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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1587 Relación breve y verdadera de algunas cosas de las muchas que sucedieron al padre fray Alonso Ponce en la Nueva España (Fragmento)

 

De las Montañas y Llanos de la Provincia de México, Ganados y Otros Animales que en ella se Crian

Hay en aquella provincia montañas y sierras muy altas y ásperas, en alguna de las cuales se halla nieve casi todo el año; en ellas y en sus faldas y laderas, y en algunos llanos, hay infinidad de pinos como los de Castilla, con piñas sin piñones, aunque en algunas partes se hallan con ellos: en algunos destos pinares se ven muchos pinos llenos de agujeritos redondos y muy pequeños desde arriba hasta abajo, por una parte y por otra, y en ellos metidas bellotillas de los robles y encinas de la tierra, y dicen que los cuervos las meten alli, así para guardarlas como para poderlas allí mejor quebrar con el pico, aunque otros dicen que aquella es obra del pájaro llamado pito. Hay también muy altas y muy gruesas sabinas, muchas encinas, o por mejor decir robles y guejigos con unas bellotillas pequeñas y amargas. Hay madroños que aunque llevan fruta no la maduran, hay pinabetas, de los cuales se saca una resina blanca muy medicinal y el aceite tan preciado que llaman de abeto, hay también cipreses como los de España, y en los llanos, junto a los ríos y lagunas, se dan sauces y álamos blancos.

Hay en aquella provincia muchos valles y llanos muy grandes y espaciosos que en esta tierra se llaman sabanas y en Castilla dehesas, donde hay grandes pastos así para ganado mayor como para menor, de lo cual traído de España así para el servicio de los hombres como para su sustento, se ha dado y multiplicado tanto, que parece que es natural de la mesma tierra según están llenos los campos: dése todo como en Castilla, pero con más facilidad, por ser la tierra templada y no haber en ella lobos ni otros animales que lo destruyan como en España, y a menos costa y con menos trabajo, y es tanto lo que multiplica, que hay hómbre que hierra cada año treinta mil becerros, sin otros muchos que se pierden y hacen cimarrones. Apenas hay cibdad de indios donde no haya carnecería de vaca para los naturales mesmos, en que mueren infinidad de reses, y para esto hay obligados españoles, y todo vale muy barato; de cueros de este ganado van las flotas cargadas a España, que esta mercadería y la grana es la que de ordinario va de esta tierra a Castilla. Para sola manteca es gran suma lo que en aquella tierra se mata de puercos, porque se hace del gordo del tocino y come en los días de pescado por bula y previlegio que hay para ello. De los animales de España ultra de los sobredichos, se crían en aquella tierra gatos, galgos y perros de toda suerte en grandísima abundancia; porque para todo género de animales es tierra muy viciosa, aunque se cuente entre ellos los racionales. Dánse gallos y gallinas de las de Castilla, y críanse con mucha facilidad y sin ningún trabajo; dánse palomas de las mansas, patos y gansos.

Animales de carga no los tenían los indios en su antigüedad, ellos mesmos se llevaban a cuestas sus cargas, y agora también lo hacen por la mayor parte, y no sólo las suyas, pero también las de los otros, y esto era y es general en toda la Nueva España; pero de otros animales hay muchas diferencias en la provincia del Santo Evangelio: decirse ha de algunos de ellos muy sucintamente. Hay conejos, liebres y venados como los de Castilla; hállanse tigres pequeños y leones grandes, aunque no tan bravos como los de Africa: dánse micos, tejones y lobos, y unos como perros que en aquella tierra se llaman coyotes, que hacen todo el mal que pueden al ganado menor y a los venados; crían los indios una casta de perros de la tierra, lisos y sin pelo ninguno, los cuales eran antiguamente su comida, y aun agora no les saben mal ni los desechan, aunque más aficionados son a carne de vaca.

