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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1562 Historia de Tlaxcala. (Selección)

Diego Muñoz Camargo

Capítulo IX.

Habiendo tratado sumariamente de las cosas sucedidas en esta tierra y venida de los primeros españoles, será bien hacer otra breve discusión de tiempos, aunque distante y apartada de nuestro principal intento, no saliendo de los límites de nuestra instrucción. Pacificada pues la tierra y aquietados los naturales de ella, luego se entendió en la pacificación y población de la insigne y más que opulenta Ciudad de México, y que aquella y antigua República que tan destruida había quedado con las guerras. Cortés dio en esto las mejores órdenes que pudo, mandando hacer casas y calles a modo nuestro, con tal principio y fundamento, que permanece hasta el día de hoy en grande aumento y prosperidad enviando desde esta ciudad a todas la provincias, reinos y señoríos de Moctheuzomatzin, personas principales a que los pacificasen, gobernasen y poblasen de españoles; como fue al reino de Michoacán Juan Saucedo el romo; a Guatemala, ll. Pedro de Alvarado; a Pánuco, Gonzalo de Sandoval; a Yucatán, Tabasco, Campeche y Champotón a Francisco de Montejo; a Chiapas a Juan de Mazariegos; a las provincias de las Hibueras y Honduras fue el mismo Fernando Cortés personalmente, dejando allá por capitán y su lugar Teniente a Cristóbal de Olid, a quien después le mató Francisco de las Casas y Juan Núñez ahorcado por mandado de Cortés, por presunción y sospecha que de él tuvo que se alzaba por aquel reino; y quedando en esta pacificación vino por gobernador de las provincias de Pánuco, de México y Nueva Galicia Nuño de Guzmán, que pasando por el reino de Michoacán hizo ajusticiar al rey Catzontzin con grandes tormentos, hasta que murió de ellos, por ocasión de que no quiso dar ni descubrir el tesoro que tenía, ni las minas de plata que en su tiempo había; y desde este reino de Michoacán, fue a las provincias de Jalisco y Culhuacan, cuyas tierras ganó y conquistó y pacificó, haciendo grandes insolencias, tiranías y crueldades con los naturales de aquélla tierra, por cuyas demasías el emperador D. Carlos V, Rey y señor nuestro de gloriosa memoria a los dichos reinos de Castilla, y antes que se fuese de esta tierra estuvo mucho tiempo preso en la cárcel pública de México, hasta que fue llevado a los dichos reinos de Castilla, donde a la sazón residía la Corte de su majestad, donde el dicho Nuño de Guzmán acabó desventuradamente con pleitos y contiendas, defendiendo sus causas con mucha pobreza y miseria.

En este lugar trataremos breve y sumariamente de las grandes contiendas y alteraciones que resultaron en la Ciudad de México, por la jornada que hizo Cortés a Hibueras, las cuales procedieron por sólo el apetito de ambición y deseo de mandar; y fue el caso sobre cuál de los oficiales reales había de tener el gobierno de la tierra, que esto debió ser el principal fin y fundamento de cada uno de ellos, la cual discordia pasó entre los oficiales de su majestad, con motivo y ocasión de las comisiones que Cortés les había dejado al factor Gonzalo de Salazar, y al tesorero Alonso de Estrada, y al Veedor Peralmíndez Chirinos y al Contador Rodrigo de albornoz; lo cual causó la nueva que se había tenido de que Cortés era muerto y muchos compañeros de los que había llevado consigo a esta jornada trabajosa, cuya nueva fue causa de la contienda entre los oficiales, pues cada uno de ellos pretendía gobernar de por sí, y convocaba a sus amigos para seguir su opinión. Con aquélla sediciosa ambición, y estando en el mayor furor de sus pasiones y desatinados deseos, llegó pues nueva del bien afortunado Cortés, de cómo estaba en la tierra, y que había venido a esta Nueva España, habiendo pasado muy grandes trabajos y sucesos inauditos él y sus compañeros en esta grande y atrevida jornada que hizo de las Hibueras, según que más largamente la tratan las crónicas, y lo refieren en particular Francisco de Terrazas en un tratado que escribió del aire y tierra: y con esta llegada de Cortés cesaron muchas diferencias y obstinadas disensiones causadas de cosas pasadas, porque se renovaron con su venida negocios muy pesados, de que resultaron grandes disensiones de hombres inquietos y bulliciosos, que estaban deseosos de que la tierra se alborotase; y con esta su venida y madura prudencia, apaciguó la tierra con los mejores medios que pudo, dando asiento nuevo en el gobierno de la tierra a la reedificación de México, no dando lugar a la tiranía que deseaban emprender los nuevos gobernadores a título de que eran oficiales de Su Majestad, y que a ellos incumbía gobernar la Nueva España, con intento de usurpar la fama y gloria del valeroso Cortés que con tanta felicidad había ganado, eternizando su fama, queriéndolo obscurecer y aniquilar sus valerosos hechos y tan heroicas proezas, como lo habían intentado sus émulos y contrarios, escribiendo contra él a S.M. y al emperador y a su real consejo, que rían muy malos desopilar si sobrepujasen y viniesen a predominar su buen celo y sincero propósito, determinó irse a los reinos de Castilla y salirse de entre las llamas tan encendido fuego, y dando de mano a los apostemados propósitos dejó la tierra por muchas causas y razones que a ello los movieron: la primera y más principal fue buscar la triaca de su remedio y resistir la venenosa ponzoña de sus contradictores, cuyo intento era ponerle en mal con el emperador; y que no le desquiciaran de la buena opinión que tenía y había ganado de sus heroicos hechos y la buena suerte y dicha que Dios le había dado, y porque su causa no pereciese por ausente, y éste no le pareció el más acertado acuerdo de cuantos podía imaginar, que era ir personalmente a los pies de su Rey Señor, y dadle la obediencia como a su señor supremo, y ofrecedle el servicio que le había hecho en ganarle esta tierra del Nuevo Mundo, que tan valerosamente había ganado en su Real nombre, como leal y obedientísimo vasallo suyo, y haciendo ausencia de sus enemigos.

