José Ma. Morelos.
Amados hermanos:
Nuestra sentencia no es otra sino que los criollos gobiernen al reino y que los gachupines se vayan a su tierra o con su amigo el francés que pretende corromper nuestra religión. Nosotros hemos jurado sacrificar nuestras vidas y haciendas en defensa de nuestra religión santa y nuestra patria, hasta restablecer nuestros derechos que trescientos años ha nos tienen usurpados los gachupines [...] aquí van acabando a manos de los criollos, pues mucho más merecen por sus iniquidades. Y vosotros perecéis con ellos, si os encontramos en ellos; y en caridad os suplico que dejéis a los gachupines y no perezcan los criollos que engañados con excomuniones y mentiras, los traen engañados, poniéndolos de carnaza para que nos matemos unos con otros. ¡Abrid los ojos, americanos, que la victoria está por nuestra! Ya hemos matado más de la mitad de los gachupines que había en el reino. Pocos nos falta que matar, pero en guerra justa; no matamos criaturas inocentes, sino gachupines de inaudita malicia.
Ya no hay España, por que el francés está apoderado de ella. Ya no hay Fernando VII, porque o él se quiso ir a su casa de Borbón a Francia y entonces no estamos obligados a reconocerlo por rey, o lo llevaron a la fuerza, y entonces ya no existe. Y aunque estuviera, a un reino conquistado le es lícito reconquistarse y a un reino obediente le es lícito no obedecer a su rey, cuando es gravoso en su leyes, que se hacen insoportables, como las que de día en día nos iban recargando en este reino los malditos gachupines adbitristas.
¡Oh malandrines, destructores del mejor reino!
Vosotros, americanos, a la vista de estas verdades elegiréis el mejor camino, que será el de apartaros de los gachupines; pues si no, pereceréis con ellos sin que os valga disculpa; pues el campo tenéis libre.
Dios os ilumine, os guíe, os bendiga y os guarde como lo desea un defensor de la América.
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