Hállanse unos porquezuelos que parecen algo a los de España, y los comen los indios, y hay otros que tienen el ombligo en el lomo y de él les sale un olor muy malo. Dánsezorras que parecen a las de España, así en el cuerpo y pelo como en perseguir a las gallinas; hay gran abundancia de unos que llaman zorrillos, del tamaño de lechones de dos o tres meses, salvo que son más rehechos y bajos, con la cola muy larga, el pelo negro y como de puerco y el hocico larguillo, estos son también enemigos mortales de las gallinas, y cuando los hieren se hacen mortecinos como las zorras de España, las hembras tienen en la barriga una como bolsa o faltriquera donde crían y traen metidos sus hijuelos desde chiquitos hasta que ya son grandecillos. cuando ya pueden andar abren aquella bolsa y salen a pasearse y buscar de comer, después los tornan a recojer en ella, cosa cierto muy digna de consideración. Otros animalejos hay que también se llaman zorrillos, pero son pequeños y muy vistosos, de color amarillo, blanco y negro, con una cola muy grande, a manera de plumaje muy galano; estos echan de si un vapor o humo y orines llenos de tan, grande hediondez que no hay hombre que lo pueda sufrir, especialmente cuando se ven en aprieto que los quieren matar o cojer, hace este hedor huir a los perros que los siguen y tíranles estas armas cuando les van dando alcance, si cae aquel humo o vapor en alguna ropa, con grandísima dificultad o nunca se limpia, porque la deja como podrida, y si en alguna pieza o casa echa este animal su perfume, especial cuando se ve acosado, dura allí el hedor por dos o tres días; es un animalejo este que no es bueno más de para la vista, que cierto la tiene graciosa, pero es grande e intolerable el contrapeso. Otro animal se halla en áquella tierra del tamaño de un lechón, al cual parece en los pies y en la cabeza, llámanle los españoles armado, porque tiene todo el cuerpo cubierto de unas conchas puestas por orden como hojas y láminas de armas, mete la cabeza debajo de aquellas conchas, y con esto le parece estar seguro; es animal muy tímido y así con facilidad le cojen los indios. Hay dos maneras de estos animales, unos que tienen no más de tres órdenes de aquellas conchas, y estos son mortíferos si los comen; de siete indios que en un pueblo comieron uno destos murió luego el uno de repente, los demás cayeron enfermos y dos de ellos quedaron como tontos; pero volvieron en sí con piedra bezar que se les dió con una poca de azahar: los otros tienen muchas órdenes de conchas y no hacen mal a quien los come, y en cogiéndolos los indios se los comen asados, por que dicen que son muy buenos y sabrosos.

Del Vestido y Trage de los Indios e Indias de la Provincia del Santo Evangelio

Los indios de aquella provincia, y casi de las demás de la Nueva España, andan comúnmente descalzos de pie y de pierna, los que traen calzados los pies usan de sandalias como las de los frailes de nuestro Padre San Francisco, a las cuales llaman cacles, porque son como los cacles que ellos usaban en su antigüedad y agora muchos de ellos usan. Calzan zarahuelles largos y visten camisa como españoles, con su cuello y polainas, y traen por capa una manta larga de algodón añudada por encima del hombro, a manera de los mantos que usan las gitanas en Castilla, pero muy labrada de hilo de colores y aun de seda, con flecos de lo mismo, cada uno según es más o menos curioso y tiene más o menos posibles; también traen sombreros como los españoles, y este es el vestido y trago ordinario de los indios, aunque ya muchos traen jubones, otros xaquetas y casacas, otros usan zarahuelles de paño y herreruelos de lo mismo, otros calzan zapatos y calzas de españoles y aun botas, y algunos traen del todo el vestido español. El vestido de las indias es una toca larga, blanca, con que cubren la cabeza, la cual les sirve de manto, unas la traen más larga que otras, pero en lo de México a ninguna llega hasta el suelo; por camisa, jubón y gorguera traen unos que llaman vaipiles, hechos de algodón, labrados curiosamente como las mantas de los indios y con más curiosidad, con sus orlas muy galanas, son a manera de capuces sin mangas ni cuellos, más y menos largos, y por lo menos llegan a la rodilla. En lugarde saya traen unas que llaman navas, que son como faldellines, hechas también de algodón, más y menos curiosas, las cuales llegan de ordinario hasta el pie: todas las indias si no son cuál y cuál, andan descalzas de pie y de pierna, y no traen más vestido del referido. De los indios de la provincia del Santo Evangelio, los más curiosos y políticos son los mexicanos, así en el vestido como en el aseo de sus casas y trato y conversación, las demás naciones no son tanto, y los más rústicos y toscos son los otomies y populocas. Hay entre ellos, especial entre los mexicanos, oficiales de todos los oficios, y mercaderes y tratantes gruesos, y los unos y los otros son particularmente aficionados y devotos de nuestro estado y frailes, a los cuales tienen grandísimo respeto y reverencia, y les son muy obedientes y hacen muchas limosnas, así a ellos como a sus conventos e iglesias.

