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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 
 

 


 


Surge la Confederación Nacional Campesina CNC

Agosto 28 de 1938

Bajo los auspicios del presidente Lázaro Cárdenas (Biografía), en el Teatro Hidalgo de la ciudad de México es creada la Confederación Nacional Campesina. La totalidad de las Ligas de las Comunidades Agrarias y de los sindicatos campesinos de todo el país envían delegados para participar en la fundación de la Confederación. A diferencia de las organizaciones campesinas anteriores, especialmente las nacionales, la CNC cuenta con personalidad jurídica.

Con la presencia del presidente Cárdenas, y del presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Mexicana PRM, Luis I. Rodríguez, es electo secretario general de la naciente organización el profesor Graciano Sánchez.

Sus principales objetivos son continuar el reparto agrario, ayudar a los campesinos a solucionar sus problemas, tramitar las demandas en las dependencias oficiales y asegurar que los funcionarios locales no obstaculicen el proceso de distribución de la tierra.

Para lograr sus objetivos, la CNC proclama que actuará dentro de un franco espíritu de lucha de clases, aunque aceptando la cooperación del Estado en la creación del organismo.

Además, sostiene que la tierra y sus frutos pertenecen a quienes la trabajan. Extenderá su acción a los peones acasillados, aparceros, pequeños agricultores y en general a todos los trabajadores del campo, organizándolos para obtener la resolución integral del problema agrario, objetivo primordial que persigue la confederación, hasta conseguir que queden ampliamente satisfechas todas sus necesidades, entregando las tierras a que tiene derecho con los elementos indispensables para su desarrollo económico y social. Luchará porque en la legislación agraria desaparezca la categoría de peones acasillados y porque se les concedan iguales derechos en las dotaciones de tierras o de aguas y en todas las demás leyes que beneficien a los campesinos.

Ve en los obreros de la ciudad a sus hermanos de clase, sin cuya cooperación será imposible conseguir la reivindicación total de los derechos de los trabajadores y, por consiguiente, establecerá relaciones de solidaridad con las agrupaciones de obreros del taller para poder realizar la suprema aspiración del proletariado en su totalidad.

Como programa mínimo velará por el cumplimiento de los artículos 3°, 27, 28, 123, 130 constitucionales, con las reformas de avance que nuevas necesidades exijan, declarando que la institución del ejido debe ser la base fundamental en que descanse la política agrícola del país, haciendo concurrir para su florecimiento y desarrollo todas las actividades del Estado en materia de crédito agrícola, irrigación, enseñanza rural y colonización, por lo que se refiere a descongestionar los centros ejidales cuya población no pueda satisfacer sus necesidades por no haber ya en la región tierras afectables.

Considerando que la dotación de ejidos no es la única y obligada forma de resolver el problema agrario de México, acepta el fraccionamiento de latifundios para su explotación colectiva por campesinos organizados, siempre y cuando estos fraccionamientos no afecten o vayan a afectar las zonas que marcarán en cada Estado, y que servirán para reservas de afectaciones ejidales. Tampoco podrá permitirse el fraccionamiento de un latifundio, cuando haya solicitudes pendientes de dotación y restitución que afecten posiblemente al latifundio de que se trata.

Como programa máximo, la confederación propugna por una equitativa y económica distribución de la tierra, llegando a la socialización de la misma; para que no haya un solo campesino mexicano que carezca de tierra por la cual logre su liberación económica.

Casi tres años antes, Cárdenas expidió un decreto el 9 de julio de 1935 por el cual el Partido Nacional Revolucionario se daría a la tarea de la organización de una liga de comunidades agrarias en cada estado, para, una vez realizada esa labor, proceder a la constitución de una gran central campesina única.

Para lograr este fin, el PNR integró el Comité Organizador de la Unificación Campesina, bajo la dirección de Emilio Portes Gil. De esa forma se logró organizar a ligas campesinas locales, realizar convenciones de unificación, lo que se hizo durante siete meses en 14 entidades del país, con lo que se logró agrupar a aproximadamente 700 mil campesinos.