Con este presupuesto se embarcó e hizo a la vela, y fue tal y tan próspero el viaje y navegación que hizo, que dentro de treinta y ocho días llegó al puerto de San Lúcar desde el día que partió en la Villa Rica con bastimentos y matalotajes bien inusitados. Con esta su llegada cesaron grandes negocios que habían llegado de sus contradictores a oídos de Su Majestad y de su real consejo: mas luego de como fue llegado a los reinos de Castilla, se fue derecho a los pies del emperador, señor clementísimo, y con esto que hizo todo lo que sucedió tan bien y con tanta felicidad, que Su Majestad se tuvo del por bien servido, y le hizo muchas y muy grandes mercedes y favores, y le dio el título de Marqués y le casó con doña Juana de Zúñiga, hija del Conde de Aguilar, y le mandó volver a esta Nueva España honrado y favorecido, de su rey y señor con grandes ventajas, partidos y particulares privilegios y le hizo su Capitán General de esta Nueva España, de lo ganado y de lo que estaba aun por ganar y descubrir. También le hizo Almirante de la mar del Sur. Todas estas mercedes ganan y consiguen aquellos que lealmente y bien sirven a sus reyes, y en especial a los príncipes cristianísimos, como fue el emperador de S. Carlos, de gloriosa memoria, y a nuestro invictísimo rey D. Felipe (que guarde Nuestro Señor muchos años).

Después de su llegada a los reinos de Castilla con tanta gloria y pujanza, y dando nuevo asiento a las cosas de esta tierra, hizo la jornada y nueva navegación de la mar del sur en demanda de las islas que se decían en aquel tiempo Islas de Salomón, y de las Isla de Tarsis y California, la cual le sucedió tan mal y tan siniestramente, que casi se le perdieron todos los navíos y estuvo más de un año perdido en el gran río del Tizón y California, adonde pasó grandes trabajos, que pensó perecer él y toda su gente, así de hambre como de no hallar las poblaciones de que tenía noticia por relaciones; que aunque aquella costa por donde anduvo es de muchos indios y poblaciones, es la más gente desnuda y bárbara, que viven como árabes y pobrísima, que no saben lo que es oro ni plata; y como no tuvo con qué pasar adelante por la pérdida de sus navíos, sufriendo tantas peregrinaciones, procuró volver a esta tierra con harta pérdida de su gente y hacienda, mas no cansado ni enfadado de los casos de la fortuna. Pretendió tras esto hacer la navegación de las islas de la Especiería, que en aquella sazón llamaban los Malucos y tierra firme de la gran China, y en efecto armó contra aquella tierra y fue general de aquella armada Álvaro de Saavedra Cerón: fue por maestre y piloto uno que se llamó el Mestre Corzo, uno de los que pasaron con Magallanes; al Estrecho que ahora llaman de Magallanes y esta fue la primera navegación que se hizo de esta tierra para las Islas que ahora llaman Filipinas, que fue la segunda navegación que se hizo por la mar del sur de esta Nueva España en tiempo de Fernando Cortés, la cual armada se perdió y vinieron a remanecer algunos de los nuestros a la gran India de Portugal.

