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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1812 Propuestas básicas que deberán de observar los planes políticos

PROPUESTAS BÁSICAS QUE DEBERÁN DE OBSERVAR LOS “PLANES POLÍTICOS” ATRIBUIDOS A LA SOCIEDAD DENOMINADA “LOS GUADALUPES"

No se puede negar que a los heroicos Hidalgo y Allende debemos todos los americanos los primeros crepúsculos de nuestra libertad; pero es preciso confesar de buena fe y sin preocupación, que por falta de nociones del sistema europeo y del carácter de los naturales de estos países, se han cometido innumerables errores que todavía pueden enmendarse con buen éxito, si se observan al pie de la letra y con todo rigor las siguientes medidas políticas: No se puede negar que a los heroicos Hidalgo y Allende debemos todos los americanos los primeros crepúsculos de nuestra libertad; pero es preciso confesar de buena fe y sin preocupación, que por falta de nociones del sistema europeo y del carácter de los naturales de estos países, se han cometido innumerables errores que todavía pueden enmendarse con buen éxito, si se observan al pie de la letra y con todo rigor las siguientes medidas políticas:

1ª. Todo el plan fundamental de los gachupines en esta guerra, consiste en destruir o por lo menos en disminuir en gran parte a los criollos, para conservar ilesas a sus posesiones raíces y sus caudales, que consisten en los giros de agricultura y de comercio. De este principio se sigue, que el plan de los americanos debe contraponerse, estudiando el modo de aniquilar las posesiones de aquéllos, para conservar ilesas las personas de sus compatriotas, quienes libres de sus enemigos, pueden reponer con mayores ventajas dentro de un año, cuantos daños hagan ahora en las poblaciones y fincas de todas clases.

2ª. El mismo sistema, y con igual rigor debe llevarse con todo vecino rico, sea gachupín o criollo; porque en el gobierno tiránico que tan sólo castiga la pobreza y la tontera, logren los hombres acaudalados la impugnidad de sus pasiones y vicios, que es cuanto puede apetecer la corrupción del corazón humano; y así se deben tratar como enemigos de la nación y como a unos verdaderos egoístas, toda clase de ricos, sin distinción de origen, ni calidad, despojándoles de sus intereses. Por ahora, para resarcirles en mejor ocasión, sirviendo de fondos a la caja militar nacional.

3ª. Se deben quemar públicamente todos los efectos ultramarinos que se hallen en los lugares que ocupen nuestras armas, bien sea de quiquillería, mercería, etc., especialmente los de puro lujo, a excepción de aquellos que se juzguen preciosos para la subsistencia y vestuario de las tropas y demás funciones de guerra, como fierro, acero, etcétera.

4ª. En esta regla general, no tan solamente deben comprenderse los muebles, alhajas y dinero de los particulares pudientes, sino también de parroquias y templos, disponiendo los ánimos de los pueblos con exhortaciones y proclamas en que se les haga ver por los eclesiásticos que estas medidas se toman para libertar los sagrados bienes de la iglesia, de las sacrílegas manos del ateísta Venegas, del asesino Calleja, y de sus infames satélites, según lo practicaron en Zitácuaro, Cuautla y otros muchos lugares, cuy a memoria está bien reciente.

5ª. De todos estos embargos y secuestros, se debe hacer un fondo divisible por mitades: la una para las arcas nacionales, y la otra deberá prorratearse entre los soldados de las respectivas expediciones, cuidando que nadie [se] enriquezca en lo particular y de que todos queden socorridos en lo general.

6ª. Deberá publicarse un bando en que entusiasmando a las tropas con la energía posible, se conceda a todos los que militaren bajo las banderas americanas, las altas preeminencias de defensores de la patria, que consistirán en la perfecta igualdad de derechos, reputándose por ciudadanos de primer orden para obtener todos los empleos a que se hagan acreedores por su valor, aptitud y mérito.

7ª. Las represalias se han de observar con la mayor rigidez, sin que hay a indulgencia en esto, porque así lo exige la crítica situación en que nos hallamos, y la tiranía original del gobierno europeo, pues por nuestra piedad se han confiado demasiado los gachupines, obrando con segura confianza, lo que no hubieran emprendido si hubiéramos sido inflexibles con ellos desde los principios.

Razones que confirman las anteriores medidas políticas, que podrán reducirse a un reglamento por el orden de los sucesos que ahora no pueden preverse.