Visita de la Provincia del Santo Evangelio

La cibdad de Tezcuco está fundada muy cerca de la lagana de México, siete leguas de aquellas corte, tiene gran población de indios, cae con todo su districto en el Arzobispado de México, hablan los tezcucanos la lengua mexicana muy cortada y polida, y toda es gente devota, muy particular de nuestro estado. En la sierra, que no está lejos de allí a la banda de Oriente, hay algunos indios otomies, y los unos y los otros están a cargo de nuestros frailes cuanto a la doctrina y sacramentos. Solía ser 'Tezcuco y su tierra antiguamente reino por sí, que no reconocía vasallage al de México. Dicen que cuando llegó allí el Marqués del Valle la primera vez, había sesenta mil indios de guerra y que pasados algunos años los contaron y no hallaron sino diez y ocho mili, y cuando el padre Comisario general llegó allí, apenas había cinco mil, y desta manera van mermando en toda la Nueva España, así por pestilencias y mortandades que ha habido, como por Malos tratamientos que les han hecho. Desde aquella cibdad fueron por la laguna los bergantines con que se ganó México; residen en ella como cien españoles, dellos obrageros que hacen paños, sayales y jergas, dellos labradores y danos tratantes y mercaderes: Hácense allí muy buenos sombreros de frailes y dé seglares, hócense rosarios, dedales, devanadores y otras curiosidades, porque son los indios muy hábiles. Hay en aquella cibdad una casa que llaman tecpam, la cual fué del rey de Tezcuco, en que él moraba, y aunque antigua es muy de ver; hay en ella muchos y muy buenos aposentos y una buena huerta, una legua de allí está otra tecpam en un cerro, que era la casa de recreación del mesuro rey, es muy vistosa, pero está maltratada y de antigua se va cayendo y arruinando: sacrificaban en ella en su gentilidad mucha carne humana.

Obispado de Oaxaca

Es aquel pueblo el primero de los del Obispado de Guaxaca y hablan los indios del una lengua que se llama matzateea; están a cargo de un clérigo en lo que toca a la doctrina y administración de los Santos Sacramentos. Por junto a la iglesia para un arroyo con el cual y con otros que se le juntan se riegan muchos maíces y platanares y otros árboles frutales que hay en una quebrada muy deleitosa, cerca de la cual está el pueblo Allí habló al padre Comisario un correo que iba por la posta a Guatemala, y con él escribió como iba a aquella provincia. Viendo el padre Comisario que estaba ya un poco recio y casi miraculosamente libre de los más de sus achaques, determinó apresurar un poco su camino, así para poder ea minar y llegar a Guatemala antes que entrasen en las aguas, como para poder desde allí escrebir a España en la flota de Honduras, y asi contesta consideración e intento (aunque algunos dijeron después que lo había, hecho con ánimo desalir presto de la jurisdicción del Virey porque no pudiese enviarle: la tercera provisión, lo cual aunque fuera así no es de culpar, pues era prudencia), salió de aquel puebla de los Kues como a la una después de mediodía, con un sol recisimo que abrasaba, y andadas dos leguas de buen camino llegó a otro pueblo pequeño de los mesmos indios matza tacas y del mismo Obispado de Guaxaca y de la mesma visita de clérigos, llamado Tecomahuac: pasó de largo, y pasados dos ríos por sus vados, el postrero de los cuales es muy caudaloso y dificultoso de pasar en tiempo de aguas, y andadas otras dos leguas llegó poco antes que el sol se pusiese a otro poblecito llamado Quiotepec, de los mesmos indios, Obispado y visita; los vecinos eran pobres y estaban desapercebidos, mas con todo eso hicieron al padre Comisario caridad, hubo mal recado para dormir, porque los aposentos eran malos y las camas peores.

