28 de agosto de 1821
Desde 1820, con el restablecimiento de la Constitución de Cádiz, las élites chiapanecas comenzaron a sentir temor de que el orden que sustentaba su dominio en la región fuera trastocado por el liberalismo español. Más aun, cuando por decisión de las Cortes Españolas, el territorio chiapaneco se convirtió en la Provincia de Ciudad Real de Chiapas. De modo que al igual que las élites novohispanas, las chiapanecas, que pertenecían a Guatemala, vieron en la independencia la oportunidad de perpetuar sus privilegios ancestrales.
Es en este contexto en que la declaración de independencia tiene lugar a instancias de fray Matías Antonio de Córdova, fray Juan Manuel Zapata, fray Benedicto Correa, fray Manuel Zacarías Velázquez y del coronel Pedro Celis, jefe de armas de la plaza. Desde el púlpito de la iglesia de San Sebastián, Fray Matías incita al pueblo a que proclame la independencia de España y fija el día primero de septiembre próximo para celebrar la jura solemne.
Al otro día se enviarán propios con copias del acta levantada por el ayuntamiento a San Bartolomé, Tuxtla, Oaxaca, Ciudad Real, Quetzaltenango, Guatemala y desde luego a la Ciudad de México, para ser entregada a Agustín de Iturbide.
En los siguientes días, Ciudad Real (hoy San Cristóbal Las Casas), Chiapa y Tuxtla harán lo mismo. Y el 3 de septiembre, las autoridades chiapanecas se unirán al Plan de Iguala y a los Tratados de Córdoba, se declararán independientes de España y sólo reconocerán al gobierno del Imperio Mexicano.
Sin embargo, la pretensión de unirse al naciente Imperio Mexicano no gozará del apoyo general. La incorporación a México convenía particularmente a la élite de Ciudad Real (hoy San Cristóbal Las Casas), pues le permitiría ampliar sus negocios a Veracruz, Oaxaca, Tabasco y Yucatán; además, la misma lejanía de México podría otorgarle mayor autonomía. Las élites de Tuxtla, Chiapas, Comitán y Tapachula mantenían mayor vinculación con Guatemala y temían que si se incorporaban a México, Ciudad Real seguiría ejerciendo su hegemonía en la región, por eso creían más favorable a sus intereses la unión con Guatemala. Estas diferencias serán fuente de un conflicto que durará los siguientes años.
Fue por eso que el gobernador español de Guatemala, Gabino Gaínza, al enterarse de que la rebelión se había extendido a toda la provincia chiapaneca, convocará el 15 de septiembre siguiente, a una reunión de notables que proclamará también la independencia de esa Capitanía, e invitará a los chiapanecos a estar presentes en el Congreso Constituyente Guatemalteco que se celebraría en fecha próxima.
En respuesta, el día 28 siguiente, reunidos en Ciudad Real, el intendente, el ayuntamiento, corporaciones, prelados, seglares y gran cantidad de vecinos, ratificaron su independencia y su separación de Guatemala. Y previniendo las acciones del gobierno de Guatemala por su actitud separatista, el 23 de octubre siguiente, la diputación provincial chiapaneca nombró comisionado al párroco Pedro José Solórzano, para que gestionara la unión de Chiapas al Imperio Mexicano, separadamente de Guatemala. .
El 16 de enero de 1822, Solórzano logró el decreto por el que México declaró a Chiapas “para siempre incorporada en el Imperio”, con goce de los “derechos y prerrogativas de las demás provincias mexicanas, gobernada por las mismas leyes y protegida con todos los auxilios que necesitara para su seguridad y conservación”. El gobierno provisional fue a cargo de Manuel José de Rojas de San Cristóbal y como Intendente de Hacienda Luis Antonio de García. En febrero siguiente, llegaron a la ciudad de México, siete diputados chiapanecos al Congreso recién instalado, como representantes de la nueva provincia.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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