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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1559 Carta del virrey D. Luís de Velasco al Emperador, dándole cuenta de expedición mandada a poblar la Florida

24 de septiembre de 1559
Luís de Velasco

S. C. R. M.

En otra he escrito a V. M. cómo a los 11 de junio de este año se hizo a la vela el armada, que por mandado de V. M. envié a poblar la costa y tierra de la Florida, y quedaba esperando por horas los navíos que me traxesen nuevas del suceso del viaje, y de qué puerto tomaban y en qué tierra. Llegó a los 9 del presente un galeón, que despachó el gobernador D. Tristán de Arellano, que vino en catorce días del puerto de Ichuse, donde desembarcó, al cual puso por nombre la bahía Filipina de Santa María, porque entró en el día de Nuestra Señora de Agosto. El puerto y tierra tiene las calidades que V. M. mandará ver por la relación que va con esta, que es sacada de la que el Gobernador me envía y dan los pilotos que han venido en el galeón; y porque al tiempo que llegó estaban dos navíos prestos para ir en España, me pareció enviar esta relación breve, en el entretanto que la envío más particular, para que V. M. tenga noticia del buen suceso que la jornada ha tenido; el Gobernador creo la dará a V. M. en los navíos que han de ir, del puerto que tomó a España, en uno dellos irá Juan Rodríguez, que fue por Piloto mayor, y llevará rumbados; los puertos y tierras y tomadas las alturas. Dícenme los pilotos, que han venido aquí, que está el puerto en treinta grados, algo más. Al tomarle fue sin riesgo de indios ni de españoles; escríbeme el Gobernador que no hubo resistencia, y que por la costa parescían pocos indios, y que tenía noticia que de diez a veinte leguas del puerto hay tierra fértil y bien poblada, y que hasta poblar y fortificar el puerto y que yo le enviase más caballos y algún bastimento, por no lo tomar por fuerza a los indios hasta ganarles la voluntad, que no entraría la tierra adentro. De docientos y cuarenta caballos que llevó, echó los ciento a la mar, y los ciento y cuarenta salieron en tierra buenos y para servir; que, para estar quedos y tener seguro el puerto y doce o quince leguas en comarca dél, bástales; por febrero o marzo les enviaré ciento y cincuenta caballos, y en noviembre de este año irán dos navíos medianos a llevarles algún bastimento.

Partió el armada, que fue a la población de la Florida y punta de Santa Elena, desde el puerto de San Juan de Ulúa, a 11 de junio; navegó con tiempos bonancibles y blandos diez y siete días, en que se hallaron en el paraje del río del Espíritu Santo, obra de veinte leguas al Sur del dicho río, en altura de veinte y siete grados y un cuarto. Y desde aquí navegaron seis días al Sudeste y al Sudoeste y al Sur, hasta que se hallaron con los Alacranes, Nordeste Sudeste, en veinte y siete grados al Sudoeste dellos. Y desde aquí tomaron otro bordo al Nordeste, en busca de la costa de la Florida, y al cabo de ocho días, que era víspera de la Visitación de Santa Isabel, reconoscieron la costa de la Florida, ocho leguas de la bahía de Meruelo a la banda del Sudeste, en altura de veinte y nueve grados y medio, donde surgió el armada y tomaron agua, leña y yerba; aquí pasaron algún trabajo con el tiempo recio que cargó. Desde aquí se hizo a la vela el armada, a los diez y siete días de julio, en busca del puerto de Ichuse, llevando delante, descubriendo por la costa, una fragata; y habiendo desconocido el piloto que iba en la fragata el puerto de Ichuse, pasó el armada adelante y fue a surgir a la bahía Filipina, que descubrió Guido de Lavezaris, de donde envió el gobernador D. Tristán de Arellano a buscar el puerto de Ichuse, por tener noticia que era el mejor puerto y más seguro que había en toda aquella costa. Y navegando una fragata por la misma costa hacia el Este, por donde había venido el armada, halló el puerto de Ichuse, que está obra de veinte leguas de la bahía Filipina, y treinta y cinco leguas, poco más o menos, de la bahía de Meruelo, de manera que está entre las dichas dos bahías, en altura de treinta grados y un tercio. Vuelta la fragata con la nueva, luego determinaron de ir allá con la armada; y porque pareció que sería mejor que los caballos fuesen por tierra, se sacaron en la dicha bahía Filipina, y así fueron algunas capitanías por tierra al dicho puerto de Ichuse, con obra de ciento cuarenta caballos que habían quedado, de más de doscientos cuarenta que llevaban, porque los demás se les murieron en la mar. En esta bahía de la Filipina donde estuvo Guido, a la entrada della, pasó el armada algunos trabajos, por el poco fondo que había a la entrada del puerto para las naos gruesas, y asimismo por la gran corriente que hay y por el tiempo, que refrescó. Partió la armada de esta bahía Filipina al puerto de Ichuse día de Ntra. Sra. de Agosto, por lo cual le pusieron nombre la bahía de Santa María Filipina; es uno de los mejores puertos que hay en lo descubierto de las Indias; la menos agua que tiene la entrada, son once cobdos, y entrados dentro, tiene a siete y a ocho brazas, y es muy espacioso, puesto que tiene tres leguas de ancho de frente, donde están agora los españoles, y a la entrada de la barra tiene media legua de ancho, y tiene muy buenas señas a la entrada, que tiene una barranca bermeja a la banda del Este abriendo la bahía, y pueden estar las naos surtas en cuatro y cinco brazas a un tiro de ballesta de tierra; y es tan seguro el puerto, que ningún viento les puede hacer daño ninguno. Halláronse algunos pocos ranchos de indios, que parescían ser de pescadores; la tierra es al parecer muy buena; hay en ella muchos nogales y uvas y otros árboles de frutales y otra mucha arboleda, y mucha caza y volatería, y mucho pescado y muy bueno, de muchas maneras; también hallaron una sementera de maíz.

A los 25 del dicho mes de agosto, despachó el gobernador D. Tristán de Arellano un galeón, de los que llevó en su compañía para esta Nueva España, con la nueva de lo sucedido hasta entonces, el cual entró en el puerto de San Juan de Ulúa a 9 de setiembre; en este galeón se proveerá con brevedad con el bastimento que de presente envía a pedir que es necesario, demás del que llevó consigo en la flota. Y en breve se esperan los demás navíos, que han de volver a esta Nueva España, y quedaron allá, hasta ver la disposición de la tierra y dónde se hace la población y fuerza primera, y entender las demás particularidades y calidades que pudieren, para dar noticia de todo. Venidos que sean los navíos, la daré a V. M. por la orden quel Gobernador, religiosos y oficiales de la Real Hacienda me escribieren, y terné cuidado de socorrerlos en nombre de V. M. de las cosas que tuvieren necesidad y que sean forzosas, para que no hagan vejación a los naturales, y se entretengan hasta que siembren y cojan y pueblen; pues haciéndose esto, se excusará adelante la coita, por ser tierra tan fértil, y se conseguirá el efecto que se pretende como Dios N. S. y V. M. sean servidos y ensalzada nuestra Santa Fe.- Guarde Dios N. S. la S. C. R. persona de V. M. y en mayores reinos y señoríos acreciente.- De México, a 24 de septiembre, 1559 años.