Estando Cortés en demanda de la California como dejamos referido, llegó de España D. Antonio de Mendoza por virrey de esta Nueva España, presidiendo en la Real Audiencia de México D. Sebastián Ramírez de Pedraza, que después vino a ser Obispo de Santo Domingo en la isla española. Este D. Antonio de Mendoza fue muy principal caballero, hermano del Marqués de Mondejar; y el primer virrey que vino a esta Nueva España al año de 1534. Gobernó tan bien y prudentemente, que con su valor, prudencia y sagacidad y cristiandad, pacificó, allanó y dio asiento a toda la tierra y poblaciones de ella. En tiempo que este tan cristiano príncipe gobernaba la Nueva España, se hizo la segunda navegación de la Especiería, la cual armada hizo a su costa y mención en compañía de D. Pedro Alvarado, y fue por general de ella al capitán Ruy López, natural de Villalobos, y llevó por segunda vez por piloto al maestre Corzo, de quien arriba hicimos mención (que conocí muy bien); cuya jornada y navegación fue tan infeliz y desdichada que se perdió toda sin ser de ningún efecto, y fue ocasión de habérsele muerto toda la gente y no tener con quien volver los navíos; y vientos contrarios, no podían volver los navíos a esta Nueva España, cuyo ironía duró muchos años, y que no se podía pasar por debajo de la línea equinoccial, y otras cosas que se dicen y no se supo escribirlas por estar ya muy entendidas las líneas y navegaciones de todos los mares del mundo, y el ingenio de los hombres tan trascendido en viveza, que todo lo pueden ya alcanzar y comprenden con el entendimiento que Dios se ha servido darles, que se les hace todo fácil y comprensible. [...]

En tiempo de este virrey se armó otra armada que él mismo mandó hacer para la California, y fue por General de ella Francisco de Alarcón y por maestre de campo Marcos Ruiz, la cual armada también se perdió sin ser de ningún efecto, volviéndose a tierra al Puerto de la Purificación; y en este tiempo se hizo la entrada de la tierra nueva que llamaban las siete ciudades, que fue a costa del mismo d. Antonio de Mendoza y fue por general de la entrada Francisco Vázquez Coronado: esta fue la jornada que llamaron de Cibola de que había dado noticia Fray Marcos de Niza, Provincial que fue de la orden de San Francisco en aquella sazón, que afirmaba haber visto las siete ciudades personalmente y otras muchas tierras y provincias, la cual entrada asimismo se perdió, en que iban más de mil españoles y de toda la gente granada y muy lucida. [...]

Por comisión que tuvo D. Antonio de Mendoza después de la venida de la guerra de Xuchipila y Jalisco a causa de que los ganados mayores iban en grande aumento y dañaban a los indios de paz, fue necesario hacer este descubrimiento: que con esto se despoblaron muchas estancias del Valle de Tepepulco, Atzumpa y Toluca, donde fueron a poblar por aquellos llanos adonde ahora están todas las estancias de vacas que hay en la tierra, que corren más de doscientas leguas, comenzando desde el río de San Juan hasta pasar por Zacatecas y llegar más delante de los Valles que llaman de Guadianas tierras de Chichimecas que no tienen fin ni cabo, y así se despoblaron estancias de ganado mayor los Valles de Atzompa y Peyote, y llanos de Pepepulco y valles de Toluca y otros muchos valles, y se pasaron a estas tierras tan largas y extendidas; aunque con el crecimiento de los españoles se han ido poblando las tierras marítimas de la costa del Pánuco y Nautla que llaman los llanos de Almería, desde allí las estancias de Putingo y Mazantla y de Veracruz, y otras tierras calientes de Tlalixcoyan, por la Costa de Cohuatzacolacos que llegan al río de Grijalva, que es una cosa sin número e increíble el ganado que se va criando y aumentando, que si no se ve por vista de ojos no se puede numerar ni encarecer; aunque las carnes de los ganados que se crían en los chichimecas son mejores que las que se crían en tierras calientes, y lo mismo las del Valle de Atzompa, Tecamachalco, Villa de Atlixco, Perote, Alfaxayucan, Teotlalpa, Tepepulco, Valle de Toluca, de mucha sustancia y finísimas lanas. [...]

