Mayo 5 de 1989
Con un acto masivo de unas 35,000 personas, en la Plaza de la Constitución, hoy se inicia la asamblea constitutiva del Partido de la Revolución Democrática PRD. Cuenta con cerca de 80,000 afiliados, “sólo en esta primera fase”, ya que el proceso de organización del nuevo partido culminará dentro de un año con su primer congreso nacional. El Ing. Cuauhtémoc Cárdenas informa a los asistentes que ya es posible la fundación de la nueva organización política: "tenemos constancias de 242 asambleas y la afiliación rebasa por mucho el número de militantes que marca la ley...es la primera vez que un partido se organiza cumpliendo los requisitos de un código particularmente antidemocrático y quizá la única, si logramos reformas positivas en la legislación electoral".
El nuevo instituto político pretenderá “restaurar la República, rescatarla del entreguismo, la corrupción y la antidemocracia, tornar productiva la economía en beneficio del pueblo y orientar el desarrollo social hacia una igualdad amplia y real.”.
En la revista Proceso se relata este inicio de la asamblea constitutiva: “El momento más emotivo del mitin ocurrió al final de la concentración, cuando Cuauhtémoc Cárdenas expresó: ‘El partido del pueblo mexicano, el partido que nació el 6 de julio, nuestro partido de hoy el partido de mañana, el partido que demanda ¡democracia ya, patria para todos!’.
Con la "V" de la victoria en alto, los miles de cardenistas entonaron el Himno Nacional; posteriormente, los grupos más cercanos al estrado principal formaron una valla, en medio de aclamaciones, para que pasara el líder perredista.”
Es así como, a partir de una ruptura con el partido Revolucionario Institucional (PRI), se constituye el Partido de la Revolución Democrática (PRD); su antecedente inmediato es el Frente Democrático Nacional (FDN).
Durante casi setenta años el poder presidencial había estado en manos de un partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) este “monopolio sistemático del poder” fue posible por el control del sistema electoral, las condiciones de inequidad de las campañas electorales y fraudes electorales como los que se dieron en 1929, 1940, 1952 y 1988.
Escribe Lorenzo Meyer (“El presidencialismo mexicano en busca del justo medio”) que “el férreo control del presidente sobre el poderoso partido de Estado, en sí mismo no era ilegal, aunque desde luego no era legítimo pues no correspondía al espíritu democrático. Sin embargo, la combinación de ese gran poder meta-constitucional con el constitucional, llevó de manera inevitable a que el presidente mexicano desarrollara la propensión a ejercer un poder francamente anticonstitucional cuando así lo considerara apropiado… La falta de contrapesos en el sistema presidencialista mexicano, llevó a que ciertas políticas económicas erróneas no pudieran corregirse a tiempo y desembocaran en crisis mayúsculas… la quiebra… de la “economía presidencial… llevó al empobrecimiento de una capa muy amplia de la sociedad mexicana y lo que nutrió las filas del descontento con la presidencia y el régimen en su conjunto … Fue ese descontento, desde la base hasta la burguesía, todos afectados por la irresponsabilidad y la corrupción oficial, lo que desembocó en una ruptura dentro del partido oficial y en la formación de una coalición de centro izquierda bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas, que finalmente cristalizó en un partido: el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y en una especie de insurrección electoral en 1988. Por otro lado, un número significativo de empresarios descontentos con la política del presidente y su partido —les alarmó e irritó la nacionalización del sistema bancario al final de 1982—, dio un notable impulso al Partido Acción Nacional (PAN), una organización de centroderecha formada en 1939, pero que hasta inicios de los años ochenta se había comportado más como un grupo de presión que como una organización partidista en busca del poder. Finalmente, el descontento desembocó también en una rebelión indígena armada en Chiapas en 1994, encabezada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y en otros brotes guerrilleros de menor envergadura, encabezados por el Ejército Popular Revolucionario”.
