representaría al supremo poder ejecutivo sobre el buque destinado a su trasporte, lo que no hacia entonces porque no se dijese que trataba de demorar su marcha. El gobierno, aunque no le desaprobó a Bravo su deferencia a la pretensión que Domínguez hizo para demorar el viaje, dio bien a entender su incomodidad en el siguiente oficio.

Exmo. sr. =La felicidad y el bien de la patria no pueden establecerse sin tranquilidad publica; la autoridad y decoro del soberano congreso está desairada entre tanto no se cumple su ley: la energía y vigor del supremo poder ejecutivo no se acredita sino llevando al cabo con puntualidad las leyes, y aun el honor y buen nombre de V. E., todo, todo está comprometido si el exmo. sr. D. Agustín de Iturbide no marcha luego luego de ese punto bajo las prevenciones que hice a V. E. en fechas 9 y 14 del presente, no poniendo término para la salida, porque ese debe quedar a la discreción de V. E.; pero que debe marchar sin que valga escusa. No hay duda que lo más pronto es lo mejor, y así lo demás queda a la actividad y celo de V. E. en lo que descansa el supremo poder ejecutivo. Si dicho señor exmo protestase o quisiese hacer alguna representación al soberano congreso, que lo haga, pero marchando, que las resultas como que las jornadas son cortas y en el Encero habrá alguna demora, allá irán; y así repito a V. E. por expresa y muy encargada orden del supremo poder ejecutivo que marche y luego luego. Dios &c. México abril 17 de 1823. = José Ignacio García Illueca. — Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Como las noticias y pormenores de la conducta de Iturbide en Tulancingo no se ignoraban en México, por tanto el gobierno se veía a todas horas urgido, y no es extraño que usase de tan enérgico lenguaje.

Llegó por último el suspirado día 20, y la jornada se hizo a la hacienda de Santa Ana cerca de Tecocomulco. Supo Bravo que saliendo de allí para Buenavista se ahorraban cuatro leguas, y así determinó que Iturbide marchase para Apan, y él se quedó en dicha hacienda como se verificó.

Poco después de haber llegado Bravo a Buenavista recibió un oficio del coronel Castro en que le decía que Iturbide había determinado se quedasen su padre y hermana en dicho pueblo de Apam con el padre dieguino Tembleque. Contestósele que este no podía marcharse, y que de los demás que se volvían mandase una lista.

A las nueve de la noche llegó de México D. Vicente Domínguez, habiendo pasado de Apam. En la capital practicó algunas diligencias para demorar el viaje de Iturbide; pero el gobierno le respondió que representase aquel, y continuase su marcha, pues en el camino recibiría la contestación. También condujo Domínguez dos oficios de Iturbide a Bravo que a la letra dicen.

Exmo. sr. =Tan resuelto como estaba en octubre de 1821 a salir de mi patria cuando no le fuesen útiles mis servicios como manifestó en los actos mas solemnes y públicos, lo he estado siempre y estoy hoy; pero no debo hacer un sacrificio inconsiderado de mi familia, especialmente cuando él no ha de producir una utilidad pública. Por este concepto dije a V. E. en carta oficial de 17 del presente, que luego que emprendiese mi marcha de Tulancingo diría al supremo gobierno lo que me ocurre sobre el buque que para mi transporte a Italia se ha contratado, y lo ejecuto ahora por conducto de V. E.

Ignoro hasta esta fecha las condiciones de la contrata, tripulación del buque &c., y solo sé de oficio que es una fragata inglesa mercante; pues aunque en conferencia con mi apoderado D. Juan Gómez Navarrete se le dijo tener doce cañones y las mayores comodidades, también se le añadió no estar cerrado el ajuste, y no estoy cerciorado cual es el grado de seguridad con que puede caminar mi familia contra los piratas que infestan el seno mexicano, y contra otras tentativas que puedan hacerse por el gobierno español. Por tanto, resuelvo llegar a Orizaba sin detención para saber desde allí todas las circunstancias del buque, y demás convenientes para asegurar a mi familia contra todo insulto y daño previsible. Espero se sirva V. E. hacerlo presente así al supremo gobierno, de cuya justificación debo esperar convenga en ello, porque mi expatriación ha sido voluntaria; porque del sacrificio de mi familia ninguna utilidad resulta a esta nación, y porque no debo entrar ciegamente en lo que se disponga en esta parte sin conocimiento mío; y porque en junta de generales habida para acordar el modo y términos de mi salida de Tacubaya, se resolvió me consultasen entre otros puntos el de Orizaba para esperar el momento preciso de mi viaje. En recibiendo la contestación de V. E. a este, sobre la marcha escribiré a Veracruz dando poder a sujeto de su confianza, para que examinando las cualidades del buque me dé conocimiento y asegure los 25. 000 pesos que me ha de entregar el comandante del buque a mi llegada a Italia. Dios &c. Apam 21 de abril de 1823. —Agustín de Iturbide. — Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Otro datado en la misma fecha y lugar.

Exmo. sr. =Acabo de llegar a este pueblo y desengañarme de que es absolutamente imposible que mi padre y hermana continúen el viaje; el uno con 85 años, y mi hermana habitualmente enferma, han sentido en las dos jornadas que llevamos los efectos que son consiguientes, y cuando llegasen al puerto ciertamente no resistirían la privación, malos alimentos y peligros de una navegación.

La Providencia me ha destinado para ejecutar toda clase de sacrificios en obsequio de una patria que amo con la mayor ternura. No es corto el de anticipar el pesar de contar por muerto a un padre y a una hermana; pero lo voy a vencer y continuar mi marcha sin exigir ni un solo instante de demora, pidiendo únicamente a V. E. se sirva participar esta ocurrencia al supremo poder ejecutivo, y disponer que dé una pequeña escolta que los acompañe hasta la capital, donde han resuelto residir. Dios &c. Apam 21 de abril de 1823. = Agustín de Iturbide. = Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Contestación al oficio primero.

Exmo. sr. = Originales remito al supremo gobierno las reflexiones que V. E. hace por mi conducto sobre el buque en que debe embarcarse, y su seguridad; y como tenga presente que en la junta de generales que V. E. cita se prefijaron Orizaba, Jalapa y Tulancingo, y eligiese el último hasta el momento del embarque, estando ya en el caso de haberse proporcionado el buque, terminó aquella cláusula, y solo hemos de llevar al cabo el conducirnos al punto donde se halla por el rumbo que me tiene designado el gobierne, verificándolo el día de mañana, esperando la resolución, y caminando según me tiene ordenado. Dios &c. Cuartel general en Buenavista 22 de abril de 1823. —Nicolás Bravo. — Exmo, sr. D. Agustín de Iturbide.

Contestación del segundo oficio.

Exmo. sr. = Para poder conciliar el contenido del oficio de V. E. fecha 21, en que me habla del estado de imposibilidad en que se halla el señor su padre y hermana para continuar la marcha por sus enfermedades, con el contesto literal del artículo 4 del soberano decreto de 8 del corriente, doy cuenta por expreso al supremo poder ejecutivo, y en el entretanto resuelve he dispuesto que ron una partida competente para su custodia permanezcan en ese punto los citados señor su padre y hermana, en el caso de no poder continuar, y que nosotros sigamos la marcha. Dios &c. Cuartel general en Buenavista 22 de abril de 1823. = Nicolás Bravo. —Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide.

El comisionado Domínguez pidió verbalmente a su nombre al general Bravo le concediese un día de descanso para hacer su testamento, y se lo concedió.

