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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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El PNR se convierte en el Partido de la Revolución Mexicana.

Marzo 30 de 1938

A las 15:30 horas, Silvano Barba González declara formalmente constituido el nuevo Partido. Nace bajo el lema “Por una Democracia de los Trabajadores”. Su declaración de principios acepta el sistema democrático de gobierno; señala que las conquistas de “nuestro movimiento social son resultado de la lucha permanente del pueblo”; reconoce la existencia de la lucha de clases como inherente al régimen capitalista y sostiene el derecho de los trabajadores de contender por el poder político para usarlo en su mejoramiento; considera como objetivo la preparación del pueblo para implantar una democracia de trabajadores y para llegar al régimen socialista.

Exige colocar a la mujer en un plano de derechos y prerrogativas idénticas a las de los varones. Lucha por la colectivización de la agricultura, el apoyo a la clase obrera y el derecho a la huelga, el combate contra el fascismo o cualquier otra forma de opresión “que adopte la clase privilegiada de la sociedad con perjuicio de las libertades de los trabajadores y otros sectores del pueblo”, la intervención del Estado en la economía, la implantación de un programa educativo oficial en las escuelas particulares, la no intervención y autodeterminación de los pueblos como principios rectores del derecho internacional, la libertad para los indígenas, el establecimiento del Seguro Social, el control de los precios y el fomento a la construcción de habitaciones populares.

El pacto constitutivo del PRM establece que las ligas de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos y la Confederación Campesina Mexicana formarán el sector agrario. La Confederación de Trabajadores de México, la Confederación Regional de Obreros Mexicanos, la Confederación General de Trabajadores, el Sindicato de Electricistas y el Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana, el sector obrero. Los miembros del Ejército y la Armada, el sector militar, pero en su exclusivo carácter de ciudadanos y no en representación del ejército. Se crea un cuarto sector, el Popular, formado con cooperativistas, artesanos, industriales, estudiantes, profesionistas, etc.

Los sectores campesino, obrero y popular conservarán plena autonomía en la consecución de sus finalidades específicas. Los cuatro sectores se obligan a intervenir en política electoral exclusivamente por medio del partido. Las agrupaciones campesinas se comprometen, además, a no admitir en su seno a los contingentes que a la fecha pertenecieran a cualquiera de las organizaciones obreras, y éstas a su vez se obligan a no admitir elementos de las agrupaciones campesinas.

En los estatutos se establece una organización territorial compuesta por Comités Ejecutivos Regionales en los estados, territorios y el Distrito Federal, así como Comités y Subcomités Municipales.

Luis I. Rodríguez, gobernador de Guanajuato, preside el Comité Central Ejecutivo del PRM y el Secretariado del mismo queda integrado de la manera siguiente: León García, acción agraria; Alfonso Sánchez Madariaga, acción obrera; Edmundo Sánchez Cano, acción social militar; y Leopoldo Hernández, acción cultural y popular.

Meses antes, el 18 de diciembre de 1937, el presidente Cárdenas había planteado en un manifiesto la necesidad de que el PNR “se transforme en un partido de trabajadores en el que el derecho y opinión de las mayorías sean la forma fundamental de su propósito, y el bienestar general y engrandecimiento de la patria la línea que los una al poder público, haciendo de éste una prolongación de las determinaciones de la colectividad organizada”. Asimismo, daba a conocer la derogación del acuerdo con base al cual se descontaba a los empleados públicos una semana de sueldos para financiar al PNR. Y terminaba proponiendo que todos los miembros y sectores que pertenezcan al partido “tengan la seguridad de obtener una representación proporcional en todos los puestos de elección popular y en los directivos del propio partido”.

Se inicia así el corporativismo al quedar obligatoriamente afiliada al PRM la mayoría de la fuerza laboral del país. Arnaldo Córdova (La Política de Masas del Cardenismo) analiza la transformación del PNR en PRM: "...la diferencia más notable entre el PNR y el PRM...estriba en el reforzamiento de su carácter de partido “indirecto”, formado por la unión de grupos sociales de base: sindicatos, cooperativistas, etc...

“Los sectores devenían los verdaderos sujetos del juego político; los individuos que lo representaban y las instituciones y los órganos del Estado, de golpe, se convertían en criaturas de los sectores mismos...

“La conjunción entre pueblo y Estado no acababa de darse. La organización de los trabajadores y la transformación consecuente del PNR operó el milagro y el Estado, finalmente, encontró al pueblo que necesitaba para legitimarse en la sociedad mexicana. El pueblo se organizaba  y, a su vez, organizaba al Estado; he aquí la síntesis a que daba lugar el esfuerzo político del cardenismo...

“La solución corporativista, en pos de la cual se canalizó el proceso de organización de las masas trabajadoras, denota la forma específica que cobró en México la dominación política y económica de las propias masas y es un fenómeno sobre el cual descansa todo el armazón institucional del país.

“El partido resurgía como un administrador de corporaciones, más que como un administrador de masas. Y sus funciones como tal consistían ahora en cuidar que cada organización mantuviera su autonomía y su aislamiento, en atender las disputas o dificultades que se dieran entre ellas, en coordinar sus movimientos, sobre todo en época de elecciones, y mantenerlas unidas, en su aislamiento, bajo la égida del Estado”.

Se trata así, de organizar una alianza de clases como un gran frente popular para consolidar al Estado  de la Revolución como interventor y rector de la vida social a fin de realizar las reformas necesarias para construir económicamente al país y asegurar su independencia frente al exterior. El costo será la pérdida de independencia ideológica, organizativa y política de las masas, así como la cancelación de toda oportunidad de competencia y oposición políticas.

Concluye Córdova: “Después de marzo de 1938, a mitad de camino de la gestión cardenista, las movilizaciones terminaron; la reforma agraria bajó su ritmo; la lucha reivindicativa se estancó. Comenzaba a funcionar el nuevo sistema. Las elecciones de 1940 fueron la primera prueba general en la que las masas organizadas servían como plataforma para el cambio institucional del poder presidencial. Se vio entonces cómo, sin posibilidades de decidir nada, eran las que soportaban, como un Atlas colosal, al nuevo régimen institucional.”

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO