Cuartel general de Veracruz, diciembre 3 de 1822.
MANIFIESTO A LA NACION MEGICANA
Venciste hermosa Anahuac; y cuando te preparabas á celebrar con dulces himnos de alegría los heroicos triunfos de tu libertad ofreciendo á tus hijos cuantas lisongeras esperanzas podían colmar sus ardientes deseos con el establecimiento de un gobierno filantrópico, liberal y representativo, el genio de la discordia, la divergencia de opiniones y las vicisitudes de los acontecimientos humanos, vinieron á obscurecer tus glorias y á eclipsar los memorables días de tu consuelo, por aquella misma benéfica mano que rompió las fuertes ligaduras que te oprimían.
Viste con extraordinario júvilo reunirse en la capital los representantes de las provincias é instalarse la augusta Asamblea nacional que había de promover y afianzar la común felicidad de tus habitantes y sancionar las sabias leyes con cuyo formidable escudo recobrasen los imprescriptibles derechos anecsos á toda sociedad política y civilizada, garantizando la inviolabilidad de las personas é intereses de todos sus miembros, y dando un poderoso impulso al fomento del cultivo, de la industria, comercio y minería que son los fecundos canales de la abundancia, de la riqueza y de la felicidad pública.
Todas estas apreciabilísimas ventajas con que te brindaba la justicia y la opulencia de tu suelo desaparecieron súbitamente al denodado esfuerzo de un poder sin límites; el Congreso fué disuelto; la inviolabilidad de los Diputados fué vulnerada; oprimida la franqueza de las opiniones; infringida la fé pública; asaltados los caudales que, bajo la protección y salvaguardia del supremo Gobierno, venían á esta plaza, privando del fruto de sus trabajos y sudores, y dejando á perecer con sus familias á unos honrados, útiles y beneméritos ciudadanos; y últimamente quebrantando el solemne juramento hecho en 21 de mayo de este año á la faz del Congreso constituyente y de todo el mundo de no tomar jamás a nadie su propiedad, y respetar sobre todo la libertad política de la Nación y la personal de cada individuo, so pena de que no se obedeciese y fuese nulo y de ningún valor en lo que á él se contraviniese.
Este trastorno y este cúmulo de graves males que gravitan y hacen gemir á mi amada patria predisponiéndola á su lamentable ruina, me han escitado a proclamar en esta plaza el día 2 del corriente el sistema Republicano que afianza los derechos y libertad del pueblo á elegir el gobierno que mas le acomode y convenga á las cualidades heterogéneas de la población.
No el orgullo, no la rivalidad ni la ansiedad de honores y premios me han movido á ponerme á la cabeza de esta empresa con mis dignos compañeros de armas y las tropas de la provincia; solo anhelo y solo suspiro, como un celoso y buen ciudadano, á que recobre la Nación su poder y su soberanía, y use espontáneamente de su representación en la Asamblea de sus diputados, conforme al voto general de los pueblos.
Entretanto he resultado que se observe la Constitución española y los decretos espedidos por las Córtes megicanas, hasta que formen el Código legislativo que haya de regir en lo sucesivo: que todas las autoridades eclesiásticas, militares, civiles, políticas, mercantiles y los empleados de la hacienda pública disfruten de todos los gozes, inmunidades, privilegios y prerogativas anecsas á sus funciones y destinos: que cesen las trabas y los obstáculos que se oponen al franco giro interno y esterno: que se estreche más y más la unión y fraternidad de americanos y europeos; y que se use de una distinguida hospitalidad con los súbditos de otras potencias.
Aquí tenéis mis queridos compatriotas, el plan que me he formado, decidido á sostenerlo, con sacrificio aun de mi propia ecsistencia, y él os conducirá, siguiendo mi egemplo, al templo de la inmortalidad.
Cuartel general de Veracruz, diciembre 3 de 1822.
Antonio Lopez de Santa-Anna.
Fuente:
http://www.sedena.gob.mx/imagenes/historia/defensa/doc_hist/dic/
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