El ministro de relaciones dio cuenta al congreso en sesión secreta sobre la solicitud de Iturbide de que se quedase su padre y hermana; oyóse una comisión que al efecto se nombró y convino en ello; pero llevado el punto a discusión, un diputado se opuso al dictamen diciendo entre otras cosas que la permanencia de estas personas iba a servir de vehículo de comunicación con D. Agustín, por el que se le proporcionarían noticias y auxilios para que un día regresase de Italia, no de otro modo que Bonaparte lo hizo a Francia de la isla de Elva: servirá (dijo) además esta familia de conservar el prestigio a favor de Iturbide entre los de su partido: yo conozco a su hermana por sus obras, es mujer emprendedora y hará mucho por D. Agustín. El diputado Alcocer trató al preopinante de feroz e inhumano: dijo que tenía entrañas de tigre. El ministro Alamán ridiculizó la especie diciendo que la sombra de Napoleón se daría por ofendida con suponer a Iturbide capaz de intentar su regreso a México como aquel hombre extraordinario lo hizo a Francia... A los quince meses he aquí cumplida el vaticinio del diputado: tratóse entonces en sesión secreta sobre la vuelta de Iturbide, desembarco y muerte en la villa de Padilla: el diputado se sentó acaso al lado del ministro Alamán, y le dijo a presencia del mismo congreso y diputados ante quienes había hablado el año anterior... Paréceme señor ministro, que mis vaticinios están cumplidos, y que pude oponerme a la quedada de la familia de Iturbide sin tener entrañas de tigre, sino de amor y misericordia a una nación que estuvo a punto de ser devorada por las operaciones de aquel hijo suyo: mi anteojo previsor me presentó los objetos en su punto de vista, para sacar las consecuencias de hechos casi ciertos..." Igual predicción hizo oponiéndose a la asignación de 25, 000 pesos en recompensa de haber esclavizado y hecho cuanto mal pudo a su patria; siendo muy sensible que aquella asignación sirviese de medio para que con ella regresase Iturbide a este suelo para tornarnos a la coyunda de un despotismo de que apenas habíamos salido.

El 22 de abril se le dio orden al coronel Castro para que marchase con el resto de la familia de Iturbide al pueblo de Atlangatepec, haciéndolo responsable de la persona del ex emperador, cuyas intenciones sospechosas en demorar su marcha ya no podían ocultarse a ningún hombre de sentido común. Castro dejó en Apam al padre y hermana de Iturbide.

El coronel Huete encargado de la escolta de estos, escribió desde Apam diciendo que allí había quedádose el padre Tembleque, cosa que había repugnado al general Bravo, por lo que se incomodó. Era aquel fraile (a lo que entiendo) un andaluz de playa, de cuerda bajo el sobaco, amigo de estarse en la antesala de Iturbide observándolo todo y hablando de todo: con este rasgo conocerá el lector si sería amigo de hacer en todo su gusto; no así el padre Fr. Ignacio Treviño el fernandino, hombre de probidad, de conocimiento del mundo y trato de gentes, sabio retirado al claustro por un desengaño; amigo de la persona y no de la fortuna de Iturbide, como poco antes dijimos, y que hizo el mejor uso del ascendiente que gozaba sobre su corazón para hacer el bien posible. Mandó por tanto Bravo que el coronel Castro entregase la persona de Iturbide al teniente coronel Villada, y él regresase al pueblo de Apam a conducir a Tembleque a la división, quien no podía se pararse de ella. Villada recibió órdenes asimismo para marchar con su tropa e Iturbide a la hacienda de San Diego Xalpatlahuaya, Bravo posó en la de Guadalupe, donde se le dio un banquete por Doña María Ortigosa, y otra igual cena: esta señora anciana y viuda era dueña de la finca.

Después de cenar se recibió un correo del coronel Castro, el cual se disculpaba con mil frioleras de la condescendencia que había tenido con Fr. Tembleque: decía que había mandado al capitán Azcoitia para que lo incorporase a la división. Supo Bravo que Castro había contraído una íntima amistad con Iturbide, de cuyo lado no se separaba: que este le había regalado un excelente caballo: esta conducta produjo murmuraciones, y aquel jefe recibió gran desazón por la condescendencia de Castro.

El día 25 de abril llegó Bravo a la hacienda de Virreyes, o Iturbide a la inmediata de Teoloyuca, donde; le acompañaba Tillada. Esta hacienda recuerda la memoria de un terrible ataque dado en ella en principios de la primera insurrección por el guerrillero Arroyo, que la tomó por asalto, e hizo una horrenda matanza de españoles que la defendían bien municionados del castillo de Perote.

El día 26 al tiempo de salir de Virreyes se recibió el siguiente oficio del supremo poder ejecutivo.

Ministerio de guerra y marina. =Exmo. sr. = Di cuenta al supremo poder ejecutivo con el oficio de V. E. de ayer, y los del núm. 1 y 2 que acompaña originales del Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide, y las contestaciones que le dio. En cuanto al del núm. 2 sobre la imposibilidad en que se hallaban su padre y hermana de continuar el viaje, se dará cuenta al soberano congreso para su resolución, y entre tanto que permanezcan en Apam con la escolta que V. E. les dejó a las órdenes del coronel Huete, a quien comunico esta resolución para su gobierno.

Sobre las reflexiones que hace el sr. Iturbide en el núm. 1° a cerca del buque en que debe emprender su marcha a Italia, muy por extenso se le han comunicado al exmo. sr D. Guadalupe Victoria las órdenes oportunas, detallándole las calidades que debe tener el buque que elija para el enunciado viaje.

A la llegada del Encero avisará a V. E. el buque que haya contratado y sus términos, su seguridad que se le ha encargado mucho para que vaya a cubierto de toda agresión que pudieran intentar los piratas, y también que contratase toda la comodidad posible a la familia de dicho señor.

Igualmente se le previno el proporcionar la segura entrega de los 25 mil pesos con deducción de extracción, embarque y seguro en Italia al tiempo de la llegada de dicho señor; por lo que si gustase nombrar persona que hable con dicho exmo. sr. general para cerciorarse de la comodidad del buque, de los términos en que el contrato se celebre con el capitán, y de la segura entrega de dicho dinero, puede hacerlo cuando quiera. El supremo poder ejecutivo confía en la actividad y celo de V. E. que seguirá la marcha con solo el descanso preciso. En el Encero se pondrá en contestación con el general Victoria sobre estos particulares. Dios &c. México abril 22 de 1823. = José Ignacio García Illueca. —Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

En dicho día llegó orden superior para que se hiciese regresar a D. Miguel Cabaleri intendente que había sido de ejército a la corte para que contestase a los cargos que le habían resultado. A las dos de la tarde del día que vamos hablando, entró Iturbide en el pueblo de Tepeyahualco, y a las seis llegó el teniente D. Luis Segura ron 12 mil pesos para el socorro de las tropas.

El día 27 entró Iturbide en Perote, y al siguiente D. Nicolás Bravo llegó al punto de la Banderilla inmediato a Jalapa, donde tuvo la satisfacción de ver a las señoras Godos que se bailaron en el sitio de Coscomatepec, y ayudaron a hacer cartuchos y demás oficios compatibles con la delicadez de su sexo pues eran varoniles. Su padre D. Pedro renunció a una fortuna regular por seguir el partido de la insurrección en la que todo lo perdió menos el honor: perdió asimismo un hijo que prisionero del coronel Hevia comandante del batallón de Castilla murió fusilado. Estos eran los recomendables títulos porque dichas señoras merecieron el aprecio de Bravo a quien dieron una hospitalidad cómoda y bien provista. La división quedó en la Joya y allí Iturbide.

El ayuntamiento de la villa de Jalapa mandó una diputación a Bravo, suplicándole no se le permitiese a Iturbide hospedarse en aquel lugar, sino que se quedase en la hacienda de Lucas Martin que dista una legua de la villa. Bravo se prestó a esta solicitud.

