14 de Julio de 1976
Con la asistencia de senadores, diputados federales, secretarios de Estado, como Mario Moya Palencia y Eugenio Méndez Docurro, así como los directivos de TELEVISA, Emilio Azcárraga Milmo, Rómulo O’Farrill y Miguel Alemán Velasco, el presidente Echeverría recorre las nuevas instalaciones del canal estatal y después, reunido con el consejo de administración de Canal 13, escucha el informe de labores del senador Enrique González Pedrero, director de la televisora, quien reconoce lo costoso que ha sido el proyecto, “pero más costoso habría sido para el país continuar permitiendo la exclusividad de la influencia televisiva de los intereses comerciales en la conciencia de la nación”; asimismo, señala que “la responsabilidad de la televisión pública es contribuir a que el mexicano, aquí y ahora, viva material y espiritualmente mejor”; y concluye que ante la formación de grandes consorcios que cancelan en la práctica la libre competencia, “la intervención estatal se ha orientado a restablecer el equilibrio entre la libertad individual y la responsabilidad social en el uso de los medios masivos de comunicación…tenemos la responsabilidad de garantizar al ciudadano una información veraz…que ofrecerle un entretenimiento que no lo distraiga de sí mismo, sino que le ayude a conocerse mejor, tenemos que poner a su alcance la cultura. Es en alguna medida lo que hemos comenzado a hacer en la televisión pública".
Concluye en su balance que en menos de tres años, la cobertura de Canal 13 pasó del 70% del área metropolitana a casi 400 localidades de 26 Estados y de una participación promedio de un 3% de la audiencia televisiva a más del 13%. (Documento)
Corporación Mexicana de Radio y Televisión S.A. de C.V. (Canal 13) fue una empresa privada de la familia Aguirre, cuyos adeudos con SOMEX, financiera gubernamental, hicieron que pasara a manos del Estado. Era una televisora local que transmitía desde la Torre Latinoamericana, con pequeños estudios ubicados en la calle de Mina. Se dedicaba a transmitir series y películas antiguas y sólo producía unos cuantos programas noticiosos. Su éxito fue efímero y pronto se vio en dificultades económicas.
Durante más de veinte años, el gobierno federal siguió la política de dejar a la televisión como un campo casi exclusivo de las empresas comerciales. Sin embargo, la baja calidad de la programación de Telesistema Mexicano y en general de la televisión privada, así como la enorme influencia de la televisión comercial en la cultura popular, desencadenaron la polémica acerca de la responsabilidad del Estado en la televisión y del papel de las televisoras públicas existentes en todos los países capitalistas, inclusive los Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Japón. En el debate también surgió la demanda de una televisión de mejor calidad, por parte de los grupos más ilustrados de la población; una televisión que coadyuvara al desarrollo educativo y cultural, y llevara el beneficio de la televisión a todos los hogares mexicanos, no sólo a las zonas de mayor rendimiento publicitario.
Fue así como el 15 de marzo de 1972, el gobierno echeverrista, proclive a la iniciativa pública, aprovechó la oportunidad de disponer de un canal para iniciar la televisión pública en gran escala, que hasta entonces sólo tenía el Canal 11 en la ciudad de México y el Canal 8 en Monterrey, ambos con coberturas, producciones y transmisiones sumamente reducidas. El éxito del proyecto de forjar una televisión distinta, enfrentó grandes dificultades, desde la cultura televisual impuesta por los intereses comerciales, la resistencia de las empresas televisoras y la falta de personal calificado ajeno a la televisión comercial, hasta la carencia de instalaciones y equipo técnico adecuado.
El 1º de Septiembre de 1972, el presidente Echeverría dio cuenta del inicio de la intervención estatal: "En semanas recientes, se intensificó el debate en torno a la Radio y Televisión. Es manifiesta la preocupación por fortalecer los derechos de la sociedad mexicana sobre esos medios y garantizar el correcto cumplimiento de las funciones que tiene asignadas… La conducta del gobierno de la República se rige por estricta observancia del orden jurídico. El régimen de la Radio y la Televisión es reflejo de nuestro sistema de economía mixta. Al Estado corresponde velar por el cumplimiento de los objetivos que la Ley señala a las empresas concesionarias del espacio aéreo. Estamos obligados a exigir que la imagen que llega a millones de niños y adultos, no deforme los valores de nuestra conveniencia, y que los adelantos de la tecnología no se usen para fomentar servidumbres intelectuales… El Gobierno ha asumido, además, el manejo directo de algunas estaciones de Radio y Canales de Televisión y participa con los concesionarios privados en el aprovechamiento del tiempo de transmisión que la legislación le otorga, con el fin de contribuir a mejorar la calidad de las transmisiones… Los servicios de difusión deben ser más nacionales en su contenido, ofrecer mejores oportunidades de cultura, una veraz información y sano entretenimiento. Es corresponsabilidad de los concesionarios y del Gobierno darles la dignidad que nuestro pueblo merece. No pretendemos lesionar ningún derecho, pero las medidas reglamentarias, ya en el estudio, harán lo necesario, y pronto, para salvaguardar el interés superior del país".
El primer director de la Corporación fue el publicista Antonio Menéndez González, a quien le correspondió proyectar el crecimiento de las instalaciones y de la red de transmisión del canal. A su fallecimiento en 1973, fue nombrado como su sustituto el entonces senador Enrique González Pedrero, a quien le tocó por un lado, realizar la construcción de las instalaciones del Ajusco y de la red nacional de 25 repetidoras; y por el otro, crear una producción y programación diferentes a las habituales de las empresas televisoras, que no estuvieran determinadas por la demanda publicitaria, sino que cumplieran propósitos políticos, económicos y culturales propios de una empresa del Estado en una economía mixta.
La estrategia fue “un nuevo estilo en televisión”, que combinaba las mejores producciones de las televisión pública internacional (como “La Guerra y la Paz”, “El ascenso del Hombre”, “Yo Claudio”) con la producción de programas locales (“Los Bandidos de Río Frío”) destinados a difundir lo mejor de nuestra cultura nacional, sin excluir los deportes que no tenían cabida en la televisión comercial (futbol Guadalajara y Pumas). Se trataba de una programación que paulatinamente fuera aumentando su calidad cultural conforme se incidiera en los gustos del público acostumbrado a la programación comercial, que busca a toda costa captar el máximo de audiencia para sujetarla a la publicidad; si bien existía comercialización, esta se sujetaba a reglas distintas, entre otras, no promovía el alcoholismo, el tabaquismo ni el consumo de comestibles chatarra.
Se buscaba además, mediante el ejemplo y la innovación, de estimular a la televisión comercial a superar su programación degradante, vulgar, trivial y extranjerizante.
El Canal 13, bajo la influencia de Margarita López Portillo, se manejará con muchos tropiezos y en la confusión de cuál deberá ser su papel dentro de la televisión mexicana, si semejarse o diferenciarse a lo privado, o entre perseguir fines de lucro u objetivos políticos. Y al no ser independiente, ni del Estado, ni del mercado, se debatirá entre las presiones comerciales y políticas, sin llegar a ser reconocido como servicio público.
Señala la UNESCO (La radio y televisión pública. ¿Por qué? ¿Cómo?): "lo que puede resultar perjudicial para la radio y televisión pública es encontrarse en posición de competencia muy aguda y tener, para garantizar su supervivencia, que arreglárselas para conseguir recursos entre los anunciantes. En ese caso, se vuelve muy fuerte la tentación de apartarse de las obligaciones de servicio público para producir el mismo tipo de programa que los que ofrecen los competidores privados".
Ese será el destino de Canal 13: abandonará el propósito de ser "un nuevo estilo en televisión", distinto a la televisión comercial, y paulatinamente será colonizado por personal artístico y de producción proveniente de TELEVISA que impondrán sus criterios comerciales.
El 25 de marzo de 1983 será incorporado al Instituto Mexicano de Televisión IMEVISION, bajo la dirección de Pablo Marentes. A partir de 1988, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, al orientar por completo su programación al mercado publicitario, ya no se diferenciará de la televisión privada. En 1993 será subastado al empresario Ricardo Salinas Pliego, quien lo convertirá en TVAZTECA, una empresa dedicada completamente al comercio televisivo. Ni Margaret Tatcher llegó a tanto, pues conservó la BBC para el Estado.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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