Por eso, en 1986 se formó al interior del PRI el Movimiento de Renovación Democrática, que cuestionaba los procedimientos autoritarios de designación de cargos de elección popular; denunciaba la derechización del partido y del gobierno, y se oponía a la tecnocratización de los liderazgos y al abandono de los ideales de la Revolución Mexicana.
En 1987 el grupo llamado Corriente Democrática (CD) cuyos integrantes –entre ellos César Buenrostro, Vicente Fuentes Díaz, Ifigenia Martínez, Porfirio Muñoz Ledo, Carlos Tello y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano-, condenaba el alto costo social y la forma en que dramáticamente afectaba a la nación el sistema económico seguido por el Estado. Decidida a transformar a su partido y al país, la CD, propuso que el PRI se convirtiera en un factor de cambio a la política económica: no sujetarse a los designios del Fondo Monetario Internacional (FMI), replantear la negociación de la deuda externa, emprender políticas de desarrollo económico y de fomento al empleo; su propuesta también incluía el proceso de selección del candidato del partido oficial para las siguientes elecciones. El 14 de octubre de 1987 acordó nominar precandidato a Cuauhtémoc Cárdenas, pero no lo pudieron registrar, la CD fue expulsada del PRI y se separó definitivamente del mismo.
Luego de algunas semanas de negociaciones, el 12 de enero de 1988 en Jalapa, Veracruz, diversos partidos firmaron la plataforma electoral del Frente Democrático Nacional FDN: Por el PARM, Carlos Enrique Cantú Rosa; por el PFCRN, Rafael Aguilar Talamantes; por el PPS, Jorge Cruickshank; por la CD, Porfirio Muñoz Ledo; por el PSD, Ana Irene Arellano; por el PRD, Roberto Jaramillo; por el PVM, Eusebio Bravo; por Fuerzas Progresistas, Celia Torres y por el CNOC, Leopoldo López. Se adhirieron también al FDN grupos y partidos de izquierda aunque con diferentes principios ideológicos: el Partido Socialdemócrata, el Partido Revolucionario Socialista, Unidad Democrática, Fuerzas Progresistas, Consejo Nacional Obrero y Campesino, Punto Crítico, Partido Liberal, Movimiento al Socialismo, Grupo Polifórum, Consejo Nacional Cardenista, Convergencia Democrática y Organización de Izquierda Revolucionaria.
Los resultados electorales de elecciones del 6 de julio de 1988, marcados por la “caída del sistema”, convencieron a muy pocos. Tras la derrota en los comicios de ese año, hubo disputas porque algunos líderes no deseaban ser absorbidos por la figura caudillista y unipersonal de Cuauhtémoc Cárdenas y por las posiciones ideológicas de los miembros.
El 21 de octubre de 1988 fue dada a conocer la convocatoria para constituir el “partido de la democracia, de la Revolución Mexicana, de la unidad patriótica, de la reivindicación nacional y popular, de la constitucionalidad y el progreso”; respondieron a ella miles de ciudadanos sin afiliación partidista. En el mes de marzo de 1989, Cuauhtémoc Cárdenas convocó a las fuerzas del FDN a formar un sólo partido; el PARM, el PPS y el PFCRN se separaron para mantener su registro y su identidad. Los demás organizaron asambleas para cumplir con los requisitos de la ley electoral; pero como su capacidad de convocatoria se había reducido con mucho, las fuerzas que se fusionaron lo hicieron usando el registro del Partido Mexicano Socialista PMS.
