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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Termina la rebelión escobarista. Había proclamado el Plan de Hermosillo en el que desconocía a Emilio Portes Gil como presidente provisional

6 de Mayo de 1929

Plutarco Elías Calles, secretario de Guerra y Marina, rinde parte oficial de haber terminado la campaña contra los sublevados escobaristas, que el tres de marzo pasado proclamaron el Plan de Hermosillo que desconoció a Emilio Portes Gil como presidente provisional y propuso la designación de un nuevo presidente provisional por las cámaras legislativas si en su mayoría apoyaban el plan, y nombró como encargado del Ejecutivo para que de no contar con el apoyo de las cámaras, convocara a elecciones, al general de División José Gonzalo Escobar, jefe de este movimiento y del “Ejército Renovador de la Revolución ” integrado por los rebeldes.

El general José Gonzalo Escobar, nació en 1892 en Mazatlán, Sinaloa. En 1913 se incorporó al ejército constitucionalista, destacó en el Cuerpo de Ejército del Noroeste. Derrotó a Villa en 1914 y 1915. Participó en la rebelión de Agua Prieta contra Carranza. Como jefe de operaciones en varias entidades federativas, luchó contra la rebelión delahuertista en la batalla de Palo Verde y en la toma de Ocotlán en 1924. Combatió la rebelión del general Arnulfo R. Gómez en 1927, a quien derrotó, hizo prisionero y ejecutó. Dos años después tomó las armas contra Calles, siendo Jefe de Operaciones Militares en Coahuila.

El motivo de la sublevación fue el descontento provocado por el predominio del expresidente Calles, cuya “sed insaciable de poder y de riqueza lo ha convertido en el gran maestro de la mistificación y de la farsa...el judío de la Revolución Mexicana”, que ha hecho de la política un “mercado vulgar en donde se cotiza todo, desde la moral y la ley escrita, hasta el honor y la dignidad del ciudadano... responsable verdadero e indirecto” del asesinato de Álvaro Obregón. Desconocieron al presidente Portes Gil porque pensaron que era “el instrumento ciego” de Calles. E intentaron acabar su influencia y su intención de “seguir imponiendo el capricho de su voluntad sobre la Ley, sobre las instituciones y sobre la voluntad suprema del Pueblo...imponiendo en la Presidencia de la República, por la fuerza de las bayonetas y del crimen, a uno de sus títeres, a uno de sus instrumentos, a uno de los miembros de su farándula (Ortiz Rubio).” Los levantados apoyaban la candidatura presidencial del licenciado Gilberto Valenzuela.

Para hacer triunfar el plan convocaron a las armas: “Abajo el predominio de Plutarco Ellas Calles. Abajo la Imposición. Hay que exterminar ahora a los traidores de la Revolución y de la Libertad”. Entre los firmantes más destacados del Plan de Hermosillo figuraron los generales Francisco R. Manzo, Roberto Cruz, Ramón F. Iturbe, Marcelo Caraveo, Jesús M. Aguirre y Francisco Urbalejo; el gobernador de Sonora, general Fausto Topete; el senador Alejo Bay y los diputados Ricardo Topete, Alfredo Romo, Adalberto González, Aurelio Manrique, Adalberto Encinas, J. R. Rizo, Gabriel V. Monteverde, y muchos más civiles y militares.

La rebelión se extendió por Sonora, Sinaloa, Veracruz, Durango, Coahuila, Nayarit, Zacatecas, Jalisco, Oaxaca y Chihuahua. Los sublevados llegaron a tomar las plazas de Monterrey, Veracruz, Torreón y otras en los estados de Chihuahua, Sinaloa y Sonora; en algunos de estas entidades sus dirigentes ocupaban la Jefatura de Operaciones Militares o la gubernatura. Los rebeldes llegaron a reunir unos 17000 soldados y oficiales (28% del ejército nacional).

Como Jefe Supremo del Ejército Renovador, Escobar lanzó dos decretos: uno en el que disponía la no reelección presidencial y otro en el que derogaba las leyes que regulaban las actividades del clero. Asimismo, estableció consulados en varias ciudades norteamericanas.

Calles dirigió contra ellos tres divisiones al mando de los generales Cedillo, Almazán y Cárdenas, y en menos de un mes sofocó la insurrección. A su triunfo contribuyeron las fuerzas irregulares de campesinos de la Liga Nacional Campesina y del Partido Comunista Mexicano, que lucharon en Durango, Zacatecas y La Laguna. Sin embargo, los resultados fueron devastadores pues además de los más de dos mil muertos y los más de cien millones de pesos a que ascendieron los gastos militares, las vías férreas y los ferrocarriles fueron destruidos y los bancos saqueados.

Con la derrota del “escobarismo” se logró la depuración del ejército, en el cual sólo quedaron los oficiales leales al régimen institucional propiciado por Calles. El resto murió en campaña o salió al exilio. En adelante, los generales políticos de la revolución jamás volverán otra vez a tener la capacidad suficiente para aspirar a tomar el poder.

Escobar huyó a Canadá; volverá al país hasta el año de 1943 y morirá en la Ciudad de México en 1969.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.