Septiembre 16 de 1821

¡Mexicanos de todas las provincias de este vasto imperio!

A uno de vuestros compatriotas, debéis la libertad civil que disfrutáis ya y será el patrimonio de vuestra posteridad; empero, un europeo, ambicioso de esta clase de glorias, quiere tener en ellas la parte a que puede aspirar; esta es la de ser el primero por quien sepáis que terminó la guerra y hacer saber enseguida, que estaba en posesión del mando político y militar, reconocido y obedecido por todas las autoridades y tropa, no restando otra cosa para que el Tratado de Córdoba tuviese su cumplimiento, que instalar el gobierno que en él se prevenía, con lo que siendo éste la autoridad legítima, el mismo O’Donojú sería el primero en ofrecerle sus respetos, quedando sus funciones reducidas a ser el representante del gobierno español, ocupando un lugar en el mexicano según lo estipulado en aquel tratado, estando dispuesto a sacrificarse por todo lo que pudiera ser en beneficio de mexicanos y españoles.