Muchos han extrañado esta aversión de los jalapeños a Iturbide; pero seguramente ignoran que este pueblo era verdaderamente liberal, y no podía ver de buen ojo a tal monarca. Cuando Iturbide llegó a él en fines de noviembre, no se le dio muy favorable acogida como tampoco a ninguno de los títulos de Castilla y farsantes que le acompañaron que apenas tuvieron donde hospedarse, ¿qué digo? ni aun donde poner un candelero tuvieron; este mal hospedaje hizo decir a Iturbide... Desde aquí comienza la península de España, porque para él era españolismo todo lo que fuese no condescender con su monarquía.

En 21 de diciembre Jalapa vio correr por sus calles la sangre de sus hijos y dignos defensores de la libertad que fueron batidos por los satélites de Iturbide: vio herido y prisionero al coronel D. Joaquín Leño, joven que era sus delicias por sus virtudes, y se hubiera fusilado por su orden, si el brigadier Calderón no lo hubiera estorbado, a pesar de que este jefe mandó la columna de ataque de las tropas de Iturbide. Conózcase por esto que el ex emperador tenía tanta razón para quejarse de los jalapeños, como la tuvo Cesar para murmurar de la hospitalidad de los antiguos bretones. La tarde del 29 puso Bravo un extraordinario al general Victoria para combinar el día del embarque de Iturbide.

En la tarde del 1° de mayo llegó un extraordinario de Veracruz, en que avisaba Victoria no estar lista la goleta Iguala para convoyar a Iturbide, y que el disponerla costaría mucho, por lo que esperaba orden del gobierno y saber el modo de opinar de Bravo. Este respondió que juzgaba que debía marchar sola la fragata inglesa llamada Rawllins.

A la mañana del día siguiente se le mandó a Iturbide su correspondencia por medio del oficial Villada con orden de que la entregase en propia mano, y además una carta del sr. Bravo en que expone al sr. Iturbide algunas razones por que no debe convoyarle la Iguala.

Recibióse el 3 de mayo un correo de Victoria en que decía estar la fragata inglesa Rawllins para zarpar el día 9 del mismo mes. Al mismo tiempo el comerciante D. Pedro Troncoso escribía a Iturbide dándole esperanzas sobre el convoy de la Iguala. Luego que se le remitió dicha carta fue Bravo a Lucas Martin para persuadirlo en lo verbal; pero nada pudo conseguir, hízolo después de recibir la adjunta de Iturbide que a la letra dice.

"Lucas Martin 3 de mayo de 1823. = Mi estimado amigo. Tenga Vd. la bondad de imponerse de las adjuntas cartas. Verá Vd. por ellas lo que me dice Troncoso, y lo que le contesto. Uno y otro ponen a Vd. al alcance del estado de mi marcha, y tiempo para que podré estar listo, que es el mismo que se necesite para evacuar mis comisiones, y particularmente la contestación sobre el convoy de la Iguala, pues no debo aventurarme con mi familia en un buque que no preste la seguridad necesaria contra corsarios y piratas; espero no haya dificultad por parte de Vd. a mis deseos que son justos, y también que la carta de Troncoso salga inmediatamente a su destino por extraordinario. Avisaré a Vd. sobre mulas de carga y literas mañana. Lo dicho esta tarde queda sin valor supuesto lo que digo a Troncoso. Queda de Vd. muy afecto amigo, y le desea todas felicidades. — Agustín. —Exmo. sr. D. Nicolás Bravo. =Este le contestó lo siguiente:

"En atención a tener órdenes del gobierno posteriores a la representación de V. E. para que le convoye la Iguala (que no ha sido contestada), me veo precisado a cumplir las generales que tengo, y de ninguna manera permitir demora alguna para el apresto de dicha goleta, cuya partida por las razones que en mi anterior tengo dadas a V. E., es completamente inútil y aun perjudicial. Quisiera complacer a V. E. como lo he hecho en cuanto ha estado en mis facultades, mas en este caso no me es posible. Dios &c. Cuartel general en Jalapa 4 de mayo de 1823. = Nicolás Bravo. — Exmo sr. D. Agustín de Iturbide.

Cuando Bravo remitió la precedente carta a Iturbide y cuya contestación se recibió a las dos de la tarde, entró un largo rato en confusión, tomó la pluma, y de su puño escribió al oficial Villada redoblase la vigilancia con la persona de Iturbide: decíale también oficialmente entregase la contestación que remitía, y le notificase prisión a nombre del supremo poder ejecutivo. Iturbide tornó a dirigir a Bravo otros oficios del tenor siguiente, Exmo. sr. =En contestación a la carta oficial de V. E. de hoy que recibo en este momento digo: que el convoy de la Iguala lo he pedido para poner a cubierto mi familia de insultos de corsarios y piratas, y no de buques españoles, porque los señores del poder ejecutivo y secretario de estado D. José Ignacio García Illueca dijeron a mi apoderado en México D. Juan Gómez Navarrete que nada había que temer de los últimos, porque esta nación está en amistad con la española, y no me puedo persuadir ni que una corporación tan respetable faltase a la verdad, ni mucho menos que obrase con una mala fe que le mancharía en extremo.

A mayor abundamiento los señores Domínguez, Negrete y García Illueca dijeron a D. Vicente Domínguez que no había inconveniente alguno en que fuese la Iguala en conserva de la fragata inglesa en que debía navegar con mi familia, y aun fue indicación hecha por el sr. Domínguez miembro del poder ejecutivo.

El sr. Troncoso en la carta de 2 del corriente que pasé original a V. E. dice: "que el sr. Victoria iba a dar pasos con el comandante de San Juan de Ulúa a fin de que lejos de poner impedimento franquee sus órdenes para que si se encuentra con buque español (habla de la fragata inglesa) la respete y auxilie."

En tal concepto, y en el de cualquiera que sean los términos del decreto del soberano congreso acerca de mi salida del territorio, esta fue promovida por mí, y muy espontáneamente; no estoy en el caso de llevar por mí mismo al sacrificio a mi familia, ni dejarme guiar ciegamente por donde se me quiera llevar como a un criminal: no lo soy, y si se me tiene por tal que se me juzgue conforme a las leyes, y entonces recibiré la pena o la indemnización que merezca.

Aseguro a V. E. que ninguna fuerza es capaz de hacerme obrar con vileza. Cuantos sacrificios han estado a mi alcance, he hecho en favor de mi patria, y estoy dispuesto a cuantos mas alcance; pero sé que el sacrificar a mi familia no es de ninguna utilidad a aquella, y por tanto no lo haré. Para concluir, o he de marchar llevando todas las seguridades prudentes para que mi familia honrada no padezca el menor insulto, o no he de marchar, en cuyo caso puede V. E. dar parte al supremo gobierno para que disponga de mi persona en una prisión, o de la manera que guste, y tendré que agradecer a quien me ponga en el caso de probar de un modo muy claro que Agustín de Iturbide ni reconoce ni ha reconocido, ni reconocerá jamás en el mundo otro superior que la ley, ni mas resorte que la razón y el bien general para sus operaciones, y que cuanto ha hecho hasta aquí ha sido por promover la felicidad de sus compatriotas, y por evitar la división y anarquía, y economizar la sangre de ellos, olvidándose de sí mismo. Dios &c. Lucas Martin 4 de mayo de 1823 a la una menos cuarta de la tarde. = Agustín de Iturbide. = Exmo sr. D. Nicolás Bravo.

P. D. Desde el principio dije a V. E. y ahora repito que deseo vivamente mi marcha, y que no quiero otra cosa que una prudente seguridad, porque no pueda ver con indiferencia la suerte de mi mujer y ocho hijos tiernos. Esta mañana llevó razón D. Jorge Rodríguez de las literas y mulas que necesito. = Iturbide.

Cuando Bravo leyó esta carta, conoció el acaloramiento con que se había escrito; pero inflexible en su resolución, ofició a Villada dispusiese la marcha precisamente para el siguiente día. En esta mismo fecha Iturbide dirigió a Bravo la siguiente.

Exmo. sr. = Repito a V. E. lo que le dije en mi carta de ayer a la uno menos cuarto de la tarde, a saber: que no contemplo en la fragata que se ha destinado para mi navegación todas las seguridades que debo desear para mi familia, y es de justicia que me proporcionase el gobierno de México; de consiguiente no puedo prestarme voluntariamente a marchar en ella con mi familia, y por lo mismo si se verifica protesta la fuerza, quedándome la satisfacción de no haber contribuido voluntariamente a cualquiera desgracia que pueda sobrevenir, y marcharé luego que V. E. lo disponga bajo dicho concepto.

Al mismo tiempo de entregarme el teniente coronel D. Manuel Villada la carta de V. E. de ayer a que contesto, me ha intimado de parte de V. E. y en nombre del poder ejecutivo prisión con centinela de vista; y como no se me dice la causa ni yo la encuentro en mi interior, nada puedo decir en este punto, sino que cosa alguna puede coger de nuevo ni imponer a quien ha leído algo de historia, conoce a los hombres y sus pasiones, y las circunstancias de la época en que vive, y por último que estoy resignado a todo esperando con la calma y tranquilidad que inspira la propia conciencia a los hombres de bien, y amantes verdaderos de su patria. Dios guarde a V. E. muchos años. Lucas Martin 5 de mayo de 1823. = Agustín de Iturbide, =Exmo. sr. D. Nicolás Bravo. == Respuesta a esta carta.

Exmo. sr. = Contesto al oficio de V. E. de 5 del corriente diciendo: que todas mis operaciones han sido, son, y serán regidas por las superiores del gobierno de las que no me separaré jamás, y a él dirigiré su citado oficio para que resuelva lo que crea de justicia. Dios &c. Cuartel general en Jalapa a 6 de mayo de 1823. = Nicolás Bravo. — Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide.

Bravo dio cuenta en este día al gobierno de todo lo ocurrido con Iturbide, y de que continuaba su marcha para la Antigua. Aquel salió a las tres de la tarde de Jalapa, e Iturbide a las diez de la mañana, ambos fueron a dormir al Plan del Rio, donde se sintió demasiado calor.

Aún no había amanecido el día 7, cuando salió Bravo de aquella posada, de modo que a las nueve de la mañana ya estaban todos en el llamado Puente del Rey. El destacamento hizo salva de artillería con doce cañones y otros honores: diósele música a Bravo y la tropa mostraba en su semblante la mayor alegría. Aquel puente había sido atacado cinco meses antes de orden del mismo Iturbide que se presentaba allí inerme, y hecho un trofeo de la libertad del pueblo mexicano. Otro tanto ha pasado a Bravo en el estado de Jalisco marchando para S. Blas desterrado. ¡Tal es la alternativa de las revoluciones políticas!

A medio día escribió Bravo a Victoria, avisándole que se acercaba el momento de concluir su comisión, y que tan pronto como lo verificase, pasaría a Veracruz prescindiendo de los justos temores del vómito, el cual ya se había declarado, teniéndose noticia en la misma noche de este día de haber perecido al rigor de él, el benemérito coronel D. Joaquín Leño; por tal motivo Victoria suplicó a Bravo que no se aventurase yendo a Veracruz.

A las nueve de la mañana del día siguiente, llegaron a las márgenes del rio de la Antigua Veracruz: posaron en el paso que llaman de S. Vicente.

Poco después de haber amanecido, se recibió un oficio de Victoria en que decía que tenía documentos y motivos poderosos para hacer cargos a D. Francisco de Paula Álvarez secretario de confianza de Iturbide, por los que no se le permitiese embarcar. A las diez ofició Bravo a Villada para que dijese a Iturbide que en la tarde seria su embarque, a cuyo efecto le mandase lista de los que deberían acompañarle, caminando las cargas a la barra en las mismas mulas que hasta allí las habían traído.

Media hora después llegó una comisión de la aduana de Veracruz a presentarse a Bravo mandada por Victoria para reconocer el equipaje de Iturbide, admitióla Bravo y expidió sus órdenes para que cumpliese con la que traía. Muy luego reclamo Iturbide esta providencia por el oficio siguiente.

Exmo. sr. =En la tarde de este día se han presentado aquí individuos del resguardo de Veracruz con objeto de registrar y reconocer mi equipaje. Tendrá V. E. presente que en la hacienda de Lucas Martin le dije hablando sobre esta materia, que para cuando llegase el caso mi administrador llevaba las llaves; tal vez esta operación no se había verificado por consideraciones que la atención de V. E. habrá tenido a mi persona. Si es así doy a V. E. las gracias, y repito sin embargo lo que en Lucas Martin dije. No solo no tengo inconveniente en que cuanto tengo y llevo se examine, sino que me seria satisfactorio se convenciesen todos de que he trabajado para el público, y no he cuidado de atesorar riquezas, en lo que tengo una satisfacción. Dios &c. Paso de San Vicente mayo 9 de 1823, a las nueve de la noche. = Agustín de Iturbide. — Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Contestación. = Exmo. sr. = Contesto al oficio de V. E. de esta fecha diciendo: que efectivamente el resguardo de Veracruz ha venido con objeto de reconocer el equipaje de V. E.; pero ha sido evitado por mí y regresará a su destino convencido de las razones que V. E. me expone en su oficio citado. Dios &c. Cuartel general en la Antigua Veracruz 9 de mayo de 1823. = Nicolás Bravo. = Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide.

Con respecto a la seguridad de la pensión que se le había señalado por el soberano congreso a Iturbide hizo este con la misma fecha la reclamación siguiente.

Exmo. sr. = Aunque la determinación del gobierno sea que la cantidad que se me ha asignado se satisfaga en Liorna por letras de cambio que contra aquella plaza se dirijan, desearía que estas mismas letras se me entregasen para llevar conmigo los principales, pudiendo ir los avisos, los duplicados y triplicados según costumbre, por el conducto que pareciese a los comisionados más expedito y mas pronto.

Desearía igualmente que según lo ofrecido a mi apoderado D. Juan Gómez Navarrete, se me entregase un tanto autorizado de la contrata de embarque para mi gobierno, y evitar cuestiones con el capitán del buque. Los documentos que solicito considero que es justo existan en mi poder, y por lo mismo espero que V. E. no tendí a inconveniente en disponer que se me faciliten. Dios &c. Paso de San Vicente mayo 9 de 1823, a las nueve de la noche. =Agustín de Iturbide, = Exmo. sr. D. Nicolás Bravo.

Contestación. —Las letras de que V. E. me habla en su oficio de esta fecha le serán entregadas en el día de mañana, y ahora le remito la contrata celebrada con el capitán del buque en que va a navegar, siendo cuanto puedo decir a su oficio citado. Dios &c. Cuartel general en la Antigua 9 de mayo de 1823, a las nueve y media de la noche. — Nicolás Bravo, =Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide.

Contrata que de la una parte hace el capitán Quelch de la fragata mercante inglesa nombrada Rawllins, surta y anclada en este puerto en estado hábil y corriente para emprender la navegación a que va a constituirse, y de la otra parte el Exmo. sr. D. Guadalupe Victoria, actual general de esta provincia de Veracruz, y miembro del supremo poder ejecutivo de esta nación, cuyas particulares condiciones se expresan de conformidad en los artículos siguientes.

1° El capitán Quelch se obliga a tener el expresado buque a disposición del Exmo. sr. general, y recibir a su bordo en calidad de pasajero al sr. D. Agustín de Iturbide, y a 25 o 30 personas que compondrán su familia y servidumbre, a quienes conducirá y llevará por precisa cláusula y condición desde este puerto al de Liorna; poniendo desde luego a satisfacción del contratante para el uso del sr. Iturbide, la cámara, camarotes y demás que pueda ser comprendido en la clase de alojamiento con el aseo y decoro correspondiente, quedando solo exceptuada la cámara alta de la toldilla para uso y habitación del capitán Quelch.

2.° Es de cuenta del capitán Quelch poner a bordo y ministrar la leña y carbón necesario para el consumo diario durante el presente viaje.

3.° El dicho capitán se obliga a seguir y continuar su igual y metódica derrota (en el orden náutico) desde este puerto al que le está señalado, sin que por ningún pretexto ni por persuasivas insinuaciones de la persona y personas que se le embarcan para su pasaje pueda arribar a ningún otro puerto, especialmente español, durante su navegación, a menos de un accidente imprevisto de aquellos que por impulsos de los elementos le sobrevengan averías de tanta consideración que no puedan ser remediadas en sí mismo, o impelido de alguna fuerza superior de príncipe, o de otra naturaleza de las que ocurren en las navegaciones que por una indispensabilísima necesidad le obliguen a ello; bien entendido que cualquiera de estos actos que puedan suceder es de precisa y exacta condición, que antes de todo ha de preceder un acto en forma de protesta provisional, autorizado por los oficiales y principales individuos que componen su tripulación, con el que pueda acreditar en debida forma los poderosos e inevitables motivos que ocasionen su arribada, para que después estos lo ratifiquen en la forma más legal y justificativa ante la autoridad y autoridades que mas legítimamente puedan certificarlo, precedidos por ellas todos los reconocimientos y exámenes que requieran asuntos de esta clase. Y si por algunos de los accidentes dichos se vieren en la necesidad de arribar, y en este el sr. Iturbide bajase a tierra a permanecer en ella durante el tiempo que el capitán necesite para la reparación de su buque, o de las necesidades que a ello le hayan podido haber obligado; el susodicha capitán se obliga, y por él sus fiadores y representantes, a no entregar a dicho sr. Iturbide su equipaje y demás cosas que consigo lleve, a excepción de aquello que precisamente considere que sea indispensable para el aseo y uso de su persona en tierra; condición que sostendrá y llevará a efecto el capitán en los términos mencionados, a menos que por alguna autoridad superior o fuerza armada lo obliguen a faltar a esta expresa condición; en cuyo caso hará por sí y a nombre de este gobierno todas las protestas, reclamaciones y gestiones que estén en su poder, y a las que las leyes lo autoricen y favorezcan, para que con ellas y los demás documentos anexos a este asunto, por sí o por la voz de sus consignatarios o fiadores acreditarlo al supremo gobierno con quien ha celebrado este contrato; y las mismas condiciones deberán entenderse para con la persona del sr. Iturbide y familia si rehusase desembarcarse por sí, o por detención de fuerza superior, y estará también sujeta a las mismas condiciones: que si el sr. Iturbide adoleciese durante su permanencia en tierra, el capitán se obliga a practicar las mismas precauciones que quedan indicadas, y además convocando una junta de los primeros facultativos que lo reconozcan, y declaren en debida forma si su enfermedad le impide o no continuar su navegación al punto de su destino; y si por acaso esta fuere de tal naturaleza, que los facultativos declaren poder restablecerse en el término de quince o veinte días, el capitán se obliga a esperarlo, así como la parte contratante se constituye a abonar a él o sus apoderados los gastos que estas gestiones puedan causar, e igualmente por cada uno de los días que sea detenido por esta causa, la cantidad de 50 pesos. A estas precisas y no a otras condiciones probadas en la mas legal y legitima forma, es y será obligado, como debe entenderse, y se entiende que quedará el capitán, sus consignatarios y fiadores exentos de las precedentes responsabilidades, así que de la devolución y reintegración a este gobierno del mencionado flete de 15. 550 pesos, que por este respecto se le han satisfecho; y en el caso de que suceda retener el capitán a bordo el equipaje del sr. Iturbide, y dar la vela para el destino que a él le convenga, lo depositará en la aduana o paraje que sea mas a propósito, precediendo un inventario formal de todo por ante alguna autoridad o las personas necesarias al caso.

4.° El capitán Quelch conviene en dar veinte días de espera desde la fecha de la presente, con la expresa condición de que concluidos estos por los que sobrepasasen se le deberá abonar por cada uno de ellos en clase de estadios 50 pesos; siendo acordado que es por cuenta de la parte contratante el poner a bordo toda la aguada, víveres y demás cosas que considere precisas y necesarias para el uso del sr. Iturbide y demás individuos que le acompañan, durante su navegación desde este puerto al de su destino, en cuya distribución uso y manejo deberán entender los domésticos o personas que el sr. Iturbide destine al efecto, sin que en ello tenga el capitán ninguna obligación, mas que aquello que buenamente esté de su parte y comprenda la clase administrativa y gubernativa de su buque como capitán de él; e igualmente es de cuenta de la parte contratante el hacer y costear algún alojamiento o acomodamiento que pueda necesitarse para el uso de dichos individuos en el lugar que corresponda, y la capacidad y disposición interior del buque diere lugar; no debiendo hacerse mutación alguna en la mar de la forma y disposición de las acomodaciones y demás que se hayan determinado y hecho en este puerto, por ser esta la condición a que se ha prestado y, convenido el capitán con la parte contratante, de acuerdo en esto los señores comisionados y dicho capitán; debiendo entenderse que la cámara, camarotes y demás que ella contiene están exceptuados de toda alteración a la que existe; que los 50 pesos que se le han de pagar por estadías pasados que sean los veinte días que quedan estipulados de puerto por cada uno de los que pasasen, le serán reintegrados y pagados día por día por los señores D. José Felipe Ituarte y D. Manuel Armas, comisionados por el sr. general para la habilitación y apresto de esta expedición; y si por alguna casualidad o incidente este trato no llegare a tener su efecto por parte del superior gobierno, o por la del sr. D. Guadalupe Victoria, es condición que ambos se constituyen a abonar y mandar pagar al susodicho capitán o sus apoderadas, en el día que se disolviese el expresado contrato, el falso flete que las leyes que rigen en esta materia previenen, y es la mitad de la cantidad en que se haya hecho el fletamiento, por lo que es entendido que ha de ser la cantidad de 7500 pesos en la misma especie y moneda que se mencionará mas abajo por la totalidad.

5° El capitán Quelch queda obligado a pasar y estar por la cuarentena y demás condiciones que el gobierno del punto de su destino le imponga. Concluidas éstas es entendido que para el desembarque de equipaje y demás efectos de las personas que en clase de pasajeros conduce, les deje libres doce días para que puedan verificarlo: si pasados estos fuese detenido por el Sr. Iturbide, la demora y perjuicios que podrán erogarse, le hayan de ser y son de cuenta de dicho señor.

6° Los señores Luis Sulzer y Gustavo Schencider agentes y apoderados de la compañía alemana de la India residente en este país, y actualmente consignatarios del expresado capitán y buques, por este y sus representantes en el caso de que por defecto falte, u otra cualquiera circunstancia que sea fuera del orden de las estipulaciones escritas en los precedentes artículos, se obligan en la forma más legal a reintegrar al contratante o a la representación gubernativa la suma del fletamiento en que han convenido de 15. 550 pesos en plata mexicana del cuño antiguo, o del que sea corriente en el gobierno por el cual sea requerido.

7° El general D. Guadalupe Victoria, conforme a los artículos de esta contrata, satisfará y mandará entregar al capitán o sus representantes en este puerto por total flete de la referida fragata, la cantidad de 15. 550 pesos en plata mexicana del cuño del anterior gobierno al fíe la independencia; la mitad de ella precisamente el día 1° del próximo mes de mayo, y la otra mitad tres días antes de su salida, la que se verificará luego que esté a bordo el sr. Iturbide, y se lo ordene el sr. general D. Guadalupe Victoria; siendo igualmente condición que el capitán pagará a su salida el tres y medio por ciento sobre los 15. 550 ps. que se le entreguen por derecho establecido en el arancel que rige.

Y estando ambas partes contratantes conformes y convenidas en todos los particulares expresados en el presente contrato, cada uno por sí y sus representantes se obligan en forma derecho a su exacto y puntual cumplimiento, y al efecto firmamos seis de un tenor para un solo fin en esta ciudad de Veracruz a 26 de abril de 1823. =Guadalupe Victoria. = James Quelch —José María Bonilla, secretario. = Por la compañía alemana de Indias, Luis Sulzer = Gustavo Schencider, == Es copia.

Al medio día (9 de mayo) llegaron tres comisiones de Veracruz: a saber, una de la diputación provincial, otra del ayuntamiento, y otra del consulado, las que felicitaron a Bravo por su llegada suplicándole fuese por veinte y cuatro horas siquiera a Veracruz, pues estaba todo el vecindario de aquella plaza empeñado en conocerlo, a cuya solicitud accedió.

A las cinco de la tarde llegó a la barra de la Antigua la fragata Rawllins, y siendo ya tarde se difirió el embarque para el siguiente día. En la noche recibió Bravo una carta de Victoria en que le decía que a la madrugada estaría a visitarlo.

Poco después de haber amanecido llegó el oficial Villada, encargado de la custodia de Iturbide, diciendo que este y su familia habían estado llorando toda la noche por la separación del secretario Álvarez, y por tanto rogaban encarecidamente a Bravo le permitiese embarcar. No quiso determinar nada por sí solo. Marchó Bravo con la familia de Iturbide a la barra a esperar a Victoria: hubo detención en la playa por estar muy fuerte la marejada. Efectivamente otorgaron ambos generales a la solicitud de Iturbide por Álvarez. Llegó el momento de la entrevista del exemperador con Victoria, la que duró más de dos horas con aquel y su esposa; Iturbide trató de vindicarse acompañándole en la conversación dicha señora, la cual se mostró muy agradecida al jefe de Veracruz porque la había saludado con aprecio, sin embargo de no haber recibido favor ninguno de su marido. Dijo que Bravo era un hombre desagradecido, pues colmado de gracias por Iturbide no le merecía ni una insinuación afectuosa (14).

He oído hablar mucho de esta entrevista, en la que lloró Iturbide y procuró obsequiar a Victoria con un reloj para memoria de su cariño; pero no queriéndolo admitir se contentó con recibir de su mano un pañuelo. Procuró Iturbide sincerar su conducta en los procedimientos anteriores, acriminó con empeño a los generales Negrete, Moran y Echávarri, y ensalzó hasta las estrellas el patriotismo de los generales Bravo y Victoria.

Al medio día se volvieron todos a la Antigua porque continuaba la marejada fuerte.

Desde el día anterior se había dado orden al teniente coronel Villada para que marchase antes de amanecer con Iturbide al embarque, y así lo ejecutó puntualmente acompañándole algunos otros oficiales hasta la misma fragata donde se le recibió con indiferencia. Suscitóse allí una cuestión entre los padres capellanes por un camarote, pues a lo que parece no descuidaban de su comodidad posible. A las once y cinco minutos de la mañana dio la vela la fragata. Villada regresó a dar aviso de este suceso que ponía por entonces el sello a las fatigas del gobierno supremo, y contó además de la lid de los frailes la anécdota de haberse reventado la cadena de la ancla de la fragata al tiempo de levarla, y que toda la familia imperial se había mareado; todo fue cómico en este drama, aunque la terminación del primer representante de él, fue trágica en Padilla.

Celebróse la ausencia de Iturbide en la mesa de Victoria y Bravo en este día como uno de los sucesos mas faustos para la nación. Concluida la comida firmaron dichos jefes el parte para el gobierno, incluyéndole la lista y recibo de los pasajeros que dio el comandante de la Rawllins que a la letra dice.

Copia de la lista de los que se embarcaron. =El Exmo. sr. D. Agustín de Iturbide, su señora esposa, ocho hijos, un capellán, un confesor de su esposa, un sobrino, D. Francisco de Paula Álvarez, su padre de este, su mujer, dos hijos, diez dependientes y criados, total 28 personas. Antigua Veracruz mayo 11 de 1822. =Las personas arriba referidas están a bordo de la fragata Rawllins de mi mando en calidad de pasajeros para Liorna. =Jacobo Quelch.

Los generales Bravo y Victoria dirigieron al supremo gobierno el parte siguiente.

Exmo. sr. = Penetrados del espíritu de generosidad característica de la nación representada en el soberano congreso constituyente, y a quien tenemos el alto honor de servir, nuestros esfuerzos se han dirigido incesantemente a dar el cumplimiento mas exacto a las órdenes que en nuestras respectivas comisiones nos han sido comunicadas por la secretaría de V. E., relativas al viaje y embarque de D. Agustín de Iturbide para las costas de Italia.

Muchas y muy graves han sido las dificultades que nos han comprometido en el desempeño de nuestros deberes; ya sea por una consecuencia necesaria al exceso de moderación de que en esta vez quiso dar testimonio la nación mexicana; y ya por la penuria del estado a que lo redujo la pasada administración. Sin embargo superadas aquellas a fuerza de constancia y trabajo, nos hallamos en el caso de anunciar a V. E. para conocimiento del supremo poder ejecutivo, que a las once dadas de la mañana del día de hoy, se ha hecho a la vela desde este punto la fragata inglesa Rawllins con destino a Liorna, llevando a su bordo a D. Agustín de Iturbide, su familia, y comitiva expresada en la adjunta lista.

En virtud de las comunicaciones que desde Veracruz han mediado con el capitán más antiguo de las dos fragatas de guerra de la misma nación, surtas en el puerto, la una de ellas la James, capitán Hembert, le va dando la protección de su convoy.

Es muy de nuestro deber informar a S. A., que la división que ha prestado sus servicios en la escolta de Iturbide, se ha distinguido por su constante fatiga, disciplina, e inflexible resolución al cumplimiento de las órdenes del soberano congreso, y demás que le han sido prescritas.

Aprovechamos esta ocasión para asegurar a V. E. que algunas noticias infundadas y extravagantes con respecto al estado político de esta provincia, esparcidas en el interior por cierto número de personas según hemos sabido, arguyen no menos ignorancia que siniestras intenciones.

La provincia de Veracruz goza de un perfecto estado de tranquilidad: ni un solo palmo de su territorio es ocupado por otras tropas que las de la nación: la confianza pública, la industria y el comercio reciben sensiblemente aumento desde que se tuvo, la feliz noticia de la reinstalación del soberano congreso, y de sus primeras deliberaciones. En la fortaleza de Ulúa no permanece otra guarnición que la que ordinariamente la ha ocupado, y es de todo punto falsa la noticia de aguardarse tropas peninsulares. Los habitantes de la capital y provincia de Veracruz, penetrados más que nunca de un exaltado patriotismo cimentado sobre el sentimiento de independencia y libertad, se hallan resueltos a sacrificar sus vidas antes que reconocer otro soberano que la ley sancionada por su representación nacional, y mandada cumplir por el supremo poder, o a quien aquella hubiere confiado el ejercicio de la autoridad ejecutiva. Dios guarde a V. E. muchos años. Antigua Veracruz 11 de mayo de 1823. 3.° y 2.° = Nicolás Bravo. —Guadalupe Victoria. =Exmo. sr. D. Lucas Alamán.

Este parte se comunicó en México con rapidez; para unos fue la noticia más plausible, y para los iturbidistas la más dolorosa. Sin embargo no por eso desmayaron. Él había dejado muchos amigos y hechuras y no pocas agentes, los cuales se propusieron contrarrevolucionarios a cualquier costa. Tuviéronse varias denuncias de conspiraciones, y la que causó mayor cuidado fue la que debía estallar la noche del 4 al 5 de octubre.

Bravo marchó en compañía de Victoria a las siete de la mañana del día siguiente (12) y llegaron a las doce a la plaza; en la garita y puerta de México se presentó el ilustre ayuntamiento a recibir a Bravo, e incorporándose con él a pie pasaron a una decente casa, habiéndose adornado las calles de su tránsito, siendo mucho el gentío que se presentó a participar del común regocijo con vivas y aclamaciones que se mezclaba con el estruendo de la artillería de los baluartes.

A las tres comenzó la comida con cien cubiertos que se repartieron en dos mesas presidida una por Bravo en que estaba el ayuntamiento y demás corporaciones principales, y la otra por Victoria, en la cual estuvo la oficialidad de la división de Bravo. Concluyó el banquete a las siete de la noche en el que hubo muchos brindis. Principió luego luego el baile que no estuvo tan lucido como se había proyectado por etiquetas de las señoras de Quirío alto, etiquetas que no vienen bien en una época como la presente, y en un lugar que no se pobló con princesas godas, sino con las habitantes de la África de que se hacia entonces un gran mercado en Sevilla.

Al día siguiente se retiró Bravo tomando el mismo camino que trajo; llegó a México el día 25 y luego pasó a servir el empleo de individuo del supremo poder ejecutivo, de cuyo puesto se separó para mandar el ejército que se destinó para pacificar a Jalisco, y fijó su desgracia.

La empresa de conducir a Iturbide hasta embarcarlo fue ardua como lo calificó la experiencia. Este, aunque la echaba de gran conocedor de los hombres, se equivocó en la elección que hizo de Bravo para que lo condujese. La dulzura de su carácter y moderación genial tal vez le hizo creer que lo movería a su antojo, y jamás saldría del territorio mexicano: a fe mía que el hombre se chasqueó. Bravo tiene una firmeza a toda prueba: su taciturnidad es dimanada de la reflexión y temperamento no de la estupidez a que la atribuía Iturbide.

Tal es la verdadera relación de los últimos acontecimientos y terminación del imperio de D. Agustín de Iturbide. Por ella aparecen los servicios que en aquella época prestó el general D. Nicolás Bravo a la nación mexicana: conózcanlos los que hoy afectan ignorarlos, y desengañados por ellos lamenten como es justo la pérdida que ha sufrido la patria con su destierro. Día vendrá en que la historia de sus padecimientos sirva de argumento a poetas y oradores que inmortalizarán su nombre: las edades venideras le prodigarán con justicia los aplausos que le niegan los que viven engañados o seducidos en la presente. La calificación del mérito de los grandes hombres, siempre se ha reservado al tribunal de la posteridad, porque juzga sin pasión. Bravo por estos y otros muchos servicios ha entrado en la carrera de los héroes: el redactor del Cuadro Histórico desde las orillas del Támesis, ya le llama el Caballero sin tacha. ¿qué diría si lo hubiera observado de cerca? ¿cuánto no compadecería a sus perseguidores, y de cuánta ignominia no se cubrirán estos en los tiempos futuros? También México tendrá un Numa en sus fastos, y aun le contemplara en su expulsión andando por el mismo camino que poco antes había transitado cubierto de armas resplandecientes, a la cabeza de nuestras tropas, lleno de amor por nuestra libertad, tratado ásperamente como facineroso, desterrado, oprimido de dolor, huyendo de una patria a quien tanto había servido, avergonzándose acaso de lo que tanto amó, y obligado a buscar asilo entre los pantanos y lagunas de Chiloe, a que lo condenó con su influjo un ministro extranjero vengativo. ¡O vicisitudes de la fortuna! Conozcamos que los hombres son ingratos e indignos de ser amados, sin embargo debemos servirlos por complacer a Dios y satisfacer nuestro propio corazón.

 

 

ADVERTENCIA.

Era esta sazón oportuna para manifestar a la nación la injusticia con que los autores del Breve diseño hisrico de la emancipación y libertad de la nación mexicana me han calificado de esclavo de la venganza en su folleto; y aunque en el manifiesto que publiqué por el general D. Felipe de la Garza probé con una carta de Iturbide a su corresponsal en Londres que su muerte había sido voluntaria, porque sabiendo que estaba en peligro grave y próximo a perder la vida, se atrevió a internarse en las Tamaulipas donde se acababa de publicar la ley de su proscripción; todavía osan preguntar ¿Esto quién lo escribe?... Solo Bustamante u otro de su jaez tan crédulo como rencoroso...". Yo escribo los hechos como ocurrieron: mi historia es la tela misma de los sucesos, y no por otra cosa es empalagosa que por estar sembrada de los documentos oficiales que la comprueban... Si los que obran de este modo, y recogen documentos originales para formar memorias para la historia son crédulos y rencorosos, yo me honraré con pertenecer a los de este jaez; ignoro con que epítetos deba calificar a los autores de aquel folleto, pues ellos tratando de vindicar y de tejer un grande elogio al general Iturbide, nos presentan documentos como los que se leen en su prefacio, que prueban nada menos que venía a mezclarse en el gobierno de México, cosa que negó Iturbide hasta el momento de espirar; por tanto ellos desmienten a su héroe, y obran contra su intención, así como pudiera hacer un hombre que en juicio presentara testigos contraproducentes ¿pero qué nos admiramos de esto, cuando leemos que a la pág. 143 núm. 15 exhiben para hacerme odioso copia de la carta que dirigí a D. Manuel Vasconcelos, que es puntualmente el mayor testimonio de honor que pudieran darme, y que desmiente el concepto de esclavo de la venganza y rencoroso que poco antes me imputaron? A la verdad que a estos escritores sucedió lo que a Balaan esto es, que bendecía cuando intentaba maldecir. Esto pasa a los que se atreven a atacar la verdad de frente, la confusión es su premio, y el desprecio su castigo. = B.

 

Notas:

(1) Como estos documentos importantes se han impreso en diarios y papeles sueltos y no están reunidos en un cuerpo de obra, parece conveniente insertarlos aquí para perpetua memoria, y que la posteridad forme las combinaciones que le parezca.

 

(1) Dejo a la buena fe, al honor y conciencia del Sr. Presidente D. Guadalupe Victoria, que diga si durante su gobierno ha procurado arreglarse a este plan que proclamó con gloria y de que fue autor: mas por lo respectivo a la adición décima tercia ya transcrita, permítaseme diga que tanto como aplaudo el que haya reconocido la legitimidad del derecho de insurrección que tiene el pueblo oprimido para levantarse contra los tiranos, (el mismo de que él usó para levantarse contra Iturbide, y con el que justificó su alzamiento), siento que se lo haya negado al general Bravo hallándose en idénticas circunstancias, y condenándolo a sufrir una dura confinación hasta Malabar, es decir a cinco mil y doscientas leguas de su patria... El que la ley face es tenudo de la facer cumplir, dice la ley 15 tit:partida 1a De los que contrarían sus principios y son inconsecuentes con ellos y consigo mismos, ya antes que el rey D. Alfonso había escrito otro jurisconsulto lo siguiente." Nimis enim indignum esse judicamus, ut quod sua quisque causa dilucidé protestatus est, in eundem casum infirmari, testimonioque suo propio resistere... Al ver de este modo hollados los sacrosantos principios de la justicia, ¿quién no dirá que ¿a ley de los pueblos es el mayor poderío de los que los afligen, y que las leyes son coma las telas de las arañas, que amarran a los insectos, pero las rompen los bueyes con las astas?