El 7 de septiembre de 1937, en un discurso en el acto de creación de la Liga de Comunidades Agrarias del Distrito Federal, el presidente Cárdenas anunció directrices para el apoyo que el gobierno aportaría a la nueva agrupación nacional:

“Campesinos: el gobierno federal ha venido pugnando por la unificación de los campesinos de la República en un solo frente porque considero que sólo así podrá acelerarse la resolución de sus problemas. La circunstancia de que en muchos Estados de la República existan dos, tres o más agrupaciones que se denominan estatales y en la capital varios comités campesinos, llamados nacionales, ocasiona divisiones, desorientaciones y trastornos entre los trabajadores del campo que el gobierno está obligado a evitar, tanto porque es la labor administrativa que debe desarrollar, como porque es el responsable de que se resuelvan íntegramente los problemas que tienen las clases campesinas; pero éstos no podrán resolverse mientras no contemos con la unificación total de ellos en la República para que procedan con estricta disciplina en la dirección de los cultivos y muy especialmente del aprovechamiento del crédito ejidal. El gobierno y el PNR sólo intervendrán en las convenciones distritales, estatales y nacionales para facilitar la unificación de la clase campesina, dándole las facilidades necesarias para el transporte y gastos de las delegaciones; pero, de ningún modo intenta, ni intentará, intervenir en la designación de las directivas de las Ligas que se formen, ni tampoco en su funcionamiento interior.”

Desde 1937, en las elecciones internas del PNR en Durango, Yucatán y el Distrito Federal para elegir sus candidatos a diputados, fueron dirigidas exclusivamente por los representantes de las Ligas agrarias y los sindicatos obreros. Resultaron ser experiencias exitosas que sirvieron para poner las bases para el futuro funcionamiento del Partido de la Revolución Mexicana.

Pese a su indiscutible fuerza, habrá algunas organizaciones campesinas que no quedarán conformes con darle el estatus de central campesina única, como la Liga Nacional Campesina Úrsulo Galván.

Si no única, la CNC será, a lo largo del siglo, la central campesina más importante, que tendrá un papel no sólo como la organización agraria más importante, sino también como un gran instrumento de control político en el campo, con lo que se convertirá en un baluarte del régimen político. Será parte fundamental de la estructura corporativa del Partido Revolucionario Institucional, donde formará parte fundamental del sector campesino.

Creada también como un contrapeso a la creciente influencia de la CTM en la política, será una pieza clave en el sistema político. De la Confederación ha dicho Clarisa Hardy: “La historia de la CNC es finalmente la historia de una peculiar y cambiante relación entre Estado y campesinos. Si bien organizada por y desde el Estado, su constitución se vinculó a la movilización social en el campo. Con Cárdenas, la CNC fue construida en el juego de mutuas determinaciones de la acción estatal y de la presión del campesinado movilizado. Desde 1940, el desenvolvimiento de la organización cenecista se explica por el pero creciente que adquiere, en esta articulación de acciones estatales y acciones campesinas, la presencia estatal en el control del movimiento campesino.” De ese entrelazamiento concluye que la CNC es “un órgano estatal que penetra a la sociedad campesina y un órgano de clase que penetra al aparato estatal, político e institucional.”

El Corrido del Agrarista del compositor veracruzano Lorenzo Barcelata será tan frecuentemente interpretado en los años siguientes en los actos agraristas, que se convertirá de hecho en el himno de la CNC:

Marchemos agraristas
a los campos a sembrar
 la semilla del progreso,
marchemos siempre unidos
sin tropiezo, laborando
por la paz de la nación.

No queremos ya más lucha
 entre hermanos, olvidemos
los rencores, compañeros,
que se llenen de trigo
los graneros y que surja
la ansiada redención.

Voy a empezar a cantarles
la canción del agrarista,
les diré muchas verdades,
señores capitalistas.

Es el cantar de los pobres
que en el campo trabajamos,
los que con tantos sudores
 nuestras tierras cultivamos

 Ay... Ay... Ay...
Luchando por nuestro anhelo
murieron muchos hermanos,
guardemos fiel su recuerdo.

Ay... Ay... Ay...
Luchando por nuestro anhelo
murieron muchos hermanos,
guardemos fiel su recuerdo.

Nuestro lema es el trabajo,
queremos tierras y arados;
pues la patria necesita
ver sus campos cultivados.

Cantemos todos unidos
la canción de la esperanza,
la más bonita canción de
libertad y de unión.

Ay... Ay... Ay...
Luchando por nuestro anhelo
murieron muchos hermanos,
guardemos fiel su recuerdo.

Marchemos agraristas
a los campos a sembrar
la semilla del progreso,
marchemos siempre unidos
sin tropiezo, laborando
 por la paz de la nación

Ay... Ay... Ay...
Luchando por nuestro anhelo
murieron muchos hermanos,
guardemos fiel su recuerdo.

No queremos ya más luchas
entre hermanos, olvidemos
los rencores, compañeros,
que se llenen de trigo los
graneros y que surja
la ansiada redención

 

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.