México, agosto 16 de 1821
Excelentísimo señor.
He recibido el oficio de vuestra excelencia de 3 del corriente en la plaza de Veracruz, y por el cual se sirve comunicarme su llegada a ella a tomar posesión del mando militar y político, como capitán general y jefe superior de Nueva España nombrado por Su Majestad, que por el estado de las provincias y las extraordinarias ocurrencias de esta ciudad, como también por la inseguridad de los caminos no le permite a vuestra excelencia emprender desde luego su marcha, y en cuyo concepto ha jurado en esa plaza la Constitución en manos de ese gobernador y está vuestra excelencia desde el día 3 en posesión de los empleos con que el rey se dignó honrarle; que me lo participa vuestra excelencia para mi conocimiento y que lo haga saber al ejército y ayuntamientos con quienes esté en comunicación, avisándole el recibo de su citado oficio, y haber hecho dicha participación, para con este antecedente continuar tomando las providencias que más convengan al mejor servicio de la nación y del rey. Pide vuestra excelencia además que procure remitirle la contestación a toda costa y lo más pronto posible, lo que verifico desde luego con las noticias de esta ciudad, que son hallarse en tranquilidad a pesar de hallarse amenazada por los llamados independientes, cuyas tropas las más distantes se hallan a 7 leguas; de las demás poblaciones del reino nada se sabe a punto fijo, sino lo que dicen algunos fugados, y es que en todas se ha jurado la independencia; y aunque no se hallan guarnecidas de tropas de los independientes, tampoco hay quien las contrarreste, excepto en Durango, que se augura que está con alguna fuerza el general D. José de la Cruz, mas esto no lo sé ni por noticias suyas ni por conductos que pueda darles el crédito necesario. El espíritu público aparece en lo general adicto a la independencia, opinión que confronta, aunque varíen en el modo de obtenerla. La fuerza de los ejércitos nacionales está reasumida en esta capital y reducida a seis mil hombres de infantería, pues aunque hay alguna caballería es toda del país, y la experiencia ha acreditado en estos últimos tiempos de nueva revolución que en teniendo proporción se pasa al enemigo, como lo ha verificado todo el ejército en todas las provincias, excepto las tropas de Europa y aun de éstas muchos oficiales y algunos soldados. La distribución del ejército está en posición fuera de la capital, la mayor parte para obrar según convenga y la restante con tropas urbanas y de milicias cubriendo la guarnición de esta misma población, sin más fortificaciones que unos fortines en las garitas o entradas de la ciudad y la zanja cuadrada cubierta con retenes para acudir a su defensa. La fuerza del enemigo no hay una noticia exacta, pero se considera de 10 a 12 mil hombres de algún arreglo, incluyendo las antiguas gavillas de los primeros cabecillas que quedaron y se les puso en libertad a consecuencia de los indultos de las Cortes; pero además de esta fuerza reúnen realistas antiguos que han tomado partido, rancheros, etc., de manera que se presentarán sobre la capital en número extraordinario, mas sin orden, disciplina ni arreglo. El carácter al pronunciamiento es el de la independencia absoluta de la España antigua, cimentada la opinión sobre el error de que por la Constitución nos hemos declarado contrarios a la religión, cuyo pretexto ha servido y sirve de base para la guerra y pronunciamientos de los pueblos, a que han ayudado eficazmente y ayudan todo el eclesiástico regular y secular y todos los anticonstitucionales, bastantes egoístas europeos de todas clases, especialmente militares y muchos cobardes que han sucumbido por conveniencia y cálculo errado. El odio a los españoles está radicado en los más de los corazones y a todo sacrificio desean sacudir el que llaman yugo insoportable por 300 años. El carácter de pronunciamiento es difícil de comprender en los que han levantado el grito que está solapado bajo la defensa de la religión y de la salvación de la patria, garantizándose con la independencia, la religión y la unión, que figuran ser con los europeos, lo que no es cierto, puesto que no consumada la obra ya despliegan su venganza y manifiestan su aborrecimiento a todo el que tiene la menor relación con la Península. El corifeo de la independencia es el coronel que fue del Regimiento de Celaya D. Agustín de Iturbide, sostenido por Bustamante, Negrete y Quintanar. El puerto de Acapulco subsiste, en donde se hallan las fragatas Prueba y Venganza, pero uno y otras en los mayores apuros, a quienes se trata de auxiliar con numerario en la forma que se pueda, pues no hay comunicación ni para aquel punto ni para ninguno de todo el reino. El lugar que ocupo de virrey y capitán general lo he obtenido a renuncia hecha por el excelentísimo señor conde del Venadito y a peticion del ejército y consentimiento de la parte sana de esta capital; las circunstancias tan críticas en que se hallaba ya el reino en 5 de julio que fui nombrado me obligaron a cargar con el mando, con lo que evité convulsiones horrorosas y paralicé algún tanto los progresos del enemigo, que ya había pasado de Querétaro y sitiaba a Puebla. Las tropas están entusiasmadas, aunque se las seduce constantemente, no falta numerario, las corporaciones están corrompidas, aunque el Consulado ayuda hasta ahora. No sabemos nada de la Península hace muchos meses, especialmente desde últimos de febrero que ni por particulares se alcanzan noticias de ninguna especie. Este pliego lo entregarán a vuestra excelencia los señores coroneles D. José de Castro y D. Blas de Luna, quienes informarán verbalmente y con ampliación a vuestra excelencia de mis intenciones, de mi carácter y que deseo corresponder a los buenos deseos de vuestra excelencia, a las órdenes de la nación y del rey, en honor de ambas autoridades y exacto cumplimiento al juramento ratificado a la Constitución de la Monarquía Española.
D. Agustín de Iturbide, que se titula primer jefe del Ejército del Imperio, exige que yo entre en capitulaciones, a lo que no accederé en manera alguna y únicamente vuestra excelencia podrá verificarlo, toda vez posesionado del mando, libremente colocado en él, en esta capital, y entonces entregaré gustosísimo, conociendo que en vuestra excelencia concurren todas las circunstancias necesarias para obrar con el mejor acierto y por que así es la voluntad de la nación y del rey. Dios guarde a vuestra excelencia muchos años. México, 16 de agosto de 1821.
Francisco Novella
Excelentísimo señor capitán general y jefe superior electo para esta Nueva España D. Juan O’Donoju
Juan Ortiz Escamilla (Comp.) [Con la colaboración de David Carbajal López y Paulo César López Romero] Veracruz. La guerra por la Independencia de México 1821-1825. Antología de documentos. Comisión Estatal del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.
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