Jueves veintisiete de Marzos tomó la madrugada, y luego en saliendo del pueblo subió una cuesta alta y peligrosa con una obscuridad muy grande, bajada aquella subió otras muchas, y andadas tres leguas, en que se pasan dos arroyos, llegó antes que el sol saliese a un buen pueblo llamado Cuycatlan, del mesmo Obispado y visita, de unos indios que hablan una lengua particular llamada cuycateca. Es aquel pueblo muy fresco y, fértil de fruta, especial de plátanos y de chicozapotes, de los cuales hay muchos plantados en el mesmo camino, orilla de un arroyo que entra en el pueblo y pasa adelante, con que riegan los indios sus milpas y huertas: moran en aquel pueblo algunos españoles, y allí está de asiento el clérigo. Dieron allí al padre Comisario una guía, y pasó luego adelante, y andada una legua llegó a un río grande y pedregoso, el mesmo que había pasado la tarde antes, poco antes de llegar a Quiotepec, pasóle por el vado y habiendo descansado como media hora en su ribera prosiguió su camino, y pasado otro río dos o tres veces y después dos o tres arroyos, finalmente, harto ya de andar, lleno de sol y cansancio, llegó a un poblezuelo llamado Alpitzauac, y por otro nombre Don Dominguillo, cuatro leguas de Cuyatlán, del mes o Obispado y indios cuycatecas, Visita talbién de clérigos. raga aquel pueblo rodeado tse sierras muy altas, metido en un valle muy hondo y no muy apartado de los arroyos sobredichos, hace en él calor excesivo y es defendido de muchos y muy penosos mosquitos; pasa por medio del una acequia con que riegan los indios sus maizales. Descansó allí muy poco el padre Comisario, porque el calor era muy grande y los mosquitos fatigaban sin piedad ninguna, fueron los indios a pescar a un río que está allí cerca y hiciéronle caridad de la pesca, que toda fué poca.

