22 de Junio de 1909
En su proclama, el partido se dedica a exaltar las virtudes del general Bernardo Reyes, a quien postula como candidato a la vicepresidencia para las elecciones de 1910. Porque considera innecesario fundamentar su apoyo a la candidatura presidencial de Porfirio Díaz, sólo elogia las características de Reyes, particularmente su apoyo a los obreros de Nuevo León, pues como gobernador de esa entidad publicó la primera ley sobre accidentes de trabajo en noviembre de 1906, lo cual lo convirtió en precursor de la legislación laboral en México y le otorgó el apoyo de los sectores populares. El manifiesto concluye que la popularidad de Reyes es aplastante y que el miedo que inspira a sus enemigos es prueba de su fortaleza.
En mayo pasado, se fundó el “Club Reyista 1910” y a lo largo del país diversas organizaciones están concurriendo en el propósito de llevar a Reyes a la vicepresidencia y mantener a Díaz en la primera magistratura. Pero la clase política se encuentra dividida en dos grupos muy contrapuestos: los científicos que apoyan a José Yves Limantour Marquet y los reyistas.
A partir de su segundo periodo presidencial, Díaz ha evitado que surja un posible sucesor manteniendo a su gabinete dividido por antagonismos que él mismo fomenta. En 1899, Díaz comunicó a Limantour su apoyo para la presidencia y le sugirió que consultara su decisión con Reyes, en ese entonces gobernador de Nuevo León. Ambos acordaron lo que se llamó el “Pacto de Monterrey”, por el cual Reyes apoyaría a Limantour para presidente, obtendría la secretaría de Guerra y después lo sucedería.
Sin embargo, el secretario de Justicia convenció a Díaz de que Limantour no cumplía los requisitos constitucionales porque sus padres no eran mexicanos. Por lo que, estando Limantour en Europa, el Partido Nacional Porfirista lanzó otra vez la candidatura de Díaz para la presidencia. A su regreso, pese a su gran disgusto, los grandes intereses económicos de Limantour le impidieron renunciar a su cargo, pues con su camarilla monopolizaba las más jugosas concesiones de minas, petróleo y tierras y aun los inversionistas extranjeros se sometían a su corrupción. Uno de los controles de Díaz sobre la clase política era justamente consentir la corrupción y después denunciarla, como antes lo había hecho exitosamente contra Manuel González.
Al año siguiente, al morir Berriozábal, Limantour logró que Díaz nombrara a Reyes secretario de Guerra, con la esperanza de que se cumpliera el pacto convenido. Desde allí, la figura política de Reyes alcanzó nivel nacional. Decretó una ley de retiro obligatorio de oficiales del ejército, que benefició a los oficiales jóvenes con su inmediata promoción. Mejoró los salarios del ejército, lo que le ganó simpatías entre los beneficiados. Fundó la Escuela de Aspirantes en Tlalpan. Y en octubre de 1900, creó la “Segunda Reserva del Ejército” para solucionar el problema del reclutamiento por medio de un servicio militar voluntario de 50,000 ciudadanos. Los voluntarios se reunían los domingos en parques públicos y lotes baldíos, a recibir entrenamiento militar impartido por oficiales del ejército. Los reservistas podían mediante exámenes convertirse en oficiales. Esto provocó resentimiento entre los oficiales permanentes, pero hizo de la segunda reserva una organización político-militar a nivel nacional, eminentemente reyista.
Pero Rosendo Pineda alertó del peligro de esta organización a Díaz, quien para anular a Reyes, en 1902 volvió a alentar la candidatura de Limantour, a la vez que estimuló a Reyes a romper su compromiso con él y a participar en la campaña de desprestigio que también el mismo Díaz promovió contra Limantour. Acusado Reyes ante Díaz por Limantour de los ataques de que era objeto por medio de su hijo Rodolfo Reyes, Díaz lo hizo renunciar, aunque le permitió regresar al gobierno de Nuevo León.
De este modo, quedó claro que Díaz personalmente se encargaría de aniquilar a toda personalidad que se perfilara como su posible sucesor. Por lo que surgió la idea de que la Vicepresidencia podía ser la garantía de la sucesión pacífica una vez fallecido Díaz, así como de que era necesaria la ampliación del periodo presidencial a seis años con igual fin de asegurar la estabilidad política. Aprobadas ambas medidas, el problema fue encontrar al dictador un compañero de fórmula. Ramón Corral ocupó el cargo en 1904.
De todas maneras, Reyes logró forjarse una personalidad nacional y sentó las bases de su futuro partido mediante la “Segunda reserva”. Pero lo más importante, se convirtió en el símbolo de la oposición a Díaz, capaz de atraer a los sectores hastiados del porfirismo, y llegó a ser líder de la lucha por una mayor independencia de la economía local y del nacionalismo económico, en contraste con Limantour, que representaba el centralismo y la inversión extranjera. Asimismo, Reyes, por su carácter de militar, atrajo también a la corriente soñadora que creía que México reconquistaría el territorio perdido a manos de los norteamericanos. Este sueño hizo a Reyes una figura profundamente popular.
La calma aparente entre la clase política se rompió en 1908 con la entrevista Díaz- Creelman. Los reyistas manejaron la idea de que el presidente Díaz abría las puertas a la contienda democrática; los Científicos se mantuvieron reeleccionistas a ultranza y apoyaron a Ramón Corral. A fines de este año, se fundó el Centro Organizador del Partido Democrático en apoyo a Reyes. En 1909 también surgió el club Soberanía Popular que se unió al reyismo. En este contexto se da hoy el pronunciamiento de apoyo a la candidatura de Reyes a la vicepresidencia de la República.
Reyes tiene todo para convertirse en el sucesor de Díaz, pero pretende que el dictador, ante la evidencia de su popularidad, lo escoja en lugar de Ramón Corral para el periodo 1910-1916.
El 25 de julio de 1909, dentro de un clima de agitación y de giras políticas, los reyistas abuchearán y apedrearán a los reeleccionistas Nemesio García Naranjo y José María Lozano en Guadalajara, lo que provocará la reacción virulenta contra Reyes. Pero por su lealtad al dictador, Reyes no será capaz de romper con él, como se lo aconsejará su hijo Rodolfo. Por el contrario, públicamente manifestará su apoyo a su reelección y renunciará a buscar la vicepresidencia de la República. Por esta sumisión a Díaz, declinará su popularidad, la más grande alcanzada por un político de su tiempo.
Antes de que termine este año de 1909, la respuesta de Díaz será muy dura. La derrota reyista será total. Reyes tendrá que renunciar a la gubernatura de Nuevo León para aceptar la comisión de estudiar sistemas de reclutamiento en Europa. Saldrá a Nueva York el 8 de noviembre. Sus enemigos lo sustituirán en el ejército. Los grandes personajes del reyismo, miembros del Club Soberanía Popular, serán hostilizados, como Venustiano Carranza, candidato a gobernador de Coahuila, que perderá la elección y el diputado José López Portillo y Rojas, que será desaforado por delitos del orden común en su ejercicio profesional. Terminará así la campaña reyista. Sin embargo, muchos de sus seguidores, como Francisco Vázquez Gómez, pronto engrosarán las filas del maderismo.
Reyes regresará en 1911 para tratar de postularse como candidato contra Madero. Meses después, será encarcelado por encabezar una rebelión contra su gobierno, y liberado el 9 de febrero de 1913 por el cuartelazo. Ese mismo día, encontrará la muerte por fuego de ametralladora en su intento de tomar el Palacio Nacional para aprehender a Madero.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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