Marzo 27 de 1847
Winfield Scott al mando de las tropas invasoras norteamericanas ataca el fuerte de San Juan de Ulúa y el puerto de Veracruz, cuya defensa está a cargo del capitán Juan Morales Landeros. Después varios días de fuerte bombardeo, ambas plazas capitulan debido a la escasez de parque y alimentos porque desde fines del año pasado, fueron bloqueados los puertos de Tampico y Veracruz por la escuadra de Estados Unidos.
Se convino que la guarnición entregaría las armas y quedaría prisionera, que empeñaría su palabra de no volver a servir hasta ser canjeada, que evacuaría la plaza con todos los honores, que los oficiales conservarían sus armas y efectos personales, que el material de guerra y las propiedades públicas pertenecerían a los Estados Unidos; y que se garantizaría una completa protección a los habitantes de la ciudad y sus propiedades, así como una absoluta libertad en el culto y ceremonias religiosas.
La entrega de la plaza se efectuará el próximo 29 de marzo. En Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos se registra lo sucedido en ese día:
“Amaneció el 29. A las ocho de la mañana la artillería saludó al pabellón nacional que se arriaba en Ulúa y en los baluartes de tierra; ¡últimos honores que una guarnición tan desgraciada como valiente podía hacer a su bandera! A las diez, la tropa que haba estado en formación desde las nueve en las calles que se dirigen a la Merced, marchó para el llano de los Cocos, en cuyo centro había una bandera blanca y otra americana. La tropa, formada en columna, apoyaba allí su cabeza, quedando dentro de un cuadro que formaban ocho mil hombres con cuatro baterías. Fungían de intérpretes el teniente coronel D. Manuel Robles y su ayudante D. Joaquín Castillo, que tan valientemente se habían conducido en los días del peligro. El general Worth, haciendo mil cortesanías a nuestros gefes, y rodeado de sus ayudantes, de gran uniforme, se presenta. La hora fatal suena. Los soldados, llorando, se despojan de sus fornituras, y al formar pabellones con sus fusiles, algunos hacen pedazos para no entregarlos al enemigo. Un batallón americano marcha, estrechando los costados de nuestra tropa, y coloca centinelas con cinco pasos de intervalo, para dar las armas que se han dejado.
EI sacrificio estaba consumado; pero los soldados de Veracruz reciban el homenage debido al valor y a la desgracia; el respeto del vencedor. Ni una sola mirada que pudiera parecer insulto recibía nuestra tropa de los soldados enemigos, que mostraban la mayor circunspección. La columna recibe la de marchar por Medellín y no por Vergara, para evitar los insultos de los voluntarios que sus gefes mismos no pueden reprimir. Antes de marchar, desarmada ya la tropa y conservando sus espadas los oficiales, se da a reconocer como gefe de la columna al coronel D. José Francisco López. En ese momento se enarbolaba en Ulúa y en los baluartes el pabellón enemigo, saludado por la marina y por nuestros propios cañones, escitando de nuevo el resentimiento, la desesperación y la amargura de los soldados y aun de las mugeres.
En marcha ya por el camino de Medellín, hicieron su saludo las baterías del cuadro en donde se entregaron las armas, y los médanos, dice la relación de un testigo presencial, los árboles y los techos de las casas, se pusieron azules con la gente vestida color, que apareció sobre ellos gritando: iHurra!
Esta invasión tiene sus antecedentes en el conflicto iniciado con la separación de Texas en 1835 apoyada por el entonces presidente norteamericano Andrew Jackson, y su incorporación en 1845 a los Estados Unidos en franca violación a lo acordado en los Tratados de Velasco. Planteando un problema de límites territoriales, el ahora presidente Polk trató de provocar la declaración de guerra por parte del presidente mexicano Herrera. Al no lograrlo y después de un periodo de propaganda en pro de la marcha hacia México, tuvo de que iniciar la guerra en 1846 por “incumplimiento e insultos constantes de México y el derramamiento de sangre norteamericana en suelo norteamericano”. Pretextos con los que pretendió encubrir su política expansionista.
El próximo 31 de marzo, Santa Anna publicará una proclama señalada por el hecho de que pocas veces el autor se ve tan acertado en lo que dice: "Nosotros mismos, por vergonzoso que sea decirlo, hemos traído con nuestras interminables discordias esa funestísima desgracia".
El puerto permanecerá ocupado hasta julio de 1848, luego de la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, por el que México será despojado de más de la mitad de su territorio original.
Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
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