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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1590 Advertimentos del Virrey Villamanrique acerca del trabajo de los Indios

 

La experiencia va mostrando la prisa con que se van acabando los indios de esta tierra, y conociendo ser la causa su flaca complexión y malos tratamientos que los españoles les hacen, después que vine a ella he procurado por todas vías, medios y maneras posibles de ampararlos y sobrellevarlos de los trabajos que padecen. Y viendo que el mayor es el del servicio personal de minas y panes, procuré dar algún remedio en ella que fuese conveniente. Y como este caso tiene de suyo tanta contradicción, no se pudo dar en todo como yo lo deseaba, porque si quitaba los repartimientos de todo punto, veía evidentemente que cesabael beneficio de las minas, que es el nervio principal de donde se compone toda la riqueza de esta tierra, y también, quitando el de los panes, cesaba la agricultura. Y pues, como vuestra señoría sabe, los labradores sin indios, no pueden beneficiar sus tierras, torné por buen medio no hacer novedad en lo que toca a los indios que iban a las minas más que tan solamente hacerles nuevas ordenanzas, proveyendo so graves penas. no los metiesen en ellas ni les hiciesen trabajar más que de sol a sol, ni les cargasen los metales en sus mantas; y a los que he hallado que han contravenido se han castigado. Lo que toca a los panes, aunque el fiscal diversas veces me dio peticiones y aún en la Audiencia, pidiendo que estos repartimientos, y aún los de las minas, se debían quitar, no los quité por las causas que arriba tengo dichas; mas previniendo al daño que recibían de acudir al repartimiento en la forma que antes se hacía, atento a que los labradores no tenían necesidad de ellos más que dos temporadas, de desyerba y cosecha, y que lo más del año los ocupaban en trabajos más excesivos de sus granjerías y aprovechamientos, ordené que no acudiesen los indios al repartimiento ordinario, y como antes se repartían, dando a cuatro por ciento cada semana de los que había en el pueblo, hice que quitando el tercio de los indios de cada pueblo por los impedidos, se repartiese entre los demás, y que los indios que quedaban en cincuenta semanas los diesen al respecto en diez para el desyerbo y cosecha, y el resto del año holgasen todos, con que viven más contentos y descansados. Y porque, esta suma repartida en diez semanas venía a ser mucha cada semana, ordené que los repartidores, vista la necesidad que hubiese entre los labradores, ordenasen que de uno, dos, o tres pueblos, conforme fuese la necesidad, viniesen los indios que les cabían por las dios semanas, y como fuese creciendo, mandasen a otros pueblos por otros diez, por manera que aunque el repartimiento durase veinte semanas, cada pueblo no viniese a dar más que las diez que le estaban repartidas en todo el año, en lo cual los indios viven más descansados y relevados del cotidiano trabajo de este repartimiento. y los labradores tienen todos los necesarios para sus temporadas de escarda y cosecha, que es el tiempo en que los han menester, y se excusa que en lo demás del año no los ocupen en otras granjerías fuera de lo que es el beneficio del trigo, que es bien común. Y porque así se ofreciesen necesidades precisas de dar algunos indios para las obras públicas y monasterios y otras necesidades, ordené que cuando se hubiesen de dar, fuese por tiempo limitado y con cargo de que les diesen un real de jornal cada día y de comer a cada uno. Y para venir a relevar el trabajo de los que van a las minas, escribí a su Majestad fuese servido de mandar enviar aquí tres mil negros de Guinea para que se repartiesen entre los mineros por la forma que el azogue, y se fuese cobrando de ellos por el cuarto de lo que marcasen. Me escribió su Majestad se quedaba viendo y considerando este arbitrio. Téngole por muy bueno e importante, pues con esto se quita de todo punto el trabajo a los indios.

También he amparado los indios en el servicio cotidiano que tenían de dar de comer a los clérigos y los frailes que les administraban y a los alcaldes mayores y corregidores, ordenando que esto no se hiciese así, sino que todos lo pagasen, pues su Majestad daba salario y limosna con que se sustentasen. Y todas las demandas que cerca de esto han venido ante mí han proveído personas que lo averiguasen y que les mandasen restituir en lo que les han dado. Es negocio este de mucha consideración y a que vuestra señoría debe atender con cuidado por el daño general contra los indios.