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Autora: Doralicia Carmona Dávila.

© Derechos Reservados
ISBN 970-95193

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Es asesinado Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI

23 de Marzo de 1994

Alrededor de las 17:00 horas (tiempo de Baja California) de hoy miércoles, al término de un mitin celebrado en la colonia popular Lomas Taurinas, Tijuana, Luís Donaldo Colosio Murrieta recibe dos disparos (en el cráneo y en el abdomen) que lo hacen caer instantáneamente, cuando en medio de música ensordecedora y de una estrujante masa, trataba de abrirse paso en dirección al vehículo que lo conduciría al Club Campestre de Tijuana. Con inexplicables demoras y cambios de vehículos y rutas, Colosio, ya herido fatalmente, es llevado al Hospital General de Tijuana, en donde es declarado oficialmente muerto a las 20:00 horas. El autor del atentado es detenido y se salva de ser linchado por la multitud que rodea el cuerpo del candidato del PRI. Más tarde será identificado como Mario Aburto Martínez, de 23 años de edad, originario de Michoacán y radicado desde hace ocho años en Tijuana.

Colosio arribó hoy alrededor de las 16:05 horas al aeropuerto “Abelardo L. Rodríguez” de la ciudad de Tijuana y se dirigió a Lomas Taurinas, en donde se celebraría el primer acto programado para esta tarde. Ahí subió al templete improvisado, montado sobre una camioneta, ubicada en una explanada en pendiente sobre la calle “La Punta” de la colonia mencionada. Extrañamente, pese a haber sido aprobado el lugar por el experimentado general Domiro García Reyes, del Estado Mayor Presidencial, las condiciones no podían haber sido más inseguras porque, entre otros riesgos había un único punto de acceso (un puente de madera, de tres o cuatro metros de largo, que conectaba la explanada a un camino sin pavimentar). Curiosamente también, el general Domiro no se hallaba junto al candidato al momento de los disparos, ni lo acompañaba en la gira el coordinador de la campaña Ernesto Zedillo (quien sustituirá a Colosio tres días después). Al mitin asistían unas 4 mil personas, y al finalizar el mismo fue cuando ocurrió el atentado.

A partir de de ese momento, comenzarán la confusión, las dudas y las distintas versiones sobre lo ocurrido: que si Colosio había recibido un solo disparo o dos; que si se trató de un asesino solitario o fue víctima de un complot en el que participaron no menos de cuatro sicarios; que si el verdadero asesino material fue suplantado o sólo fue rasurado y pelado  a rape por un error lamentable de sus custodios, pues había aparentes diferencias físicas entre el sujeto aprehendido en Lomas Taurinas y el recluido en prisión; por qué el entonces gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, interrogó a solas al supuesto asesino unas horas después del atentado y en cambio, las investigaciones policiales fueron incompletas y sospechosamente demoradas; y por qué se liberó a Jorge Antonio Sánchez Ortega, sospechoso detenido en el lugar de los hechos, que había disparado arma de fuego según las pruebas periciales.

Desde luego, comenzará la especulación acerca de las motivaciones del asesinato: que fue eliminado por el discurso pronunciado el pasado 6 de marzo, en donde ponía al desnudo la miseria existente en México que había pretendido ocultarse a la comunidad internacional; que fue ejecutado por los cárteles de narcotraficantes temerosos de que cumpliera sus propósitos de combatirlos; que fue liquidado por negarse a renunciar a su candidatura que ya era evidente que no garantizaba el triunfo electoral. Por si fuera poco, se reportará el asesinato de varias personas que supuestamente, podían poseer información acerca del crimen.  Además, con rara premura las autoridades transformarán la escena del asesinato con el pretexto de construir un monumento a la memoria del candidato muerto. También se señalarán posibles autores intelectuales, desde el propio presidente Salinas, hasta Manuel Camacho, quien podía beneficiarse del relevo de Colosio; así como los diversos grupos políticos y empresariales en pugna, vinculados o no al narcotráfico.

