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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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1810 Aprehenden a conspiradores; se les acusa de fabricar armas y cartuchos para la causa insurgente

13 de Septiembre de 1810

En Querétaro, Emeterio y Epigmenio González, así como otro individuo de apellido Sámano, son aprehendidos como conspiradores por la denuncia del español Francisco Buera. Al parecer el sacerdote Rafael de León reveló a las autoridades virreinales que un moribundo al confesarse, le había rebelado del levantamiento que se preparaba contra los españoles.

Se les acusa de fabricar armas y cartuchos para la causa insurgente y de facilitar su casa para reuniones de los conspiradores con el pretexto de realizar sesiones literarias.

A esas reuniones, asistían el Corregidor Miguel Domínguez, Hidalgo, Allende, Aldama, José María Sánchez y otros más de Taxco y Tepecuacuilco. Ninguno es denunciado por los hermanos González. Informado por Rafael Gil León de las aprehensiones, el corregidor Domínguez se ve obligado a aprehender a los conspiradores y encierra a su esposa Josefa; pero ella había acordado con su vecino, el alcalde Ignacio Pérez que si algo ocurría se comunicaría con él mediante tres golpes en la pared o en el suelo; al acudir éste a la puerta, por la cerradura ordenará al alcalde llevar la noticia a Hidalgo de que la conspiración ha sido descubierta, quien tomará la decisión de iniciar la guerra contra los españoles.

Josefa Ortiz de Domínguez nació en Valladolid (hoy Morelia), el 8 de septiembre de 1768, sus padres fueron el capitán Juan José Ortiz y Manuela Girón. Fue bautizada el 16 de septiembre con los nombres de María de la Natividad Josefa. Al fallecer sus padres quedó a cargo de su hermana mayor, Maria Sotero Ortiz, quien consiguió que ingresara en 1789 al Colegio de San Ignacio de Loyola, de la Paz o de las Vizcaínas en la capital del virreinato, en donde permaneció hasta 1791. Tuvo su primera hija y dos años más tarde, casó con el padre de la misma, el viudo Miguel Domínguez, quien en 1803 fue nombrado Corregidor de la ciudad de Santiago de Querétaro. Ahí, participó en grupos literarios que difundían las ideas de la Ilustración, prohibidas por la Iglesia Católica y convenció a su esposo a asistir a las tertulias como lo hacían Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende y los hermanos Aldama. Las tertulias en realidad eran reuniones en las cuales se planeaba la insurrección contra el gobierno virreinal. El plan era iniciar la sublevación el 8 de diciembre de 1810, aprovechando que se celebraba la fiesta de San Juan de los Lagos, pero un español, Francisco Buera, los delató esta noche del 13 de septiembre.

Al corregidor no se le podrá comprobar nada y regresará a su casa y empleo, pero Doña Josefa será detenida y recluida en el convento de Santa Clara por cinco días. Después será liberada y continuará al lado de su esposo el Corregidor, ayudando a la causa insurgente. Pero en 1813, cuando el arzobispo de México se entera de que el clero queretano está a favor de la Independencia, enviará a Mariano de Beristáin y Souza, quien denunciará a Doña Josefa ante las autoridades virreinales. En 1814, el Corregidor será destituido y ella condenada a cuatro años de prisión en la ciudad de México en el convento de Santa Teresa y después en el de Santa Catalina de Sena. Habiendo procreado catorce hijos, se compadecerá de su condición el virrey Juan Ruiz Apodaca y la indultará en 1817 con la prohibición de salir de la ciudad.

Ya no participará más en el movimiento insurgente y durante el Imperio de Iturbide, en donde su esposo ocupará un cargo, rechazará ser dama de honor de la emperatriz Ana Huarte. “Quien es reina de su casa no puede ser criada en un palacio”. Se negará también a recibir cualquier recompensa por su contribución a la causa libertaria. Pero en 1823, reunirá en su casa de la calle del Indio Triste número 2, a Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, López Rayón, Michelena, entre otros miembros del partido yorkino, quienes prepararán el plan que instaurará la República Federal en 1824.

Fallecerá en la Ciudad de México el 2 de marzo de 1829, víctima de pleuresía. Sus restos serán sepultados en el convento de Santa Catalina, de donde serán exhumados con grandes honores y trasladados a Querétaro, cuyo gobierno la declarará Benemérita del Estado.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.