18 de Junio de 1867
Consciente de que sus decisiones le han llevado por un camino equivocado, quiere morir con dignidad y escribe una patética carta a Juárez: “íntimamente persuadido de que nada sólido puede fundarse sobre un terreno empapado de sangre y agitado por las violentas conmociones. Yo conjuro a usted, de la manera más solemne y con la sinceridad propia de los momentos en que me hallo, para que mi sangre sea la última que se derrame y para que la misma perseverancia, que me complacía en reconocer y estimar en medio de la prosperidad con que ha defendido usted la causa que acaba de triunfar, la consagre a la más noble tarea de reconciliar los ánimos y de fundar, de una manera estable y duradera, la paz y tranquilidad de este país infortunado”.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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