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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Nicolás Bravo asume la presidencia de la República.

28 de Julio de 1846

Mariano Paredes y Arrillaga deja la presidencia de la República para hacerse cargo personalmente del mando del ejército ante las revueltas militares. Lo suple Nicolás Bravo.

Paredes había asumido el poder ejecutivo en diciembre de 1845, mediante el Plan de San Luis Potosí, que acusó al presidente José Joaquín Herrera de estar en tratos con un agente norteamericano para vender la soberanía del país y evitar la guerra con Estados Unidos. “que la misión de la fuerza armada en todo país bien constituido, no era toda que la de sostener las instituciones y los poderes públicos que de ellas dimanan… una administración, que habiendo comenzado a existir en el feliz momento de la fusión de los partidos, y contando con los votos y con las esperanzas de todos, los burló… conduciendo a la República al borde del precipicio en que se encuentra… pretendiendo librarse de una guerra necesaria y gloriosa, por medio de concesiones que menoscaban nuestra dignidad, y rompen el único dique que pudiera oponerse a las pretensiones ambiciosas de una potencia tan poderosa como pérfida: iniciando una ley cuya atrocidad carece de ejemplo, y que tiene por objeto… disolver el ejército… cuando ha pisado nuestro territorio y habita la capital de la República el plenipotenciario de los Estados-Unidos, que de acuerdo con el actual gabinete, viene a comprar nuestra independencia y nuestra nacionalidad…(Ver Documento)

Herrera había intentado defenderse y el Congreso le otorgó facultades extraordinarias para enfrentar a los alzados, mediante un decreto en el que declaraba “subversivo y atentatorio al actual orden constitucional adoptado y jurado por la nación, y a las autoridades que él establece”, el plan proclamado el 14 de diciembre de año próximo pasado en San Luis Potosí por el ejército de reserva y por su general en jefe, y secundado por la asamblea y gobernador de aquel Departamento. Por el mismo decreto, e conminaba a las autoridades y empleados civiles, los generales, jefes, oficiales, sargentos y cabos que volvieran a la obediencia del gobierno dentro del término que éste señalaba, que conservarían; que serían dados de baja en el ejército los militares de cualquier clase que no se presentaran a sostener la causa de la República. Se les daba de plazo doce días para “que vuelven á la obediencia del gobierno” y a Paredes veinticuatro horas después de recibida su intimación.

Pese a los esfuerzos del gobierno por contener la rebelión, la guarnición de la capital se sublevó y los pocos oficiales que intentaron resistir fueron vencidos; finalmente, la guardia del palacio comunicó a Herrera que se había pasado a las filas rebeldes.

Así, Paredes entró a la capital ante la frialdad de la ciudadanía que le reprochó el haber dejado abandonada la frontera norte a pesar de la amenaza de guerra con Estados Unidos. Dicha amenaza, no fue suficiente para frenar las ambiciones políticas de los militares, hay revueltas en México, Puebla, Oaxaca, Sinaloa, Sonora y Jalisco. Apenas habrá salido de la capital Paredes al mando del ejército, cuando Mariano Salas se sublevará y exigirá el retorno de Santa Anna al poder. Salas asumirá la presidencia, desde donde proclamará presidente a Santa Anna, quien ha regresado del destierro; pero éste declinará el cargo y Salas continuará encargado del gobierno.

El 6 de diciembre de 1846, el Congreso convocará a elecciones y resultará electo Santa Anna como presidente y Gómez Farías como vicepresidente.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.