24 de Mayo de 1940
Al alba, una banda armada encabezada por el pintor estalinista David Alfaro Siquieros, ataca la casa de Trotsky en Coyoacán, que habitan también su mujer y algunos camaradas, secretarios y guardianes.
Sale ileso porque al escuchar las primeras ráfagas de balas, se lanza fuera de su cama, su esposa lo empuja a contra la pared y lo protege con su cuerpo. Pero uno de sus guardias personales, el joven trotskista norteamericano Robert Sheldon Harte, es raptado por los asaltantes. Un mes más tarde se encontrará su cadáver cubierto de cal viva en una casucha campesina.
Perseguido por Stalin, Trotsky, su esposa Natalia Sedova y su secretario Jean Van Heijenoort llegaron a México el 9 de enero de 1937, después de que el presidente Cárdenas les concedió una visa de residencia. Desde su llegada han enfrentado no sólo la hostilidad de la derecha sino de las "dos cabezas" del estalinismo mexicano: el Partido Comunista Mexicano y Lombardo Toledano, dirigente de la Central de Trabajadores de México y promotor de su expulsión del país. También han tenido conflictos con el grupo trotskista mexicano, algunos de cuyos miembros exigen una campaña de "acción directa" contra Cárdenas cuando la economía empeora por el boicot de las potencias contra el petróleo mexicano.
Durante su estancia se ha dedicado, primero, a la organización de los "contraprocesos" a los juicios de Moscú para desentrañar las mentiras de sus acusadores Stalin y Vichinsky. Su declaración figura en el libro Los crímenes de Stalin. Asimismo, trabaja en el análisis de la inminente guerra mundial, que considera será la partera de la revolución.
La realidad mexicana y latinoamericana también ha sido su objeto de estudio: "En los países industrialmente atrasados el capital extranjero juega un rol decisivo. De ahí la relativa debilidad de la burguesía nacional en relación al proletariado nacional. Esto crea condiciones especiales de poder estatal. El gobierno oscila entre el capital extranjero y el nacional, entre la relativamente débil burguesía nacional y el relativamente poderoso proletariado. Esto le da al gobierno un carácter bonapartista sui generis, de índole particular. Se eleva, por así decirlo, por encima de las clases. En realidad, puede gobernar o bien convirtiéndose en instrumento del capitalismo extranjero y sometiendo al proletariado con las cadenas de una dictadura policial, o bien maniobrando con el proletariado, llegando incluso a hacerle concesiones, ganando de este modo la posibilidad de disponer de cierta libertad en relación a los capitalistas extranjeros”.
Respecto a la lucha antifascista en curso, ha escrito: "En los países atrasados el camino para oponerse al fascismo es ante todo el camino de la lucha revolucionaria por la independencia nacional y por la transformación radical de las relaciones agrarias. Sin la revolución agraria no hay independencia nacional ni salvación contra el fascismo. Cualquiera que bloquee el camino hacia la expropiación de la propiedad territorial y de los recursos nacionales en beneficio de los campesinos y del pueblo en general, está instigando al fascismo. Generalidades vagas acerca de la amistad y la democracia no son suficientes. Se debe tener una posición clara: o con los magnates del capital y de la seudodemocracia, o con la democracia genuina de los obreros, los campesinos y los pueblos oprimidos... oponemos particularmente el proletariado a la burguesía en la cuestión agraria, porque la clase que gobernará, en México como en todo los demás países latinoamericanos, será la que tendrá con ella a los campesinos. Si los campesinos continúan apoyando a la burguesía como en la actualidad, entonces existirá ese tipo de estado semibonapartista, semidemocrático, que existe hoy en todos los países de América Latina, con tendencias hacia las masas."
En lo que se refiere a la reciente expropiación petrolera ha señalado: "La expropiación del petróleo no es ni socialista ni comunista. Es una medida de defensa nacional altamente progresista... Sin renunciar a su propia identidad, todas las organizaciones honestas de la clase obrera del mundo entero, y especialmente de Gran Bretaña, tienen el deber de asumir una posición irreconciliable contra los ladrones imperialistas, su diplomacia, su prensa y sus áulicos fascistas. La causa de México, como la causa de España, como la causa de China, es la causa de la clase obrera internacional. La lucha por el petróleo mexicano es sólo una de las escaramuzas de vanguardia de las futuras batallas entre los opresores y oprimidos."
Tres meses más tarde, el 20 de agosto de este mismo año, será asesinado en el interior de su casa por el estalinista español Ramón Mercader. Acompañarán su cortejo fúnebre miles de personas, que como muchas más sienten orgullo de albergar en México al gran revolucionario ruso. Su cuerpo será incinerado y las cenizas se guardarán en el jardín de su casa, hoy museo Trotsky.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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