Es así como hoy, 5 de mayo de 1989, se realiza la Asamblea Nacional Constitutiva del PRD. Adolfo Gilly, (“El Perfil del PRD: Cuestión Abierta”, Nexos, No. 353), refiere que en el PRD convergen cuatro corrientes históricas:
“a) El cardenismo, proveniente del Movimiento de Liberación Nacional, de la Tendencia Democrática y del testamento de Lázaro Cárdenas.
b) El nacionalismo estatal, proveniente de sectores de anteriores gobiernos priístas definitivamente desplazados a partir de 1982.
c) El socialismo independiente, cuyos orígenes se reconocen en diversos movimientos de la izquierda mexicana que se remontan a los años 20 y 30 y se renuevan después de 1968, en los años 70 y la primera mitad de los 80.
d) El comunismo mexicano, cuyo paradigma y punto de referencia (aun tomando distancias desde fines de los años 60, como lo hizo el Partido Comunista Italiano) fueron los regímenes estatales de la Unión Soviética, Cuba y similares del Este europeo, y cuya matriz principal pero no única fue el antiguo Partido Comunista Mexicano”.
El 26 de mayo de 1989, la Comisión Federal Electoral aprobará el cambio de nombre del Partido Mexicano Socialista por el del Partido de la Revolución Democrática. El PRD adoptará para su escudo los colores verde, blanco y rojo, como representación de su ideología revolucionaria; pero ante la posibilidad de confusión con el emblema del PRI, la CFE le dará un plazo de 30 días para modificarlo; es cuando escogerán los colores amarillo y negro con un sol azteca. Su lema será: “Democracia ya, Patria para todos”.
Un año después de su constitución formal, el PRD tendrá serias dificultades para lograr su consolidación, entre ellas, represión del gobierno salinista, criterios opuestos sobre la organización y perfil del partido, pugnas al interior de varios comités estatales que impidieron la realización de los congresos estatales; ineficiencia en el cumplimiento de las tareas partidarias y crisis financiera. Así como descoordinación para organizar su Primer Congreso Nacional para elegir su dirección nacional definitiva y establecer la línea de su propuesta de programa.
Pascal Beltrán del Río (“En busca de consolidarse, a un año de nacido el PRD no encuentra su perfil”, Proceso, No. 705), referirá en su análisis que las discrepancias surgieron cuando fue emitido el proyecto de convocatoria al congreso, presentado por el entonces secretario de Organización del PRD, senador Porfirio Muñoz Ledo, mismo que fue objetado por varios consejeros por considerar que “el documento priorizaba la elección de dirigentes sobre el debate político… incluso, Cuauhtémoc Cárdenas fue de los que votaron contra la propuesta…”. La reunión plenaria tuvo que ser pospuesta dos veces y finalmente reemplazada, por una junta del comité ejecutivo nacional “en la que Cuauhtémoc Cárdenas propuso una reestructuración completa de la dirigencia nacional, elegida en junio pasado. Muñoz Ledo fue removido como secretario de Organización. Lo mismo sucedió con Ricardo Valero, en Relaciones Internacionales, y con Gilberto Rincón Gallardo, en Acción Electoral. Los dos primeros pasaron a formar parte, junto con Cárdenas, Heberto Castillo, Arnoldo Martínez Verdugo, Mario Saucedo y Moisés Rivera, de una comisión coordinadora del CEN”.
En la organización habrá otros cambios como los siguientes: los miembros de la comisión coordinadora se ocuparon de sus tareas “específicas” asignadas (“estrategia partidaria, propuestas políticas y programas, planes y acciones de gobierno, desarrollo institucional y relaciones partidarias”; y “las secretarías de Organización, Acción Electoral y Capacitación Política quedaron fusionadas en una sola, a cargo de Saúl Escobar, Antonio Santos, Rodolfo Armenia y Humberto Zazueta. Los únicos que mantuvieron sus cargos en el CEN fueron Samuel I. del Villar (Asuntos Jurídicos), Cristóbal Arias (Acción Agraria) y Ricardo Pascoe Pierce (Comunicación y Divulgación)”. Refiera también Beltrán del Río, que los cambios fueron interpretados más allá de un mero reacomodo administrativo y que “en los hechos significaron la derrota del grupo encabezado por el senador Muñoz Ledo y Amoldo Martínez Verdugo”.
