12 de Julio de 1825
Llegó a México como agente confidencial al iniciar el imperio de Iturbide, quien le había negado la entrada al país, pero Santa Anna lo recibió en Veracruz.
Regresa en marzo de 1825, como ministro plenipotenciario.
Con su llegada la organización de las logias masónicas del rito de York, dependiente de la “Gran Logia de Filadelfia”, toma gran impulso. Mientras la logia escocesa, fundada por Manuel Condorniú, médico de O’Donojú, es moderada, ni anticlerical ni antiespañola, los yorkinos tienden hacia el liberalismo radical, proponen combatir el fanatismo (anticatolicismo), y rechazan lo español. Al momento del debate entre federalistas y centralistas, los partidos políticos se forman al interior de las logias. “en vez de trabajar para extinguir los odios políticos, sobreponerse al espíritu de partido y matar la discordia, se arrojó la venenosa semilla que daría amargos frutos, no disidencias transitorias (...) sino una constante guerra civil, el agotamiento del espíritu público y la debilidad de la República”.
El rito masónico de York fue establecido con el titulo de “La Águila Negra”. En agosto de este año habían cinco logias con gran número de adeptos, el ministro de Hacienda. Esteba, sería nombrado gran maestre. Los escoceses, editaban su periódico “El Sol”; los Yorkinos, fundarían como órgano de difusión, el periódico “El Águila Mexicana” por el que difundían las ideas federalistas.
Una vez que los masones yorkinos se organizaron en partido político, establecerían otro periódico: el “Correo de la Federación”; uno de sus redactores fue Lorenzo Zavala. Luego, los escoceses, publicarían otro periódico, “El Observador”, en el que entre otros personajes, escribían Francisco M. Sánchez de Tagle, Florentino Martínez y el José María Luis Mora. En respuesta, los yorkinos, crearían otro periódico. “El Amigo del Pueblo”, en el que eran redactores José Manuel Herrera y José María Tornel. Se verían publicadas notables polémicas que “no sólo sirvieron de preliminar a la guerra civil, sino que ahondaron la división de los mexicanos”.
Los masones escoceses, formarían también una secta llamada “Los Novenarios”, integrada por católicos como Nicolás Bravo, Sánchez de Tagle, Manuel Crescencio Rejón y españoles europeos. Lo singular y contradictorio sería que siendo integrada por masones y siendo también sociedad secreta, “proclamaba la extinción de la masonería… llevaban por objeto reorganizar el partido escocés… llamábanse Novenarios los devotos de la nueva secta, porque a cada uno de ellos se imponía la obligación de conquistar nueve prosélitos… Los Novenarios… se ramificaron rápidamente en los Estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Veracruz y Puebla”.
Los yorkinos crearían la secta religioso-política intitulada Los Guadalupanos.
En México a través de los siglos, los autores refieren: “Todo esto pasaba en medio de la aparente paz que señaló el período presidencial de don Guadalupe Victoria. Bajo el mentido sosiego que la sociedad disfrutaba, se fermentaban pasiones desde las más nobles hasta las más viles, esperando para entrar en vías de hecho a que lanzasen su espantoso silbido las serpientes que sirven de cabellera a la discordia”.
La presencia de Poinsett en México, así como la de H. G. Ward, representa la avanzada del imperialismo de Estados Unidos e Inglaterra. Poinsett abre los caminos para la aplicación de la Doctrina Monroe e inicia la penetración de su país en la vida del naciente estado mexicano. Diez días después de su llegada, se opone al tratado de comercio que por conducto de Ward celebra México con Inglaterra, en cambio concierta un tratado de amistad y de comercio (para aislar a los países hispanoamericanos entre sí) y otro de límites entre México y Estados Unidos (para asegurar la expansión territorial de Norteamérica al sur) y poco después inicia la colonización de Texas. También interviene en la política interna, el 14 de octubre de 1825 en un comunicado Poinsett señala: “...con el propósito de contrarrestar el partido fanático en esta ciudad, y, si posible fuera, difundir los principios liberales entre quienes tienen que gobernar al país, ayudé y animé a cierto número de personas respetables, hombres de alto rango y consideración, a formar una Gran Logia de Antiguos Masones Yorkinos...”.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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