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Selección de textos y documentos:

Doralicia Carmona Dávila

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

Este Sitio es un proyecto personal y no recibe ni ha recibido financiamiento público o privado.

 

 
 
 
 


Es asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en el aeropuerto internacional de Guadalajara.

24 de mayo de 1993

Cerca de las 15:45 horas, cuando el automóvil Grand Marquís entra al estacionamiento del aeropuerto internacional “Miguel Hidalgo” de Guadalajara, el cardenal y su chofer son acribillados, el automóvil recibe 38 impactos. Posadas Ocampo cae sobre su lado izquierdo, en el asiento, con 14 impactos de bala, la mayoría en el lado derecho del tórax y sólo uno en la pierna. Se trata de uno de los hombres más importantes de la Iglesia católica en México, a cargo de la arquidiócesis más importante en recursos apostólicos de toda Latinoamérica: alrededor de 1,000 sacerdotes, tres seminarios y seis millones de fieles. Después de comer en su residencia, el cardenal había salido al aeropuerto con Pedro Pérez García, su chofer, para recibir a Jerónimo Prigione, nuncio apostólico, quien llegaría alrededor de  las cuatro de la tarde.

Un testigo presencial declara a la revista Proceso: "alrededor de las 3:45 de la tarde, salíamos hacia el estacionamiento, que se encontraba lleno. En el exterior vi una corretiza en los momentos que entraba el Grand Marquís blanco del arzobispo. Muchos, como siete, salieron corriendo hacia el carro. Recuerdo bien que el cardenal tenía un pie fuera del coche. Ellos lo observaron, lo identificaron, pues vieron perfectamente su traje oscuro y su pectoral. Cuando el arzobispo trataba de incorporarse de su asiento para salir del coche, se encontró de repente frente a sujetos fuertemente armados. Su reacción fue protegerse, tratando de cerrar la puerta. Pero un atacante, situado al lado derecho del Grand Marquís, se lo impidió. Con la mano izquierda dio un gran jalón para abrirla, se auxilió con la metralleta, interpuso la pierna derecha y, de arriba hacia abajo, a bocajarro, le vació el cargador. No creo que haya habido confusión. Yo estaba como a 20 pasos del auto. Vi cómo, cada vez que recibía los disparos, se estremecía el cuerpo de don Jesús." Casi simultáneamente se produjo un forcejeo con el chofer. "Trataron de abrirle la puerta, y éste quiso arrebatarle a uno su metralleta, pero también lo acribillaron. Todo sucedió rapidísimo, pero al tiempo que nos cubríamos la cabeza con las manos y nos echábamos al suelo, vi que los atacantes sacaron del coche un portafolios negro y corrieron. A dos mirones también les tocó".

Con el tiroteo reina la confusión. Los agentes policíacos del hangar de la Procuraduría General de la República (PGR), el cuerpo de seguridad del aeropuerto, el grupo de agentes judiciales federales destacados en la terminal aérea y los agentes aduanales, tardan en reaccionar y disparar contra los agresores, algunos de los cuales huyen abordando el vuelo 110 de Aeroméxico con destino a Tijuana, mientras otros lo hacen por la zona de los talleres de aerocares, otros más se mezclan entre la gente y la mayoría escapan en automóviles. El aeropuerto es cerrado durante más de tres horas, mientras se levantan los cuerpos acribillados. Se desaloja a pasajeros y trabajadores, y se detiene a algunos de ellos para ser interrogados. Los cadáveres del cardenal y de su chofer son trasladados a la Cruz Roja

Al otro día correrá la versión oficial de los procuradores general de la República Jorge Carpizo, y de Jalisco, Leobardo Larios Guzmán, así como del gobernador del estado de Jalisco, Carlos Rivera Aceves, de que la pandilla de los hermanos Arellano Félix intentó asesinar a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y Luís Héctor El Güero Palma, y en el enfrentamiento se cruzó el automóvil en que llegó el cardenal Posadas para recibir al embajador del Vaticano, Jerónimo Prigione.

En la misa de cuerpo presente del cardenal,  Adolfo Suárez Rivera, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, exigirá una explicación "clara y creíble" y una “ justicia limpia, equitativa y digna” por parte de las autoridades acerca de lo ocurrido en el aeropuerto de Guadalajara. Ahí estarán presentes más de 70 obispos del país y el extranjero, alrededor de 800 sacerdotes; Cecilia Occelli de Salinas; el secretario de Gobernación, Patrocinio González Garrido; el gobernador de Jalisco, miembros de su gabinete con sus esposas; el Congreso casi en pleno; dirigentes empresariales, líderes obreros, rectores de universidades y funcionarios municipales.