Gobernando pues esta tierra con tanta paz y tranquilidad este buen virrey, se descubrió en su tiempo la navegación del Perú, de esta tierra por el mar del sur; se hicieron navíos y fueron al Callao de Lima, cuya navegación y descubrimiento hizo a su costa y munición con muy grandes gastos y trabajos Diego del Campo, caballero muy principal, natural de la Villa de Cáceres en los reinos de Castilla, el cual habiendo sido uno de los conquistadores y pacificadores de este Nuevo Mundo, perseverado en su proceder, se puso a hacer este tan bueno y provechoso descubrimiento hasta que se salió con él; y estando en su feliz gobierno de un tan buen príncipe como este D. Antonio de Mendoza, vino de España por visitador de esta tierra Tello de Sandoval quien visitó al virrey, Audiencia Real y Oficiales de su majestad. Vino así mismo este visitador a publicar y ejecutar las nuevas leyes que fueron hechas en las cortes que se hicieron en Malinas a favor de los indios, las cuales contenían la libertad de los indios esclavos y que no hubiese Tamemes ni que los indios se cargasen, y que se quitasen sin remisión ninguna los servicios personales que hacían, aunque se los pagasen; por cuya publicación hubo grandes alteraciones, y estuvo la tierra en detrimento de perderse: mas con la sagacidad de D. Antonio de Mendoza se quietó y sosegó, y quedó pacífico, con que no se ejecutaron algunas cosas por entonces, sino que fuesen entrando en ellas poco a poco, y que se consumiesen los esclavos que a la sazón había, y con buenos medios se sobreseyesen las leyes y obedeciesen; de la cual visita resultó que se mudó toda la audiencia y los oficiales reales y el virrey D. Antonio de Mendoza, lo cual pasó el año de 1544 al 545 y el 46, que fueron tres años gobernando con mucha paz y sosiego aquellos reinos, hasta que murió. [...]

Durante el feliz gobierno del virrey D. Antonio de Mendoza, se descubrió una rebelión que intentaron hacer los negros esclavos de los españoles, para lo cual habían convocado a los indios de Santiago Tlaltelolco y México, cuya rebelión descubrió otro negro. Averiguada jurídicamente, se procedió contra los culpados e hizo justicia en ellos, quedando la tierra sosegada por muchos años hasta que hubo otra rebelión más peligrosa si pasara adelante, que fue descubierta por un Gaspar de Tapia y Sebastián Lazo de la vega, y cuyos culpados así mismo fueron castigados, y ajusticiados con mucho rigor, los convocadores de este motín y muchos de esta liga y conjuración se fueron huyendo de esta tierra al Perú, que se hallaba en aquella sazón alzada por Gonzalo Pizarro y Francisco de Carvajal su Maestre de Campo, aunque de estos que se iban, como fue en muchos de los por los caminos por donde iban, como fue en Tehuantepec y Uaxacac. Los caudillos de esta rebelión y alzamiento fueron un Juan Ramón oficial de Colecta un Juan Venegas y un italiano: los tres fueron ajusticiados en la Ciudad de México, confesando el delito que habían cometido e intentado hacer, lo cual pasó en el año de 1549.

Habiendo sucedido esto, se sosegaron y apaciguaron los leales vasallos y servidores de su majestad por muchos años, y fue en muy gran aumento la población de los españoles, fue ennobleciéndose la Nueva España de pobladores españoles y fueron en crecimiento los ganados menores de ovejas. Este buen príncipe procuró el asiento y perpetuidad de esta tierra, y envió por ganados merinos a España para afinar las ovejas que habían traído antes, que fueron de lanas burdas y vendas.

En su tiempo se comenzaron los obrajes de paño y sayales, y el trato de las lanas fue muy gran crecimiento, porque los indios comenzaron a vestirse de mantas de lana y otras cosas que labraban de ella: y se comenzaron las labores de trigo y estancias y se repartieron muchas tierras; y para todo dio favor y ayudo mucho; y se comenzaron a descubrir muchos veneros de oro, plata, fiero y cobre, así como fueron las minas de Taxco, Zultepeque y Tzompanco, y se comenzó a fundir moneda para la contratación de los españoles, porque antes no se trataba sino con barras y tejuelos de oro y oro en polvo, y no podía correr tan bien como corre la moneda, y había gran fraude en los rescates del dicho oro y plata, y eran muy lesos y damnificados los indios que no sabían más de trocar dame esto y te daré esto otro a poco más o menos; y para evitar esto se batió la moneda como está referido.

