México 3 de Marzo de 1821.
Fidelísimos Conciudadanos y Amigos mios de esta parte de la Monarquía Española que tengo el honor de mandar: Jamas crei verme en el caso de hablaros en el sentido que lo voy á hacer, pero los sucesos recientemente ocurridos me ponen en el de no deberlo omitir para precaber de todos los modos que por una sorpresa, ó un error seais sepultados en la desolacion y ruina que os prepara la preocupacion de un ingrato gefe militar, á quien la Nacion y el Gobierno han distinguido y premiado con liberalidad.
Bien conocereis por esta indicacion, que hablo del coronel D. Agustin de Iturbide y de los planes subversivos que segun es público ha esparcido en esta ciudad. Ellos son injustos á todas luces: opuestos a lo establecido entre otros muchos artículos por el 10 capítulo 1º titulo 2º de la Constitucion de la Monarquia Española, cuya observancia acabamos de jurar: no conformes á la fidelidad que segun ella debemos guardar al Rey, y á lo que S. M. nos tiene mandado y sancionado: Contrarios a la tranquilidad pública; y para decirlo de una vez, dirijidos unicamente á las miras particulares que se haya propuesto aunque se os presenten revestidos de adornos pomposos para encubrir sus siniestros fines (tal vez) mal aconsejados.
No os deslumbreis, fidelísimos habitantes de estas provincias, con el aspecto de que se vale la malicia para ocultar sus designios. Otros que han emprehendido antes el mismo tortuoso camino para desgracia de esta América, vistieron los suyos con iguales ó semejantes adornos, y el resultado que ha sido once años de lucha, desolacion y ruina de vuestras fortunas, con sacrificio de las prendas que es fueron mas caras, os deben fijar en el concepto de que con estas novedades no llevan sus autores el sencillo fin que pretestan regularmente para alucinar y hacer prosélitos, si no el insinuado objeto de llenar sus miras y procurar i costa de otros su imaginado engrandecimiento.
Yo como vuestro Virey, Capitan general y Gefe superior político de esta Nueva España, encargado estrechamente bajo mi responsabilidad por la Constitucion, las Leyes y el Rey, de vuestra tranquilidad y quietud, de procuraros el bien, y de conservar vuestra libertad civil é individual, debo hablaros con el lenguage puro de la verdad, exhortandoos segun lo ejecuto, á que si se os di-rigen proclamas, los llamados planes, ú otros papeles de tal naturaleza, no los leais ni les deis oídos, pues solo terminaran á comprometeros y precipitaros en los mayores males: fijad vuestra aten-cion en que lo que se os propone es opuesto a los solemnes juramentos que teneis prestados conmigo y he visto con sumo placer, de observar la Constitucion política de la Monarquía Española, ser fieles al REY y obedecer las Leyes, que abiertamente se infringen con intentar la menor separacion de aquella: cualquiera interpretacion que sobre esto se os figure para tratar de eludiros de tan sagradas importantes obligaciones, será metafísica, absurda, propia solo para alucinar: desechadla pues, ciertos de que se tratará con ella de engañaros para buscar en cada uno de vosotros un coope-rador de las siniestras miras, de la preocupacion y que vendria á ser al fin la de vuestra destruccion, como la experiencia tiene acreditado
Lejos, pues, de vosotros toda fascinacion: tened por cierto que las legitimas autoridades no reconocemos ni observamos mas Constitucion que la de la Monarquía Española decretada por las Córtes generales y extraordinarias el año de 1812: mas Rey que el Sr. D. FERNANDO VII; ni mas Gobierno que el actual puesto á mi cargo como su Virey; infringiendo tan inalterables principios y los mas expresos de nuestra Ley fundamental cualquiera separacion de la unidad en que ella constituye todas las provincias que componen dicha Monarquia, formando una misma y sola familia en las cuatro partes del mundo. Y por tanto mantenos unidos estrecha y cordialmente á vuestro Gefe, asi como lo están el M. R. Arzobispo, el venerable Dean y Cabildo de esta Sta. Iglesia, la Audiencia territorial, la Diputacion Provincial, el Ilustre Ayuntamiento de esta capital, los Generales, Gefes, Oficiales y tropa de los cuerpos del Ejercito Nacional que se halla bajo de mi mando y cuantos en esta ciudad y en las demas provincias conocen sus deberes y verdaderos intereses, no menos que las desgracias y funestas consecuencias que causaria cualquiera desunion; y estad seguros de que ayudados de Dios, como siempre lo hemos experimentado en la pacificacion general, para la que tan corta parte nos faltaba, conseguiremos el triunfo y la paz, con el debido desengaño que tanto deseo de cuantos obcecados intenten alterarla. Esta es la obligacion: á esto esta resuelto, y esto os ofrece vuestro Virey, Capitan general y Gefe superior político, vuestro conciudadano y vuestro Amigo
El Conde del Venadito.
Reimpresa en Guadalajara en la Oficina de Petra Manjarres, año de 1821.
|