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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Hernán Cortés funda la Villa Rica de la Veracruz

22 de Abril de 1519

Hernán Cortés, al darse cuenta de que está en posibilidad de “abandonar el miserable empleo de mercader de rescates y convertirse en poderoso conquistador” por la superioridad que su armamento frente a las armas indígenas, por la existencia de grandes señoríos en guerra constante con los mexica o dominados por ellos que ansían su liberación y porque puede aliarse con los enemigos de Moctezuma, decide conquistar nuevos territorios para los reyes de España con fundamento en el derecho de conquista otorgado por la bula de Alejandro VI de 4 de mayo de 1493, ya que estas tierras están comprendidas en la concesión de dominio. Sin embargo, legalmente, sólo trae un poder de Diego de Velázquez y éste sería el principal beneficiario de sus esfuerzos; por eso, para romper el lazo con él, decide fundar en los arenales de Chalchiucueyehcan una ciudad con su ayuntamiento; así dispondrá de un dominio real y podrá separarse de la dependencia del gobierno de Cuba. Es con estos propósitos que hoy funda, “en nombre de los muy poderosos, excelentísimos, muy católicos y muy grandes reyes y señores Juana y el emperador Carlos V, su hijos, la Villa Rica de la Vera Cruz”.

Días antes, Francisco de Montejo -enviado por Cortés a explorar por mar- había encontrado un sitio llamado Quiahuiztla, en tierra de los totonacos y habiendo llegado el ejército a ese punto, se dividieron las opiniones: unos sólo se conformaban con el botín, otros no querían arriesgar sus vidas, y los leales a Velázquez, no querían romper el vínculo con Cuba. Ante el descontento, ayer Cortés ordenó mañosamente el embarque para el día siguiente y anunció que todos volverían a Cuba. Pero por la noche, sus seguidores se pusieron de acuerdo, persuadieron a otros y por la mañana de hoy en el campamento mismo en que estaban, fundan la ciudad, levantan algunas enramadas por casas, hacen una picota en la plaza y una horca fuera de la puebla, eligen como alcaldes ordinarios a Portocarrero (amigo de Cortés) y Montejo (leal a Velázquez) y nombran regidores a Alonso de Ávila, a los dos Alvarado y a Sandoval, alguacil mayor a Juan de Escalante, capitán de entradas a Pedro de Alvarado, maestre de campo a Olid, alférez real a Corral, procurador a Álvarez Chico, tesorero a Gonzalo Mejía, contador a Alonso de Ávila, alguaciles del real a Ochoa y Romero y escribano a Diego Godoy, todos ellos partidarios de Cortés. Así termina la protesta y queda en el territorio sólo la autoridad del rey de España.

Fernando Benítez (Veracruz, nuestra primera ciudad) evoca lo que siguió a la designación del primer ayuntamiento en América:

“Poco más tarde, en una mesa cubierta con un paño bordado se instala solemnemente el ayuntamiento. Descubierto, llega Cortés vestido de gala. Con mano firme se desabrocha el jubón de terciopelo, y del pecho saca las instrucciones de Velázquez, poniéndolas respetuosamente sobre la mesa. Su voz no se altera: ‘Constituido el ayuntamiento, extinguida la autoridad de Velázquez, viene a ofrecer ante la representación popular la formal renuncia del cargo de capitán general que le hiciera el gobernador.’

“El ayuntamiento solicita un plazo razonable para deliberar y le ordena que se retire. A poco, un guardia armado vuelve a llevar al extremeño a la mesa concejil. Alcaldes y regidores se ponen de pie, declarando que, después de graves reflexiones, han decidido anular el poder antiguo, revistiendo de los títulos de justicia mayor y de capitán general a don Hernando Cortés.

“El espíritu legalista español puede celebrar uno de sus mejores triunfos. ‘De una plumada --escribe Prescott-, el campamento militar se ha transformado en una comunidad civil.’ Y no sólo eso. Ha nacido la primera ciudad y el primer-ayuntamiento de México. No son otra cosa que una pura entelequia municipal, pero sobre esta entelequia descansará la estructura legal de la Conquista. Cortés ha dejado de ser el lugarteniente de Velázquez para constituirse, por derecho propio, en la autoridad máxima de la expedición española.”

Cortés, después de fingir rehusar el nombramiento, lo acepta y dona a la nueva villa los bastimentos que hay en las naves. A los seguidores de Velázquez los manda a explorar y apresar en la capitana y luego los hace sus amigos con dádivas.

Después, con cuatrocientos hombres y dos falconetes, Cortés se dirigirá rumbo a Quiahuiztla y en el camino recibirá una embajada del cacique de Cempualla, quien lo invitará a pasar a su pueblo. La ciudad bien construida, con más de 25,000 habitantes y más de treinta pueblos de su jurisdicción, se aliará con Cortés. Quieren sacudirse del dominio de los mexica.

Concluye Benítez: “Atrás quedó la recién fundada Villa Rica de la Vera Cruz. Poca cosa era en verdad aquella ciudad nacida accidentalmente del choque de dos facciones rivales. Las hoscas figuras de la horca y de la picota, símbolos de la jurisdicción municipal, indicaron a los pocos navegantes que años después visitaron el arenal, que allí se había erigido una comunidad española.”

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.