Viernes veintiocho de Marzo salió el padre Comisario de aquel pueblo muy de madrugada y comenzó luego a subir unas cuestas y sierras muy altas, tan prolongadas que tienen ocho o nueve leguas de subida y bajada, de camino muy malo y pestilencial y de pasos muy peligrosos, entre los cuales hay uno que dicen el Salto del Puerco, el cual aunque a la ida no espantó porque por ser de noche no se vió el peligro, después a la vuelta que el padre Comisario pasó por allí de día, por la tarde, considerada la profundidad tan grande que hay en lo baja de un paso tan angosto y estrecho, ponía grima, espanto y horror; anduvo aquella madrugada antes que amaneciese tres leguas largas, y pasó en ellas tres arroyos, y llegado a un rancho donde descansan las recuas y harrias, no pudiéndose valer de sueño, se recostó en una barbacoa en la cual aunque era de palos gruesos y mondos, sin colchón ni frazada ni cosa desta vida, durmió hasta la mañana, lo mismo hicieron los compañeros en otras camas al tono, porque todos llevaban la mesma necesidad; luego en siendo de día prosiguió su viage y el subir de aquellas cuestas, y pasado otras tres veces el último arroyo de los tres sobredichos, pasó por otro rancho legua y media más adelante, y andada después otra legua y media llegó a una venta que llaman de la Cenaguilla, seis leguas de Don Dominguillo. Allí cerca de la venta en unas casillas de indios cuyacatecas se le hizo caridad y le dieron de comer, y después descansó como dos horas. Están aquellas casas y venta en un vallecito hecho en la mesma cuesta, en el cual se da mucho trébol de Castilla y otras flores y yerbas olorosas, y entre ellas mucha yerbabuena de la de España, tan crecida y viciosa que cuasi tenía un estado de alto: hay en el mesmo valle y nace una fuente de agua muy buena y delicada, debajo de un manzano de los de la tierra, con que crecen tanto aquellas yerbas y se hace el valle más ameno y deleitoso. Después de haber comido partió de allí el padre Comisario, y acabada de subir la cuesta y llegado a la cumbre l.a fué bajando poco a poco, dejando barrancas muy profundas a la una y a la otra banda del camino, con un sol recísimo que derretía las entrañas, y dejando asimesmo a la parte del Sur, algo apartada del camino, una casa grande que llaman de la Seda, (porque en ella se hace o se hacía mucha) llegó finalmente a lo llano, donde en un arroyuelo se refrescó él y sus compañeros: luego pasó adelante, y pasado otro arroyuelo fué cosa muy de ver y para alabar a Dios ver venir corriendo y balando un cabritillo que huyendo de un coyote se venía a favorecer del padre Comisario y de sus compañeros, valióle esta diligencia, y ahuyentado el coyote, llegó el dueño del cabritillo y Ilevósele. Pasando después por unas caserías llegó antes que el sol se pusiese a un buen pueblo llamado Quauhxolotitlan de indios zapotecas o chapotecas del mesmo Obispado de Guaxaca. cinco leguas de la venta de la Cenaguilla. Hay allí un convento de Santo Domingo bien edificado, en que moraban tres religiosos, en él se aposentó el padre Comisario y se le hizo mucha caridad y regalo. Desde allí comienza el valle de Guaxaca, tierra muy buena, fértil y apacible, en el cual se coge mucho maíz, trigo y cebada y se dan muchos y muy buenos membrillos, melones, granadas, uvas y otras frutas de Castilla. Desde aquel pueblo hasta Tehuantepec se habla la lengua sobredicha llamada zapoteca o chapoteca, pero (como dicho es) por toda esta tierra corre la mexicana.

Sábado veintinueve de Marzo salió de aquel pueblo y convento el padre Corsisario muy de madrugada. y andada como media legua, pasó por junto a las casas de otro lugarcillo, y andadas después desto dos leguas y pasados en ellas dos arroyos, llegó antes, que amaneciese a otro pueblo grande del mesmo valle, Obispado e indios, llamado Etla, a cuya entrada se pasa otro arroyo por una puente de piedra. Hay en aquel pueblo un convento de Santo Domingo, en el cual había sucedido poco antes una desgracia muy notable y fué, que estando celebrando la fiesta del Santísimo Sacramento, y haciendo en ella ciertas representaciones y autos, cargó a mirarlos tanta gente en un corredor qúe estaba pegado al mesmo convento que (según se lo contaron al padre Comisario), el corredor se hundió y mató un fraile y mucha cantidad de indios, lo cual causó grandísima lástima en toda la tierra. Pasó de largo por este pueblo el padre Comisario, y andadas otras dos leguas y media en que se pasan tres o cuatro arroyos, llegó al salir del sol a la cibdad de Guaxaca, fuése derecho al convento de Santo Domingo donde fué recebido con mucho amor y se le hizo mucha caridad y regalo. Sin este convento hay en aquella cibdad otro de San Augustin y otro de la Compañía, hay iglesia catedral y en ella algunos prebendados, hay también un monasterio de monjas dominicas sujetas a aquellos padres, los cuales iban haciendo una casa de cal y canto, grande y de muy buen edificio, porque son muchos y la que tenían y en que posó el padre Comisario era pequeña y tan vieja que se les iba cayendo toda. Hay así mesmo en Guaxaca un hospital en que curan a los españoles y hay algunas otras ermitas. Es aquella la segunda poblazón de españoles en la Nueva España;, todas las casas son de adobes cubiertas de teja, y hay en ella gran vecindad, toda es gente muy devota de nuestro estado y desean tener convento de nuestro orden, pero no se ha hecho por estar tan apartado y a tras mano de lo de México. Allí en Guaxaca se quedaron los indios que salieron de Tehuacán con el padre Comisario, pero aunque estos faltaron no faltó la misericordia de Dios que es muy grande.

