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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Se proclama plan centralista en Toluca que reconoce como presidente a Antonio López de Santa Anna

29 de Mayo de 1835

El Plan de Toluca identifica el origen “de los males públicos” en nuestra “viciosa organización social” que imita el régimen de los Estados Unidos “sin prever las desgraciadas consecuencias, a que debía conducir la violenta división en partes heterogéneas de una masa, que la naturaleza había hecho homogénea y compacta”: abuso de las autoridades de los Estados, sistema de hacienda dispendioso y complicado, bárbara opresión y sangrienta anarquía. Para remediar esos males declara:

“1°. Que conformando sus deseos con los de la Nación, manifestados ya de una manera inequívoca, desea que la forma de Gobierno, como más conveniente a su felicidad, sea la de Popular, Representativa, CENTRAL.

2°. Que en la constitución, que al efecto se haya de establecer, se incluyan como bases esenciales las de la R.C.A.R. EXCLUSIVAMENTE, la independencia de la Nación en la integridad de su territorio actual, la división de poderes y la libertad legal de la prensa.

3°. Que por lo heroicos sacrificios y nobles sentimientos en favor de la libertad de la Patria, tributados tan generosamente por el ILUSTRE Y BENEMÉRITO DE ELLA, GENERAL D. ANTONIO LÓPEZ DE SANTA-ANNA, se le continua reconociendo como Presidente y Jefe Supremo de la Nación y PROTECTOR DE SUS VOTOS LIBREMENTE EXPRESADOS.

4°. Que para la conservación del orden público, entre tanto se arregla la constitución central continuaran en ejercicio las autoridades actuales, con sujeción a las leyes administrativas, que tienen por objeto la conservación de la paz pública y el mantenimiento de las garantías individuales; quedando separadas de sus funciones únicamente las que manifestaren oposición a este plan.

5°. Que a fin de que no se altere la tranquilidad pública; ni se coarte la expresión libre de la voluntad nacional, se pida respetuosamente al Supremo Gobierno de la República dicte las medidas que al intento juzgue convenientes.

6.° Que para evitar todas las dificultades que puedan embarazar las resoluciones mas prontas y eficaces al logro de esta grandiosa empresa, se reproducen los votos, para los cuales en el plan de Cuernavaca y últimos actos electorales se dieron facultades á los actuales representantes de la Nación para cambiar hasta la forma de Gobierno, si se calificaba como hoy se califica ya, de una exigencia pública y de común utilidad, supliendo al presente las facultades que por aquellas se hubiese creído faltar.

7.° Se remitirán copias de este plan con la exposición precedente a los Supremos Poderes de la Nación y del Estado a efecto de que cada uno en lo que le corresponda disponga los medios más adecuados a la completa realización del primero.

Toluca Mayo 29 de 1835.- Siguen mas de trescientas firmas, que por la premura del tiempo no van subscritas.

A la caída del Imperio de Iturbide y con la instauración de la República, se han definido dos tendencias políticas: los centralistas que quieren un ejecutivo fuerte que centralice las decisiones en la capital y establezca departamentos a cargo de gobernadores nombrados desde el centro; y los federalistas que pretenden un ejecutivo elegido por toda la sociedad mexicana y estados autónomos con gobernadores electos por los ciudadanos de cada uno de esos estados. La idea centralista plantea una transición no drástica sino “natural” de lo que hasta entonces ha sido el sistema colonial hacia una vida nacional autónoma y lógicamente, es afín a los intereses de los peninsulares, de los criollos y del alto clero. Los federalistas desean el cambio de las condiciones prevalecientes y ven en el modelo norteamericano y en la Constitución de Cádiz el medio para superar el atraso colonial.

Al imponerse los federalistas, enfatizan en la Constitución de 1824, la supremacía del poder legislativo y la autonomía de los estados, asimismo preservan la intolerancia religiosa y los fueros, lo cual en cualquier situación hace difícil la labor de gobierno; pero en las condiciones socioeconómicas de crisis económica tras la guerra de independencia y de desigualdad social extrema, las presiones externas, la aparición del caudillismo, la pugna de intereses económicos, la persistencia del comportamiento y de la cultura política coloniales y especialmente, la resistencia del clero, del ejército y de las clases privilegiadas a obedecer la ley, hacen ingobernable al país y provocan el caos, la anarquía y desde luego, el desprestigio del federalismo. "A virtud de él, ningún partido ni persona pudo hacerse dueño de toda la República, ni mandar en jefe á la nación, pues los celos naturales de esa multitud de secciones empeñadas en sostener su independencia, hacían nulos todos los proyectos de las facciones y de los ambiciosos que pretendieron dominar á la República,” escribió el Dr. Mora.

En las elecciones de 1833 resultaron electos Santa Anna como presidente y Gómez Farías como vicepresidente, e iniciaron su gobierno el 1º de abril de ese año. Pero Santa Anna se retiró a su hacienda y dejó el poder en manos del vicepresidente, quien contando con la mayoría en el Congreso, avanzó en la reforma liberal en dos sentidos: la reforma religiosa que comprendió el Patronato, las órdenes religiosas, la instrucción y los bienes eclesiásticos. Y la reforma militar que debilitó al ejército y formó las milicias cívicas.

De inmediato hubieron levantamientos al grito de “religión y fueros”, como el levantamiento militar de Morelia o el Plan de Cuernavaca, dado el 4 de mayo de 1834, que además demandaba el regreso de Santa Anna con poderes absolutos; y aun fenómenos naturales como la aurora boreal, los temblores y el cólera que se presentaron ese año en la capital, hicieron que el pueblo ignorante los interpretara como un aviso de que no debían tocarse las instituciones sagradas.

Ante el descontento que se generalizaba, Santa Anna retomó el poder y expulsó a Gómez Farías, suprimió las reformas, con excepción de la relativa a los diezmos, y favoreció pronunciamientos a favor del centralismo, como el que hoy tiene lugar en Toluca, así como otros similares que antes se produjeron en San Juan de Ulúa en febrero pasado y el 1º de mayo anterior en Orizaba.

La reacción centralista producirá en octubre de este mismo año, las Bases Constitucionales que fundamentarán una nueva Constitución centralista, llamada de las Siete Leyes, que entrará en vigor el 30 de diciembre de 1836, y que agregará un Poder Conservador a los tres poderes existentes, convertirá a los estados en departamentos con un gobernador nombrado por el presidente, centralizará el presupuesto, ampliará el periodo presidencial a ocho años y suprimirá la vicepresidencia. La nueva constitución será motivo de que algunas regiones del país, entre ellas Texas, proclamen su separación de México.

El centralismo tampoco traerá consigo la estabilidad política deseada por los conservadores y los presidentes se sucederán hasta por periodos de escasos días.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.