La Procuraduría General de la República atraerá el caso (para algunos ilegalmente por tratarse de un delito del fuero común que correspondía tratar al gobierno panista de Ruffo Appel) y las investigaciones avanzarán lenta, torpe y descoordinadamente por las diferentes autoridades locales y federales que intervienen en ellas, en un primer momento bajo la dirección del Procurador General de la República Diego Valadés, quien será el primero en manejar la hipótesis del asesino solitario. Después proseguirán bajo las órdenes del subprocurador especial Miguel Montes (escogido por la viuda de Colosio) quien sostendrá la teoría del complot y consignará a Tranquilino Sánchez Venegas, Vicente Mayoral Valenzuela, Rodolfo Mayoral Esquer y Rodolfo Rivapalacio Tinajero; pero más tarde, echará marcha atrás, sostendrá la tesis del asesino solitario y renunciará a su cargo. Será sustituido por Olga Islas quien ampliará las líneas de investigación, sin mayores resultados; durante su gestión, Mario Aburto será sentenciado en primera instancia a la pena de 42 años de prisión. La sustituirá Pedro Pablo Chapa Bezanilla, quien volverá a sostener la tesis del complot y consignará a Othón Cortés como segundo tirador. Así se sucederán las investigaciones varios años más, pero salvo Mario Aburto, todos los demás inculpados serán puestos en libertad por falta de pruebas.

Lo cierto es que el asesinato de Colosio contribuirá a la salida del PRI de la presidencia de la República. A doce años del asesinato, Ricardo Alemán (El Universal) escribirá: “El responsable material del crimen, Mario Aburto Martínez, purga una larga condena en el penal de alta seguridad de La Palma, en calidad de ‘asesino solitario’; pero lo cierto es que nadie cree que…haya sido un crimen aislado, producto de la exaltación emocional de un ciudadano desconocido como era Aburto…Más bien son muchos los indicios de que el asesinato…fue un crimen político, planeado y perpetrado desde el interior del sistema político mexicano, cuya ejecución y posterior investigación contó con la participación de diversos responsables de instituciones del Estado, y que gracias a esa presunta y harto compleja trama, hoy permanece como uno de los grandes misterios sin resolver….Colosio fue asesinado, sin duda, porque era incómodo para alguien, por algo que se proponía o que sabía. Nadie sabe si él haría lo mismo que hizo Ernesto Zedillo como presidente. Y nadie sabe si Zedillo fue designado candidato sustituto para hacer lo que no hubiera hecho Colosio. Lo cierto es que como resultado del asesinato de Luis Donaldo se posibilitó la llegada de Zedillo como candidato y luego como presidente de los mexicanos. Y ya en la silla presidencial, Ernesto Zedillo reformuló la arquitectura del sistema político mexicano para dar paso a una transición democrática pactada. ¿Por esa razón fue asesinado Colosio y llevado al poder Zedillo? Aún nadie lo sabe”.

En el año de 2010, el diputado Porfirio Muñoz Ledo en entrevista a la revista Proceso, atribuirá expresamente el asesinato al narcotráfico y dirá que "no fue el discurso de Luís Donaldo (lo que lo llevó a su muerte), fue su negativa a negociar con ellos (los narcos) que estaba propiciando el hermano del presidente Raúl Salinas de Gortari. Lo de Luis Donaldo fue una ejecución con apoyo de fuerzas irregulares. Tras el asesinato de Colosio, aquí se reanuda el sistema de complicidades".

Luís Donaldo Colosio Murrieta nace en Magdalena de Kino, Sonora, el 10 de febrero de 1950. Sus padres son Luís Colosio Fernández y Ofelia Murrieta García. En 1968, ingresa al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, para estudiar Economía. En 1975, continúa sus estudios en Estados Unidos, primero en Pittsburg y después en Pennsylvania. En 1977 ingresa al Instituto Interamericano para el Análisis de Sistemas Sociales Aplicados, en Viena, Austria, como investigador académico y estudiante del Doctorado en Economía Regional y Urbana. 

