Mayo 21 de 1822
MEXICANOS, habitantes todos del imperio de Anáhuac: el fausto, glorioso acontecimiento del memorable día 19 debe calmar vuestros temores, y serenar vuestro espíritu: los tiranos de España ya no volverán a subyugamos, ya no agobiarán con sus pesadas cadenas nuestras nobles cervices: nuestros hijos serán libres, y bendecirán las manos de los dignos que les proporcionaron su libertad: recordarán con placer el día grande en que subió al trono el héroe de Iguala, el padre de los pueblos, el rompedor de nuestras cadenas; y lo que es más, el digno, el amable paisano nuestro, el inmortal Iturbide.
Sí, mexicanos: el cuerpo de sargentos del regimiento infantería número 1, tiene también la satisfacción de haber sido el que tuvo la noble osadía de emprender tan grande y arriesgada empresa. El digno y benemérito sargento 1º de nuestro dicho cuerpo, Pío Marcha, fue el que reflexionando sobre las desgracias que amenazaban a nuestro suelo si el déspota Fernando, u otro de su dinastía venía a gobernarnos, tuvo primero el noble pensamiento de cortar estos daños, proclamado un emperador, que siendo hijo de nuestro suelo, nos viera con los ojos de un amoroso padre, y a quien con menos timidez y más confianza, pudiéramos pedir el alivio que necesitáramos. Y ¿quién más merecedor de empuñar el cetro y ocupar el trono mexicano, que aquel que desprendiéndose de sus comodidades y propia existencia por romper nuestras cadenas, supo abatir el orgullo español?
Confiado en que los sargentos de su cuerpo no podían disentir de su pensamiento, como que a todos los animan unos mismos deseos por el bien de la patria, les descubrió su proyecto para que le ayudaran en tamaña empresa, porque ¿cómo podría el regimiento número 1 excusarse hasta perder su existencia por conseguirlo, cuando siempre ha procurado la felicidad de su suelo? Este regimiento con el nombre de Celaya, arrostró los mayores peligros en la revolución pasada, por establecer el orden y proporcionar que con más acierto se consiguiera la deseada emancipación: él en el pueblo de Iguala fue el primero que se decidió a sacrificarse a favor de la causa de la nación, para destronar el despotismo y hacer libres a los presentes y a los futuros hijos de este hermoso hemisferio; y él fue el que dando ejemplo a los demás cuerpos se mantuvo constante en su primera resolución, sin vacilar un momento.
Los sargentos de infantería de los regimientos de Guadalajara, números 4, 2 y 3, los de la escolta de granaderos imperiales de a caballo, los artilleros de palacio y el barrio del Salto del Agua que en unión suya asistieron con sus compañías a la proclamación, todos fueron convocados por el benemérito sargento Pío Marcha: a él se debe la unión de la opinión de estos cuerpos, y el feliz resultado del fausto día 19.
Gloria sea dada al Todopoderoso por habemos concedido ver en el trono de Anáhuac al héroe Iturbide, sin que para ello se derramara una gota de sangre. El evitar las desgracias fue la principal mira de este cuerpo, y para excusarlas habíamos dispuesto que la proclamación fuera a la madrugada de dicho día. Pero un acaecimiento imprevisto les obligó a hacerla en la noche del 18.
Pero, mexicanos, el Todopoderoso quiso protegemos, y que se consiguiese del modo que habéis visto: dadle las más rendidas gracias por tan señalado favor, y al regimiento número 1, si merece vuestro aprecio, honradlo con vuestra confianza; pues del modo que ha sabido ayudarnos para ser libres y felices, sabrá mantenernos en el goce de nuestros derechos, o morir por conservarlos.- México 21 de mayo de 1822.
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