Hubo otro género de moneda que fue cobre, que fueron cuartos y medios cuartos de a cuatro y de a dos maravedis, y comenzó esta moneda correr por entre los españoles e indios; la cual pareció tan mal a los naturales, que habían burla de tan baja cosa, que no la estimaron en anda ni la pudieron sufrir, porque decían que denotaban muy gran pobreza, y no la quisieron tratar ni recibir; y aunque hubo rigor y fueron compelidos a que de ella usasen y tratasen, dentro de un año o poco más, da en la laguna de México para que no hubiese memoria de ella, y hasta hoy ha durado el no usarla en esta Nueva España porque toda la rescataron los indios

y la desterraron el mundo, a lo menos de su tierra, porque les fue muy aborrecible y odiosa, y así no se usa otra moneda ni corre más que la de plata desde aquel tiempo, en reales de a ocho hasta medios reales, toda de plata muy buena moneda; y en este tiempo cesó el trato de oro en polvo, barras y tejuelos. Finalmente, gobernando este tan ilustre varón, se ennobleció muy grandemente la Ciudad de México. Gobernóla y toda la Nueva España diez y siete años cristianísimamente. Hubo en su tiempo una muy gran pestilencia y mortandad en los naturales de esta Nueva España el año de 1545, que duró más de seis meses, arruinó y despobló la mayor parte de todo lo poblado de la tierra.

Nacido de padre castellano y madre de la nobleza indígena, Diego Muñoz Camargo (15291599} fue el ejemplo más claro de un mestizo asimilado al sistema español. Como hijo legítimo de un conquistador, consiguió muchas prebendas, privilegios y mercedes de tierras, pero también fungió a menudo como intérprete, apoderado y representante de las comunidades indígenas por sus conocimientos del idioma náhuatl y por su matrimonio con una noble descendiente de los linajes de Tlaxcala y de Texcoco. Por su situación, Diego ocupó el cargo de gobernador de Tlaxcala pues, aunque fue educado como español y poseía la cultura de los dominadores, conocía la estructura y funcionamiento de la sociedad indígena. Como muchos otros nobles mestizos, Diego fue un puente entre las dos tradiciones, de lo cual es una muestra clara su Historia de Tlaxcala. En 1562 comenzó su obra a instancias de los nobles tlaxcaltecas que veían limitados los privilegios que habían conseguido después de la conquista.

Tlaxcala era una de las comunidades más conscientes de su autonomía y que con mayor fuerza luchó por defender sus privilegios. Así un tema central de la obra de Muñoz Camargo consiste en exaltar a Tlaxcala como una de las principales colaboradoras de Cortés durante la conquista y como la primera nación indígena que recibió el bautismo. En 1580, el rey Felipe II solicitó que se le enviara información geográfica sobre Nueva España. En respuesta a esa demanda, Muñoz Camargo, como teniente del Alcalde Mayor de Tlaxcala, amplió sus escritos anteriores y envío un enorme informe histórico geográfico que se encuentra junto con otros en las llamadas Relaciones Geográficas. Entre 1583 y 1585 él mismo viajó a España con una comitiva tlaxcalteca para pedir al rey el respeto de los privilegios de esta provincia; en ese viaje se llevó una copia del Lienzo de Tlaxcala y un ejemplar de su propia obra, la descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala; diez años después participaba en la formación de las colonias tlaxcaltecas que colonizaron la Chichimeca y en 1592 (siete años antes de morir) concluyó su Historia juntando todos los materiales anteriores. Se había llevado cuarenta años en hacerla y, aunque no se editó en su tiempo, fue muy utilizada por los autores posteriores.

En la selección que presentamos a continuación el autor describe algunas de las otras conquistas realizadas después de la toma de Tenochtitlan; se insiste sobre todo en las fallidas expediciones que mandaron Hernán Cortés y Antonio de Mendoza hacia el norte y al Asia. El autor mestizo también señala los problemas económicos a los que se enfrentó el gobierno del virrey Mendoza, desde el fomento de las estancias ganaderas en el norte y la creación de obrajes textiles, hasta el uso de las monedas de cobre y los descubrimientos de las minas de plata. Por último también hace mención a los problemas de la implantación de las Leyes Nuevas después de 1542.