Aquel mesmo día sábado veintinueve de Marzo, después de haber comido el padre Comisario y visitado el Obispo de Guaxaca, salió de aquella cibdad (que también se llama Antequera) con un sol muy recio, y pasados tres o cuatro arroyos, y andadas tres leguas de camino llano llegó ya noche a otro bonito pueblo del mesmo Obispado, valle e indios, llamado Tlacuchauaya: aposentóse en un convento de Santo Domingo en que moraban dos religiosos, los cuales le recibieron muy bien y le hicieron mucha caridad

Domingo de Ramos treinta de Marzo salió el padre Comisario muy de madrugada de Tlacuchauaya, y luego en saliendo del pueblo encontró al custodio de la provincia de Guatemala, que con un lego por compañero iba a embarcarse en la flota para pasar al capítulo general que se había de celebrar el año siguiente en Roma, volviéronse con el padre Comisario, el cual pasado un arroyo y andada una legua llegó a un poblezuelo llamado San Juan, pasó de largo, y andadas dos leguas en que se pasa otro arroyo, llegó ya de día a otro pueblo mayor llamado San Lucas, por medio del cual corre otro arroyo, pasó asimesmo de largo, y andadas tres leguas y pasadas en ellas algunas barranquillas. llegó a otro bonito pueblo llamado San Dionisio, el cual con los otros dos sobredichos es del mesmo Obispado y valle de Guaxaca y de los mesmos indios zapotecas y visita de dominicos. Juntóse la gente luego en la iglesia, bendijéronse los ramos y repartiéronse a los indios y díjoseles misa, la cual ellos 6yeron con mucha devoción, y después dieron de comer al padre Comisario y a sus compañeros de lo que hallaron en su pueblo, lo cual aunque fué poco, como se daba de buena gana y la había de comer después de tan buena madrugada, todo supo bien y entró en provecho. Allí se detuvo el padre Comisario todo aquel día, y desde allí se volvió el custodio de Guatemala camino de México, quedóse el lego para llevar unos recados, los cuales recibió el día siguiente en el otro pueblo, y volvió con ellos en seguimiento de su compañero.

Lunes treinta y uno de Marzo salió muy de madrugada el padre Comisario de San Dionisio, y pasado un arroyo y todo el valle de Guaxaca y unas cuestas que de subida y bajada tienen más de dos leguas, y andadas otras dos leguas ,de llano llegó al salir del sol a un poblecito llamado Totolapa, visita de un clérigo, de los mesmos indios y Obispado. Allí le dieron una guía con la cual partió luego, y andada otra legua llegó a otro pueblo llamado San Juan, de los mesmos indios, visita y Obispado, en el cual mudó la guía y con ella anduvo otras dos leguas y llegó a otro poblecito de los mesmos indios y Obispado llamado San Migala!, visita de dominicos. Para llegar a aquel pueblo se pasa, en menos de tres leguas, un río treinta y seis veces, porque corre por una abra o valle muy angosto entre muy altos cerros, dando muchas vueltas, y en tiempo de verano y seca va el camino por el mesmo valle y ansi es menester pasar el río todas estas veces, y por eso se llama el río de las Vueltas, aunque otros le llaman el río de San Miguel, porque está aquel pueblo fundado en su orilla y ribera, en un alto; en invierno y tiempo de aguas no se puede vadear, y por esta causa tornan entonces otro camino que va por las laderas de las sierras a la banda del Norte, como lo hizo el padre Comisario a la vuelta de Guatemala para México, según que adelante se dirá. En la ribera de aquel río, en algunos rincones y vallecicos, hay muchos platanares y se siembran muchos melones y maíz, y todo se riega con el agua que del sacan sangrándole por muchas partes. Allí en San Miguel hicieron los indias mucha caridad al padre Comisario, fueron muchos dellos en compañía del cacique a pescar al río sobredicho, y hiciéronle limosna de la pesca con mucha voluntad. Desde allí se volvió el lego de Guatemala en seguimiento de su compañero, y el padre Comisario descansó en aquel pueblo hasta la noche.