Abril 24 de 1920
El plan, formulado por Luis L. León y Gilberto Valenzuela, considera “que el actual Presidente de la República, C. Venustiano Carranza, se había constituido en Jefe de un partido político, y persiguiendo el triunfo de ese partido ha burlado de una manera sistemática el voto popular; ha suspendido, de hecho las garantías individuales; ha atentado repetidas veces contra la soberanía de los Estados y ha desvirtuado radicalmente la organización de la República”.
Y que “habiendo agotado todos los medios pacíficos para encauzar los procedimientos del repetido Primer Mandatario de la Federación por las vías constitucionales, sin haberse logrado tal finalidad, ha llegado el momento del que el pueblo mexicano arme toda su soberanía, revocando al mandatario infiel el poder que le había conferido y reivindicado el imperio absoluto de sus instituciones y de sus leyes”.
En consecuencia, propone el “Plan Orgánico del Movimiento Reinvindicador de la Democracia y de la Ley”, cuyos principales artículos disponen:
“Art. I.- Cesa en el ejercicio del Poder Ejecutivo de la Federación el C. Venustiano Carranza.
Art. II.- Se desconoce a los funcionarios públicos cuya investidura tenga origen en las últimas elecciones de Poderes Locales verificados en los Estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Querétaro, Nuevo León y Tamaulipas.
Art. VII. Todos los generales, jefes, oficiales y soldados que secunden este Plan constituirán el Ejército Libre Constitucional. El actual gobernador constitucional de Sonora, C. Adolfo de la Huerta, tendrá interinamente el carácter de Jefe Supremo del Ejército con todas las facultades necesarias para la organización política y administrativa de este movimiento.
Art. XVII. El Jefe Supremo del Ejército Liberal Constitucionalista, y todas las autoridades civiles y militares que secunden este Plan impartirán garantías a nacionales y extranjeros y protegerán muy especialmente el desarrollo de la industria, el comercio y de todos los negocios”.
Asimismo, se desconoce al Ayuntamiento de la ciudad de México y se propone la designación de un presidente provisional de la República y la convocatoria a elecciones presidenciales. El plan es firmado por el General de División, P. Elías Calles, los Generales de Brigada Ángel Flores, Francisco R. Manzo, Juan Cruz, Lino Morales, Francisco R. Serrano; otros oficiales de ejército y civiles.
El plan es una respuesta militar a la intención de Carranza de imponer al civil Ignacio Bonillas sobre el natural y popular candidato presidencial Álvaro Obregón. Este mismo día, Ignacio Bonillas suspende su campaña electoral.
Meses antes, desde finales de 1918, ya se percibía una gran impaciencia electoral; tal efervescencia política prolongada, favoreció que el grupo constitucionalista se dividiera. Al paso de los meses, para las elecciones de 1920 se perfilaban las candidaturas de Álvaro Obregón quien mediante un manifiesto se declaró candidato, acusó a Carranza de ser incapaz de pacificar el país e inició su gira electoral por varios estados; de Pablo González nominado por la Liga Democrática y de Ignacio Bonillas, del Partido Nacional Democrático, abiertamente apoyado por Carranza que pretendía que le sucediera un gobierno civilista.
La rebelión de Agua Prieta aprovecha una serie de conflictos para acusar a Carranza de una supuesta violación a la soberanía del Estado de Sonora y hacer estallar el movimiento a favor de Obregón.
Así, al acordarse la federalización de los ríos San Miguel Horcasitas y Sonora, Adolfo de la Huerta, gobernador interino, (Calles era el Gobernador constitucional) pidió la reconsideración del acuerdo el 13 de enero de 1920. La petición fue denegada por la agencia de la Secretaría de Agricultura y Fomento. La negación le hizo separarse de Carranza.
Por otra parte, a fines de 1919, el presidente Carranza había nombrado a Juan José Ríos, jefe de Operaciones Militares en Sonora, en lugar de Juan Torres. Calles, hizo ver a De la Huerta que Ríos fue removido por ser considerado partidario de Obregón. Luego se dio a conocer que la jefatura de operaciones militares de Sonora, dependería del divisionario Manuel M. Diéguez, recién nombrado Comandante en jefe de Operaciones del Pacifico, quien era adepto a Carranza y tenía antecedentes de actuar rudamente contra los Yaquis. El 30 de marzo, De la Huerta solicitó a Carranza reconsiderar la orden de movilización de un numeroso contingente militar, así como la presencia de Diéguez. Carranza respondió que un movimiento de tropas no implicaba atentar contra la soberanía local y que no creía que por la sola presencia de un comandante militar los yaquis se fueran a rebelar. En el ínterin, se interceptó un mensaje en clave enviado por Carranza a Murguía -jefe de operaciones en Chihuahua- ordenando aprehender a Obregón.
El 7 de abril, la prensa publicó que un contingente de 8 mil hombres, iría a Sonora para exterminar a los yaquis. Calles escribió a Diéguez que si marchaban las tropas por Sonora, podría haber guerra civil. El Congreso local dio facultades extraordinarios al gobernador De la Huerta y Calles es nombrado comandante militar.
El 11 de abril, los tres poderes de Sonora dieron a conocer al pueblo los agravios y argumentos que tenían en el conflicto con Carranza. El 13 de abril, el general Juan Barragán dijo a la prensa que los sonorenses se habían rebelado al reasumir su soberanía. Juan José Ríos fue desconocido por las tropas federales que estaban bajo su mando, con lo que Calles dominó el poder militar de Sonora y dijo contar con 25 mil hombres. Diéguez pidió a Amado Aguirre que fuera a someter “a un estado de la federación que intentaba sustraerse del pacto federal, y le prometía un grado militar inmediato superior al que ostentaba, es decir, general de brigada. Aguirre permaneció fiel al obregonismo y después de un par de entrevistas fue informado por un telegrafista de su confianza, que Diéguez le había manifestado a Carranza que lo convencería de tomar el mando de la columna, o de no hacerlo, lo aprehendería. Aguirre se dirigió de inmediato a Ahualulco y Etzatlán, donde comenzó a organizar tropas para hacerle frente a la situación.”
Mientras esto ocurría, con el claro objetivo de perturbar su campaña electoral, Obregón fue llamado a declarar al juicio por sedición contra el Gral. Roberto Cejudo, y al rehusarse, por sus ligas con él, fue acusado de conspiración y rebeldía, por lo que se dieron instrucciones de aprehenderlo. Obregón escapó el 14 de abril de sus vigilantes que esperaban el momento oportuno para detenerlo. Disfrazado de ferrocarrilero y protegido por ese gremio, salió de la ciudad de México y se dirigió al estado de Guerrero. En Chilpancingo denunciará la intención de Carranza de imponer a Bonillas y se unirá al Plan.
Las adhesiones al movimiento cundirán por todo el país. En menos de un mes, la mayoría de los jefes militares desconocerán a Carranza y aun el grupo militar más importante con el que pudo haber contado don Venustiano, el de Pablo González, se sublevará también. Los zapatistas se les unirán porque culpan a Carranza del asesinato de su jefe. Prácticamente todo el territorio del país estará en manos de los rebeldes. Don Venustiano abandonará la ciudad de México el 7 de mayo de 1920, en un intento de instalar su gobierno en Veracruz, pero será asesinado en Tlaxcalantongo. El triunfo de la rebelión sonorense dejará a Obregón el camino libre hacia la Presidencia de la República.
La Cámara de Diputados nombrará presidente interino a De la Huerta el 24 de mayo de 1920 y en el teatro Colón, María Conesa estrenará la revista “La huerta de Don Adolfo”.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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