Dos días después de la balacera, el gobierno anunciará una recompensa de cinco millones de dólares a quien facilite la captura de Javier, Ramón y Benjamín Arellano Félix, así como de El Chapo Guzmán y El Güero Palma.

Sin embargo, el 1º de junio, Jorge Carpizo cambiará versión del encuentro casual de las dos bandas y afirmará: "Esta fue una operación extraordinariamente bien planeada. Estos señores tenían, los dos grupos, nueve vehículos, muchos de ellos blindados. Por el arsenal que recogimos en esos vehículos, lo que se preparaba era una verdadera guerra. La cantidad de fusiles de los llamados cuernos de chivo, la cantidad de granadas, el equipo de telecomunicaciones que tenían, todo, estaba preparado para una pequeña guerra de el aeropuerto."

Para Carpizo, el caso estará prácticamente cerrado: Sólo hará “ falta cumplir con todas las órdenes de aprehensión".

Sin embargo, desde la tarde de los asesinatos surgirá la polémica de si el atentado fue resultado de una confusión o fue intencionalmente dirigido contra el cardenal. Esta polémica se extenderá más de una década entre Carpizo y el cardenal Sandoval Íñiguez. También se originó la sospecha por la presencia de gente armada, los extraños movimientos observados en el aeropuerto y el ocultamiento de información de lo que hizo y dejó de hacer la policía.

El 10 de junio siguiente, Carpizo anunciará la captura de El Chapo: "(En) el avión en que se les trasladó rumbo a la ciudad de Toluca, El Chapo Guzmán, enfrente de funcionarios de la Procuraduría General de la República y del Ejército Mexicano, manifestó ante ellos y posteriormente lo ha ratificado en declaración ministerial, que el día 24 de mayo sí estuvo en el aeropuerto internacional de Guadalajara, porque iba a volar a Puerto Vallarta. Señaló que cuando bajaba de su vehículo Buick, un Century azul intentó pasar por el lado derecho, pero como estaba abierta la portezuela del Buick, ésta obstruía el paso; que le hizo una seña al chofer de ese vehículo para que se esperara; que en ese momento Martín Moreno Valdés, quien lo acompañaba, le avisó que gente armada se estaba bajando de varios vehículos, los que de inmediato empezaron a disparar sobre ellos, y que, dentro de la confusión, posteriormente logró escapar en un taxi. Asimismo, declaró que durante el enfrentamiento observó que estaban presentes dos de los hermanos Arellano Félix y que atrás de su coche se encontraba un Grand Marquis blanco. Ahora sabe que en él viajaba el señor Cardenal Posadas Ocampo. Afirma que de ello se enteró posteriormente por los medios. Las declaraciones ministeriales de El Chapo Guzmán confirman, en lo esencial, las investigaciones y resultados de esos hechos que sobre la muerte del señor Cardenal y seis personas más, la Procuraduría General de la República ha venido dando a conocer a la opinión pública".

El 11 de agosto próximo, en el Salón de la Historia del Palacio de Gobierno de Yucatán, el presidente Salinas expondrá al Papa, de visita en Mérida, que el cardenal murió por azar, al ser confundido con el narcotraficante Joaquín "El Chapo" Guzmán, a quien, en un operativo minuciosamente montado, trataron de asesinar los integrantes de la banda de los hermanos Arellano Félix. Prigione y los integrantes del Consejo Permanente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) avalarán la postura oficial: "Por los hechos conocidos hasta ahora, la muerte del señor cardenal... fue ocasionada por el enfrentamiento entre dos grupos rivales de narcotraficantes. Asimismo, la hipótesis de un atentado directo contra el señor cardenal parece que no puede sustentarse.”

No obstante, los obispos Genaro Alamilla; Carlos Quintero Arce, arzobispo de Hermosillo; Abelardo Alvarado Alcántara, arzobispo auxiliar de México; Norberto Rivera, obispo de Tehuacán; Rafael García González, de León, y Juan Sandoval Iñiguez, de Ciudad Juárez, no descartarán que el asesinato haya sido un atentado directo, pues no es creíble que matones profesionales hayan confundido a Posadas a tan corta distancia. La misma tesis será sostenida por organizaciones católicas del país, como la Unión Nacional de Padres de Familia, el Movimiento Testimonio y Esperanza, el Comité Nacional Pro-Vida, el Movimiento Familiar Cristiano y Comunión y Liberación.

 

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.