Entre junio y julio de 1990, será realizado el Primer Foro Nacional de Estatutos. En la de Declaración de Principios aprobada, el PRD se definirá como “una organización creada por la libre voluntad de los ciudadanos que respondieron al llamamiento al pueblo de México del 21 de noviembre de 1988… (que postula) como objetivos la plena igualdad entre el hombre y la mujer… la defensa de las minorías étnicas y el derecho a desarrollar su cultura y formas de organización… Respetamos y luchamos por hacer respetar las libertades individuales; de expresión, de culto, de afiliación política, de manifestación, de sufragio…. Para arribar a un sistema cabalmente democrático debemos superar el presidencialismo concentrador de facultades legales y extralegales; la subordinación de los otros poderes públicos; la violación de los derechos humanos y de las garantías individuales y sociales; la ilegalidad en que no pocas veces actúan las autoridades públicas de distinto rango; los fraudes electorales recurrentes. Por el contrario, la institución presidencial debe estar sujeta a funcionar conforme a facultades claramente controladas y limitadas, a través del auténtico equilibrio de poderes, la descentralización en la toma de decisiones, una mayor autonomía de los gobiernos estatales y un municipio realmente libre, el respeto cabal a los derechos humanos y a las garantías constitucionales, la plena vigencia de la legalidad y el desenvolvimiento de contiendas electorales basadas en el respeto irrestricto a la voluntad popular…. Luchamos por la plena vigencia de los derechos humanos en su acepción moderna, incluidos los derechos políticos tal como lo define la Organización de las Naciones Unidas. El PRD condena los tratos infamantes utilizados por corporaciones policíacas y cuerpos paramilitares. Considera la tortura, la desaparición de personas y el asesinato político, crímenes contra la humanidad y contra la nación y exige el castigo de los responsables materiales e intelectuales de esos delitos…. El PRD propone hacer efectivo el derecho constitucional al trabajo digno y socialmente útil.”
Poco a poco irá logrando algunos éxitos y aun cuando pierde la elección presidencial de 1994, tres años después ganará la Jefatura del gobierno del Distrito Federal. No obstante, para 1999 sus conflictos internos debilitarán su institucionalización como partido y el costo político se verá reflejado en la baja preferencia electoral en el año 2000.
Ifigenia Martínez en el aniversario 18 del PRD escribirá en el periódico El Universal: “Somos un partido congruente… El primer programa del PRD, publicado por el Instituto de Estudios de la Revolución Democrática en 1993, contiene los postulados básicos que han normado nuestra filosofía desde entonces: 1. La democratización del Estado y de la sociedad, fundamentada en la soberanía popular con elecciones libres e imparciales, en la reforma del Estado y la nueva constitucionalidad… 2. Un crecimiento económico con equidad y fincado en el desarrollo, el empleo, la productividad (base indispensable de la competitividad), la planeación y el control de las finanzas públicas, el fomento no inflacionario de una reestructuración productiva sectorial y regional que garantice la suficiencia alimentaria y el bienestar rural, la administración de los hidrocarburos como fundamento de una estrategia energética para el desarrollo, una política de industrialización (en un país desindustrializado por el TLCAN), la investigación científica y el desarrollo tecnológico alrededor de los objetivos de un sistema nacional de planeación del desarrollo regional que no existe. 3. Un nuevo pacto social para combatir la desigualdad, revalorar el trabajo y recuperar el ingreso de los trabajadores garantizando la universalidad de los derechos sociales fundamentales: educación, salud y seguridad social, y vivienda digna, poniendo énfasis en el derecho a la seguridad y el bienestar de la sociedad rural. 4. Finalmente, la participación activa en los movimientos internacionales hacia un orden internacional justo y democrático, en relación estrecha y fraternal con los países latinoamericanos, con los miembros de la Internacional Socialista y con los grupos democráticos de América del Norte”.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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