 

[3] Helo aquí, Acta. Los señores generales de división, jefes de cuerpos sueltos, oficiales de estado mayor, y uno por clase del ejército, reunidos en el alojamiento del general en ge- fe para tratar sobre la toma de la plaza de Veracruz y de los peligros que amenazan a la patria por la falta de representación nacional, [único baluarte que sostiene la libertad civil] después de haber discutido detenidamente sobre su felicidad con presencia del voto general, acordamos en este día lo siguiente:

Art. 1° Siendo inconcuso que la soberanía reside esencialmente en la nación, se instalará el congreso a la mayor posible brevedad.

Art. 2° La convocatoria para las nuevas cortes, se hará bajo las bases prescritas para las primeras.

Art. 3. Respecto a que entre los señores diputados que formaron el extinguido congreso hubo algunos que por sus ideas liberales y firmeza de carácter, se hicieron acreedores al aprecio público, al paso que otros no correspondieron debidamente a la confianza que en ellos se depositó; tendrán las provincias la libre facultad de reelegir los primeros, y sustituir a los segundos con sujetos mas idóneos para el desempeño de sus arduas obligaciones.

Art. 4° Luego que se reúnan los representantes de la nación, fijarán su residencia en la ciudad o pueblo que estimen por más conveniente para dar principio a sus sesiones.

Art. 5° Los cuerpos que componen este ejército y los que sucesivamente se adhieran, ratificarán el solemne juramento de sostener a toda costa la representación nacional, y todas sus decisiones fundamentales.

Art. 6° Los jefes, oficiales y tropa que no estén conformes con sacrificarse por el bien de la patria, podrán trasladarse a donde les convenga.

Art. 7° Se nombrará una comisión con igual copia a la plaza de Veracruz a proponer al gobernador y corporaciones de ella lo acordado por el ejército para ver si se adhirieren a él o no.

Art. 8° Otra a los jefes de los cuerpos de este ejército que se hallan sitiando el puente y en las villas.

Art. 9° En el ínterin contesta el supremo gobierno de lo acordado por el ejército, la diputación provincial de esta provincia será la que delibere en la parte administrativa si aquella resolución fuese de acuerdo con la opinión

Art. 10. El ejército nunca atentará contra la persona del emperador; pues lo contempla decidido por la representación nacional.

Art. 11 Aquel se situará en las villas o donde las circunstancias lo exijan, y no se desmembrará por pretexto alguno hasta que lo disponga el soberano congreso, atendiendo a que será el que lo sostenga en sus deliberaciones.

Cuartel general de Casa Mata a 1° de febrero de 1823. = Por el regimiento de infantería núm. 10. Simón Rubio. = Vicente Neri y Barbabosa. — Luis de la Portilla. — Manuel María Hernández. = José María González Arévalo. — Id. por el núm. 7. Andrés Rangel Rico. = Antonio Morales. Id. por el núm. 5. Mariano García Rico =Rafael Rico. = José Antonio Heredia. = Rafael de Ortega. — Id. por el n°. 2 José Sales — José Antonio Valenzuela. = Juan Bautista Morales. — Juan de Andonegui. —Id. por los granaderos de infantería. — Joaquín Sánchez Hidalgo. —Id. por la artillería. — Francisco Xavier Berna. = Por el 12 de caballería José del Campo. — Id. por el 10 José María Leal. — Esteban de la Mora. — Anastasio Torrejón. — ld. por el 2 Pedro Ibarra. = Francisco de Bustamante. — Juan Nepomuceno de Aguilar Tablada. == Id. por el 1 Manuel Gutiérrez. = Luciano Muion. = Ventura Mora. — Francisco Montero. = Mayor de órdenes de la izquierda. == Andrés Martínez. Id. de la derecha. =Rafael de Ortega. Id. del ejército. —José María Travesí. = Jefe suelto, Juan de Arago. = Jefe del centro. —Juan José Codallos. Id de la izquierda. =Luis Cortázar. Id. de la derecha. = José María Lobato. — General del ejército. — José Antonio Echévarri. = Es copia fecha ut supra. —Gregorio de Arana, secretario.

He aquí el famoso plan de Casa-Mata, cuya memoria horroriza a los Iturbidistas, porque echó abajo el trono de su corifeo. Contra él no han cesado de invectivar, suponiéndole miras diversas de las que sus autores se propusieron. Con él produran los escritorcillos famélicos espantar a los hombres de bien, suponiéndolo obra del Borbonismo, y que por su medio se pretendió sentar en el tronó de México a un príncipe de aquella casa: Los hombres incautos se han dejado seducir, porque no lo han visto ni meditado: creemos que con solo su simple lectura penetrarán ya la malicia que envuelve semejante calumniosa suposición. Dos cosas admiran los que reflexionan sobre él, y lo que pasa en él día: la primera es que muchos de los que aparecen firmándolo, sostienen semejantes ideas y procuran pasar por liberales y enemigos de los que llaman coyotes a quienes persiguen de muerte; habiendo ya logrado dársela a alguno de los que tuvieron mas parte en dicho plan. La segunda es la grande coalición que se ha formado de Iturbidistas y Yorkinos, los cuales aunque afectan estar reunidos en intereses, no lo están sino en deseos de conseguir para sí los mayores puestos de la república; y como la ganancia de los pescadores no se hace sino a rio revuelto, he aquí por qué todos sus proyectos son de revolución para medrar, y no más, aunque se lleve el diablo la nación.

(4) Entiendo que tal proyecto se la desvaneció el comandante general de México D. Manuel Gómez Pedraza.

(5) Asistiólo en esta grave dolencia la madre de Bravo, a cuyos importantísimos servicios debe la Vida.

[6] Véanse estos documentos en el manifiesto del general Garza.

(7) Por esta circunstancia llamaron a esta casa que ocupó Iturbide en el mes de enero, El palacio del Escape.

[8] Este testimonio de honor al señor Bravo no lo recusarán sus encarnizados enemigos que han lacerado de tantos modos su inmaculada conducta. Iturbide decía confidencialmente varias veces a sus amigos... Yo amo mucho a Bravo, este hombre tiene un no sé qué de amable que me atrae el corazón: buena prueba fue nombrarlo para que lo condujese a embarcar.

(9) Verdadero amigo de la persona de Iturbide, y que nombrada su confesor hizo el mejor uso de su valimiento a beneficio de algunos perseguidos, yo testigo. E. E.

(10) Tres meses antes Iturbide buscaba a Bravo y Guerrero para quitarles la vida: nótese ahora el lenguaje que usa para hablarle, tal es la inconstancia de la fortuna: lección terrible para los orgullosos ¡vive Dios! Esto lo palpan los malos; pero no quieren escarmentar.

(11) Se insertarán por separado en esta relación.

[12] Lo escrito entre dos estrellas del secretario del despacho se le copió a Iturbide: en la conclusión se le dice... Y lo traslado a V. E. para su conocimiento, en el concepto de que voy a disponer la marcha el 18 del corriente. —Tulancingo abril 16.

(13) Consta en el expediente sobre separación de las Chiapas.

(14) El sr. Bravo es de suyo circunspecto, pero caballero y cortés; no sabe encaramelarse con las damas ni hacer piruetas a la francesa, de que gustan por lo común las señoritas del gran tono. Tal es su carácter.