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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Se instala en Chilpancingo el Primer Congreso de Anáhuac para dar organización política al país, convocado por Morelos desde Acapulco

13 de Septiembre de 1813

El Congreso, elaborará una Constitución. Acuden los principales dirigentes insurgentes: Ignacio López Rayón, Carlos María de Bustamante, Andrés Quintana Roo, José María Coss y otros. Será ante este Congreso que Morelos depondrá su autoridad militar y se declarará “Siervo de la Nación”.

El 31 de mayo anterior, en Oaxaca, durante el proceso de elección del quinto Vocal de la Junta de Zitácuaro, Carlos María de Bustamante, propuso cambiar la Junta por un Congreso Nacional y sugirió que el vocal fuese elegido como diputado. En respuesta, Morelos emitió el 28 de junio la convocatoria para el Congreso y en otro documento data el mismo día, explicó sus motivos para elegir Chilpancingo como sede de la reunión. (Ver Documento). Ernesto Lemoine (Morelos), comenta: “…los pueblos respondieron al llamado… y en aquellos en que pudieron efectuarse comicios para la designación de electores, los humildes votantes, habituados durante siglos a vivir bajo un sistema de opresión, de tiranía y de servidumbre, despertaron de pronto ante una realidad que nunca hubieran imaginado: el rescate de su libre albedrío”.

El 31 de agosto, Morelos salió del puerto de Acapulco, hacia la Nueva Ciudad de Chilpancingo, y se da a la tarea de proseguir la organización del Congreso en cuya apertura, celebrada este día 13 de septiembre, fue elegido el doctor JoséManueldeHerrera (Ver Documento) como diputado por la Provincia de Tecpan.

Al día siguiente, será declarada abierta. En la ceremonia, Rosáinz leerá Los Sentimientos de la Nación Morelos dirá un notable discurso y luego serán electos los demás diputados. Morelos dirá: “...ciertas verdades importantes… procuró ocultarnos… el despotismo del gobierno bajo cuyo yugo hemos vivido oprimidos. Tales son: que la soberanía reside esencialmente en los pueblos; que transmitida a los monarcas… refluye hacia aquéllos; que son libres para reformar sus instituciones políticas, siempre que les convenga; que ningún pueblo tiene derecho para sojuzgar a otro… el torrente de indignación que ha corrido por el corazón de los americanos los ha arrebatado impetuosamente y todos han volado a defender sus derechos… semejante ahora a un golpe de electricidad, sacudió espantosamente nuestros corazones, quitó el vendaje a nuestros ojos, y tornó la apatía vergonzosa en que yacíamos, en un furor belicoso y terrible… ¡Manes de Las Cruces, de Aculco, Guanajuato y Calderón, Zitácuaro y Cuautla, unidos con los de Hidalgo y Allende!... recibid el más solemne voto que a presencia hacemos en este día, de morir o salvar la Patria. ¡Morir o salvar la Patria!... pende de nuestro valor… la suerte de seis millones de americanos, comprometidos en nuestra honradez y valentía; ellos se ven colocados entre la vida o la muerte, entre la libertad o la servidumbre… vamos a restablecer el Imperio Mexicano, mejorando el gobierno; vamos a ser el espectáculo de las naciones cultas que nos observan; vamos, en fin, a ser libres e independientes. Temamos al juicio de una posteridad justa e inexorable que nos espera. Temamos a la Historia que ha de presentar al mundo el cuadro de nuestras acciones, y ajustemos nuestra conducta a los principios más sanos de honor, de religión y de política”. (Ver Documento)

Sobre este discurso, Lemoine comenta: “En Chilpancingo se opera, de una vez para siempre, la ruptura con el pasado, la desaparición como ente jurídico o figura moral de Nueva España, y, por consecuencia, el alumbramiento del Estado mexicano. Y es el discurso de apertura de Morelos, el que señala las pautas y abre los senderos. Redactado por Bustamante y remitido al caudillo desde Oaxaca, Morelos, de su puño y letra, le tachó el nombre de Fernando VII para patentizar, en forma radical, su idea de la soberanía”.

El Congreso continuará con su labor. El 15 de septiembre siguiente, Morelos será electo Generalísimo, encargado del Poder Ejecutivo, lo cual será anunciado mediante una Proclama el 18. El 5 de octubre promulgará un nuevo decreto de abolición de la esclavitud;  finalmente, el 6 de noviembre siguiente, expedirá la Declaración de Independencia.

Sobre el congreso, Lemoine comenta que la división de poderes fue la culminación de la obra política de Morelos. “El propósito de crear un gobierno autónomo que representara la voluntad del pueblo, ideal sincero y honesto de Morelos, se cumplió en Chilpancingo sólo en la medida en que lo permitieron las circunstancias del país, devastado —física y espiritualmente— por la guerra y dividido, de hecho y de derecho, en dos entidades imposibles de fundirse ni de confundirse: la independiente y la colonial. El Congreso y el Generalísimo obtuvieron facultades legislativas y ejecutivas, respectivamente, pero la delimitación de funciones no quedó muy clara…”.

Después, Morelos iniciará el 8 de noviembre de 1813 su quinta campaña militar; el Congreso aumentará el número de diputados a dieciséis; y, luego de los desastres militares del Generalísimo, el poder ejecutivo revertirá en el Congreso, al asumir la autoridad de Ejecutivo; Morelos conservará el grado y será diputado por Nuevo León… las razones, serán explicadas por el doctor Cos el 19 de marzo de 1814: “El Supremo Congreso Nacional... ha dispuesto reasumir el Poder Ejecutivo, que ejercerá por medio de una diputación compuesta de cinco señores vocales… No por eso quedarán los pueblos a sufrir el intolerable yugo del despotismo, pues... le queda a todo ciudadano el recurso legítimo de elevar con justificación sus quejas al cuerpo legislativo, en quien residirá siempre la plenitud de poder, como que representa la soberanía del pueblo”. José Ma. Liceaga, será electo Presidente del Congreso.

Morelos por principios, por convicción y porque su civismo había alcanzado ya un respetable grado de madurez se mantendrá respetuoso del Congreso y sus disposiciones; aclara Lemoine: “no por impotencia ni por pedestre humildad”.

El Congreso será perseguido con saña por los realistas, por eso, su acción será irregular y continuamente tendrá que movilizarse. Al evacuar Chilpancingo sus asentamientos serán: Chichihualco, Tlacotepec, Tlalchapa, Guayameo, Huetamo, Tiripitío, Santa Efigenia, Apatzingán, Tancítaro, Uruapan y de nuevo Apatzingán. Dice Lemoine: “A salto de mata, perseguidos como perros rabiosos, dispersados varias veces, padeciendo hambre y sed, atormentados por los mosquitos y otras alimañas, sofocados por el calor y el polvo, a merced de fiebres y epidemias..., todo lo soportaron con admirable estoicismo, aquellos hombres que en la adversidad hallaban energía y constancia para no desmayar en sus tareas… en ningún momento perdieron la moral ni se sintieron derrotados, pese a que las calamidades militares los cercaban por todos lados, como un círculo de hierro que se estrechaba de día en día. Así, en esa atmósfera que igual olía a muerte que a gloria… se llegaron a Apatzingán, a principios del mes de octubre, llevando ya casi concluida su obra magna: el Decreto Constitucional” en el que una de las ideas que sobresalen es la de que “la soberanía conquistada será uno de los principios inmutables, de que ya nunca más se verá privado el mexicano”.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.