En 1979 regresa a México y es catedrático en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, de la UNAM, en la Universidad Anáhuac y en El Colegio de México. Asimismo ingresa al Partido Revolucionario Institucional y en 1981 es nombrado Subdirector de Análisis para la Planeación del Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPES) del PRI en el Distrito Federal.

En 1982, Carlos Salinas de Gortari, Secretario de Programación y Presupuesto del gobierno de Miguel de la Madrid, lo designa como Director General de Programación y Presupuesto Regional, responsable de programas de desarrollo en zonas económicamente deprimidas, como PIDER y COPLAMAR.

En 1984 se casa con Diana Laura Riojas Reyes, con la que procrea dos hijos: Luís Donaldo y Mariana.

En 1985 es diputado federal  y preside la LIII Legislatura. En 1987, es designado Oficial Mayor del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional y Coordinador de la campaña presidencial de Carlos Salinas de Gortari. Al año siguiente, es candidato al Senado por el Estado de Sonora  y después, presidente del Comité Ejecutivo Nacional. En ese mismo año, asume la Presidencia del Comité Ejecutivo del PRI. En este puesto hace frente a las acusaciones de fraude electoral de la oposición encabezada por los candidatos perdedores: Cuauhtémoc Cárdenas del Frente Democrático Nacional, Manuel J. Clothier del PAN y Rosario Ibarra de Piedra del PRT.

En 1992 es nombrado por Carlos Sainas de Gortari, Secretario de Desarrollo Urbano y Ecología (SEDUE), que se convierte en Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL).

Un año después, a finales de 1993, es nominado candidato a la presidencia de la República para el periodo 1994-2000. Su designación, causa el disgusto de Manuel Camacho Solís, aspirante al mismo cargo, quien después de renunciar a la Jefatura del Departamento del Distrito Federal y asumir la responsabilidad de la Secretaría de Relaciones Exteriores, deja este último cargo para fungir como Comisionado del gobierno federal para negociar la paz en Chiapas con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y sólo hace público su apoyo a Colosio poco antes de su asesinato. Es así, que la campaña electoral de Colosio se desarrolla en un ambiente de incertidumbre provocado por la rebelión zapatista y la reticencia de Camacho, al grado de que el presidente Salinas tiene que advertir públicamente: “¡No se hagan bolas!”

Bajo la coordinación general de Ernesto Zedillo, Colosio inicia su participación en las elecciones presidenciales de 1994, en las que también compiten: Diego Fernández de Cevallos del Partido Acción Nacional PAN; Cuauhtémoc Cárdenas del Partido de la Revolución Democrática (PRD); Marcela Lombardo del Partido popular Socialista PPS; Rafael Ignacio Aguilar Talamantes del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional PFCRN; Álvaro Pérez Treviño del Partido Auténtico de la Revolución Mexicana PARM; Pablo Emilio Madero del Partido Demócrata Mexicano PDM; Cecilia Soto del Partido del Trabajo PT; y José González Torres del Partido Verde Ecologista de México PVEM.

Escribe Germán Pérez Fernández del Castillo (La elección presidencial de 1994: las campañas que no fueron): "Desde el inicio de su campaña, Colosio recuperó en sus discursos, de manera central, ciertos conceptos abandonados por los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari y les imprimió un nuevo sentido". Muestra de ello es el discurso del 6 de marzo, cuyo contenido se interpreta como una ruptura o por lo menos un distanciamiento de Salinas. Pero su campaña es interrumpida violentamente por su artero y cobarde asesinato.

Colosio será sepultado en su ciudad natal y unos meses después, su esposa, Ana Laura, también fallecerá consumida por el cáncer.

Para honrar su memoria, se colocará su busto en el Paseo de la Reforma y se pondrá su nombre a la Fundación Siglo XXI del PRI y a una avenida de la ciudad de Pachuca, entre otras de las muchas distinciones que le otorgarán sus partidarios para preservar su memoria.

Doralicia Carmona: MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO